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RODRIGO RECABARREN

Interview

 

26

Noviembre, 2025

Texto: Pedro Andrade

Fotos: Carlos Linero

Desde Nueva York, donde vive desde 2009, el baterista chileno Rodrigo Recabarren se ha consolidado como una de las voces más singulares del jazz contemporáneo. Formado en la Universidad de Nueva York y con una trayectoria que combina colaboraciones con figuras como Perico Sambeat, proyectos propios como Recabarren, Menares, Vázquez o Peregrinos y un constante diálogo entre el jazz y el folclore latinoamericano, Recabarren ha sabido transformar su identidad migrante en un lenguaje musical propio, lleno de frescura y autenticidad.

En esta conversación con In&OutJAZZMagazine, nos habla de su llegada a la escena neoyorquina, de la vitalidad de la comunidad chilena en el mundo, de su relación con España y de cómo sus raíces siguen marcando el pulso de una carrera en expansión.

 

In&OutJAZZ Magazine: Rodrigo, llevas en Estados Unidos, en Nueva York, desde 2009. ¿Por qué decidiste dar ese salto y dejar tu tierra? ¿Fue por la cuna del jazz, por estudios?

Rodrigo Recabarren: Sí, fue principalmente por estudios. Me gané una beca para la Universidad de Nueva York e hice un máster en jazz performance entre 2009 y 2010. Antes había estudiado percusión clásica en Chile, pero cuando decidí dedicarme de lleno a la batería y al jazz empecé a investigar opciones. Vine en 2007, visité varias universidades, y al final conseguí quedarme.
Además, mi pareja de entonces —hoy mi esposa— se vino conmigo, y eso nos ayudó a establecernos aquí. Todo empezó a encajar y finalmente nos quedamos.

¿Cómo fueron tus primeros pasos en la escena de Nueva York?

Al principio toqué con gente de la universidad, muchos de los cuales siguen siendo amigos y compañeros de música hoy. Como tantos músicos que llegan aquí, empezamos tocando incluso en la calle. Nueva York tiene una comunidad inmensa: músicos de todas partes del mundo, y muchos latinoamericanos.
En particular, la comunidad chilena fue bastante activa hacia 2015 y 2016, éramos un grupo numeroso, organizábamos cosas juntos y nos apoyábamos mucho. Chile es un país con gran tradición musical, así que no sorprende encontrar chilenos en todas partes del mundo.

Este año estuviste nominado al Premio Pulsar en Chile. ¿Qué significó para ti?

Fue muy emocionante. Nunca me habían nominado a nada como solista. Había estado en otras nominaciones con proyectos colectivos, como Peregrinos, Murals o con una Big Band, pero nunca a título personal.
Llevo quince años fuera y fue muy importante sentir que en mi país se reconoce lo que hago. Para mí Chile sigue siendo esencial: mi familia, mis amigos, mi música, mi tierra.

¿Sueles regresar a Chile a tocar? Sí, voy todos los años, ojalá más de una vez. Participo en festivales, proyectos de amigos, y muchas veces sirvo de puente: conecto a músicos de allá con otros de acá. Esa red de colaboración es algo que siempre me ha gustado del jazz: compartir, generar lazos, crear juntos.

Hablemos de tu conexión con España y en particular con Perico Sambeat. Colaboraste en su disco Atlantis (2021), ¿cómo surgió?

Fue gracias al bajista Alexis Cuadrado, que me recomendó para una gira en España. Allí tocamos en el Café Central, en Jimmy Glass, en Almendralejo, y grabamos Atlantis. Luego llegó la pandemia y el disco salió en medio de todo eso, así que no pudimos hacer mucho.
Pero quedé muy conectado con Perico. Cuando planeamos la gira con mi trío junto a Pablo y Yago, surgió la idea de invitarlo y fue una experiencia increíble. Tocamos música de nuestro disco Familia, pero también de Atlantis, que hasta entonces casi no se había presentado en vivo.

Tu música refleja influencias del folclore chileno. ¿Cómo se da ese cruce con el jazz contemporáneo?

