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Fred Hersch & Sullivan Fortner – CNDM Jazz en el Auditorio – Concert Chronicle

Fred Hersch & Sullivan Fortner – CNDM Jazz en el Auditorio – Concert Chronicle

FRED HERSCH & SULLIVAN FORTNER

CNDM Jazz en el Auditorio

17

October, 2025

Texto: Pedro Andrade

Fotos: Rafa Martín. CNDM.

CONCERT REVIEW. In&OutJazz Magazine

CNDM. Jazz en el Auditorio. Fred Hersch, piano/ Sullivan Fortner, piano. Madrid, 30 de septiembre 202

DOS PIANISTAS, UN SOLO LATIDO

El ciclo Jazz en el Auditorio del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) abrió su temporada con un toque de magia: dos pianos frente a frente, dos generaciones y una sola respiración compartida. Fred Hersch (Cincinnati, 1955) y Sullivan Fortner (Nueva Orleans, 1986) ofrecieron algo más que un concierto: un diálogo entre el tiempo y la intuición, entre la sabiduría del maestro y la curiosidad luminosa del discípulo.

Desde el primer acorde se percibió que aquello no iba de virtuosismo, sino de escucha. Los dos pianos parecían conversar a media voz, como viejos amigos que se entienden con una mirada. Hersch, sereno, construía paisajes de aire y resonancia; Fortner respondía con destellos rítmicos y sonrisas armónicas. A veces uno proponía un camino y el otro lo desviaba con elegancia, como si el jazz fuera un juego de espejos donde nadie quiere ganar, sólo seguir descubriendo.

Hubo momentos de dueto, de pura comunión, en los que las líneas de ambos se entrelazaban hasta confundirse en un mismo pulso; y otros instantes en solo, donde cada pianista reveló su universo personal. Hersch, en sus intervenciones solitarias, mostró esa mezcla de introspección y claridad que lo cobija bajo el halo de Thelonious Monk, no tanto por las disonancias como por la lógica interior del silencio, por esa manera de hacer que cada pausa pese tanto como una nota. Su toque, claro y contenido, tiene algo de oración y de geometría: cada acorde parece buscar la belleza sin imponerla, cada pausa dice tanto como la nota. Es un músico que ha hecho del silencio una forma de resistencia, y en el escenario del Auditorio demostró que su legado no está hecho de grandilocuencia, sino de verdad.

Fortner, por su parte, trajo la alegría del sur, el pulso de Nueva Orleans, la herencia del ragtime y de los desfiles callejeros donde el ritmo y la improvisación se confunden con la vida misma. Su piano suena a calle, a iglesia, a baile y a contemplación. Donde Hersch dibuja con tinta fina, Fortner salpica color. Pero entre ambos no hay contraste, sino una complicidad natural: cuando uno lanza una idea, el otro la recoge con picardía, y de pronto todo se convierte en conversación alegre, en una celebración compartida.

No hubo repertorio cerrado ni artificio escénico. Lo que se escuchó fue una construcción en tiempo real, un diálogo que osciló entre la introspección y el juego, entre la memoria y la sorpresa. Dos pianistas escuchándose a fondo, respirando al mismo compás, inventando una belleza sin pretensión.

El público —atento, en todo momento— comprendió que asistía a algo irrepetible. En una época en la que todo parece acelerado, Hersch y Fortner recordaron que escuchar sigue siendo un acto de calma, de respeto y de amor.

17 de octubre de 2025

Cologne Jazzweek 2025 Festival

Cologne Jazzweek 2025 Festival

COLOGNE JAZZWEEK 2025

Festival

Alemania ha vuelto a conquistar nuestros corazones, esta vez en una de sus ciudades más importantes. Desde el 31 de agosto hasta el 5 de septiembre, Colonia volvió a latir al ritmo del jazz en su festival de moda Cologne Jazzweek. Durante una semana, la ciudad se convirtió en un cruce de caminos donde convivieron generaciones, lenguajes y geografías. Desde la imponente catedral hasta los clubes más íntimos, pasando por teatros y salas históricas, cada rincón respiraba música. El programa, tan vasto como ambicioso, reunía estrellas consagradas, proyectos emergentes y propuestas experimentales que hacían imposible abarcarlo todo.

En nuestros tres días de estancia, pudimos asistir a conciertos memorables, entrevistar a varios músicos y al propio director del festival, Janning Trumann, y sentir de cerca ese pulso que hace de este evento uno de los epicentros del jazz europeo. Lo que sigue no es una cobertura exhaustiva, sino el relato de un recorrido personal por algunos de los momentos que marcaron esta edición.

