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Álvaro Torres Quartet – Live in Barcelona (Fresh Sound New Talent)

Álvaro Torres Quartet – Live in Barcelona (Fresh Sound New Talent)

ÁLVARO TORRES QUARTET

Live in Barcelona

06

Diciembre, 2024

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Hal Masonberg & Fernando Tribiño

Álvaro Torres (piano), Tony Malaby (saxofón tenor), Masa Kamaguchi (contrabajo) y Kresten Osgood (batería).

Jamboree (Barcelona), 23 de agosto de 2024

Fresh Sound New Talent (2024)

 

LO LOCAL SIN FRONTERAS

Los sueños son como el horizonte. Están ahí para andar hacia ellos. Perseguirlos es el sino del inconformista, aquel para quien el mundo siempre está a un paso de convertirse en algo mejor, más digno y, de paso, cercano al propósito al que aspira el legado del libertario, que no es otro que dejar una pequeña huella de sus pasos por el mundo. La consecución de las aspiraciones de cada cual tiene mucho que ver con el empeño que se le ponga al asunto. Y Álvaro Torres (Madrid, 1993) le ha puesto mucho al suyo, que no era otro que reunirse en un escenario con tres de sus músicos soñados, Tony Malaby, Kresten Osgood y Masa Kamaguchi, tres grandes, digámoslo todo. Huelga señalar los logros personales de cada uno de ellos, pero no habrá que dejar de advertir que los escogidos por Torres para montar su efímero Quartet —cinco conciertos concentrados en agosto de 2023, uno de ellos configura este Live in Barcelona— ya forman parte en vida del panteón que acoge a los mejores entre los excelsos.

Que sea la batería danesa del veterano Kresten Osgood la que abra el set ya es toda una declaración de intenciones, con los tom, las cajas y el bombo haciéndolos bajar a tierra tras un minuto de reloj y empezar a volar con la rítmica del plato hasta que entra el grupo a marcar el camino a seguir, muy cerca de la sensibilidad de Malaby y con la sombra de las construcciones del infravalorado Chris Cheek planeando en “The Good Life”, un tema que viene del anterior largo Heart Is The Most Important Ingredient (Sunnyside, 2022) y se retoma en Iris (Sunnyside, 2024), en el que la escritura del líder genera un optimismo controlado —el coro cuenta una cosa, mientras el desarrollo se aferra más a la realidad sin caer en el cinismo— y donde tienen cabida todas las estrategias sónicas que hacen tan singular el cuarteto. En “Siresimi” siguen bebiendo de las procelosas aguas que brotan de ese manantial inagotable que es el legado de Ornette Coleman, más moderno que nunca, lo mismo que el toque monkiano que trae consigo el piano de Torres, siempre envuelto por la rítmica de Masa Kamaguchi (eficiente e impecable cuando se trata de vestir proyectos indelebles), que se convierte en protagonista en los diez minutos siguientes. “Calabosito” son esos diez minutos, una pieza que improvisa sobre el folclore español (inevitable pensar en Chano Domínguez) y, en particular, con la mirada puesta en algunos cantaores que le son queridos a Torres, quien ha querido rendirles homenaje en esta composición, plena de hondura y tronío como los cantes que la propician. Es otra forma de hacer justicia a sus raíces, sin caer jamás en estúpidos provincianismos que nada aportan y pudieran llegar a sonrojar en el futuro.

Otro modo de reconciliación con el devenir de su aprendizaje lo representa “Echoes”, concomitante con una forma de aproximarse al mundo de la música clásica desde el entorno jazzístico más elegante e impresionista. Sabido es que a los maestros hay que hacerlos bajar del pedestal en el que a menudo suelen auparlos los alumnos aventajados que vieron en ellos un espejo en el que proyectar sus esperanzas, de igual modo que lo hicieron los docentes que tuvieron el poder de prospección para imaginar a sus discípulos en el mejor de los escenarios. Eso fue para Brad Mehldau la figura de Loren Schoenberg y eso mismo ha sido para Álvaro Torres el acompañamiento de su profesora de tantos años Fe del Campo, a quien le dedica el corte. Otros diez minutos en los que el grupo rueda al unísono, bien engrasado para llevar tan pocos conciertos juntos. Tony Malaby, de quien ya sabíamos las dotes melódicas que gastaba —Tamarindo (2007) y Paloma Recio (2009) son momentos de inflexión a este respecto—, hace lo que mejor sabe hacer: lograr que los sobretonos que extrae de su saxo se conviertan en baladas de alto calibre, en las que la intensidad es directamente proporcional a su capacidad inventiva, tanto en las llaves altas como en las bajas. Recupera el legado del primer cuarteto, el que contaba con los brillos de Bill McHenry.

Como el concierto avanzaba de diez en diez, “You Dig?” es la muestra de que cabe mucha música en el cuarteto que lidera Torres, actualmente profesor del Brooklyn Conservatory of Music. Aquí es la improvisación más natural la que se abre paso, haciendo de la pieza un artilugio para que los músicos dejen constancia de su comprensión de la tradición que los ampara y para jugar al corre-que-te-pillo telepático con una sonrisa traviesa escapándoseles a cada uno de ellos. Si quienes asistieron al concierto en el Jamboree barcelonés aquel 25 de agosto, auspiciado por el Festival Mas i Mas, se lo pasaron la mitad de bien de lo que se le intuye al Quartet ya pudieron dar por amortizada la entrada. La composición ya aparecía en formato trío en Iris, como guiño al contrabajista John Hébert, para fundamental del disco que el madrileño ha editado este mismo 2024 con Sunnyside. Como colofón quedaba “Lullaby”, una enorme canción de cuna en la que lo emocional no es óbice para que la fiereza contenida del cuarteto no deje su impronta. Un grupo que con estas credenciales es deseable que tenga continuidad. Lo que ya es imparable es la carrera de Álvaro Torres, toda una sorpresa fraguada a fuego lento de alcance global, como su formación y sus aventuras. Por mucho que lo universal sea lo local sin fronteras, no viene mal alimentarse de nuevos horizontes y osadías a la menor ocasión.

Written by Enrique Turpin

Diciembre 06, 2024

Joe Lovano Interview (Festival Jazz Madrid 2024)

Joe Lovano Interview (Festival Jazz Madrid 2024)

JOE LOVANO INTERVIEW

Festival Jazz Madrid (2024)

12

November, 2024

 

Joe Lovano has come to Madrid to play with his Tapestry Trio, within the Madrid International Jazz Festival 2024. Marilyn Crispell at the piano, and the drummer Carmen Castaldi have been perfect companions for Joe since they all got together a few years ago.

 

In this little talk, Joe dives deep into his approach to the trio format, aswell as his lately inspirations and pursues.

 

Get ready to be inspired by this titan!!!

 

In&OutJazz: Hi Joe.

Joe Lovano: Hello!

My name is Frantzes Elzaurdia and I’m here with In&OutJazz. In&OutJazz is a magazine which focuses on avant-garde and contemporary jazz music. It has 15 collaborators all around the world, and it’s supported by Europe Jazz Media. Alright. So, first of all, I wanted to ask you, how are you doing? How are you feeling today? How’s Madrid treating you?

Well, I’d like to just say thank you for inviting me…

Oh, it’s a pleasure. It’s an honor.

