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Conversation #9: Targeted – Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

Conversation #9: Targeted – Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

Conversation #9: Targeted

Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

29

JUNIO, 2023

Conversation #9: Targeted. Hammer Records, 7 de abril de 2023

Greg Osby (saxofón alto, saxofón soprano), Arno Krijger (Órgano Hammond), Florian Arbenz (batería y percusión). Grabado el 1 de mayo de 2022 en HammerStudios (Basilea).

Texto: Enrique Turpin

LA DOMA DE LA QUIMERA 

Corren tiempos para audaces. Aquella premisa que reza que cuando hay sangre en las calles deben comprarse propiedades puede trasmutarse sin demasiado esfuerzo a otra que diga algo así como un hágaselo usted mismo cuando el mundo se muestre severo y desorientado. Son estos tiempos líquidos, donde todo se disuelve y nada resiste la solidez de antaño. Tal vez no haga ni falta, aunque uno siempre echa la vista atrás y recuerda que en la cronología vivida hubo momentos de dicha por las cosas bien pensadas y mejor hechas. No todo lo pasado fue un error. Ya sabemos que en esto del arte la evolución no siempre cumple la lógica de la ciencia, donde cada progreso adelanta al anterior. Y es el arte lo que ahora nos ocupa.

 

Arbenz X Krijger / Osby «Truth» (G. Osby)

Viene esto al caso de la apuesta valiente y firme del percusionista suizo Florian Arbenz (Basilea, 1975) de llevar a cabo un proyecto que salta de lo insensato a lo extravagante, pero que es la mirada de un visionario, esa que ve que el empeño merece la pena y, además, traerá réditos importantes para el resto de las vivencias que habrán de acompañar al artista en un futuro que ya está aquí. Begoña Villalobos y Ricky Lavado lo han explicado mejor en estas mismas páginas, pero el empeño es de una ambición que roza lo insolente. Las estrategias son de guerrilla, aunque las armas siguen siendo las del enemigo, donde enemigo es un mercado que ha renunciado a mostrarse permeable a proyectos de largo y hondo calado si no van acompañados de réditos inmediatos. Que les expliquen a Van Gogh, a Vermeer o a Ayler qué es eso de la fama póstuma y los royaltis.

 

El asunto se explica rápido: la pandemia y el confinamiento ofrecieron espacios de reflexión insólitos hasta entonces. En el caso de Arbenz, el resultado fue la imposición personal de reconocer su trayectoria y desandar los pasos que lo han conducido a ser uno de los percusionistas más intrépidos y diplomáticos —en el sentido aglutinador y negociador del término— de la escena europea. Se impuso la grabación y publicación de una docena de discos salidos de ese estado de cosas. Lo de guerrilla viene por la actitud, lo de la capacitación viene de la comprensión del mercado, lo que conduce inexorablemente a la autoproducción y a la autoedición. Si además se cuenta con un estudio como los HammerStudios de Basilea, un auténtico centro creativo donde la improvisación campa por sus respetos, como se le ha de suponer a un buen jazzman, la batalla está servida. Habrá que decir que las incursiones de Arbenz y los suyos van ganando la partida sin atisbo de duda. La eternidad siempre tiene la última palabra, desde luego, pero la intuición, la experiencia y algo de suerte trabajada vienen a confirmar una previsión que no parece errada. Y si no que se lo pregunten a cada uno de los invitados a estas Conversation Series, a punto de echar el cierre tras nueve entregas con los más diversos invitados, venidos de todos los rincones del planeta para propiciar una diálogo que encuentra la trascendencia en lo colaborativo. Por Basilea han pasado viejos amigos y héroes de la infancia de Arbenz, de la talla de François Moutin, los hermanos Vistel, Hermon Mehari, Heiri Känzig, Nelson Veras, Tineke Postma, João Barradas, Jim Hart, Rafael Jerjen, Wolfgang Puschnig, Oren Marshall, Michael Arbenz, Kirk Lightsey, Domenic Landolf, Tibor Elekes y la Conversation #9, que es la que nos ocupa, con la aparición Arno Krijger al órgano y la esperadísima presencia del ubicuo y siempre sorprendente Greg Osby a los saxos, a la espera de la última tríada discográfica que ponga cierre al proyecto.