 

En nuestro primer día pudimos asistir a la entrega del premio Albert Mangelsdorff 2025 organizado por la Jazz Union. La cantante Lauren Newton fue la galardonada y pudimos entrevistarla y descubrir más de su aproximación al canto y al mundo vocal. Una de sus próximas citas será pues, por gracia de este premio, el festival de jazz de  Berlín. Por la tarde tuvimos la gran oportunidad de asistir al concierto de Tyshawn Sorey Trio, que presentó un set tan denso como fascinante. La sala estaba a rebosar, el calor era palpable y la expectación inmensa. El set completo se interpretó sin pausas, como una suite ininterrumpida. El pianista, Aaron Diehl, abrió con una balada suspendida en el aire, casi inmóvil, a un tempo de apenas 20 bpm. Desde ahí, la música se expandió en un juego de modulaciones constantes, oscilando entre blues, swing frenético, funk, hip-hop y explosiones rítmicas de clara herencia elviniana. El silencio del público, clavado en sus butacas, era prueba de la tensión compartida. Cada integrante tuvo su momento de foco, siempre dentro de un discurso atravesado por métricas cambiantes y células rítmicas que funcionaban como puentes hacia nuevos territorios. Tras un saludo que parecía marcar el final, el público insistió en un bis. Y allá que fue el trío a interpretar un swing moderno, roto y congelado por ráfagas de free jazz, breve pero incendiario. Una mención especial merece el contrabajista, ya amigo, Harish Raghavan, quien cautivó a todo el público con su consistencia y musicalidad. Además, nos concedió una entrevista preciosa en la que nos expresó muchas de sus ideas y concepciones respecto de la música.

Esa misma noche, la propuesta del canario Nassim y de nuestra querida Marta Warelis con su dúo Dust Bunny llevó la radicalidad del free a sus últimas consecuencias. Ruido, densidad y contraste dinámico eran el terreno común: teclados y sintetizadores en manos de Warelis en diálogo abrasivo con la batería desatada de Nassim. La intensidad era tanta que por momentos parecía que todo se rompía para volver a recomponerse desde los escombros.

Al día siguiente, el turno del famoso cuarteto Kneebody trajo un cambio de registro radical. Tras unos problemas técnicos iniciales, resueltos con un humor desarmante —incluyendo la anécdota de Ben Wendel tocando con ropa prestada y pedales ajenos por un problema con Lufthansa—, la banda desplegó su característico lenguaje secreto. Explicaron al público cómo sus señales internas les permiten improvisar sobre la forma sin saber adónde irán, un código compartido que hace de cada concierto un viaje irrepetible. La complicidad y el virtuosismo de cada miembro fueron una fiesta colectiva, con presentaciones y solos que desbordaban frescura. Ese mismo día, durante la comida pudimos disfrutar de una entrevista con toda la banda. En la entrevista compartieron con nosotros innumerables anécdotas y las claves de su visión musical y vital.

Más etéreo y ensoñador fue el concierto de Ghosted, un trío de guitarra, contrabajo y batería. La guitarra, entre pedales y modulares, generaba atmósferas que se diluían en fades progresivos, mientras bajo y percusión construían grooves tribales, casi hipnóticos. El resultado fue un trance sonoro que arrastró al público a mover la cabeza y a dejarse llevar por la textura mántrica y la danza implícita en el pulso.

Al día siguiente, de nuevo la artista de moda y en residencia, Marta Warelis ofreció un dúo insólito con Koichi Makigami, donde la voz y el pianoforte —preparado con técnicas extendidas— se encontraron en un terreno liminal. Makigami, además, incorporó instrumentos como la trompeta o la flauta de madera, soplando desde aberturas poco convencionales para extraer timbres extraños. Lo que sucedió fue más una experiencia sensorial que un concierto, un ejercicio de exploración sonora al límite de lo imaginable.

Aunque nuestra estancia fue breve, la magnitud del festival se reflejó también en nombres de peso como Kurt Rosenwinkel Trio, Tigran Hamasyan con su proyecto The Bird of a Thousand Voices, el trío experimental Weird of Mouth conformado por los grandes Mette Rasmussen, Craig Taborn y Ches Smith, el dúo de Reinier Baas y Ben van Gelder, la sobrecogedora actuación de Kit Downes con su órgano en la catedral, o el arrollador proyecto Parallel Universe de Isaiah Collier. Todos ellos confirmaron por qué este festival se ha consolidado como uno de los epicentros más vibrantes del jazz contemporáneo.