…To speak and to share some ideas, and focus on the beauty of expression and the art of improvising. And what a blessing it is to live in the world of music.

That’s beautiful.

So I’m feeling… great!

I’m glad. I’m really glad. I want to ask you about this trio that you have, okay? How did it come to be?

Well, you know, it’s a long journey when you are on the scene, playing with so many people through the years… I would have to say in 1981 I joined the Paul Motian Band with Bill Frissell, and Bill Frissell and I played with Paul for 30 years. He passed in 2011. During that time, there were quintets, quartets. But the trio, with Bill and I and Paul, emerged around 1984. That approach and way of communicating and sharing space, with no bass, was a springboard into my trio Tapestry today. Somewhere around 2018 we started to play. My contract with Blue Note Records came to an end, after 25 releases, so I moved into a relationship with Manfred Iker at ECM records where I recorded quite a few sessions through the years. So, it just kind of was a natural thing that happened, in that kind of sequence of events let’s say. Marilyn Crispell, also records for ECM and played with Paul, also. So we played together with Paul in some Quartet settings.

Yeah.

So she is for me, one of the most poetic, beautiful and improvisers in music. So that just kind of came together very naturally. Carmen Castaldi was playing drums with us. We grew up together in Cleveland, Ohio. And from our teenage years, we played together. Now I moved to New York in the mid 70s. Carmen went to California and Las Vegas. But then he returned somewhere in the 90s, back to the East Coast, and we started to do things together from that time. He’s featured on my recording Viva Caruso, on Blue Note Records, I had a big percussion section, and Carmen and Carmen is part of that, you know, recording.

So, for me to create music and breathe together, to create music within the music, there’s a beautiful communication that happens and it’s about relationships. When you listen to the records in the history of music, you’ll find many relationships, whether you’re listening to Miles Davis’s bands; John Coltrane’s bands; Sonny Rollins music; Bill Evans’ music; Keith Jarrett’s music… You feel and hear music being created by the inner spirits of relationships, you know, so the true art…  This trio Tapestry for me, is a very expressive, amazing combination of people and music. You know, we have 3 releases on ECM now, Trio Tapestry, Garden of Expression and Our Daily Bread. So, between… within those three recordings, there’s many compositions. So, when we play, we have a big repertoire from the recordings, plus other things that we do, you know, some standard songs and some famous music, you know, that we might touch on as we’re moving through our set.

I wanted to ask you, how do you feel that the music has evolved, maybe composition wise, throughout these five years that you’ve played with this trio?

Well, the communication just gets deeper all the time. It really evolves from night to night from just listening and experiencing the presentation. And everywhere we play, there’s an inspiration from the audience, that feeds us, so that’s part of the evolution, you know? In my compositional approach, that has been evolving from playing with the trio, like when we’re not on tour, when we’re not playing any gigs, you know? After this tour, tonight… tomorrow night in Barcelona is the final concert of the 10 concert tour. Our next gig is going to be at the Village Vanguard in February. So during this time between now and February, New ideas might come for another piece, or just new ideas that come in the moment of now, when we are playing together.

Okay! And these more open pieces that you have example there was one in your latest album called The Power of Three…

The Power Of Three! Uh-huh…

Before playing those tunes, do you ever have, like any abstract idea that you tell your musicians before playing it or…

No, not in words, but like that piece, that particular piece is a written structure and a melodic shape and line that happens within a certain sequence of harmonies and intervals. Three note you know… it’s like the power of three people, and it’s the power of three notes, how the modulations happen in all 12 keys. So, the first time we played through that, I didn’t have to really say too much because I just played it… -(Sings the melody)-  And Marilyn followed her part, I had my part, and Carmen just listens and reacts. So that piece was took shape in the studio, without really speaking about too much, because the music speaks if you listen and when you’re playing in this kind of fashion.

Hmm. OK. And I wanted to say… maybe last question… Let’s see, would you say that this trio is some kind of tribute to Paul Motian?

I wouldn’t say tribute, but inspiration wise, inspired by Paul and his approach about music… and uh… I mean for example Carmen grew up listening and loving Paul Motion, he is I would say a Paul Motion disciple, hehe… From the earliest recordings of Paul with Bill Evans, you know? And other things… into the Keith Jarrett band, Charlie Haden, Dewey Redman, and Paul and Keith, you know? So it’s the music that inspires you to want to play. And Paul’s beautiful approach, in the history of jazz and the drums, is a very… it holds a very powerful place in the evolution of while creating inner music. I had a chance to play with Paul in many settings. There’s three or four recordings with Hank Jones on piano, George Mraz on bass, and Paul on drums. And for me, it was like, I was recording for Blue Note records, the first one,  I’m All For You, is a ballad, right?

Yeah.

But each tune has a different feel, you know?  The rhythm, the inner rhythms, and the things that happen… Then Joyous Encounter was the next one, and then we did uh… one of Billy Strayhorn’s music called Lush Life. And for Paul to play with Hank Jones, who… Bill Evans was a disciple of Hank Jones, so all of a sudden for Paul to be playing with someone that Bill came from, in like 2004, I think might have been the first, I’m All For You? That recording? Oh, that was a beautiful union! And they had never played together, but Hank was hip to Paul, from Bill Evans’ music and stuff, and Paul grew up listening to Hank! With Milt Jackson, and… heh!  Other recordings and stuff and just being on the scene in New York. Hank Jones, is like… the father figure for players like Tommy Flanagan and… Barry Harris, who were also from the Detroit area. Hank was the cat who had inspired all of them, and he was a few years older. Hank was born in 1918. Thelonius was 1917. So, when Hank came to New York in the 40s, he was there with Thelonius, and then he ended up… his first big gig I think were for him, was with Coleman Hawkins. And he followed… he followed Thelonius Monk, with Coleman Hawkins, Hank, in 1944, so… (Laughter) So my recording Kids, live at Dizzy’s, 2006… Hank was 88. He plays like he’s a teenager. His ideas, and flow, his approach as a pianist, but just as a… expressive musician, it’s inspiring man, it’s incredible. If you check that recording out it’s just duo, piano and tenor, live at Dizzy’s club, at Jazz At Lincoln Center.

Okay, I think that’s it! Yes.

Yeah, you’re good?

Thank you so much, thank you so much for this opportunity, and I really hope you have a good gig tonight…

Oh yeah, we’re going to have fun.

…With some nice energy for you to feed off, you know? Thank you so much. It’s a pleasure.

Thank you.

November 12, 2024

Kris Davis Interview – Festival Jazz Madrid 2024

Kris Davis Interview – Festival Jazz Madrid 2024

KRIS DAVIS INTERVIEW

Festival Jazz Madrid 2024

07

November, 2024

On November second, I had the pleasure of interviewing one of the greatest jazz piano players of these times, Kris Davis. Kris Davis is a renowned jazz pianist and composer known for her innovative approach to the piano and her contributions to the avant-garde jazz scene. With a distinctive style that incorporates extended techniques and a deep understanding of musical improvisation, she has collaborated with some of the most notable names in jazz today, from Dave Holland and Craig Taborn to Esperanza Spalding, Julian Lage, and Johnathan Blake, among others. Additionally, she leads her own projects and records under her label, Pyroclastic Records. Her work not only showcases her virtuosity on the piano but also reflects her commitment to expanding the boundaries of jazz music.