 

La estrella, en cualquier caso, es Greg Osby (St. Louis, 1960), “uno de los modernistas punteros del post-bop de la escena jazzística”, a juicio de Nate Chinen. Florian Arbenz confiesa que Greg Osby “tiene un lugar especial en mi vida musical. Él fue el primer ‘real cat’ que creyó en mí como músico y nuestra historia de tocar juntos se remonta a 1998. Además, nuestros aniversarios coinciden el mismo día, compartimos el mismo sentido del humor, lo que probablemente sea también una razón por la que todavía giramos regularmente”, como señala el líder del trío en los créditos del disco. Greg Osby, de hecho, ha ejercido durante mucho tiempo como ‘ojeador’ para JMT Records (antes de que pasara a ser Winter & Winter) desde los años en los que frecuentaba el M-Base junto a Steve Coleman y Gary Thomas, hasta que se convirtió en pieza fundamental para el avance hacia la contemporaneidad de Blue Note. El disco que todos recordamos es New Directions (Blue Note, 1999), una grabación llevada a cabo para celebrar los sesenta años de la discográfica, que sentaba las bases de lo que empezaba a ser el resurgir de un jazz que reinventaba el pasado desde una perspectiva integradora, un vehículo de largo alcance para la expresión personal de jóvenes músicos dotados a la par en virtuosismo instrumental y en concepción artística —Mark Shim, Stefon Harris, Jason Moran, Tarus Mateen, Nasheet Waits y el propio Greg Osby— a partir de los estándares de la casa de la nota azul. Un disco que marca el devenir de esta novena conversación musical propuesta por Arbenz.

 

Como en New Directions, en Conversation #9: Targeted se da una integración natural entre la tradición y la vanguardia, que es el secreto para que una creación perviva en el tiempo y aspire a convertirse en clásico, si además le ampara la suerte que suele socorrer a los audaces, como reza el adagio virgiliano. Casi cuarenta minutos de verdadera efervescencia creativa, resuelta desde la comprensión mutua entre cada pieza del trío y su avance orgánico propiciado por el motor de la fluidez de ideas compartidas y nutrido y engrasado con la experiencia personal atesorada por Osby, Arbenz y el sorprendente Arno Krijger (Terneuze, Países Bajos, 1972). El organista, más cercano a Kit Downes que a Jimmy Smith, más a Larry Young que a Don Patterson, más a Larry Goldings que a Charles Earland, más cercano al fin a John Medeski que a Delvon Lamarr, llega el último a la fiesta y se hace indispensable para entender en toda su complejidad el monumento sonoro que ha creado este grupo heterodoxo, al que el mismo Florian Arbenz califica de inusual. Así lo demuestra en “Seven Steps to Heaven”, una pieza a dúo entre él y el baterista que se convierte en uno de los momentos cumbre del disco, en un alarde de confluencias e intersecciones entre los ritmos rotos y la melodía universal puesta en pie por Víctor Feldman para Miles Davis en su largo homónimo de 1963.

Arbenz X Krijger / Osby «Old Shaman»

El disco se abre con “Freedom Jazz Dance”, la composición de Eddie Harris que sirve de motivo para captar el devenir de cada uno de los volúmenes —una elección que se repite en todos ellos—, pieza convertida en piedra de toque para mostrar en múltiples variantes un estándar de esos que Ted Gioia olvidó en su libro sobre El Canon del jazz (Turner, 2013), lo mismo que ocurre con la hermosa y etérea lectura de “I Loves You, Porgy”, otro olvido del bueno de Gioia, ambas con Osby al soprano y los tres en estado de gracia, desde la mirada cósmica del órgano de Krijger, a las mazas sublimadas de Arbenz, sin olvidar la impregnación poética del saxofonista al revisar la melodía universal de Gershwin. Curiosamente, las tres piezas apuntadas hasta ahora han formado de uno u otro modo parte del universo davisiano, por lo que Targeted, noveno volumen de la serie, bien pudiera ser un homenaje encubierto al genio de Miles Davis, que siempre tiene algo que decir, como todo clásico que se precie.

 

Para que todo salga redondo, Arbenz se asocia con Osby, que tiene en su haber conexiones fructíferas junto a Herbie Hancock, Dizzy Gillespie, Jack DeJohnette, Freddie Hubbard, Woody Shaw, Jim Hall, Chick Corea o The Grateful Dead, por nombrar algunos luminarias exquisitas. “Recuerdo exactamente cuando escuché tocar a Greg Osby por primera vez”, ha declarado Arbenz. “Fue allá por mayo de 1991 cuando, a los 15 años, mientras escuchaba un programa de jazz de la radio suiza y lo grababa en una cinta debido a la falta de dinero para poder comprar el disco… La reproducción fue muy emocionante e inmediatamente supe que éste era el tipo de música que quería tocar.” Con un disco a dúo ya en su haber, Arbenz y Osby buscaron una tercera voz para unirse a su conjunto, y qué mejor instrumento para complementar sus estilos de interpretación que el sonido del órgano Hammond con el que Osby se crió en St. Louis. Un esfuerzo por trasladar a nuestro tiempo la tradición del trío de órgano que tantas alegrías ha dado al género.