23 de septiembre de 2025

XI JazzEñe I SGAE – Donostia/San Sebastián 2025

XI JazzEñe I SGAE – Donostia/San Sebastián 2025

XI JazzEñe | SGAE

Donostia- San Sebastián 2025

19

Agosto, 2024

El Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, joya arquitectónica inaugurada en 1912, vuelve a ser, por quinto año consecutivo, el escenario elegido para JazzEñe, proyecto impulsado por la Fundación SGAE desde 2014 para dar voz a las propuestas y corrientes más influyentes del jazz hecho en España. Concebido como una plataforma para que programadores internacionales, críticos y público descubran el pulso creativo de la escena nacional, JazzEñe se ha consolidado como un escaparate del género.

En esta XI edición, celebrada del 23 al 27 de julio, dentro del 60 Festival Jazzaldia 2025, Jazzeñe reunió a ocho formaciones seleccionadas que ofrecieron conciertos matinales, presentando una variada muestra del jazz con acento español.

Con una propuesta enérgica y cargada de intensidad, J. FOX Quartet inauguró el ciclo Jazzeñe con una potente fusión de jazz y rock eléctrico. Destacó el sonido expresivo y ágil del saxo soprano de Oskar Lakunza, mientras la sección rítmica, Juan Manuel Urriza, Fredi Peláez y Xabier Barrenetxea, sostuvo con precisión y creatividad cada tema, aportando solidez y un dinamismo constante al concierto.

Desde Cuba hasta Madrid, pasando por Nueva York, Román Filiú presentó su cuarteto de cuerdas con la obra Suite Oriental, una propuesta inspirada en la rica tradición musical de Santiago de Cuba y en la escritura clásica para cuerdas. Suite Oriental se presenta como una serie de movimientos en los que convergen la precisión formal de la música de cámara, la libertad improvisadora del jazz, los recursos expresivos de la música contemporánea y la riqueza rítmico-melódica del folclore santiaguero (tumba francesa, la conga santiaguera, la trova y el bolero). Es una obra de diez temas originales y dos arreglos minuciosos, con espacios para la improvisación solista, en un diálogo entre tradición y modernidad. Con Román Filiú O’Reilly, saxo alto, flauta, dirección musical, Javier Filiú O’Reilly, violín, Zaloa Gorostidi Bidaurrazaga violín, Osvaldo Antonio Enrique Castro, viola, Caridad Rosa Varona Borges, violonchelo.

También escuchamos a Maite Ruiz de Erentxun, acordeón, Aura Mauri, voz, Crístopher Pérez, saxofón, Alesander Peña, guitarra, Manuel Luque, contrabajo. Conforman un quinteto acústico en el que el jazz actúa como eje estructural y marco de integración entre tradición y exploración. El grupo interpretó composiciones originales inspiradas en la cultura vasca, proyectándola hacia nuevas estéticas y lenguajes.

Juanfe Pérez, con Prohibido el Toque, exploró territorios del flamenco contemporáneo con una visión experimental. Su bajo eléctrico asumió roles cambiantes, alternando entre la guitarra flamenca y la profundidad de su instrumento original. Alicia Morales aportó dramatismo y hondura al cante, acompañada por dos músicos consagrados, como Kike Terrón a la percusión y David Sancho en los teclados. Brilló especialmente su adaptación por bulerías de Twenty Small Cigars de Frank Zappa, en la que la formación mostró una notable interacción técnica.

Para seguir con Cuarteto Federal, integrado por cuatro músicos consagrados, Guillem Arnedo, batería, Kike Perdomo, saxos, Javier Galiana, piano y Xacobe Martínez Antelo, contrabajo. Presentó Cuatro Puntos Cardinales, un proyecto de jazz contemporáneo donde convergen lenguajes modernos y raíces locales. Grabado en A Coruña tras una residencia artística. Es un proyecto con fuerza, marcado por una compenetración excepcional entre sus integrantes. Escuchamos composiciones originales del cuarteto como Jota Federal y 4 Puntos Cardinales, Congo Jake. Porto de Mar.

La flautista y compositora Marta Mansilla lidera Eme Eme Project, un quinteto electroacústico que fusiona jazz, soul, R&B y hip-hop con una personalidad única. Con esta formación presentó su nuevo trabajo discográfico, Mutantis Mutandis, un proyecto artesanal y contemporáneo con un hilo conductor que une letras con ritmos urbanos y pinceladas de rock progresivo en una propuesta bien lograda, fresca y bailable. Para dar vida a este proyecto Mansilla se rodea de músicos excepcionales, David Sancho (piano, teclado Nord Stage, sintetizadores), Antonio Tomás Sepúlveda (voz), Jesús Caparrós Caballero (bajo eléctrico) y Rodrigo Ballesteros (batería).