In&OutJazz: Hey there, Kris. It’s a pleasure to host you as a very precious and special guest in In&Out Jazz Magazine. Since the beginning of your career, you have explored the piano through extended techniques. What motivated you to delve into this constant exploration beyond the conventional?

Kris Davis: I heard the music of Benoît Delbecq, a French pianist, in 2004. He was doing a lot of prepared piano, using wood sticks and different materials… I was very interested in what he was doing, like how he was combining musical influences from György Ligeti, for example, and I’m a great fan of Ligeti. I am always trying new things; every pianist who does preparations finds their own material. I went to a couple of stores to find what I wanted; I was checking John Cage as well, looking at what he uses, and trying to get the material that resonates with me.

Pyroclastic Records is a label you have created, known for hosting some of the best avant-garde jazz albums. Where did this idea come from, and how is it developing?

I worked with a couple of labels around Europe, Fresh Sound Records, Clean Feed, and I had some funds to be able to produce and make some albums and music. At some point, I did not need financial help and support, and then I thought it would be great to create Pyroclastic to help extend a bigger community and include people I want to bring in who I like and what they propose. Pyroclastic is there to support adventurous artists when it comes to improvisation and composition. Everyone is very different; when people see Pyroclastic Records, they know it’s going to be good in terms of the packaging and the music. Being part of the improvised music scene in New York is what helped Pyroclastic come to life. Listening to people who take risks and create innovative music is essential.

Do you feel that you have had to struggle for recognition in the jazz world due to being a woman, especially in your role as Associate Director of the Creative Development Program at the Berklee Institute of Jazz and Gender Justice?

No, I feel that, considering I make challenging and unconventional music and bring different influences into my music, sometimes my music doesn’t get attention… but in a way, I have had attention, sucess and support, especially with the critics. I received support, and they respond to what I do; my music I feel gives something different from the mainstream. So if you are a critic and listen and see something that is different, with many influences and taking risks, you value it, you want to support it and uplift it.

You have developed a very defined and avant-garde personal language, and your playing style is unique and unrepeatable. Despite being a leader proposing concrete material, your work as a sideman is also notable. How do you experience this duality, if you perceive it as such, and how do you navigate between your own vision and that of others?

I think it is important to have different musical personalities in a band. When everybody approaches the same solo the same way, the music sort of loses its dynamic quality, so I am always drawn to bandleaders who are looking for different personality types. For instance, I played with Dave Holland for the last couple of years, and he is an amazing bandleader because he puts together people who come from different places and musical backgrounds, with different ways of thinking about how to play solos and how to interact with the group. This group includes Jaleel Shaw, Nasheet Waits, Dave Holland, and myself. When Jaleel Shaw plays, she does amazing, beautiful lines, and there’s beautiful time; these solos come from a place of perfection. When I solo, I am more interactive and rhythmic, and it also helps elevate the music. As a listener, you appreciate that; you listen to different ways that the solos respond to each other within the form of the piece.

In your album «Diatom Ribbons,» you collaborated with artists like Esperanza Spalding (vocals), J.D. Allen (tenor sax), and Terri Lyne Carrington (drums), receiving praise from The New York Times and winning the NPR Music Jazz Critics Poll for Best Jazz Album. This time, you are joined by the innovative Haitian DJ Val Jeanty and bassist Nick Dunston. How do you manage to fuse free improvisation, spoken word, electronics, and jazz? Additionally, can you tell us about «Diatom Ribbons» and your collaboration with Julian Lage at the Village Vanguard?

The first album was very produced and was a meeting of two different communities with Terri Lyne Carrington, Val Jeanty, and Esperanza Spalding, who I was playing with at that time. I also wanted to bring in the improvised community in New York to see what happens. In the studio, we met, learned the pieces in the moment, and recorded a few takes, and that was it. Regarding the Village Vanguard, it’s more about dealing with the music night after night and recording it after five or six days. We recorded on the last day. It’s always nice to be on tour and then go home and record it so you get the chance to learn the music, see its development, and then capture that in the end. But there’s always something special about meeting for the first time in the studio. The collaboration with Val Jeanty and Terri Lyne Carrington actually happened before Diatom Ribbons, at a concert at the Stone in New York, which was really fun and gave us the appetite to do «Diatom Ribbons.» Due to the fact that the music has a lot of groove, we brought Nick Dunston in because the music needs bass.

Your collaboration with different pianists in two-piano formats, such as with Craig Taborn in «Octopus» or with Angelica Sanchez, is intriguing. How have these collaborations influenced your music and style? Moreover, how did the idea for «Duopoly» arise?

It started with Duopoly which was an album of meetings, and the producer there was David Breskin. We were excited about the particular connection we had musically in the studio. He then suggested making a tour and recording every performance to create an album. Octopus was a consequence of that; we went on tour for two weeks, recording every night, and I then chose my favorite parts from it. The tour was all over the United States.

In light of your latest album titled Run the Gauntlet, which you dedicate to your female pianistic influences, can you tell us a little bit about the meaning behind the title of this album, the intentions behind it, and how it came to fruition?

The title track is one of the pieces from the album. I originally wrote it to navigate a series of challenges. I wrote it for Jonathan Blake because he is so good at playing over vamps and framing them in different ways. I wrote a series of different vamps for him to navigate. While putting the album together, I listened to the way we were interacting and recognized all my influences from Geri Allen, Angelica Sanchez, and Marilyn Crispell—who I saw last night at the Berlin Jazz Festival; they are all in there in some way. I am also doing some work with the Berklee Institute of Jazz and Gender Justice, bringing attention to women composers and players, and I thought it would be a good opportunity to highlight those particular pianists who are really important.

Your compositions include a lot of atonality and freedom in a melodic and harmonic sense. How and when did you start incorporating these elements into your compositions, and how does it relate to the role that visualizations play in your music?

I sort of played classical music as a kid, then got into playing more mainstream jazz and fell in love with Keith Jarrett’s music. When I got to New York, I fell in love with the improvised music scene, which made me question the role of the piano and what I had trained to learn, you know, like, «Is it a comping instrument? Does it have to lay down the harmony, play chords in a certain part of the piano that sound the best?» When I improvised with people freely, all those rules didn’t really apply, so I didn’t want to be the one always controlling the harmony; I wanted other players to also contribute and build the harmony together. This journey led me to explore how I can relate to the instrument not just as a harmonic instrument, but by focusing more on timbral issues or range, bringing more rhythm out of the instrument and putting harmony somehow back. I think that experience of exploring the instrument as an orchestra and looking at contemporary classical music shaped my feelings and ideas about harmony, dissonance, and different approaches to music. Now, when I come back to play more mainstream or groove-based things, or one-chord vamps, where there are more chord changes, I bring in a language that creates these elements of dissonance or unusual ways of approaching foundational harmonic structure.

November 07, 2024

Joao Brandao Interview (Porta Jazz Festival, 2024)

Joao Brandao Interview (Porta Jazz Festival, 2024)

JOAO BRANDAO INTERVIEW

14º Edición Porta Jazz Festival 2024

25

Octubre, 2024

Por:  Begaña Villalobos

Fotos: Orquesta de Matosinhos y festival de Porta-jazz

He tenido el placer de entrevistar al saxofonista miembro de la Orquesta de Jazz de Matosinhos  y responsable del festival de jazz de Oporto, Joao Pedro Brandao, dentro del marco del festival de la Asociación Porta-jazz.

