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MIGUEL ZENÓN ENTREVISTA

Jazz en el Auditorio CNDM

05

Junio, 2025

 

Texto y Fotos: Daniel Glückmann

 

Para crear arte, el sentido de comunidad es esencial

A los músicos uno siempre se los imagina grandes. Será por las fotos, las pantallas, quién sabe…. Pero Miguel Zenón (San Juan de Puerto Rico, 1976) es un hombre menudo que aparenta cierta timidez que se va diluyendo a medida que transcurre la conversación. El día anterior llegó de viaje, no pudo descansar muy bien y eso que es solo el inicio de la gira que llevará al cuarteto por muchos escenarios de Europa al típico ritmo de casi una ciudad diferente cada día. Llega desde su mundo tarareando Para Elisa, la mítica obra de Beethoven. “Estaba viendo una película y se me pegó la melodía como si fuera un gusanito”, explica divertido.

Esa noche, el saxofonista tocaba con su cuarteto en el Auditorio Nacional de Madrid en el ciclo Jazz en el Auditorio organizado por el Centro Nacional de Difusión Musical que periódicamente trae a grandes figuras del jazz internacional. Su cuarteto está formado por su inseparable pianista Luis Perdomo, con quien ganó el Grammy al mejor álbum de jazz latino en 2024 con El Arte del Bolero, por Hans Glawischnig al contrabajo y Henry Cole a la batería.

Con 17 álbumes como líder, Zenón es un peso pesado del jazz contemporáneo y uno de los saxofonistas altos más reconocidos del panorama actual. Su música transita por una enorme variedad de colores, siempre con un punto de conexión con su Puerto Rico natal, aunque él se considera, sin más, un músico de jazz. Estudió en Berklee, formó parte del colectivo SFJazz Collective y ha colaborado con músicos como Kurt Ellington, Joey Calderazzo, Steve Coleman, Ray Barreto, Jerry González, Bobby Hutcherson, Fred Hersch, Danilo Pérez y muchas otras grandes figuras del género.

 

In&OutJazz: Cuando en el año 2009 salió tu disco “Esta Plena”, se convirtió en mi álbum de cabecera por bastante tiempo atraído por la mezcla de jazz y música de Puerto Rico que me fascinó. Pero tienes 17 álbumes en solitario desarrollando una gran variedad de estilos, de lo tradicional a lo más contemporáneo. ¿Cuántas almas tiene Miguel Zenón?

Miguel Zenón: Yo no sé si hay más de una, honestamente. Sólo que adopto diferentes perspectivas dependiendo del momento en el que me encuentre. Con la edad también cambian muchas cosas, pero básicamente el proceso siempre es igual. Surge algo que quiero explorar en profundidad, inicio un proyecto de investigación y de allí salen la música y las grabaciones. ­­Cada proyecto tiene un reloj: empieza por una pregunta, continúa con una investigación y culmina con el proceso de retratarlo en una grabación.

Es casi como escribir un libro, ¿sí?

Sí, es más o menos así.

Cuéntanos un poquito más acerca de este proceso de investigación. ¿Cómo lo planteas?

Te puedo poner como ejemplo el proyecto de “Esta Plena” que nace de un interés mío de adentrarme en el estilo tradicional de la música de Puerto Rico con el que yo crecí, pero que realmente, nunca había estudiado en profundidad.

Muchas de las cosas que me llaman la atención desde el principio no son tanto las que tienen que ver con la música, sino lo que va más allá; en cómo se mete la música dentro del día a día, dentro de la sociedad, lo cultural, en cómo se refleja en las tradiciones no musicales. Obviamente, un paso es escuchar mucha música, pero también conocer la literatura, investigar la tradición oral y mantener muchas entrevistas con los maestros que más saben de nuestra música.

Y todo eso, antes de escribir una nota.

Antes de escribir una nota. Después que se recopila la información, empiezo a extraer un hilo conductor y es ahí, cuando empiezo a escribir con todos esos elementos en mente. Todos mis proyectos se desarrollan de una forma bastante similar a esta. Quizás otras personas componen de una forma más intuitiva pero este tipo de proceso de investigación es el que a mí me hace sentido.

Dentro de la música del Caribe, estamos muy familiarizados con la música cubana, pero no tanto con la de Puerto Rico, sin contar con fenómenos como Bad Bunny, por supuesto. ¿Cuál es el panorama actualmente de la música en Puerto Rico? ¿Qué es lo que más te interesa o te preocupa?

Bueno, preocupaciones muchas. De Puerto Rico siempre ha salido mucha música, pero lo que ocurre con la de Puerto Rico y también con la de muchos otros países del área como Colombia o Venezuela, es que por muchos años se miraron todas dentro de la sombrilla afro-caribeña, que en muchos sentidos significaba afro-cubana y cuando se pensaba en música afro-latina, se pensaba en lo afro-cubano primero y se asumía que todo el resto de la música del área era similar o igual.

Sin embargo, todos estos países tienen sus propios mundos musicales y culturales y es en las últimas décadas cuando se ha empezado a ver con más detenimiento la identidad específica de cada lugar, una identidad que está resurgiendo. En el caso de Puerto Rico, ha ayudado mucho la música popular, la música de artistas como Bad Bunny que están explotando estos sonidos de música tradicional puertorriqueña y la gente dice, guau, esa música es de Puerto Rico.

¿Qué hace única la música en Puerto Rico respecto al resto del Caribe?

Tiene cosas muy diferentes. Por ejemplo, la “Plena” es bien puertorriqueña como concepto musical. La instrumentación, cómo se utiliza, cómo está metida la sociedad. También la “Bomba” puertorriqueña, esa música campesina tan única. Entonces, sí hay cosas diferentes, pero a mí me interesa tanto la diferencia como la similitud y me ilusiona ver un renacer en el interés del público joven por la cultura y la música tradicional puertorriqueña.

