Álvaro Torres Quartet – Live in Barcelona (Fresh Sound New Talent)
ÁLVARO TORRES QUARTET
Live in Barcelona
06
Diciembre, 2024
Texto: Enrique Turpin
Fotos: Hal Masonberg & Fernando Tribiño
Álvaro Torres (piano), Tony Malaby (saxofón tenor), Masa Kamaguchi (contrabajo) y Kresten Osgood (batería).
Jamboree (Barcelona), 23 de agosto de 2024
Fresh Sound New Talent (2024)
LO LOCAL SIN FRONTERAS
Los sueños son como el horizonte. Están ahí para andar hacia ellos. Perseguirlos es el sino del inconformista, aquel para quien el mundo siempre está a un paso de convertirse en algo mejor, más digno y, de paso, cercano al propósito al que aspira el legado del libertario, que no es otro que dejar una pequeña huella de sus pasos por el mundo. La consecución de las aspiraciones de cada cual tiene mucho que ver con el empeño que se le ponga al asunto. Y Álvaro Torres (Madrid, 1993) le ha puesto mucho al suyo, que no era otro que reunirse en un escenario con tres de sus músicos soñados, Tony Malaby, Kresten Osgood y Masa Kamaguchi, tres grandes, digámoslo todo. Huelga señalar los logros personales de cada uno de ellos, pero no habrá que dejar de advertir que los escogidos por Torres para montar su efímero Quartet —cinco conciertos concentrados en agosto de 2023, uno de ellos configura este Live in Barcelona— ya forman parte en vida del panteón que acoge a los mejores entre los excelsos.
Que sea la batería danesa del veterano Kresten Osgood la que abra el set ya es toda una declaración de intenciones, con los tom, las cajas y el bombo haciéndolos bajar a tierra tras un minuto de reloj y empezar a volar con la rítmica del plato hasta que entra el grupo a marcar el camino a seguir, muy cerca de la sensibilidad de Malaby y con la sombra de las construcciones del infravalorado Chris Cheek planeando en “The Good Life”, un tema que viene del anterior largo Heart Is The Most Important Ingredient (Sunnyside, 2022) y se retoma en Iris (Sunnyside, 2024), en el que la escritura del líder genera un optimismo controlado —el coro cuenta una cosa, mientras el desarrollo se aferra más a la realidad sin caer en el cinismo— y donde tienen cabida todas las estrategias sónicas que hacen tan singular el cuarteto. En “Siresimi” siguen bebiendo de las procelosas aguas que brotan de ese manantial inagotable que es el legado de Ornette Coleman, más moderno que nunca, lo mismo que el toque monkiano que trae consigo el piano de Torres, siempre envuelto por la rítmica de Masa Kamaguchi (eficiente e impecable cuando se trata de vestir proyectos indelebles), que se convierte en protagonista en los diez minutos siguientes. “Calabosito” son esos diez minutos, una pieza que improvisa sobre el folclore español (inevitable pensar en Chano Domínguez) y, en particular, con la mirada puesta en algunos cantaores que le son queridos a Torres, quien ha querido rendirles homenaje en esta composición, plena de hondura y tronío como los cantes que la propician. Es otra forma de hacer justicia a sus raíces, sin caer jamás en estúpidos provincianismos que nada aportan y pudieran llegar a sonrojar en el futuro.
Otro modo de reconciliación con el devenir de su aprendizaje lo representa “Echoes”, concomitante con una forma de aproximarse al mundo de la música clásica desde el entorno jazzístico más elegante e impresionista. Sabido es que a los maestros hay que hacerlos bajar del pedestal en el que a menudo suelen auparlos los alumnos aventajados que vieron en ellos un espejo en el que proyectar sus esperanzas, de igual modo que lo hicieron los docentes que tuvieron el poder de prospección para imaginar a sus discípulos en el mejor de los escenarios. Eso fue para Brad Mehldau la figura de Loren Schoenberg y eso mismo ha sido para Álvaro Torres el acompañamiento de su profesora de tantos años Fe del Campo, a quien le dedica el corte. Otros diez minutos en los que el grupo rueda al unísono, bien engrasado para llevar tan pocos conciertos juntos. Tony Malaby, de quien ya sabíamos las dotes melódicas que gastaba —Tamarindo (2007) y Paloma Recio (2009) son momentos de inflexión a este respecto—, hace lo que mejor sabe hacer: lograr que los sobretonos que extrae de su saxo se conviertan en baladas de alto calibre, en las que la intensidad es directamente proporcional a su capacidad inventiva, tanto en las llaves altas como en las bajas. Recupera el legado del primer cuarteto, el que contaba con los brillos de Bill McHenry.
Como el concierto avanzaba de diez en diez, “You Dig?” es la muestra de que cabe mucha música en el cuarteto que lidera Torres, actualmente profesor del Brooklyn Conservatory of Music. Aquí es la improvisación más natural la que se abre paso, haciendo de la pieza un artilugio para que los músicos dejen constancia de su comprensión de la tradición que los ampara y para jugar al corre-que-te-pillo telepático con una sonrisa traviesa escapándoseles a cada uno de ellos. Si quienes asistieron al concierto en el Jamboree barcelonés aquel 25 de agosto, auspiciado por el Festival Mas i Mas, se lo pasaron la mitad de bien de lo que se le intuye al Quartet ya pudieron dar por amortizada la entrada. La composición ya aparecía en formato trío en Iris, como guiño al contrabajista John Hébert, para fundamental del disco que el madrileño ha editado este mismo 2024 con Sunnyside. Como colofón quedaba “Lullaby”, una enorme canción de cuna en la que lo emocional no es óbice para que la fiereza contenida del cuarteto no deje su impronta. Un grupo que con estas credenciales es deseable que tenga continuidad. Lo que ya es imparable es la carrera de Álvaro Torres, toda una sorpresa fraguada a fuego lento de alcance global, como su formación y sus aventuras. Por mucho que lo universal sea lo local sin fronteras, no viene mal alimentarse de nuevos horizontes y osadías a la menor ocasión.
Comentarios recientes