 

 

In&OutJazz: Gracias por la invitación al Festival Porta-jazz. Es un placer estar aquí de nuevo y poder entrevistarte. Empezamos.  Puedes contarnos, ¿qué es Porta-Jazz?

Joao Brandao: Porta-Jazz es una asociación de músicos que surgió en 2010 en Oporto. Surgió en un momento en el que la ciudad no tenía un departamento cultural, no había nada, no había sección cultural. En ese momento éramos los primeros músicos que estaban saliendo de la Escuela Superior de Música del curso de jazz, que fue el primero en la península ibérica. Los primeros en salir fuimos en el año 2002 o 2003. Estábamos en la ciudad, sin espacio para tocar, sin punto de encuentro y con mucha música que sabíamos que existía entre nosotros y necesitábamos reunirnos para ganar fuerza.  La primera cosa que hicimos, bueno, yo, entre tanto, salí, fui, estudié fuera, volví, y esto ya estaba hablado, y yo y Luis Eurico Costa, guitarrista, decidimos formalizar la asociación. Juntamos estos elementos que están ahí, que tú ves en el programa. O sea, lo formalizamos y la asociación existe desde ese momento. Lo primero que hicimos fue un festival en 2010, en un bar en el centro de Oporto. En la Galería de París. En el primer festival hubo trece conciertos con muchas músicas, ya no recuerdo, no sé cuántas. Toda la música era original y de Oporto. Por lo tanto, la música existía. Bueno, y a partir de ahí, intentamos obtener apoyo, y buscar un espacio para nosotros. Ese espacio fue surgiendo todos los años en diferentes sitios, fruto de apoyos con diferentes asociaciones privadas y con otros grupos.

¿Qué asociaciones?

La primera asociación donde estuvimos era una asociación dedicada a fotografía. Teníamos un espacio muy bueno. Después estuvimos en un espacio que era la Asociación de la Madera, de la isla, del Archipiélago de la Madera, para que veas… Y después entramos en un proyecto con la Cámara, en el inicio, con la Cámara de Oporto, ¿entiendes esto?

La Cámara, el Ayuntamiento de Oporto

El Ayuntamiento, eso.

City Hall.

City Hall, Sí, sí, eso. La Cámara estaba haciendo un proyecto de la dinamización de la ciudad, de este sitio, y había un edificio en esta Gran Avenida de los Aliados, estaban muchos abandonados. Decidieron hacer un proyecto cultural durante un año, y fuimos uno de los participantes y colaboradores. Entonces, durante un año estuvimos en un espacio en ese edificio. Después de quedarnos en ese espacio vino de nuevo una nueva mudanza. Después fuimos a otro espacio…, estamos siempre cambiando, siempre de aquí para allá. Y siempre con apoyos estatales muy pequeños. Pequeños e inseguros, no regulares, ¿sabes? Pero bueno, creo que la gran cuestión fue que nunca desistimos, o sea, seguimos haciendo, no dejamos caer el proyecto, y seguimos actuando como si tuviésemos todos los apoyos del mundo. Los músicos tocaban por muy poco dinero, hacíamos discos con nada.

El sello de Carimbo, ¿sí?

Sí. Tuvimos un apoyo muy importante de un comisariado cultural de la Facultad de Ingeniería de Oporto. Y ese apoyo aún continúa y fue lo que nos permitió hacer siempre las ediciones desde el inicio. Después empezamos a hacer colaboraciones, con otras Cámaras, otros ayuntamientos fuera de Oporto, por ejemplo, con el festival Guimarães Jazz, que ya es una colaboración de 10 años. Es importante hacer otros ciclos e intentar tener una programación regular que fije a los músicos en Oporto. Tener un espacio fijo era muy importante. ¿Tú conocías este último espacio, ¿sí?

Sí. El espacio donde hacéis ensayos y conciertos todas las semanas. ¿En la Plaza de la República?

Sí. Antes de este, había un espacio que dejamos de poder utilizar y hubo un periodo grande que no teníamos conciertos semanales y no teníamos espacio. Los músicos nuevos empezaron a huir hacia Lisboa. Percibimos que éramos realmente una pieza importante para que los músicos se asentaran y tuvieran un propósito artístico aquí en la ciudad. Entonces dimos un paso importante que fue el de alquilar el espacio que tenemos. Ese espacio lo alquilamos desde hace un año y algunos meses. Bueno, eso fue un paso grande porque es mucho dinero que se sale del presupuesto anual. Pero tenía que ser así porque si no estábamos siempre saltando de un sitio para otro y sin conseguir fidelizar un público.

Okey, está fidelizado…, desde fuera se ve que está muy consolidado.

Sí, sí…, Oporto no es una ciudad tan grande y hay mucha oferta cultural y nosotros hacemos una programación muy intensa. El festival es intenso, como ves, y tienes conciertos todas las semanas. Músicos de todo el mundo pasan por Porta-Jazz.

¿De qué depende que vengan los músicos? ¿De qué depende que toquen los músicos en Porta-Jazz?

Nosotros tenemos un apoyo para esto todo. Gestionamos como conseguir el apoyo económico y el soporte del gobierno. Porta-Jazz ya es un espacio donde los músicos saben que existe…, es un punto de pasaje para un músico que esté haciendo un tour en Portugal, que pasan por Lisboa, por Coimbra, por Oporto, y cuando pasan por Oporto tocan en Porta-Jazz. Recibimos muchas propuestas, muchas, muchas, pero no tenemos capacidad de todo. Es imposible abarcar todo.

¿Y tienen que grabar con el sello Carimbo?

¿Esos músicos? No, no, no, no, son muchos, es mucha cosa. Ese espacio es un espacio de programación, o sea, hay una comunidad de músicos de Oporto que usan el espacio, para ensayos, para conciertos, para residencias, masterclass, whatever, y son responsables del espacio. En este momento somos 50 músicos responsables. Hacemos la cartelera, la programación, la venta de entradas, el bar, ¿entiendes? Limpiamos, pintamos, todo.

¡Es increíble, eso es increíble!

Todo, todo. Sí, increíble. En este momento hay una generación nueva que está muy empeñada y somos 50…, solo que esos 50 trabajan con otros 50, ¿sabes? Con gente de Lisboa, con gente de Europa…

Y ¿qué me puedes contar del sello que habéis creado?

Pues mira, hay muchos músicos que quieren grabar, y Carimbo, la editora, tiene un propósito desde el inicio. Es decir, tuvimos que definir nuestro camino, porque no conseguimos abarcar todo. Carimbo busca ser una muestra del movimiento que se genera con nosotros en Oporto. Es decir, no hay ningún músico que grabe con Carimbo que no tenga ninguna conexión con nosotros. Ya sea porque viene aquí a tocar, o porque trabaja con un músico de aquí, sea lo que sea. Entonces, lo que graba Carimbo es música original y que parte de este movimiento, tiene que partir de aquí. No surge de la nada. Antes te decía que prácticamente no hacemos programación en el festival. El festival ya está programado. O sea, hay un trabajo de escoger, la programación se va creando cuando escogemos los discos…, por ejemplo, el Ensemble Mutante, por ejemplo, esta iniciativa que hicimos fue pensada, pero también pensamos si tener o no un disco en Porta-Jazz. Entonces se trabaja con los músicos, vamos y volvemos a todas las horas. Hay una dinámica de conexiones, un músico que invita a otros músicos de fuera de Portugal, es muy interesante. A veces tenemos el placer de contar con otras asociaciones y marcas y patrocinadores que quieren colaborar.