 

A las tres composiciones canónicas se les han de sumar otras tres muestras más del ingenio con el que el grupo afronta el reto. “Sleeping Mountain” y “Old Shaman” son los temas que firma Arbenz, cinemáticos, emocionantes de principio a fin y de largo aliento, con Osby haciendo gala de sus dotes contrastadas con el saxofón alto, mientras que el resto de la banda se dedica a pespuntear con garbo superpuesto la propuesta del invitado de lujo. El resto del programa se lo lleva “Vertical Hold”, una revisión de uno de los temas centrales del ornettiano Channel Three, la despedida de Blue Note de Grego Osby en 2005, tanto o más imponente que la que abrazó el trío formado por Ellery Eskelin, Andrea Parkins y Jim  Black en 1997, o la juguetona a dúo que fraguaron en 2019 Michele Franzini y el mismo Greg Osby. De la fiereza controlada entendida como una de las bellas artes, así ha de catalogarse la incursión como trío que da forma a Targeted. Lo saben los mejores, y lo recordaba Dizzy Gillespie cuando aventuraba que es tarea vana imaginar la posibilidad de lograr un magisterio completo del instrumento al que se ha consagrado la vida. Eso mismo también vale para las letras, desde luego. Lo demás no es más que pura charlatanería, de la misma estirpe de la que hace caer a alguno en la soberbia hasta empantanarlo y hacerlo desaparecer plegado en su desventura e ignominia vergonzosa “como desaparece un puño cuando se abre la mano”, en palabras del descreidísimo Dashiell Hammett.

Como obra total, estas conversaciones buscan hacer justicia a la memoria del justo medio aristotélico, con lo que forma y fondo se conjugan para preservar el equilibrio que hace del mundo un lugar donde siga prosperando la belleza. Así, a la excelencia de los encuentros musicales se le une un diseño gráfico en manos de Gabriel Heuberger y Daniel Roth, una pareja de diseñadores que ha aprendido con solvencia de los hallazgos que Arai Yasunori —luego relevado con honores por Heung-Heung Chin, alias Chippy— propuso para la serie Masada del cuarteto de John Zorn, con aquellos lomos unidos que representaban desde el fragmento de cada disco el perfil de la fortaleza monumental del desierto de Judea que da nombre al insigne grupo del compositor, saxofonista y activista del Downtown neoyorquino. También en los lomos de estos discos podrá leerse como una feliz aparición la palabra de doce letras que motiva estos encuentros multigeneracionales e internacionalísimos auspiciados por la inquietud del percusionista de Basilea.

 

El esfuerzo cooperativo de la banda itinerante que Florian Arbenz ha ido montando según necesidades estéticas y vitales (¿acaso no son lo mismo?) hacen del conjunto Conversation una de las aventuras más felizmente logradas del panorama jazzístico mundial, ahora que está a punto de ponerse el colofón a la serie con los tres últimos volúmenes que completan la docena. Una vez más, el encuentro de personalidades abiertas a la innovación con los egos domados propicia resultados del calibre de Targeted. La precisión poética de la interacción comunitaria del trío logra sin apenas vislumbre de dificultad el equilibrio clásico entre la épica de lo insignificante y el retrato de lo grandilocuente. Lo logrado no es una quimera; pero de serlo, acaso sea una quimera domada, una realidad contrastada, nunca un espejismo ilusorio. Eso ha de tener premio. Uno mismo, que no desea esperar el juicio de la eternidad, ha colocado la Conversation #9 de la serie al lado de los grandes discos de su humilde discoteca. Es lo que se dice una suerte de justicia poética avant la lettre.

 

 

Written by  Enrique Turpin

Jun 29, 2021

Fresh Sound Ensemble: Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

Fresh Sound Ensemble: Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

Fresh Sound Ensemble:
Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

22

JUNIO, 2023

Alex Merritt (saxo tenor), Steve Fishwick (trompeta), Sam Braysher (saxo alto), Adele Sauros (saxo tenor), Ronan Perrett (saxo alto y clarinete), Michael Chillingworth (saxo tenor y clarinete bajo), John Turville (piano), Tom Ollendorff (guitarra), Conor Chaplin (contrabajo), Jay Davis (batería).

Jamboree (BCN), 27 de mayo de 2023

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Joel Codina

Se dice pronto. Cuarenta años. Cuarenta. Cuatro décadas. Ocho lustros. Quince mil días, semana arriba, semana abajo (1983-2023). Y todo con un propósito, el que sirve de lema al logo de la trompeta que mira a la derecha y contiene en sus filigranas arquitectónicas la palabra Jazz. Cuarenta años manteniendo vivo el género, decíamos, y treinta desde que apareciera la primera referencia de su sección contemporánea, esto es, Fresh Sound New Talent. Todos sabemos que por el sello han ido dejando su saber grandes figuras de la escena actual, fagocitadas muchas de ellas por las discográficas de referencia señera en la historia del jazz, con Blue Note a la cabeza, de Robert Glasper a Ambrose Akinmusire, de Brad Mehldau a Nasheet Waits, y tantos y tantos que tan felices nos han hecho y nos siguen haciendo.

