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Conversation #9: Targeted

Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

29

JUNIO, 2023

Conversation #9: Targeted. Hammer Records, 7 de abril de 2023

Greg Osby (saxofón alto, saxofón soprano), Arno Krijger (Órgano Hammond), Florian Arbenz (batería y percusión). Grabado el 1 de mayo de 2022 en HammerStudios (Basilea).

Texto: Enrique Turpin

LA DOMA DE LA QUIMERA 

Corren tiempos para audaces. Aquella premisa que reza que cuando hay sangre en las calles deben comprarse propiedades puede trasmutarse sin demasiado esfuerzo a otra que diga algo así como un hágaselo usted mismo cuando el mundo se muestre severo y desorientado. Son estos tiempos líquidos, donde todo se disuelve y nada resiste la solidez de antaño. Tal vez no haga ni falta, aunque uno siempre echa la vista atrás y recuerda que en la cronología vivida hubo momentos de dicha por las cosas bien pensadas y mejor hechas. No todo lo pasado fue un error. Ya sabemos que en esto del arte la evolución no siempre cumple la lógica de la ciencia, donde cada progreso adelanta al anterior. Y es el arte lo que ahora nos ocupa.

 

Arbenz X Krijger / Osby «Truth» (G. Osby)

Viene esto al caso de la apuesta valiente y firme del percusionista suizo Florian Arbenz (Basilea, 1975) de llevar a cabo un proyecto que salta de lo insensato a lo extravagante, pero que es la mirada de un visionario, esa que ve que el empeño merece la pena y, además, traerá réditos importantes para el resto de las vivencias que habrán de acompañar al artista en un futuro que ya está aquí. Begoña Villalobos y Ricky Lavado lo han explicado mejor en estas mismas páginas, pero el empeño es de una ambición que roza lo insolente. Las estrategias son de guerrilla, aunque las armas siguen siendo las del enemigo, donde enemigo es un mercado que ha renunciado a mostrarse permeable a proyectos de largo y hondo calado si no van acompañados de réditos inmediatos. Que les expliquen a Van Gogh, a Vermeer o a Ayler qué es eso de la fama póstuma y los royaltis.

 

El asunto se explica rápido: la pandemia y el confinamiento ofrecieron espacios de reflexión insólitos hasta entonces. En el caso de Arbenz, el resultado fue la imposición personal de reconocer su trayectoria y desandar los pasos que lo han conducido a ser uno de los percusionistas más intrépidos y diplomáticos —en el sentido aglutinador y negociador del término— de la escena europea. Se impuso la grabación y publicación de una docena de discos salidos de ese estado de cosas. Lo de guerrilla viene por la actitud, lo de la capacitación viene de la comprensión del mercado, lo que conduce inexorablemente a la autoproducción y a la autoedición. Si además se cuenta con un estudio como los HammerStudios de Basilea, un auténtico centro creativo donde la improvisación campa por sus respetos, como se le ha de suponer a un buen jazzman, la batalla está servida. Habrá que decir que las incursiones de Arbenz y los suyos van ganando la partida sin atisbo de duda. La eternidad siempre tiene la última palabra, desde luego, pero la intuición, la experiencia y algo de suerte trabajada vienen a confirmar una previsión que no parece errada. Y si no que se lo pregunten a cada uno de los invitados a estas Conversation Series, a punto de echar el cierre tras nueve entregas con los más diversos invitados, venidos de todos los rincones del planeta para propiciar una diálogo que encuentra la trascendencia en lo colaborativo. Por Basilea han pasado viejos amigos y héroes de la infancia de Arbenz, de la talla de François Moutin, los hermanos Vistel, Hermon Mehari, Heiri Känzig, Nelson Veras, Tineke Postma, João Barradas, Jim Hart, Rafael Jerjen, Wolfgang Puschnig, Oren Marshall, Michael Arbenz, Kirk Lightsey, Domenic Landolf, Tibor Elekes y la Conversation #9, que es la que nos ocupa, con la aparición Arno Krijger al órgano y la esperadísima presencia del ubicuo y siempre sorprendente Greg Osby a los saxos, a la espera de la última tríada discográfica que ponga cierre al proyecto.