El contrabajista y compositor mallorquín Pere Bujosa lidera el trío junto a Xavi Torres, piano y Joan Terol, batería, en el que exploran la fusión entre la música popular balear y su propia visión contemporánea. Su propuesta, ecléctica y abierta, combina jazz, electrónica y tradición mediterránea, siempre con espacio para la improvisación y la experimentación. El repertorio rescata y reinterpreta obras de compositores vinculados a las islas Baleares, desde figuras poco conocidas hasta nombres como Chopin o Jaume Mas Porcel, aportando una mirada profundamente personal tejiendo ritmos y texturas con una visión fresca del jazz contemporáneo.  Xavi Torres destaca por su capacidad lírica y sensibilidad en el fraseo, mientras  Joan Terol, sólido e intuitivo, aportó curiosidad y apertura.

La muestra de JazzEñe se despidió con el quinteto del guitarrista y compositor chileno Daniel Román Rodríguez, composición, guitarra y voz, Naíma Acuña, batería, César Filiú, saxo tenor, Román Filiú, saxo alto y Álvaro del Valle, bajo, guitarra, electrónica. Su propuesta fusiona poesía, música tradicional chilena y vanguardia, con ritmos suaves, texturas electrónicas sutiles y el sonido del guitarrón y las tarkas. Inspirado en los poemas de Grisalla, el proyecto tiende puentes entre jazz contemporáneo, improvisación y tradición.

Agosto 19, 2024

60º Jazzaldia Festival – Donostia/San Sebastían (2025)

60º Jazzaldia Festival – Donostia/San Sebastían (2025)

60º JAZZALDIA FESTIVAL

Donostia/San Sebastían (2025)

La 60ª edición del Festival de Jazz de San Sebastián, Jazzaldia, ha marcado un hito en la historia cultural de la ciudad, siendo el festival de jazz más antiguo de España, y celebrando seis décadas de dedicación al jazz y compromiso con la música en vivo. En concreto, tuvieron lugar ochenta y ocho conciertos repartidos en doce escenarios como el Kursal, sede del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, los conciertos de la emblemática la Plaza de la Trinidad, el escenario de la playa de Zurriola, Chillida Leku, los conciertos matutinos de la muestra de Jazzeñe (SGAE) en el Teatro Victoria Eugenia y del Museo de San Telmo. Esta edición adquiere, además, un valor simbólico al marcar la despedida de Miguel Martín como director del festival, tras más de veinte años liderando con visión uno de los eventos más importantes del panorama jazzístico.

La multifacética Dee Dee Bridgewater, leyenda del jazz y figura clave del activismo cultural, ha sido galardonada con el Premio Donostia. Bridgewater presenta en la Plaza de la Trinidad We Exist, una propuesta que une expresión, historia, reivindicación femenina y empoderamiento, junto a Carmen Staaf al piano, Rosa Brunello al bajo y Shirazette Tinnin a la batería. También recibe el galardón el influyente baterista británico Bill Bruford, referente en la evolución del jazz y el rock progresivo.

El Premio Donostia-Donostiako reconoce a aquellos artistas cuya música deja una huella duradera en generaciones. En la edición anterior, en 2024, el premio fue para el contrabajista estadounidense William Parker. También recibe el Premio este año, Marc Ribot, guitarrista estadounidense y compositor inquieto ligado al mundo de la experimentación y de la improvisación. Entre otros, ha colaborado con figuras icónicas como Tom Waits, John Zorn y Caetano Veloso. Con un estilo libre, visceral, único e inclasificable, Ribot presentó tres conciertos de rock crudo, punk y free jazz con diferentes formaciones. Comenzó con el cuarteto Hurry Red Telephone en el emblemático escenario al aire libre de la Plaza de la Trinidad, junto a Ava Mendoza (guitarra), Sebastian Steinberg (contrabajo) y Chad Taylor (batería). Para seguir con un concierto solista de carácter intimista y lleno de contrastes en el claustro del Museo de San Telmo. Cerró su participación en el festival en el Teatro Victoria Eugenia junto a su trío de post rock y música experimental, Ceramic Dog. Acompañado por Shahzad Ismaily y Ches Smith, presentó Connection, una explosiva mezcla de punk, funk y energía desbordante.

En el ambiente matinal del museo de San Telmo, Baptiste Trotignon ofreció un concierto a piano solo marcado por un refinamiento expresivo. El pianista francés mostró un exquisito control de las texturas armónicas, utilizando ostinatos como base para construir grooves sólidos y transiciones trabajadas con meticuloso detalle.