Pensando en celebrar la efeméride, Jordi Pujol propuso a jóvenes músicos emergentes de la escena londinense que se embarcaran en un proyecto cooperativo que diera cuenta del estado de la cuestión al tiempo que sirviera de homenaje a estos años de alegrías compartidas. El resultado ha sido Common Threads (FSNT-645), de un espléndido Fresh Sound Ensemble dirigido por Alex Merritt, que produjo y coordinó el programa. Involucró asimismo a Steve Fishwick (tp), Sam Braysher (as), Ronan Perrett (as, cl), Alex Hitchcock (ts, ss), Michael Chillingworth (ts, b-cl), John Turville (p), Tom Ollendorff (g), Conor Chaplin (b), Jay Davis (d), además de invitar a la saxofonista finlandesa Adele Sauros (ts) para que dejara huella de su talento en la grabación, destinada a mostrar al mundo el alcance de la nueva generación de refrescantes músicos británicos, con los que Pujol había colaborado estrechamente en los últimos tiempos.

La puesta de largo llegó con su concierto barcelonés. Los programadores del mítico local de la Plaza Real, en complicidad con el disquero, propusieron una jornada inicial en la que el Ensemble se escindió en pequeños combos donde apresar el talento de los miembros de un modo más directo y nítido, en aras de una comprensión cabal de lo que se había armado para el doble aniversario de la discográfica madre y su filial. Tras una rueda por la flor y nata inglesa, más una jam que iba a dejar volar a cada uno de los participantes en el evento, la jornada de cierre suponía la confirmación de que los estímulos bien marcados y los entusiasmos definidos y engrasados dan como resultado conciertos redondos como el que pudo verse en Jamboree. Así fue. Desde un buen principio, Merritt hizo de maestro de ceremonias, presentando, espoleando, recreando in situ las piezas originales que se escribieron para la ocasión, orquestadas para dejar constancia de las mejores armas de los componentes, todos ellos unidos por una suerte de ‘hilos comunes’, de trabazón generacional que pide nuevos encuentros en lo sucesivo. Pequeños apuntes de genio llegaron de la mano de Adele Sauros, la convidada de Helsinki, lo mismo que Michael Chillingworth, Alex Hitchcock y el propio Merrit, todos ellos al tenor, mientras que los altos corrían a cargo de Ronan Perrett y Sam Braysher. Entraban, salían, se reordenaban y ejecutaban sin demasiadas fanfarrias mentales. Lo simple, si bueno, dos veces bueno (lo breve lo imponían cada uno de los pases de la tarde). La trompeta de Steve Fishwick se compaginaba a la perfección con la guitarra de Tom Ollendorff, y todo casaba sin pugna ni desengaño con la rítmica que formaban el contrabajo de Conor Chaplin y la batería de Jay Davis. Sabemos que hubo piano, honesto, prístino, en las teclas de John Turville, pero su presencia fue testimonial, dado que en la formación juegan un papel muy destacado los vientos…, también los que traían ciertos aires distintos a los colectivos que últimamente andan dando lo suyo los de la Union Jack de tendencias afrocentristas. Aquí todos eran caucásicos, lo que en estos tiempos es una forma como otra de estar marcado, o de significarse frente a tantos colectivos fractalizados.

Lo dicho, un concierto redondo de un disco redondo para una causa redonda. Enrique Vila-Matas hablaba de acabar de una vez por todas con los números redondos. Si la redondez sirve para montar espectáculos agraciados como el de Common Threads, bienvenida sea. El caso es que supo a poco.

Written by Enrique Turpin

Junio 22, 2023

Rodrigo Domínguez – Mariano Otero – Sergio Verdinelli / Borocotopo

Rodrigo Domínguez – Mariano Otero – Sergio Verdinelli / Borocotopo

Rodrigo Domínguez 
Mariano Otero- Sergio Verdinelli
Borocotopo

08

JUNIO, 2023

Borocotopo (Ears&Eyes Records, 2021). Rodrigo Domínguez, saxo- Mariano Otero, bajo- Sergio Verdinelli, batería.

Texto: Ricky Lavado

Saxofonista, clarinetista, compositor… resulta difícil resumir en pocas líneas el peso de Rodrigo Domínguez como uno de los músicos más activos e influyentes de la efervescente escena jazzística de Buenos Aires. Alumno de figuras como Hal Crook, Wayne Shorter, Chris Cheek, Chris Potter, Perico Sambeat, Wynton Marsalis, Herbie Hancock, Marc Copland o Dave Liebman; ha tocado con los más prestigiosos artistas del medio porteño, y realizado conciertos con Tony Malaby, Barry Altschul, Angelica Sanchez, David Xirgu, John Hollembeck, Mark Helias, Masa Kamaguchi, Marilyn Crispell, Leo Genovese o Michael Formanek, entre muchos otros.