Creo que tiene que ver con la experiencia del migrante. Mientras más tiempo estás lejos, más echas de menos tu tierra. En Nueva York venía a estudiar el folclore norteamericano, pero todos me preguntaban por mi música, por la chilena.
Empecé a explorarla más, primero con Raimundo Santander en Peregrinos, luego en otros proyectos. Incorporé ritmos e instrumentos latinoamericanos en mi forma de tocar. Y poco a poco entendí que no se trataba de imitar a Tony Williams o Elvin Jones, sino de dejar salir quién soy. Eso le dio sentido a mi identidad artística.

Tienes varios proyectos activos: Familia, Peregrinos, colaboraciones… ¿En qué estás más centrado ahora?

Principalmente en el trío con Pablo y Yago. Con ellos llevo más de doce años tocando y seguimos creciendo juntos.
Además, sigo trabajando con Raimundo en Peregrinos, donde reimaginamos música de Violeta Parra o Víctor Jara como si fueran estándares de jazz. También participo en proyectos como fusion bands sin bajo, con vibráfono, guitarra y batería, o en colaboraciones como la que hicimos con Ángel Parra (hijo de Violeta) y el hijo de este, durante la pandemia.
Y, por supuesto, colaboro como sideman en grupos de músicos como Guillermo Klein o Elsa Nilsson.

Hace poco tocaste en el Lincoln Center. ¿Cómo fue esa experiencia?

Increíble. Es una institución gigantesca y muy respetada. Te tratan de maravilla, el sonido es espectacular, y tocar con el skyline de Nueva York y Central Park detrás es algo único.
Además, tengo la suerte de trabajar allí en un programa de enseñanza de jazz para niños, lo que también me conecta con otra faceta muy importante de la música: la educación.

¿Qué diferencias encuentras entre la escena del jazz en Estados Unidos y en Europa?

En Europa siento que hay más tiempo para procesar lo que pasa, una vida más tranquila, instituciones que apoyan la formación y un público muy cálido. En Estados Unidos el nivel técnico es altísimo y la exigencia muy fuerte, aunque también hay mucha experimentación, especialmente en lugares alternativos de Brooklyn.
Creo que al final cada escena refleja la cultura que la rodea.

¿Piensas volver a instalarte en Chile en algún momento?

No lo sé. Me encantaría vivir en un lugar más tranquilo en el futuro, pero de momento estoy aquí, donde están mis proyectos y mi vida musical.

¿Qué proyectos tienes a corto plazo? ¿Te veremos en España de nuevo pronto?

Ojalá. La idea es volver a España el próximo año, pero prefiero no adelantar nada hasta que esté confirmado. Soy poco supersticioso, pero cada vez que digo algo antes de tiempo, se cae (risas).

Rodrigo, gracias por esta conversación.

Gracias a ustedes. Ha sido un placer.

In&OutJazz: Álvaro del Valle.

Álvaro del Valle: ¿Qué tal, José?

Qué gusto estar juntos en un día tan bonito en Madrid, y con una persona tan bonita, curiosa e interesante. Tu trayectoria es larga, con una formación bastante completa en universidades de renombre tanto en Europa como en el extranjero. Has tenido una estancia también en Nueva York. Eres docente, productor, compositor, músico, guitarrista…etc. Tocas todos los palos, muchos instrumentos, incluso los modulares, la española, la eléctrica… Digamos que eres un músico súper completo. La lista de colaboraciones con otros artistas es inmensa también. Y no solo músicos, sino también gente del mundo audiovisual y de las artes dramáticas. Por todo esto y más, eres un perfil que a In&OutJazz siempre le ha hecho sentir orgullo, al ser de cuna española. En este ratito nos encantaría conocer más tu último trabajo publicado, titulado Agua.

Cuéntanos por qué lo has titulado Agua, cuál es la idea general del disco, si hay algún concepto detrás del disco y de los nombres de los temas, porque son muy curiosos.

Sí, claro. He querido plasmar una serie de influencias que he tenido en términos generales y que engloban mi trayectoria dentro del jazz que  me acercó a la música improvisada desde el principio. Desde que empecé a tocar jazz más tradicional hasta ahora que estoy metido dentro del entorno del jazz contemporáneo. Y todo ello he querido mezclarlo con otra de mis grandes influencias, la electrónica, que es algo que yo he ido acogiendo cada vez más en mis propias carnes. La vida me ha ido llevando por ahí y me he ido juntando con una serie de artistas que están relacionados también con la electroacústica y con los nuevos medios, la programación y todo este mundillo. Así que he querido juntar todas las herramientas que tengo a mi disposición, tanto el lado de la improvisación con el instrumento y la estética compositiva del jazz contemporáneo, que me gusta mucho, como algunos timbres y sonoridades de la electrónica. Esta ha sido la premisa: mezclar una de mis formas preferidas de hacer música, la improvisación y la comunicación en el jazz, con otra de mis formas preferidas también, el diseño sonoro de la electrónica.

