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Liba Villavecchia Trio + Luís Vicente

Muracik (Clean Feed Records)

Review

09

Abril, 2025

LIBA VILLAVECCHIA TRIO + LUÍS VICENTE

MURACIK (Clean Feed Records, 2024)

Liba Villavechia (saxo alto), Álex Reviriego (contrabajo), Vasco Trilla (batería), Luís Vicente (trompeta)

Texto: Enrique Turpin

 

LA NATURALEZA DESMEDIDA

Se dice que Pordenone fue un maestro tocado por la gracia, más terrenal que Tiziano, pero también más pasajero para la memoria popular. Y que, pese a ello, malbarató ese regalo ofrecido por su don. No parece que al trío de Liba Villavecchia le esté ocurriendo lo mismo. Sí, en efecto, son tres las mentes aquí pensantes y ejecutantes cuando al trío nos referimos —a los que se añade el portugués Luís Vicente, que lo expande en cuarteto ocasional—, pero el espíritu que emana de todos ellos se muestra compacto y unísono en cuanto a potencia, alcance y gesto. Fundado hace cuatro años y con varios trabajos de enjundia a sus espaldas (Zaidín, 2022 y Birchwood, 2023) y un recorrido en directo que pasa de lo estimulante a lo necesario, el Trio ha ido consolidando su propuesta para permitirse engrosar su paleta sónica con incorporaciones afines que enriquecen el conjunto hasta hacerlo de una sustancialidad que cuesta. Es lo que ocurre con el brillante trompetista luso Luís Vicente, quien ya había formado tándem con Vasco Trilla (A Brighter Side of Darkness, 2019 y Made of Mist, 2020), del mismo modo en que Trilla lo ha venido haciendo con Villavecchia desde hace ya tres lustros (Asebeia, 2021). De toque limpio y ágil como el infravalorado Ron Horton, con la inventiva de Dave Douglas y el toque energético con el que cuenta Peter Evans –escúchese para la ocasión la pieza “Resolution”, con la que se cierra Muracik-, Vicente es una aportación que expande el formato pero no lo desnaturaliza, si acaso lo amplifica con sonoridades que se acercan a los añorados Atomic, a The Claudia Quintet o a Mostly Other People Do The Killing, por poner ejemplos de estética compartida. Y sí, la sombra de Ornette Coleman es alargada (“Ornette Surrounds”, que lleva la firma de Vicente); pero no es menos la que se une a ese manantial fundacional, donde acaban convergiendo también las enseñanzas de Evan Parker, Roscoe Mitchell o las del mismísimo John Coltrane en sus últimos vuelos libérrimos. Por estos lares, sólo Agustí Fernández y Ramón López se muestran tan mercuriales como Villavecchia. Será por maestros.

El disco fluye de hallazgo en hallazgo, desde la presentación de armas que es “Anticipation” (uno de los tres vértices medulares de Muracik, junto con “Expansion” y “Resolution”, que llevan la firma del líder, pasando por “Vika” y el tema que da nombre al conjunto, de la mano del joven contabajista Álex Reviriego, y la, ya mencionada homenaje, al siempe moderno padre del Free. Como entonces, también existe aquí el orgullo por mostrar una suerte de atmósfera al uso de ‘This is Our Music’, pero sesenta y cinco años después. Fue ayer y no nos acordamos.

Lo cierto es que la ganancia que el trío consigue al emparentar sus dinámicas con las de Vicente y enaltecer todavía más si cabe las armonías y eso tan difícil de lograr que es conjugarse sin jugársela, sin imposturas ni falacias emocionales, es otro de los motivos por los que Muracik lleva en su expresión la génesis de las obras mayores. Resulta curioso afirmar que estamos ante el mejor trabajo del trío cuando se trata de un cuarteto. Paradojas aparte, lo que engrandece la música que aquí se contiene es la apuesta perentoria por la ambición argumental, engrosada por una idea de la libertad compositiva que no tiene miedo de alzar el vuelo y perseguir las sombras del pasado dibujando las propias. No como sombra, que eso sería muy fácil, sino como presencia identitaria de la idea que los alumbra, que no es otra que perseguir la quimera de la composición inmediata y vincularla con una suerte de idea de eternidad. Un ahora que valga sin fisuras para el mañana. Si a alguien todavía se le ocurriera afirmar que el contrabajo volcánico de Reviriego en “Expansión”, que la fiereza de los vientos en “Ornette Surrounds” o que las sutilezas percusivas del final de “Anticipation” son simples e inconsistentes fuegos de artificio es que todavía no acaba de entender que parte de la madurez como oyente transita por pasajes en los que el corazón —léase emoción— parece ganarle la partida al intelecto. Es sólo un espejismo, dado que cuando la composición se muestra bien medida y mejor ejecutada, lo que parece pensado es pura intuición, y lo que surge desde lo imaginado por la espontaneidad lleva muchos años fraguándose en la oscuridad del entreno diario para que, finalmente, aparezca ante nosotros como una improvisación que nos mantiene con la boca abierta y los ojos húmedos por la emoción.

Música elegante, misteriosa, pulcra, ágil, indómita, a pesar de ser falsamente doméstica como el gato de Vasco Trilla que da nombre al fruto del proyecto y que correteó por todo el estudio del baterista mientras se fraguaba el disco ensayo tras ensayo. Muracik y Muracik, disco y felino, personalidades compartidas para una música comprometida con el arte verdadero, ese que desoye calendarios y aspira a lo perenne. Uno jamás queda ahíto con apuestas de este calibre, las que permiten que no se flaquee cuando de lo que se trata es de perseguir la felicidad a ultranza.

Texto: Enrique Turpin

Abril 09, 2025

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