Becado por la prestigiosa Berklee College of Music (Boston, EEUU), y elegido como saxofonista/disco del año en distintas ocasiones por la prensa especializada, Rodrigo Domínguez desarrolla también una intensa tarea como docente de improvisación grupal, en grupos de distintos niveles con formación popular y clásica, y ha desarrollado un sistema de enseñanza de la improvisación libre, formando a dos generaciones de músicos en dicha disciplina. Miembro fundador del Quinteto Urbano, actualmente lidera varios proyectos: RD cuarteto (con Ernesto Jodos, Jerónimo Carmona y Carto Brandán), Viviero (trío de improvisación libre, con Juan Pablo Arredondo y Carto Brandán), Drop Dogs (junto a Hernán Hecht, Leo Genovese y Mark Helias), o el trío en el que nos vamos a centrar hoy: Borocotopo trío (con Mariano Otero al bajo y Sergio Verdinelli a la batería).

Borocotopo trío se formó a principios de 2018, a partir de la idea de hacer música que tuviera como componentes principales el groove, la improvisación libre y la melodía cantable, además del uso exclusivo (por primera vez en su carrera) del alto saxofón como instrumento solista. Domínguez, Otero y Verdinelli llevan muchos años tocando juntos, y han desarrollado un lenguaje y una compenetración muy especiales, pero con esta formación, en algún momento, empezó a surgir una música que no habían trabajado igual en otro contexto u otra instrumentación. En 2019 el trío realizó una gira por varias ciudades de Argentina, y en esa gira se consolidó el repertorio y la personalidad del grupo. En algunos conciertos se unieron Ernesto Jodos y Sergio Wagner, y le dieron colores tan vibrantes al trío que se decidió invitarlos a la grabación de este álbum, grabado en enero de 2020, justo antes de la pandemia.

A modo de alter ego del propio Domínguez (Borocotopo es una deformación infantil de un personaje de dibujos animados de los años setenta), este proyecto permite a Rodrigo Domínguez y sus cómplices encauzar una música particular, lúdica y desprejuiciada, que resulta tan arrebatadora como fascinante precisamente por la sensación de vitalidad y de inocencia que nos hace viajar a la infancia; de ahí el uso de «música de dibujos animados» al describir aspectos de este proyecto. Sumergiéndose en sus profundidades musicales, la banda utiliza todo lo que tiene a su alcance: groove, melodías sencillas, atonalismo, ruido, etc… siempre con un altísimo grado de interacción y brillantez. La inicial y juguetona (mucho mejor que esta) Pocilga hace pensar en los ejercicios de groove con pulsión de baile de Medeski, Martin & Wood; mientras que la elegante y sutil Miyazaki nos sumerge en un ambiente de calma y sosiego con filtro clásico y aroma noir. 

El frenetismo asonante de Jodido suena a cartoon music pasada de revoluciones, con un punto desquiciante que resulta delicioso; y en la adictiva Bill la cadencia casi rock recuerda por momentos a los mismísimos Morphine. La placidez ambiental y paisajística envuelve a Enamorada del muro en una neblina cinematográfica llena de misterio, presente también en Bolero, creando valles de calma que resultan recodos acogedores dentro de un disco completísimo, inspirado, brillante y, sobre todo, muy divertido. Un diez para Borocotopo por recordarnos la importancia del concepto de juego en terrenos artísticos a menudo demasiado proclives a la sobreintelectualización y el encorsetamiento.

Written by Ricky Lavado

Junio 08, 2023

Juan Saiz – Marco Mezquida – Manel Fortiá – Genís Bagés Pindio 2 (Leo Records, 2022)

Juan Saiz – Marco Mezquida – Manel Fortiá – Genís Bagés Pindio 2 (Leo Records, 2022)

Juan Saiz – Marco Mezquida – Manel Fortiá – Genís Bagés

Pindio 2 (Leo Records, 2022)

22

MAYO, 2023

Juan Saiz, flauta y saxos/ Marco Mezquida, piano/ Manel Fortiá, contrabajo/ Genís Bagés, batería. 

Pindio 2 (Leo Records, 2022). 

Seleccionado AIEnRUTAJazz 2023

 

 

Texto: Ricky Lavado

Nueva aportación del flautista/saxofonista cántabro Juan Saiz al prestigioso catálogo del sello británico Leo Records (Frágil Gigante, de 2020, fue la entrega más reciente de Saiz para Leo Records, en aquella ocasión acompañado de Baldo Martínez y Lucía Martínez), y segunda vuelta de tuerca, a modo de salto mortal sin red, del proyecto Pindio (tras su explosivo debut hace siete años con el interesantísimo H.C.).