 

La estrella, en cualquier caso, es Greg Osby (St. Louis, 1960), “uno de los modernistas punteros del post-bop de la escena jazzística”, a juicio de Nate Chinen. Florian Arbenz confiesa que Greg Osby “tiene un lugar especial en mi vida musical. Él fue el primer ‘real cat’ que creyó en mí como músico y nuestra historia de tocar juntos se remonta a 1998. Además, nuestros aniversarios coinciden el mismo día, compartimos el mismo sentido del humor, lo que probablemente sea también una razón por la que todavía giramos regularmente”, como señala el líder del trío en los créditos del disco. Greg Osby, de hecho, ha ejercido durante mucho tiempo como ‘ojeador’ para JMT Records (antes de que pasara a ser Winter & Winter) desde los años en los que frecuentaba el M-Base junto a Steve Coleman y Gary Thomas, hasta que se convirtió en pieza fundamental para el avance hacia la contemporaneidad de Blue Note. El disco que todos recordamos es New Directions (Blue Note, 1999), una grabación llevada a cabo para celebrar los sesenta años de la discográfica, que sentaba las bases de lo que empezaba a ser el resurgir de un jazz que reinventaba el pasado desde una perspectiva integradora, un vehículo de largo alcance para la expresión personal de jóvenes músicos dotados a la par en virtuosismo instrumental y en concepción artística —Mark Shim, Stefon Harris, Jason Moran, Tarus Mateen, Nasheet Waits y el propio Greg Osby— a partir de los estándares de la casa de la nota azul. Un disco que marca el devenir de esta novena conversación musical propuesta por Arbenz.

 

Como en New Directions, en Conversation #9: Targeted se da una integración natural entre la tradición y la vanguardia, que es el secreto para que una creación perviva en el tiempo y aspire a convertirse en clásico, si además le ampara la suerte que suele socorrer a los audaces, como reza el adagio virgiliano. Casi cuarenta minutos de verdadera efervescencia creativa, resuelta desde la comprensión mutua entre cada pieza del trío y su avance orgánico propiciado por el motor de la fluidez de ideas compartidas y nutrido y engrasado con la experiencia personal atesorada por Osby, Arbenz y el sorprendente Arno Krijger (Terneuze, Países Bajos, 1972). El organista, más cercano a Kit Downes que a Jimmy Smith, más a Larry Young que a Don Patterson, más a Larry Goldings que a Charles Earland, más cercano al fin a John Medeski que a Delvon Lamarr, llega el último a la fiesta y se hace indispensable para entender en toda su complejidad el monumento sonoro que ha creado este grupo heterodoxo, al que el mismo Florian Arbenz califica de inusual. Así lo demuestra en “Seven Steps to Heaven”, una pieza a dúo entre él y el baterista que se convierte en uno de los momentos cumbre del disco, en un alarde de confluencias e intersecciones entre los ritmos rotos y la melodía universal puesta en pie por Víctor Feldman para Miles Davis en su largo homónimo de 1963.

Arbenz X Krijger / Osby «Old Shaman»

El disco se abre con “Freedom Jazz Dance”, la composición de Eddie Harris que sirve de motivo para captar el devenir de cada uno de los volúmenes —una elección que se repite en todos ellos—, pieza convertida en piedra de toque para mostrar en múltiples variantes un estándar de esos que Ted Gioia olvidó en su libro sobre El Canon del jazz (Turner, 2013), lo mismo que ocurre con la hermosa y etérea lectura de “I Loves You, Porgy”, otro olvido del bueno de Gioia, ambas con Osby al soprano y los tres en estado de gracia, desde la mirada cósmica del órgano de Krijger, a las mazas sublimadas de Arbenz, sin olvidar la impregnación poética del saxofonista al revisar la melodía universal de Gershwin. Curiosamente, las tres piezas apuntadas hasta ahora han formado de uno u otro modo parte del universo davisiano, por lo que Targeted, noveno volumen de la serie, bien pudiera ser un homenaje encubierto al genio de Miles Davis, que siempre tiene algo que decir, como todo clásico que se precie.