A pesar de todas las raíces e influencias, siempre dices que te consideras un músico de jazz, inspirado originalmente por algunos de los grandes músicos como Charlie Parker o John Coltrane. ¿Cuál es para ti la mayor diferencia entre el jazz de hoy respecto al de la época del bebop y de los años 50?

Creo que hay muchas diferencias. La mayor es que ahora hay muchos más músicos que antes. Si tú piensas en la época de los 40 o los 50, había músicos buenísimos, pero era un grupo bien pequeño y todos tocaban entre ellos. Ahora los tienes que multiplicar por lo menos por 50 o 100, en términos mundiales.

Siguiendo con las diferencias, también está el nivel. Yo pienso que el nivel de la música siempre crece. Obviamente, Charlie Parker, Miles Davis, John Coltrane, son mis héroes, pero se me hace bien difícil pensar que esa fue la mejor época del jazz. Yo pienso que la mejor época del jazz será la de mañana y pasado mañana. Siempre se crece, siempre se va mejorando y siempre hay mejores músicos, más estudiosos, más informados, con más acceso a las herramientas.

Y musicalmente, ¿hay alguna característica intrínseca que haga al jazz contemporáneo diferente de aquél?  

El jazz siempre ha sido una música bien inclusiva que se nutre de otros estilos. Eso siempre ha funcionado así pero hoy en día pasa más que nunca. ¿Por qué? Por el acceso a la información. Hay tanto acceso y tanta facilidad para acceder a la información que el jazz siempre está mirando a qué más podemos incluir. Eso es algo que definitivamente, no había pasado hace 40 o 50 años de una forma tan orgánica como ahora.

Debido al enorme desarrollo e influencia que actualmente tienen las escuelas de música en la formación de los actuales músicos de jazz, ¿es una exageración calificar al jazz contemporáneo como el “Jazz de Berklee”? (El “Berklee Global Jazz Institute”, con sede principal en Boston, es la más importante escuela de jazz a nivel global, por donde han pasado la mayoría de los mejores músicos actuales de jazz, incluido Miguel Zenón).

Yo no diría tanto, pero Berklee sí es un buen ejemplo porque creó un sistema de enseñar el jazz que no existía antes. No existía un sistema formal de cómo enseñar la armonía del jazz, la historia del jazz, la improvisación. Ellos crearon un método, un sistema y todos los que van allí están estudiando el mismo sistema. Hasta cierto punto, es algo que no había existido antes.

Pero sí, la pedagogía y la academia hacen que el acercamiento a la música sea bien diferente. Ante, desde siempre, era una tradición oral pero ahora se convierte en una tradición pedagógica, académica. Aunque yo todavía pienso que lo de la tradición oral es lo que tiene más importancia, ahora es como ir a estudiar matemáticas o ingeniería. Es otro tipo de dinámica.

Se escucha un argumento que dice que la academia ha restado un poco de autenticidad a la música. ¿Tú qué opinas?

Yo entiendo el argumento y pienso que, hasta cierto punto, la idea de que haya un sistema y que todos estudien lo mismo, puede crear un tipo de vacío en términos de personalidad. Pero la otra cara de la moneda es el acceso a la información. Estoy seguro de que muchos de nuestros maestros hubieran querido tener esta cantidad de información para poder nutrirse. Otra cosa que provee una escuela de música, algo que para mí es bien importante, es el sentido de comunidad. Para crear arte, el sentido de comunidad es esencial.

El jazz en sus inicios y durante bastante tiempo ha sido también una música reivindicativa. ¿Crees que todavía lo es o lo puede ser, respecto a los problemas sociales y a los conflictos presentes en el mundo actual?

Sí, claro. Obviamente, hay diferentes puntos de vista respecto a eso. Yo conozco artistas que no piensan que lo que estamos haciendo debe reflejar nuestras impresiones u opiniones sobre lo que está pasando en el mundo.

Yo no soy una de esas personas. Pero sí pienso que es importante que lo que estemos haciendo lo hagamos de una manera personal y honesta. O sea, cada cual tiene una manera de reflejar su preocupación como seres humanos de lo que está pasando alrededor nuestro, unos de una manera bien directa y transparente, otro quizás menos. En el caso mío, yo sí pienso que muchas de mis preocupaciones tienen que ver conmigo y por extensión, tiene que ver con la idea de lo que es ser un extranjero.

¿Siendo portorriqueño, tú te sientes un extranjero en Estados Unidos?

Sí, yo me considero puertorriqueño, aunque vivo en Estados Unidos. Y especialmente ahora, mucho de lo que está pasando en Estados Unidos y en otros lugares del mundo, con el auge de ese sentimiento anti-inmigrante, anti-extranjero; a mí lo que me hace, es sentir que me tengo que agarrarme más a lo que soy, a lo puertorriqueño, a lo auténtico. Esa es mi ancla.

¿Cuánto te cambió la vida obtener un Grammy?

La vida no sé. Yo lo veo más como un tipo de escalón, definitivamente es un escalón muy grande, porque es un premio que todo el mundo va a reconocer. Pero yo estoy bien consciente que no me ayuda en nada a ser mejor músico. En esos términos es cero. Pero en términos de acceso al público, pues ayuda y es súper positivo. Yo lo veo como ese tipo de plataforma.

Miguel Zenón lleva consigo su “alto” en un compacto estuche que abre con mimo para posar en el retrato de esta entrevista y en la que sigue. “Nunca he tocado otro”, afirma, cuando le comento lo cómodo que resulta viajar con él frente a otros instrumentos que no hay quien traslade.

Junio 05, 2025

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