 

 

Alternando flauta y saxo, presentando diez temas originales y mostrando un estado de gracia creativo envidiable, Juan Saiz retoma el proyecto Pindio, flanqueado esta vez por Marco Mezquida al piano, Manel Fortiá al contrabajo y Genís Bagés a la batería, para expandir en mil direcciones diferentes el camino iniciado en su debut. El resultado es un trabajo sobrio, denso, plagado de misterio y de aristas sorpresivas que obliga a una escucha detallista y atenta. 

Pindio no son amigos del conformismo; ya desde los primeros compases del disco, con la frenética y brillante “Index librorum prohibitorum”, Saiz y compañía dejan claro que la propuesta de este Pindio 2 no contempla los lugares seguros ni la comodidad. Juan Saiz muestra en todo momento un despliegue de recursos y una variedad de enfoques y sonoridades, tanto a la flauta como al saxo, que le llevan a volar muy, muy alto en piezas como “El grito”, con sus solos rápidos, nerviosos y atonales por momentos; o en el juego de tensiones en el que se convierte “Pindio”. Mezquida brilla también con una versatilidad al piano y una amplitud de miras que le permiten transitar por una gama expresiva y emocional amplísima, convirtiéndose en contrapunto perfecto, o cómplice cuando es necesario, del trabajo de Saiz. La delicadeza lírica y armónica de “Aurora”, una de las piezas más emocionantes y dramáticas del disco, tiene mucho que ver con la destreza de Marco Mezquida, que ofrece un colchón paisajístico de piano para que la flauta de Saiz vuele libre. De igual forma, la grandiosidad épica en la que se convierte “Bellaskos” (otro de los grandes momentos de este disco) se construye en gran parte sobre los cimientos del piano de Mezquida. También hay espacio en Pindio 2 para las atmósferas oníricas, abstractas y desconcertantes, con las misteriosas “Dogma I” y “Dogma II”; y para el desenfreno rítmico de esencia bop, como en “Eber”, con su línea de contrabajo obsesiva e infecciosa cortesía de Manel Fortiá, y su rítmica fracturada por parte de Genís Bagés.

Pindio 2 supone un viaje de tres cuartos de hora de free jazz, clásica, música improvisada, experimentación contemporánea, hard bop y abstracción paisajística que deja sin aliento. Música sorprendente e imprevisible, arriesgada, arisca por momentos, libre en la forma y ejecutada con un virtuosismo y un nivel de compenetración entre los cuatro músicos tan fascinante como abrumador. No es un disco de escucha fácil, Saiz y sus compañeros huyen en todo momento de la complacencia o los caminos ya transitados, para meterse en jardines que por momentos les llevan a la abstracción más onírica, la experimentación más ruda o las descargas de energía con poso hard bop y frenetismo asonante. A los demás sólo nos queda agradecerles el inconformismo, la inquebrantable voluntad de dinamitar límites creativos, y la valentía de transitar dichos jardines; la experiencia resultante bien vale la pena.

Written by  Ricky Lavado

Mayo 22, 2023

Juanma Trujillo – Kenneth Jimenez – Gerald Cleaver Contour (Clean Feed, 2023)

Juanma Trujillo – Kenneth Jimenez – Gerald Cleaver Contour (Clean Feed, 2023)

Juanma Trujillo
Kenneth Jimenez- Gerald Cleaver

Contour (Clean Feed, 2023)

08

MAYO, 2023

Contour (Clean Feed, 2023). Juanma Trujillo (guitarra), Kenneth Jimenez (contrabajo), Gerald Cleaver (batería)

Texto: Enrique Turpin

LOS LÍMITES DEL ABISMO

Por más que el mundo avance en mejoras considerables, el horror es más visible hoy que ayer. O visto de otro modo, a pesar de que el horror es hoy más visible que ayer, el mundo avanza en mejoras considerables. El venezolano Juanma Trujillo se hace eco de este signo de los tiempos con un tour de force en toda regla, amparado por el resto de su trío, que cuenta para la ocasión con la solvencia de Kenneth Jimenez y con la maestría indiscutible de Gerald Cleaver. Desembarca en la discográfica Clean Feed con el proyecto Contour, el cuarto largo de su carrera como líder.

Grabado en la primavera de 2021 y aparecido en los albores de 2023, el trabajo rinde tributo a la heterodoxia musical, entendida como una aportación personalísima a las formas dispares que hacen encajar el universo de cada artista en un ente superior, y al mismo tiempo, escapar de los caminos trillados para emboscarse en vivencias que busquen, precisamente, armarse de vida, potenciarse desde la individualidad en un discurso común desde cualquier formato grupal. El resultado en un asalto a los cielos, un forcejeo con las puertas de San Pedro custodio y un colarse a un paraíso sónico que se salva de la osadía y evita la condena al Averno por la excelencia de su contenido. Viene a ser algo parecido a dejar la televisión en marcha con un bucle de noticias de la CNN, para que los despistados televidentes eternos sepan que viven en una burbuja efímera y que los que habitan el Infierno siguen ahí abajo haciendo de las suyas. Y no hablamos del Infierno geocéntrico, sino de ese otro enterrado bajo la piel, alojado muy cerca de los corazones.