¿Cuáles?

Muchas, AMR, con otras asociaciones, o con el festival Bezau Beatz. El Improdimensija, ya viste, de Liudas Mockūnas, y AMR. Y esos músicos, muchos de ellos los conocemos, pero a veces son músicos que no conocemos. Y es interesante que después se crea esa conexión con esa gente, porque después nosotros también vamos allí. Hay músicos que van, por ejemplo, con AMR, hacemos este intercambio entre los festivales. AMR es una asociación en Ginebra, Suiza. Hacemos un intercambio, hay una banda que viene a nuestro festival y hay una banda nuestra que va al festival de ellos. Pero hacemos dos residencias más en nuestro espacio y en el espacio de ellos. En las que hay dos músicos que vienen, que tocan con dos músicos de aquí. Dos músicos que tocan con dos y crean un proyecto y lo presentan. Y después otros músicos van allí y hacen la mismo.

Muy interesante, muy interesante. El intercambio y todo lo que genera ese intercambio.

Sí, sí, increíble. Y también hay muchas cosas, muchas situaciones de estas que no son formales como ésta.

Son orgánicas.

Son orgánicas. Que yo “a ver, oye, voy allí y me gustaría hay un colega mío, griego (whatever), que va a tocar en España, podemos ir allí a tocar también y hacemos lo que sea y grabamos…”, whatever. Y claro, vamos…, nosotros necesitamos mantener esto, ¿sabes?

¡Totalmente! Oye, mil gracias por este rato juntos.

¡Gracias a ti!

Written by Begoña Villalobos

Octubre 25, 2024

59º Jazzaldia Festival

59º Jazzaldia Festival

59º JAZZALDIA FESTIVAL

04

Octubre, 2024

La 59º edición de Jazzaldia en Donostia trajo consigo un sinnúmero de momentos memorables. La semana del 23 al 28 de julio la capital donostiarra volvió a cumplir con uno de sus mayores objetivos, cuidar la cultura de la música en vivo, atendiendo a un gran espectro de sensibilidades musicales, haciendo el equilibrio adecuado para impulsar el jazz como género de reclamo, alimento de otros paradigmas musicales a los que sobrevuela y que actualmente están en auge, aunque, de una manera u otra, rindiendo pleitesía al ensamblaje artesanal con el que el jazz se erige, género que subyace en la mayoría de las producciones actuales.

Uno de los platos fuertes de esta nueva edición de Jazzaldia fue sin duda los seis proyectos presentados por el carismático Jhon Zorn, que, valiéndose de una residencia ofrecida por el festival pudo traer al escenario a músicos consolidados y reconocidos en nuestras tierras y que son, además, imprescindibles en la composición grupal de Zorn, músico excéntrico donde los haya, pero genial a partes iguales. Su periplo dio inicio el miércoles 26, en el auditorio Kursaal con dos propuestas: Teresa de Ávila y Suite For Piano.

Teresa de Ávila es una obra conceptual de John Zorn inspirada en la vida y las visiones de la santa española. La actuación fue un encuentro trascendental entre la espiritualidad y la música contemporánea, uniendo a dos de los más virtuosos guitarristas del mundo: Julian Lage y Gyan Riley.

El escenario del auditorio, iluminado suavemente por tonos dorados y azules, reflejaba el aura de misticismo que impregna las composiciones de Zorn. Sin embargo, fue la música en sí la que transportó a la audiencia a un plano espiritual superior. Lage y Riley, con una conexión casi telepática, crearon un tejido sonoro tan delicado como intrincado. Las melodías, inicialmente suaves y casi susurradas, fueron creciendo en complejidad y dinamismo, como si los guitarristas estuvieran dando voz a las visiones extáticas de la Santa.

El repertorio, que en esta ocasión incluyó composiciones inspiradas en la inquietante novela A High Wind in Jamaica de Richard Hughes, se caracterizó por su atmósfera enigmática y siniestra. Las guitarras, a veces resonando con acordes plenos y otras con punteos inquietantes, tejieron historias de inocencia perdida y peligro latente.

Suite for Piano fue un viaje introspectivo y complejo, que entrelazó la tradición de la música clásica con las innovaciones del jazz contemporáneo. La pieza, interpretada por un trío excepcional compuesto por Brian Marsella al piano, Jorge Roeder en el bajo y Ches Smith en la batería, dejó constancia nuevamente de la versatilidad compositiva del prolífico saxofonista.

Desde los primeros compases, quedó claro que esta suite no era una simple reinterpretación de estilos pasados, sino una evolución natural de la tradición clásica. Zorn, inspirado en las Variaciones Goldberg de Bach y en la música para piano de Schoenberg, construyó una pieza que respetando el rigor formal de la música clásica la impulsa hacia nuevos territorios de expresión. Brian Marsella, es un pianista conocido por su dinamismo y profundidad, fue el protagonista indiscutible de la noche. Su interpretación fue precisa y apasionada, con una técnica impecable que permitió explorar las capas de complejidad en la composición de Zorn. Marsella, quien posee una formación única que abarca tanto el jazz como la música clásica, logró transmitir la esencia de la obra, equilibrando la claridad melódica con momentos de profunda disonancia y tensión. Jorge Roeder al contrabajo y Ches Smith a la batería complementaron a Marsella con una sinergia impresionante. Roeder, con su toque suave pero seguro, añadió una dimensión armónica y rítmica sosteniendo las intrincadas líneas del piano, mientras que Smith, con su estilo percusivo dinámico, aportó una energía que variaba entre lo sutil y lo explosivo, subrayando los contrastes dramáticos en la música. La obra fue una meditación sobre la estructura y el caos, lo previsible y lo inesperado. Las transiciones entre los movimientos fueron fluidas pero sorprendentes, manteniendo un estado de tensión constante. La habilidad del trío fue testimonio de la visión innovadora de Zorn.

Al día siguiente Zorn siguió su serie de conciertos en el mismo escenario. Esta vez las obras fueron Incerto y Simulacrum. Incerto, es uno de los proyectos más recientes de John Zorn que reunió a Julian Lage a la guitarra, Brian Marsella al piano, Jorge Roeder al bajo y Ches Smith a la batería. Dejaron claro que Incerto no es un proyecto para los débiles de corazón. La música, caracterizada por cambios de compás vertiginosos, melodías atonales y armonías poco convencionales, fue una verdadera prueba de la destreza técnica y la capacidad de improvisación de los músicos. Julian Lage, con su guitarra, creó paisajes sonoros que fluctuaban entre la delicadeza y la abrasividad, mientras que Brian Marsella aportó su singular visión del piano, mezclando líneas melódicas complejas con momentos de improvisación. Jorge Roeder y Ches Smith proporcionaron una base rítmica que oscilaba entre lo frenético y lo introspectivo, permitiendo que Lage y Marsella exploraran las composiciones de Zorn con total libertad. La química entre los cuatro era palpable, cada uno alimentando la energía del otro en una danza musical que fue tanto intuitiva como meticulosamente ejecutada. Incerto encapsuló la esencia del jazz moderno: una mezcla de tradición y experimentación, donde las reglas están hechas para ser dobladas y desafiadas. Zorn, a través de las composiciones y la dirección musical, permitió a estos virtuosos músicos mostrar lo mejor de su arte.

