AMBROSE AKINMUSIRE
honey from a winter stone
Review
11
Marzo, 2025
Texto: Ricky Lavado
Fotos: Artist’s Concession
REVIEW. honey from a winter stone (Nonesuch Records, 2025). Ambrose Akinmusire, trompeta, composición/ Kokayi, vocal/ Sam Harris, piano/ Chiquitamagic, sintetizadores/ Justin Brown, batería/ Mivos Quartet (Olivia Deprato, Victor Lowrie Tafoya y Maya Bennardo, violín/ Tyler Borden violonchelo).
Ambrose Akinmusire lo ha vuelto a hacer. Llega un punto en el que a uno se le acaban los adjetivos grandilocuentes y las alabanzas ante un creador que parece destinado a ofrecernos obra maestra tras obra maestra, en un camino de excelencia y relevancia que transita él solo, en una búsqueda inacabable y apasionante por encontrar nuevos caminos expresivos. Si su anterior trabajo Owl Song ya nos dejó a todos con la boca abierta, ahora Akinmusire dobla la apuesta con este inmenso y casi inabarcable honey from a winter stone, su segundo trabajo para el incombustible y ecléctico sello Nonesuch Records (casa de artistas tan diferentes y brillantes como Hurray for the Riff Raff, Molly Tuttle, Brad Mehldau, David Byrne, Jeff Parker, Makaya McCraven o Wilco, entre mil otros).
Siete años después de Origami Harvest, obra con la que el trompetista californiano rompió las reglas del juego para crear una amalgama tan sorprendente como adictiva de jazz moderno, spoken word, música de cámara y Hip Hop; Ambrose Akinmusire decide con honey from a winter stone revisitar elementos y conceptos ya presentes en aquella obra para ampliarlos y llevar sus interrogaciones al momento actual (¿Qué dificultades y retos encuentra la comunidad negra estadounidense en el siglo XXI?). Como en Origami Harvest, encontramos en este honey from a winter stone música de cámara, elementos electrónicos, rap, abstracción, spoken word, jazz inclasificable, calma ambiental y contemplativa, funk sudoroso y composiciones gigantes que mutan en mil formas diferentes.
Como era de esperar, Ambrose Akinmusire se ha rodeado de un plantel impresionante de músicos para dar forma a este trabajo excesivo, ambicioso, extenuante y absolutamente maravilloso: el vocalista de improvisación Kokayi, el pianista Sam Harris, Chiquitamagic a los sintetizadores, el batería Justin Brown y el cuarteto de cuerda Mivos Quartet (formado por las violinistas Olivia Deprato y Maya Bennardo, el violista Victor Lowrie Tafoya y el violonchelista Tyler Borden).
Honey From a Winter Stone consta de cinco piezas que abarcan una hora y cuarto de música, ni más ni menos. La densidad y solemnidad marcan el arranque del viaje con “Muffled Screams”, una composición basada en una experiencia cercana a la muerte vivida por el propio Akinmusire (“sobreviví porque quería estar vivo para proteger a mi hijo”). “Muffled Screams” marca el tono general del álbum; una pieza larga, que se desarrolla sin prisas y en la que spoken word, jazz abstracto, pianos clásicos, electrónica ambiental, cuerdas emocionantes y la trompeta de Ambrose Akinmusire convertida en lamento por momentos forman un conjunto que te pasa por encima como un tanque. Le sigue “Bloomed (the ongoing processional of nighas in hoodies)”, única pieza instrumental del álbum, construida a base de fraseos enfurruñados de Akinmusire y ráfagas de batería de un Justin Brown anfetamínico. Con “apenas” siete minutos de duración, “Bloomed” suena casi como un interludio que nos prepara para la descarga de energía de “Myanx”, uno de los momentos álgidos del disco, en el que el ritmo lo es todo. Las baterías de Justin Brown, repletas de fills y grooves explosivos, vuelan libres sobre colchones de extrañeza a base de sintetizadores gruesos y flow improvisado por parte de un Kokayi en estado de gracia, para terminar con notas largas como quejidos de la trompeta de Akinmusire, dándole un sentido emotivo y desgarrador a toda la composición.
La elegancia clásica del cuarteto de cuerda introduce el tono preciosista y cuidado de “Owled”, una composición romántica y emocional, en la que sintetizadores y programaciones sutiles poco a poco van derivando el rumbo hacia ambientaciones de carácter funk y actitud peleona. A lo largo de “Owled” hay pianos cristalinos, sonoridades sintéticas, ambientaciones cinemáticas y vacile callejero, de block party sudorosa y de libertad improvisacional; antes de que la pieza derive en una neblina misteriosa suspendida en el tiempo, cortesía de una trompeta que se suma al dramatismo de las cuerdas en un final que deja con la boca abierta. Un viaje apasionante de casi trece minutos de duración que, sencillamente, te vuela la cabeza.
Sin apenas tiempo para recuperarnos de lo que acaba de sonar, arranca otro de los momentos más potentes del disco, “s-/Kinfolks”: 29 minutos de tour de force creativo para cerrar el álbum, en los que Ambrose se explaya y da rienda suelta a su parte más expresiva y emocionante, con fraseos abstractos que se van abriendo paso a través de capas y capas de densidad de sintetizadores y ráfagas desestructuradas de batería. Poco a poco, “s-/Kinfolks” va mutando hacia un espacio misterioso sostenido por el piano en que trompeta y cuerdas se entrelazan para acabar desembocando en un crescendo de ritmos de carácter electrónico, espíritu de baile y flow vocal irresistible. Hay de todo en esta composición: elementos tradicionales, breaks de baile, sintes pegajosos y ambientales, y todo suena fresco y moderno a la vez, en una pieza que crece y crece hasta hacerte levantar de la silla. Si no se te escapan un poco las caderas, es que no estás prestando la debida atención.
Hay pura belleza en este trabajo; hay profundidad emocional, hay ritmo, sudor y baile; densidad y ligereza entrelazadas como hiedras; hay rabia, contención y diversión. Hay tantas cosas en este disco que cada nueva escucha resulta sorprendente; cada acercamiento a esta hora larga de música es una experiencia reflexiva y honda, plena de intensidad y, si al que firma esto se le permite ponerse estupendo, diría que trascendente. Otra obra de arte a sumar en la trayectoria de un creador que ya es eterno.
Texto: Ricky Lavado
Marco 11, 2025