En la nueva aventura lo secundan, como decíamos, Jimenez y Cleaver. Con el baterista, Trujillo ya había protagonizado un encuentro produciendo el corte 27 Licks, de Devin Gray junto con Gerald Cleaver (Rataplan, 2020), así que sin ser novedad sí es cierto que nos topamos con una asociación que interactúan por vez primera en igualdad de condiciones. El guitarrista nacido y criado en Caracas dio un salto decisivo en su carrera cuando aterrizó en Los Angeles en 2005. Tras casi una década interactuando en la escena californiana, acompañando y creciendo alrededor de músicos como Gary Fukushima, Gary Pratt, Michael Mull, Brandon Sherman y Emilio Terranova, en 2014 se mudó a Nueva York, donde amplió miras en el universo de la improvisación y la vanguardia desde Brooklyn al relacionarse con músicos como Francisco Mela, Arturo O’Farrill, Ras Moshé, Mimi Jones, Guillermo Gregorio, Nick Grinder, Rebecca Sullivan, Ethan Helm, Leonor Falcón, Billy Martin, William Parker, Juan Pablo Carletti, Christof Knoche y Andrew Schiller, entre otros. Esa mirada desacomplejada al fenómeno musical experimental, donde la técnica va de la mano de la creación simultánea (algunos creen que lo de la improvisación libre es hacer lo que se tercie, sin responder a unas reglas internas que siempre ha de tenerse en cuenta, bien para mantenerlas, bien para dinamitarlas, pero nunca desconsiderarlas) has logrado que el venezolano sea tenido por una pieza clave para ensamblar propuestas arriesgadas, de alto contenido atmosférico y discurso alternativo, cercano más a Marc Ribot que a Bill Frisell, más a Mary Halvorson que ha Julian Lage, más a Nels Cline que a John Scofield, más a Ben Monder que a Peter Bernstein, por señalar modelos de altos vuelos conocidos por los entusiastas de las seis cuerdas.

Con Contour, Juanma Trujillo encuentra acomodo en la vanguardia de la música creativa de improvisación y experimentación alternativas. Son casi cuarenta minutos en los que el vuelo libre mira permanentemente de soslayo para crecer al unísono en formato trío. Desde el ruidismo de “Core” a las estribaciones ambientales de “Oil Tank”, pasando por las disonancias de “Bolt Cut” a la rítmica acústica de “Hope”, en la que Cleaver se enseñorea sin tapujos, mientras Jimenez no cesa en guiar al grupo por derroteros firmes pero profundos, para dar paso a un guitarrismo de angustiosa estridencia capaz de lograr que Lázaro regrese a la tumba, aunque sólo sea para asimilar lo que acaba de ocurrir en esos once minutos de composición de apariencia espontánea y que sin embargo es la primera de las piezas escritas del largo. Le sigue otro tema escrito, en este caso “Castaway”, muy en la línea pedalística de nuestro escasamente reconocido David Soler, y “Sludge”, la composición más popular de Juanma Trujillo en Spotify, una endiablada máquina de generar inquietud y empoderamiento a partes iguales (inquietud hacia qué, empoderamiento sobre quién), esta vez totalmente improvisada, en un desafío a la convención que convierten Contour en obligada escucha para los aguerridos, y en una terapia de choque para los pusilánimes. Cierra el disco “Rumination”, otro corte escrito con aires acústicos, en el que el trabajo del contrabajista Kenneth Jimenez se hace indispensable.

