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Peter Bernstein
Quartet

25

NOVIEMBRE, 2022

Peter Bernstein Quartet. Peter Bernstein, guitarra/ Sullivan Fortner, piano/ Doug Weiss, contrabajo/ Roberto Gatto, batería. Milano Jazz Club, 16 de octubre de 2022. 54º Voll-Damm Barcelona Jazz Festival

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Clara Conill

 

 

Habrá que aplaudir sin tapujos la buena idea que ha tenido el Voll-Damm Barcelona Jazz Festival de acoger bajo su manto propuestas como la del Milano Jazz Club, en el sentido de aglutinar bajo un mismo membrete lo que pudiera haber sido una programación paralela al Festival que hubiese despistado a muchos simpatizantes de las músicas improvisadas que viven o visitan la Ciudad Condal por estas fechas.

El Milano mantiene su autonomía pero sirve de nido para propuestas más íntimas. Festivales de Club, de esos en los que oyes respirar a los intérpretes y puedes sentir el modo de vertebrar sus ejecuciones, se dan pocos (el Festival de Jazz de Terrassa siempre tuvo esa inspiración), de ahí que se viviera con expectación renovada la presencia de Peter Bernstein al frente de su cuarteto europeo. Y decimos ‘europeo’ porque las labores de Peter Washington al contrabajo las suple Doug Weiss y las de Joe Farnsworth las lleva a cabo Roberto Gatto. Se mantiene, eso sí, el joven Sullivan Fortner al frente del piano (Cécile McLorin Salvant, Roy Hargrove…). La estrella, por derecho propio, era Peter Berstein, a pesar de que el guitarrista mantiene la humildad de quien sabe que su destino se cifra en hacer revivir cada noche los mandatos de algo más grande que él mismo, y eso no es otra cosa que la música de Jazz, sus designios y sus mensajeros. Con apóstoles como Bernstein, el legado se agranda y ennoblece, desde luego.

Venía el guitarrista a presentar el largo que facturó durante la pandemia. What Comes Next (Smoke Sessions Records, 2020) renuncia en su título a la pregunta que muchos de nosotros nos hicimos cuando tras la crisis llegó el bicho para quedarse (la crisis tan vez amaine, pero el virus ya será perpetuo). Optimista, el acompañante de lujo de Sonny Rollins, Brad Mehldau y Melvin Rhyne entre tantos otros ha buscado pasar el trago con un ‘lo que viene después’. Tras lamerse las heridas, toca dar un paso adelante. Ese paso lo ha dado retomando las giras y entregando nuevas piezas de orfebrería musical como la que acaba de publicar junto a sus cofrades Larry Goldings y Bill Stewart, el tan elocuente Perpetual Pendulum (Smoke Sessions, 2022). Pero aquí era el cuarteto montado para la ocasión el que pedía paso para reclamar su espacio entre los grandes, pese a la humildad reconocida del líder.

Con el Milano a rebosar, lo cierto es que el bolo tuvo un invitado inesperado, una suerte de quinto Beatle, convirtiendo al cuarteto en quinteto sin solución de continuidad. Desconozco el nombre de quien ejercía de jefe de sala, acomodador, cobrador del frac y barman, un mâitre de los que ya no quedan. Hubo movida entre las butacas, pero fue para bien, y mi Spritz supo a gloria. Pero al fondo estaba Bernstein y los suyos, dando cuenta de lo que debe ser un concierto de jazz straight, directo y sin estridencias, que no es lo mismo que aburrido, todo lo contrario. El guitarrista hace fácil lo difícil, y eso lo saben de Sonny Rollins a Brad Mehldau, en fin, todos aquellos a los que ha hecho mejores con su arte. Los referentes más claros del tocar de Bernstein son Jim Hall y Kenny Burrell, aunque se cuelan otros por derecho. Con “Simple As That” se vio claro. Los siete minutos de la composición original se fueron a más de diez (esa fue la tendencia, temas largos donde cabe todo un mundo de improvisación), y se iniciaron con cuatro minutos de solo y una réplica del mejor de sus acompañantes, el siempre despierto Sullivan Fortner. Después de que el guitarrista le diera la espalda al respetable, sin el endiosamiento de Miles Davis, desde luego, fue el momento de que el cuarteto se presentara, empezando por el contrabajista y acabando por el batería.

El segundo de los cortes de la noche abrevaba en las aguas del más puro bebop, haciendo espídica la tarde y demostrando que no hay idiomas caducos cuando el arte hace acto de presencia. Lo demás, pura falacia para advenedizos y apocalípticos que han caído en las redes insulsas de la modernez recalcitrante. ¡Va de retro, Satana! Para fijar los parámetros en los que iba a moverse la actuación, apareció el fantasma festivo de Thelonious Monk y la cosa ya quedó suficientemente clara. Un “Love for Sale” se alió con la noche para hacerla memorable, evocando momentos de grandeza compositiva de los sesenta, cuando el hardbop campaba por sus respetos. Quince minutos para que se volviera a lucir Fortner y Gatto hiciera de las suyas.

Los medios tiempos son dominio de Bernstein, y traen a las mientes a grandes como Wes Montgomery o Grant Green. El cuarteto secunda bien al líder, aunque esa no fue la noche de Doug Weiss, un tanto errático y comedido, cuando la fiesta pedía entrega y actitud. Suerte que los blues lo arreglan todo y los bendings y las quintas disminuidas se adueñaron de la sala. Como si Wynton Kelly hubiera regresado del Olimpo donde descansan los pianistas inmarcesibles, le llegó la réplica a Bernstein de la mano de Fortner, hoy ya dueño de su arte sin discusión. Embozado tras la mascarilla de rigor, logró subir los enteros del cuarteto. El guitarrista ha hecho bien en mantenerlo en esta gira europea. 

Concierto breve, pero bueno. Total, dos veces bueno. No se fue a más de cincuenta minutos, pero quién cuenta las horas cuando la vida te hace estos regalos. Hubo compromiso y la sala lo agradeció. Mientras, nuestro maître seguía en sus labores, como si lo ocurrido allí fuera la música de fondo para continuar con su tarea. Al fin, todos profesionales. Así da gusto.

Written by Enrique Turpin

Noviembre 25, 2022

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