Simulacrum, el tercer proyecto del neoyorquino se hizo a trío, agrupación compuesta por John Medeski al órgano, Matt Hollenberg a la guitarra y Kenny Grohowski a la batería. Una propuesta en la que el jazz, el metal, el punk y la improvisación se mezclaron en una explosión de energía y virtuosismo. Simulacrum es una de las facetas más radicales de Zorn, un proyecto que rompe las barreras entre géneros y desafía a los músicos a explorar los límites de sus habilidades. Medeski, con su órgano, desplegó un torrente de sonidos que fueron desde lo ceremonial hasta lo infernal, creando una base sonora tan densa como hipnótica. Matt Hollenberg,  añadió una capa de agresividad y complejidad. Los riffs, cortados por el metal más duro, se entrelazaban con líneas melódicas caóticas y con los solos abrasadores que electrizaban el ambiente. Kenny Grohowski, a la batería, fue la fuerza propulsora que mantuvo todo unido, combinando la precisión del jazz con la brutalidad del metal y su capacidad para alternar ritmos complejos con patrones explosivos. Las composiciones, fieles al estilo de Zorn, presentaban abruptos cambios de tempo y dinámica, llevando al público de pasajes melódicos oscuros y ominosos a explosiones sonoras que desafiaban la lógica.

 La tercera jornada de Zorn en Donostia se llevó a cabo en la mítica plaza Trinidad. El segundo de los conciertos se anunciaba con gran expectación al ser el único en el que el mismo Zorn actuó como músico. Para cerrar esta serie de conciertos se eligieron los proyectos Chaos Magick y New Masada Quartet.

Chaos Magick, es una de las últimas exploraciones de John Zorn, contó con la presencia de John Medeski al órgano, Brian Marsella al piano eléctrico, Matt Hollenberg a la guitarra y Kenny Grohowski a la batería. El cuarteto se sumergió en una interpretación poderosa y provocadora, inspirada en las corrientes esotéricas del caos mágico.

Zorn dirigió la experiencia desde el trasfondo conceptual, construyó un setlist sin respiro, llevando a los músicos a explorar territorios sonoros donde las fronteras entre géneros se disolvían por completo. Medeski, guio la atmósfera del concierto con pasajes que oscilaban entre lo místico y lo explosivo, mientras que Marsella añadía texturas que desafiaban lo convencional, fusionando armonías disonantes con ritmos fragmentados.

Matt Hollenberg, fue un catalizador de la intensidad del concierto. Sus riffs abrasivos y los solos incendiarios crearon una tensión constante, llevando la música a un punto de ruptura para devolverla, retorcida y transformada, al núcleo melódico propuesto por Medeski y Marsella. Kenny Grohowski, por su parte, fue un motor imparable a la batería, creando un caos rítmico que, sin embargo, estaba intrincadamente alineado con la visión de Zorn, aportando una energía que variaba entre el jazz más libre y el metal más agresivo.

El concepto de Chaos Magick se manifestó no solo en la música, sino en la misma estructura del concierto. Las composiciones, con sus abruptos cambios de dirección y su mezcla de influencias, reflejaron la idea central del caos mágico: un sistema donde la verdad es maleable y donde todo es posible. La interacción entre los músicos fue tan libre como calculada, sugiriendo que, aunque el caos reinaba, había una lógica interna que dirigía cada nota y cada pausa.

New Masada Quartet, una de las formaciones más esperadas del Festival Jazzaldia 2024, cerró el evento con una actuación que fue tan vibrante como emocionalmente cargada. El cuarteto, liderado por el mismo John Zorn al saxo, e integrado por Julian Lage a la guitarra, Jorge Roeder al bajo y Kenny Wollesen a la batería, ofreció una interpretación que fusionó el espíritu del jazz con la intensidad y la improvisación características del universo musical de Zorn.

Desde el primer momento en que Zorn, con su característica energía y precisión, llevó el saxofón a sus labios, quedó claro que este concierto sería una mezcla de virtuosismo técnico y pulsión sonora desbordante. El New Masada Quartet, es una reencarnación moderna de uno de los proyectos más emblemáticos de Zorn. El compositor trajo a la vida las composiciones de la serie Masada con una frescura y una fuerza renovadas.

Julian Lage, mostró una destreza inigualable, manejando la guitarra con una fluidez que parecía casi sobrenatural. Sus solos, a menudo inesperados y siempre ingeniosos, fueron una conversación constante con el saxo de Zorn. Jorge Roeder y Kenny Wollesen, al bajo y a la batería respectivamente, formaron una sección rítmica que no solo sostenía el peso de las composiciones, sino que también añadió capas de complejidad y emoción. Roeder, con su bajo firme y melódico, ofreció una base sólida que permitió a Lage y a Zorn explorar los límites sonoros de cada pieza. Wollesen, como colaborador cercano de Zorn durante décadas, aportó una sensibilidad rítmica que va desde lo más sutil hasta lo más explosivo, complementando y elevando la música en todo momento.

El repertorio de la noche abarcó varias piezas de la serie Masada, cada una interpretada con una intensidad que reflejó tanto la profunda conexión entre los músicos como el compromiso de Zorn con su legado musical. La estructura de las composiciones, con sus ritmos judíos tradicionales fusionados con el jazz contemporáneo, creó un ambiente que era a la vez místico y eufórico.

Zorn, que siempre ha sido un maestro en desdibujar las líneas entre el pasado y el presente, logró con estos seis proyectos presentados en Jazzaldia, una vez más, conectar con la audiencia en profundidad, ofreciendo un manantial desbordante de creatividad y haciendo un homenaje, no solamente al jazz sino también un merecido tributo a su propia carrera.

Otra de las intervenciones más sonadas en la 59 edición de Jazzaldia de este año fue el merecido homenaje que el festival dedicó a William Parker, con el premio Donostiako Jazzaldia. Para rendir homenaje a esta figura tan destacada del free jazz, se llevaron a cabo tres conciertos en tres formatos y espacios diferentes.

En el museo de San Telmo, acompañado por la pianista japonesa Eri Yamamoto, Parker inicio el primero de los tres conciertos de esta edición del festival. La delicadeza melódica y la química entre Parker y Yamamoto fue la protagonista de este primer e íntimo concierto a dúo. El ambiente del Museo de San Telmo, con su arquitectura histórica y su atmósfera reverencial, proporcionó el entorno perfecto para este concierto. La acústica del espacio permitió que cada nota resonara con claridad facilitando el diálogo entre los músicos. Parker, con su imponente presencia y su dominio absoluto del contrabajo, impuso un tono de introspección que definiría la dinámica concierto.