Si en sus anteriores exploraciones artísticas, Juanma Trujillo se había acercado al homenaje a sus ancestros, a las músicas de su Venezuela oculta, a los modos de las vanguardias plásticas o al arte cinematográfico el que sirve de estímulo y fuente para desarrollar su visión musical, en Contour regresa a las fuentes más próximas al misterio, se llamen David Lynch o John Zorn, para reimaginar su vida junto a este trío de ases en pos de una vida reinventada y mejorada desde los ritmos dispares y las estéticas alternativas. A Trujillo la tensión se le supone, pero ocurre lo que acontece con cierta hiperactividad, que la salvación proviene de la saturación, la calma llega con las sobredosis. Sólo así cobra sentido la propuesta del caraqueño. Pocas veces ha sido más verdad.  El linaje intrépido de Trujillo, amparado por la rítmica de Jimenez y Cleaver, se lo permite con creces. A este respecto, el guitarrista ha declarado que la sesión grabada el 6 de junio de 2021 en Douglass Recording en Brooklyn “resultó como una sesión informal, traje un par de sketches musicales muy sencillos y abiertos para tocar junto con algunas piezas improvisadas (…) Escuché mucho a Kenneth y Gerald y fue muy emocionante tocar y escuchar esa cualidad notable que asocio con ellos, donde cada dirección concebible es un juego justo”. Al fin, los contornos de los que habla Juanma Trujillo son los del abismo, un paseo meritorio y salvaje por el filo de lo que nos salva y lo que nos pierde. A su vera, sólo será posible lo primero. Suerte, y no se pierdan. Aquí las migas de pan valdrán lo mismo que en el cuento. Aprovisiónense de buenos guijarros y no teman. Al final todo se reduce a aquello que decía John Zorn cuando hablaba de que “los secreto más poderosos nos son revelados a través de las experiencias más extremas e intensas.” Tal vez ahora que reside en Barcelona todo cambie, o no.

Written by  Enrique Turpin

Mayo 08, 2023

Mario Costa – Chromosome (Clean Feed, 2023)

Mario Costa – Chromosome (Clean Feed, 2023)

Mario Costa

Chromosome (Clean Feed, 2023)

03

ABRIL, 2023

Chromosome (Clean Feed, 2023). Mario Costa, batería/ Cuong Vu, tompeta / Benoît Delbecq, piano/ Bruno Chevillon bajo.

Texto: Ricky Lavado

El batería y percusionista portugués Mario Costa lleva más de diez años haciéndose un más que merecido hueco en el universo del jazz europeo contemporáneo a base de inventiva, virtuosismo y un espíritu innovador que le hacen poseedor de una voz propia que bebe de las más heterogéneas corrientes de la música libre jazzística actual. El equilibrio entre esas corrientes heterogéneas en la búsqueda constante de nuevas formas expresivas es sello diferencial de la carrera de Costa; como acompañante de figuras como Hugo Carvalhais, Andy Sheppard, Tim Berne, Emile Parisien o Dominique Pifarél, entre otros; o como nombre imprescindible en la escena del fado actual, junto a Ana Moura, Miguel Araujo o Antonio Zambujo. Cuatro años después de su debut como solista con el brillante Oxy Patina (Clean Feed, 2018), Mario Costa regresa con Chromosome (Clean Feed, 2023); un trabajo refrescante, innovador, exuberante y vanguardista a partes iguales, plagado de momentos de pura brillantez y que plasma el dulce momento creativo de uno de los artistas más interesantes del jazz moderno.

Para dar forma a Chromosome, el portugués lidera un cuarteto compuesto, además del propio Costa, por el trompetista vietnamita/estadounidense Cuong Vu, y los franceses Benoît Delbecq (piano) y Bruno Chevillon (bajo). La interacción volátil y en todo momento sorprendente entre los cuatro, así como el poco afán de protagonismo de Costa (un solista poco común, amigo de dejar espacio a sus compañeros para que desarrollen libremente sus fraseos hasta el punto de casi desaparecer en algunos momentos del disco) da como resultado un viaje de casi una hora de duración por paisajes hechos de música de sonido moderno y brillante; con juegos continuos de tensión e intensidades. Chromosome está plagado de ritmos complejos y elegantes, construcciones rítmicas poco ortodoxas, detalles electrónicos fríos y funcionales, y un derroche de texturas en el que cada músico encuentra sus propios espacios para volar muy, muy alto.

El trabajo de Cuong Vu es excepcional a lo largo de todo el disco; en “Adamastor” la trompeta se va apoderando poco a poco de una composición que arranca con unas notas sutiles de piano, hasta encenderse en un crescendo que suena añejo y moderno a la vez, tendiendo puentes entre el clasicismo y lo contemporáneo. En otras composiciones, como la titular “Chromosome” o la oscura “Antipodes”, el cuarteto se deja llevar por la inspiración ambiental, dando forma a atmósferas nocturnas trufadas de misterio y detalles electrónicos sutiles que enrarecen el ambiente y resultan fascinantes y obsesivos. «Moonwalk», con su rítmica segmentada y una sensación de juego experimental con deje de electrónica, se aleja de los territorios del jazz para acercarse a fraseos y sonidos casi psicodélicos; mientras que en otros tramos el disco se adentra en terrenos mucho más oscuros y meditativos, como en los paisajes brumosos de “Chamber Music” o en los excesivos diez minutos de ambientes fantasmales de “La Grotte”.

Calma, belleza, una emocionante vena melódica y una sensación general de suspensión en el tiempo marcan el tono general de un trabajo que huye de la inmediatez y reclama el tiempo y la paciencia necesarios para apreciar de forma justa las obras de verdadera profundidad.

Written by Ricky Lavado

Abril 03, 2023

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