 

Para que todo salga redondo, Arbenz se asocia con Osby, que tiene en su haber conexiones fructíferas junto a Herbie Hancock, Dizzy Gillespie, Jack DeJohnette, Freddie Hubbard, Woody Shaw, Jim Hall, Chick Corea o The Grateful Dead, por nombrar algunos luminarias exquisitas. “Recuerdo exactamente cuando escuché tocar a Greg Osby por primera vez”, ha declarado Arbenz. “Fue allá por mayo de 1991 cuando, a los 15 años, mientras escuchaba un programa de jazz de la radio suiza y lo grababa en una cinta debido a la falta de dinero para poder comprar el disco… La reproducción fue muy emocionante e inmediatamente supe que éste era el tipo de música que quería tocar.” Con un disco a dúo ya en su haber, Arbenz y Osby buscaron una tercera voz para unirse a su conjunto, y qué mejor instrumento para complementar sus estilos de interpretación que el sonido del órgano Hammond con el que Osby se crió en St. Louis. Un esfuerzo por trasladar a nuestro tiempo la tradición del trío de órgano que tantas alegrías ha dado al género.

 

A las tres composiciones canónicas se les han de sumar otras tres muestras más del ingenio con el que el grupo afronta el reto. “Sleeping Mountain” y “Old Shaman” son los temas que firma Arbenz, cinemáticos, emocionantes de principio a fin y de largo aliento, con Osby haciendo gala de sus dotes contrastadas con el saxofón alto, mientras que el resto de la banda se dedica a pespuntear con garbo superpuesto la propuesta del invitado de lujo. El resto del programa se lo lleva “Vertical Hold”, una revisión de uno de los temas centrales del ornettiano Channel Three, la despedida de Blue Note de Grego Osby en 2005, tanto o más imponente que la que abrazó el trío formado por Ellery Eskelin, Andrea Parkins y Jim  Black en 1997, o la juguetona a dúo que fraguaron en 2019 Michele Franzini y el mismo Greg Osby. De la fiereza controlada entendida como una de las bellas artes, así ha de catalogarse la incursión como trío que da forma a Targeted. Lo saben los mejores, y lo recordaba Dizzy Gillespie cuando aventuraba que es tarea vana imaginar la posibilidad de lograr un magisterio completo del instrumento al que se ha consagrado la vida. Eso mismo también vale para las letras, desde luego. Lo demás no es más que pura charlatanería, de la misma estirpe de la que hace caer a alguno en la soberbia hasta empantanarlo y hacerlo desaparecer plegado en su desventura e ignominia vergonzosa “como desaparece un puño cuando se abre la mano”, en palabras del descreidísimo Dashiell Hammett.

Como obra total, estas conversaciones buscan hacer justicia a la memoria del justo medio aristotélico, con lo que forma y fondo se conjugan para preservar el equilibrio que hace del mundo un lugar donde siga prosperando la belleza. Así, a la excelencia de los encuentros musicales se le une un diseño gráfico en manos de Gabriel Heuberger y Daniel Roth, una pareja de diseñadores que ha aprendido con solvencia de los hallazgos que Arai Yasunori —luego relevado con honores por Heung-Heung Chin, alias Chippy— propuso para la serie Masada del cuarteto de John Zorn, con aquellos lomos unidos que representaban desde el fragmento de cada disco el perfil de la fortaleza monumental del desierto de Judea que da nombre al insigne grupo del compositor, saxofonista y activista del Downtown neoyorquino. También en los lomos de estos discos podrá leerse como una feliz aparición la palabra de doce letras que motiva estos encuentros multigeneracionales e internacionalísimos auspiciados por la inquietud del percusionista de Basilea.

 

El esfuerzo cooperativo de la banda itinerante que Florian Arbenz ha ido montando según necesidades estéticas y vitales (¿acaso no son lo mismo?) hacen del conjunto Conversation una de las aventuras más felizmente logradas del panorama jazzístico mundial, ahora que está a punto de ponerse el colofón a la serie con los tres últimos volúmenes que completan la docena. Una vez más, el encuentro de personalidades abiertas a la innovación con los egos domados propicia resultados del calibre de Targeted. La precisión poética de la interacción comunitaria del trío logra sin apenas vislumbre de dificultad el equilibrio clásico entre la épica de lo insignificante y el retrato de lo grandilocuente. Lo logrado no es una quimera; pero de serlo, acaso sea una quimera domada, una realidad contrastada, nunca un espejismo ilusorio. Eso ha de tener premio. Uno mismo, que no desea esperar el juicio de la eternidad, ha colocado la Conversation #9 de la serie al lado de los grandes discos de su humilde discoteca. Es lo que se dice una suerte de justicia poética avant la lettre.

 

 

Written by  Enrique Turpin

Jun 29, 2021

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