Eri Yamamoto, por su parte, se sumó al diálogo musical con una sutileza y una sensibilidad exquisita. Su estilo al piano es una mezcla de lirismo con una capacidad innata para explorar las posibilidades armónicas más allá de lo convencional. Las melodías fueron de una belleza etérea, a veces melancólica, a veces esperanzadora, pero siempre profunda. Parker apartó del contrabajo para tocar el txistu, una flauta tradicional vasca. Este gesto fue un guiño a la herencia cultural de la tierra que le acogía añadiendo una dimensión espiritual a la actuación. El sonido del txistui, suave y melódico, se entrelazó con el piano de Yamamoto en una danza sónica que transportó al público a un estado de contemplación y serenidad.

Con el mismo ímpetu Parker volvió a los escenarios de Jazzaldia el 27 de julio, esta vez con Rob Brown al saxo alto, nuevamente Eri Yamamoto al piano y Ikuo Takeuchi a la batería, esta vez se lanzó con el alboka, un instrumento de viento típico de la zona norte del País Vasco, nada mal para ser un instrumento de reciente adjudicación. Parker asumió el rol de líder, pero lo hizo con la generosidad que lo caracteriza, permitiendo que cada músico tuviera su espacio para brillar. La química entre los integrantes del cuarteto fue evidente desde los primeros acordes. Parker y Yamamoto, quienes ya habían compartido escenario dos días antes, mostraron una conexión aún más profunda, mientras que la incorporación de Rob Brown y Ikuo Takeuchi añadió nuevas capas de complejidad y dinamismo a la música.

El concierto, free jazz en su máxima expresión, arrancó con una pieza que destacó de inmediato la interacción entre Parker y Brown. El saxo alto de Brown se lanzó a un vuelo melódico lleno de intensidad y emoción, explorando sus posibilidades instrumentales con una mezcla de lirismo y agresividad controlada. Parker respondió con líneas de contrabajo que anclaban la improvisación, creando un contraste que mantenía en suspense ciertas alusiones a las músicas orientales, principalmente cuando hacía uso de su arco.

Eri Yamamoto, al piano, aportó una sensibilidad y un lirismo que complementaron a la perfección la fuerza expresiva de Brown y Parker. Sus acordes, que recaían en la melodía, añadieron profundidad y riqueza armónica a las piezas. Yamamoto mostró una vez más su capacidad para moverse entre la delicadeza y la intensidad, haciendo que cada nota pareciera surgir de un lugar de profunda introspección. Ikuo Takeuchi, a la batería, fue el motor rítmico del cuarteto combinando la precisión con una libertad casi anárquica. Sus ritmos, a veces complejos y otras veces sutilmente marcados, fueron el telón de fondo perfecto para las improvisaciones del grupo.

Uno de los momentos más destacados de la noche fueron los momentos en los que los cuatro músicos improvisaron libremente, dejando que la música fluyera sin restricciones. Un ejemplo brillante de la filosofía del free jazz: una exploración colectiva donde la comunicación entre los músicos es tan importante como la técnica.

John ScofieldDave Holland Duo, fue el encuentro entre dos titanes del jazz contemporáneo, John Scofield a la guitarra y Dave Holland al bajo en una noche marcada por la maestría y la complicidad. Estos dos gigantes ofrecieron un concierto que fue una clase magistral de interacción musical y virtuosismo en la plaza de la Trinidad. Los dos músicos demostraron cómo la simplicidad aparente de un dúo puede dar lugar a una experiencia musical rica y compleja. Con décadas de experiencia a sus espaldas y un historial de colaboraciones que abarca lo mejor del jazz, la química entre ellos fue palpable. Scofield, conocido por su estilo único que fusiona el jazz con el blues, el funk y el rock, mostró una vez más por qué es considerado uno de los guitarristas más influyentes de su generación. Su toque, a la vez relajado y preciso, se movía con facilidad entre líneas melódicas sinuosas y las explosiones de acordes.

Dave Holland, por su parte, maestro del contrabajo, en este concierto demostró una vez más su habilidad para crear una base rítmica y armónica a la vez sólida y flexible. Con un sonido profundo y resonante, Holland mantuvo el pulso del concierto, interactuando con Scofield en un diálogo musical que fue tan fluido como estimulante. Su capacidad para explorar las posibilidades melódicas y rítmicas del contrabajo, manteniendo al mismo tiempo una conexión constante con la guitarra de Scofield, fue una de las grandes joyas de la noche.

El repertorio incluyó tanto composiciones originales como reinterpretaciones de estándares del jazz, todas ellas interpretadas con una frescura y una libertad que solo músicos de la talla de Scofield y Holland pueden lograr.

Chris Potter ofreció uno de los conciertos más esperados del festival en la icónica Plaza de la Trinidad en la que presentó su último álbum Eagle’s Point (Edition Records 2024), acompañado por los músicos más cotizados y demandados en el panorama del jazz actual: el pianista Brad Mehldau, el bajista John Patitucci y el baterista Johnathan Blake. El cuarteto llevó al público a un viaje musical lleno de interacción y creatividad en el que destacó, sobre todo, la finísima ecualización del talento y del poderío instrumental de cada uno de los músicos.

El concierto, que agotó todas las entradas, comenzó con Dream of Home, donde los suaves acordes de Mehldau se combinaron con el sonido cálido y carismático del saxofón de Potter. A lo largo de la velada, los músicos exploraron composiciones llenas de complejidad, como Cloud Message y Indigo Ildikó, destacando por su maestría técnica y la más que fluida conversación musical.

Donostia, durante las jornadas del festival, fue testigo también eventos electrizantes, uno de ellos sin duda fue el ofrecido por Marco Mezquida, que presentó su proyecto Tornado título que da nombre a su último disco. En una noche cargada de energía y emoción, Mezquida, junto a su trío, Masa Kamaguchi al contrabajo y Ramon Prats a la batería, demostró por qué es uno de los músicos más innovadores y versátiles de la escena actual. Tornado es un nombre que hace justicia al proyecto: una tormenta sonora que arrasa con todo a su paso, combinando el virtuosismo técnico con una creatividad desbordante. No es un proyecto que se conforma con seguir las reglas del jazz convencional. Mezquida y su trío, mostró una compenetración casi telepática de fluidez asombrosa.

Con un control absoluto sobre el ritmo y la dinámica, el músico menorquín alternó entre pasajes de una intensidad casi violenta y momentos de calma serena, creando un contraste que atrapó a la audiencia. Su habilidad para extraer del piano una paleta de sonidos tan amplia, desde susurros delicados hasta rugidos potentes. El repertorio de la noche incluyó composiciones originales que reflejaban la esencia de Tornado: una mezcla de lo impredecible y lo profundamente emocional.