Y el disco toma el nombre de la primera composición, que me parecía muy representativa de la sonoridad que quería alcanzar, Agua. Tal y como el agua es un fluido, la estructura de la canción que abre el disco da pie a poder hacer muchas cosas a nivel rítmico y fluir si también como un río. La forma en que los músicos improvisan en el tema se acerca mucho a la sensación que me provoca a mí el elemento de la naturaleza que es el agua. Los músicos captaron el título del tema y a la hora de tocar, tocan de esa forma también, como un poco pensando en una cierta paleta rítmica.

Es un término y un elemento de la naturaleza que evoca muchas cosas, desde luego. En cambio ¿de Silence, Clouds o The Waiting?

Pues todo eso viene de mi gusto por estar en contacto con la naturaleza que me inspira mucho al hacer música. Se trata de captar ciertos paisajes en los que he ido viviendo últimamente y convertirlos en música.

¡Qué interesante! ¡Hablemos un poco del elenco, vaya musicazos! Te diré que yo, hablando desde el lado de los que amamos la música de nuestro país y estamos al tanto de lo que venís haciendo los diferentes músicos, y artistas, que sois unos cracks, cuando yo vi el elenco me sorprendió. Dije, ¡qué manera de cocinar! ¡Qué mezcla más interesante. Naíma Acuña en la batería, Reinier Elizarde al contrabajo, Íñigo Ruiz de Gordejuela al piano y luego las colaboraciones del grandísimo Román Filiu y de Zoe Celeste, que la verdad que me ha sorprendido muchísimo la voz de esta cantante. Cuéntanos un poco por qué ellos.

Pues cuando estaba imaginando la estética de la música que quería transmitir, pensé en ellos en primera instancia.

¿Directamente? ¿Te vinieron ellos a la cabeza? 

Sí, sí, sí.

Entiendo que has tocado con ellos en muchos contextos y les conoces, claro.

Sí, sí. Bueno, con Naíma vengo tocando muchísimos años. Con Reinier también. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y hemos coincidido alguna vez, pero es verdad que él suele estar con mucho lío. Pero en Madrid hemos coincidido algunas poquitas veces, y es un contrabajista que admiro por el sonido que tiene y también la claridad que tiene tocando. Por otro lado también Ínigo, que me parece una pasada también, porque toca con una claridad y un sonido tremendo y maravilloso. Además, yo la música la compongo en el piano, entonces tener un pianista que tenga ese sonido con tanta presencia es algo que valoro mucho.

Fíjate, no sabía que componías al piano. ¿Siempre es así?

Sí, porque yo me inspiro mucho en artistas del jazz contemporáneo, como pueden ser ahora mismo Ambrose, o Immanuel Wilkins, o pianistas como Aaron Parks o Robert Glasper que llevo escuchando durante mucho tiempo.

Estos últimos sí son pianistas.

Claro, cuando compongo me inspiro mucho en pianistas, y ya no solo a la hora de componer, sino a la hora de tocar con la guitarra también.

¡Qué pasada! ¡Qué interesante!

Me inspiro mucho en formas que tienen los pianistas de tocar, en los registros que utilizan. Así que contar con Íñigo ha sido una maravilla. Quería un pianista que fuese a sonar ahí bien claro y fue maravilloso. Y bueno, pues Zoe es tremenda, la verdad. También habíamos coincidido alguna vez y era como que tenía la forma de cantar que buscaba y además artísticamente conectamos mucho. Respecto a la música que yo compongo y la música que ella canta también, el cómo lo hace y cómo lo interpreta, justo me pareció la persona idónea, y la verdad es que lo ha clavado. Y bueno, Román Filiú, ya ni te cuento. La verdad es que estoy muy contento con el resultado.

26 de noviembre de 2025

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