Para continuar en la plaza de la Trinidad con Gregory Porter, acompañado por Chip Crawford al piano, Emanuel Harrold a la batería, Tivon Pennicott al saxo, Jahmal Nichols al bajo y Ondrej Pivec en el Hammond. Porter demostró que es uno de los grandes crooners del panorama contemporáneo, con un concierto que combinó elegancia, emotividad y un groove irresistible. Abriendo con una interpretación cálida y poderosa, su voz barítona envolvió la plaza, creando una conexión instantánea. La banda que acompañó a Porter fue más que un simple respaldo; cada músico aportó su propio brillo al conjunto. Chip Crawford, en el piano, demostró una sensibilidad excepcional, tejiendo líneas melódicas que complementaban la voz de Porter con un toque elegante y refinado. Emanuel Harrold, en la batería, añadió un pulso rítmico que, sin ser invasivo, mantuvo un groove constante y profundo, mientras que Tivon Pennicott, con su saxo, ofreció solos que añadían una dimensión extra de emotividad a las interpretaciones. Jahmal Nichols, al bajo, proporcionó una base sólida y rica, permitiendo a Porter y a los demás músicos explorar matices y dinámicas con libertad. Ondrej Pivec, al Hammond, añadió ese toque de soul y góspel que caracteriza gran parte del repertorio de Porter. El repertorio de la noche incluyó tanto clásicos del jazz como composiciones originales de Porter. Canciones como If love is Overrated y Holdin On fueron recibidas con entusiasmo, mientras que temas como Take Me to the Alley y Quizás, Quizás se convirtieron en momentos de comunión entre Porter y sus seguidores, quienes no pudieron evitar cantar junto a él.

El cierre del concierto fue un reflejo perfecto de lo que había sido toda la actuación: una mezcla de poder vocal, interpretación instrumental de alto nivel y una conexión genuina con la audiencia. No es de extrañar que esta sea ya la quinta vez que el cantante pisa los escenarios de Jazzaldia, como tampoco parece que será la última.

El domingo 28, como cierre de festival, William Parker ofreció el último concierto, esta vez en el teatro Reina Victoria. En esta ocasión optó por el formato a trío, descartando el saxo de Rob Brown con el que había contado el día anterior. En este tercer concierto toco el shakuhachi, un instrumento de viento típico de japón en una clara alusión a los músicos que lo acompañaban.

En este último concierto Parker recibió su anunciado premio- homenaje de las manos de Miguel Martín, el director del festival, que indicaba de manera explícita que William Parker es un titán de la música de vanguardia. El concierto fue algo más comedido en cuanto a la experimentación, las disonancias y el contrapunto que tanto caracterizan a Parker y que tantos quebraderos de cabeza suponen para los menos duchos en esto del freejazz.

William Parker a sus 72 años, ayudado por un bastón al caminar, no escatimó en palabras para dar las gracias por la escucha y el sentido homenaje recibido por el público de Donostia.

Jazzaldia, una vez más, nos deja momentos que se van a quedar en la memoria. La programación de este año, casi inabarcable, ha ofrecido una variedad de propuestas, todas suculentas para los amantes del jazz que sin duda lo han disfrutado y no solo imaginado. El próximo año será imprescindible abonarse y alquilar tres o cuatro vidas para poder abarcar todo.

Written by Pedro Andrade / Begoña Villalobos

Octubre 04, 2024

Michel Camilo & Marco Mezquida Voll-Damm Jazz Festival Barcelona 2024

Michel Camilo & Marco Mezquida Voll-Damm Jazz Festival Barcelona 2024

Michel Camino & Marco Mezquida

55º Voll-Damm Jazz Festival de Barcelona 2024

25

Septiembre, 2024

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Voll-Damm Jazz Festival

Michel Camino invita a Marco Mezquida. 55º Voll-Damm Jazz Festival de Barcelona

Palau de la Música, 07/11/2023

 

CONFLUENCIAS ASTRALES INÉDITAS

Ya lo decía Miguel Torga, uno de los grandes referentes de las letras portuguesas, pese a la amnesia de estos tiempos, cuando hablaba de que lo universal es lo particular sin fronteras. Por eso mismo no sorprende que en el encuentro inédito entre Michel Camino y Marco Mezquida —uno de los platos más nutritivos y sorprendentes del Festival— el balear se descolgara con la afirmación de que ambos “somos isleños y somos mundiales”. Habrá que afinar y decir que son universales no por isleños, sino porque les asiste el genio, que no es más que el talento cuando te atrapa trabajando, y trabajado, desde luego. República Dominicana y Menorca se daban cita para un concierto a dos pianos acústicos sin amplificación, si no se tiene en cuenta las cajas de resonancia de sus espíritus risueños y siempre maravillados cuando descubren la excelencia. Y aquí de eso sobraba esa noche en que los dos maestros se ponían frente a frente para honrar a un instrumento, a sus precursores y para dejar su huella personal a la posteridad.

Todo había empezado un año antes, cuando Mezquida asistió al concierto que Camilo ofrecía junto a su alma gemela Tomatito en el mismo marco del Festival barcelonés. Joan Antón Cararach, director musical del evento y fan irreductible de ambos músicos, hizo lo que hacen los entusiastas despiertos: propuso un hermanamiento de poéticas, a ver a dónde conduciría. Visto lo visto, la idea ahora se muestra necesaria y acertadísima. Sabíamos que Camilo era fuente de inspiración para Mezquida, que se espejea en los registros líricos del dominicano y en la idea orquestal del instrumento. Ahí había algo más que compatibilidad. No los hermanaba la genética de las hermanas Labèque, pero algo muy poderoso se instala en cada cual cuando lo que te conecta es una misma mirada al mundo. Tampoco se nos escapaba que Mezquida podía suponer despertar el asombro de Camilo, porque uno no puede cansarse de imaginar lo imposible a quien no se cansa de escuchar. Y Mezquida se hace insoslayable y necesario cuando se le conoce, cuando se le escucha pero, sobre todo, cuando se le ve en acción. Ahí también coinciden en genio y en estímulos a la afición ambos pianistas.

En el Palau de la Música hubo color, dinámicas, texturas, contrastes, musicalidad, algo así como un ser bifronte donde la parte equina del centauro correspondía al piano y los torsos a una mezcla imposible entre el lirismo de García Lorca y el volcanismo de Stravinski pasados por el tamiz de la Fania. Desde bien pronto se observó una confianza mutua y una intensidad para afrontar el reto comunicativo que hizo innecesarias las palabras: miradas de soslayo, gestos cómplices, mensajes oculares, braceos, codos y palmas elocuentes…Todo cupo esa noche para fijarla en la memoria y convertirla en un evento único, que era el deseo de los asistentes, los organizadores y ese par de estrellas galácticas isleñas incorporadas al cielo modernista del Palau.

Los dos Steinway de cola enfrentados hicieron las delicias de los músicos, que se descolgaron sin solución de continuidad con “Autumn Leaves”, “So What”, “Blue Rondo à la Turk”, “Song For My Father”, “Tropical Jam”, “Spain”, “Caribe”, “Joia” y mucho tumbao y no menos danzón y blues y mucha poesía y fuegos de artificio sin vacuidad. Puro juego y diversión. Entendimiento completo, muchas historias que contar y un par de bises con los que poner el colofón a una música sin fronteras. Hubo, desde luego, tratándose de Camilo y Mezquida, osadía, transitó por el filo, audacia para romper barreras y armas para salir airosos del empeño. Como ocurrió allá por 1997 cuando se fraguó el dúo Camilo-Tomatito, 2023 marca el paso para el turno de una nueva pareja universal, la que desde esa noche mágica en el escenario del Palau ya se muestra indisoluble, la formada por Michel Camilo y Marco Mezquida. Música para siempre. Música para el alma. Bastaron dos horas para el milagro, pero dos horas nunca son suficientes cuando la vida te sonríe. Somos insatisfechos perpetuos. Pero esta vez, con razón.

Written by Enrique Turpin

Septiembre 25, 2024

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