Steve Coleman & Five Elements. Steve Coleman inauguró la noche en la plaza de la Trinidad con una introducción que deja claro desde el primer instante su propuesta musical: una exploración vertical armónica con el ritmo como protagonista. Acompañado por Jonathan Finlayson en la trompeta, Rich Brown al bajo y Sean Rickman en la batería. El cuarteto desarrolló un concierto marcado por ostinatos hipnóticos del bajo y una interacción rítmica fascinante. Las profundas y resonantes líneas de bajo de Rich Brown sirvieron de ancla sobre la que Coleman y Finlayson construyeron improvisaciones expansivas. A pesar de la lluvia repentina que dispersó momentáneamente la atención del público, Five Elements supo atraernos de nuevo hacia su órbita sonora, sumergiendonos en un trance musical impulsado por los grooves de Brown y la dinámica rítmica de Rickman.

Para seguir con Kurt Elling, una de las voces más impresionantes del jazz actual, junto a la prestigiosa formación Yellowjackets, con Russell Ferrante al piano y teclados, Bob Mintzer en el saxo tenor y EWI, Dane Alderson al bajo eléctrico y William Kennedy en la batería. Elling no solo actuó como vocalista, sino también como un carismático narrador de historias. Su capacidad expresiva se hizo especialmente patente con su profunda voz y dominio técnico en baladas conmovedoras y en los intensos intercambios rítmicos mediante scat singing con Kennedy. La complicidad entre Elling y Mintzer fue notable. Dane Alderson destacó por sus líneas de bajo elegantes y llenas de musicalidad, mientras que Mintzer y Ferrante aportaron texturas innovadoras y brillantes en el EWI y los teclados, enriqueciendo aún más el homenaje al icónico grupo Weather Report.

La noche del sábado comenzó con la actuación del Brad Mehldau Trio. Acompañado por el contrabajista Felix Moseholm y por Jorge Rossy, baterista habitual en sus formaciones más emblemáticas, Mehldau presentó un concierto donde brilló la estética refinada que lo ha convertido en referencia imprescindible del jazz moderno. La sutileza en la construcción de cada tema, la precisión en las líneas melódicas y el interplay fluido entre los músicos recordaron los momentos más exquisitos de discos clásicos como Introducing Brad Mehldau o la aclamada serie The Art of the Trio I-V. Escuchamos una memorable interpretación del estándar Almost Like Being in Love, pieza que Mehldau había grabado previamente en su álbum de 2018, Seymour Reads the Constitution, y piezas en un tempo swing vibrante. Felix Moseholm aportó solidez rítmica, atención constante al diálogo y lirismo en sus líneas al contrabajo y Jorge Rossy confirmó una vez más por qué su estilo elegante y detallista sigue siendo imprescindible para el enfoque musical de Mehldau.

Para continuar con la actuación protagonizada por tres pesos pesados del jazz contemporáneo: Dave Holland al contrabajo, Chris Potter al saxofón tenor y clarinete bajo y Marcus Gilmore a la batería. Cada miembro del trío destacó por méritos propios, aportando su visión personal y profunda al sonido colectivo. Dave Holland demostró una vez más por qué es considerado uno de los grandes maestros del contrabajo. Sus líneas, repletas de intención y dirección, proporcionaron un acompañamiento robusto, elevándose aún más durante sus solos, que alcanzaron momentos de extraordinaria intensidad. Marcus Gilmore, heredero de una gran tradición rítmica, aportó modernidad y energía, fusionando el dominio técnico con grooves contemporáneos de una manera profunda y fluída. Chris Potter, por su parte, mostró por qué es considerado uno de los saxofonistas más sobresalientes del panorama mundial. Con una técnica impecable, construyó solos con un desarrollo temático y motívico excepcional, explorando cada motivo musical hasta agotarlo completamente, logrando así una gran coherencia narrativa.

Otro de los acontecimientos destacados del festival fue la reapertura del Altxerri, el club de jazz que acoge y da vida a los proyectos de los creativos músicos vinculados a Musikene.

En el Museo de San Telmo, el cuarteto del cornetista y compositor Kirk Knuffke, con cerca de veinte discos como líder, desplegó un jazz abierto, lleno de nuevas formas, contrastes, y giros inesperados. Con Bill Goodwin a la batería, Stomu Takeishi al bajo y Bob Stewart a la tuba, ofrecieron una propuesta libre y vibrante, registrada en parte en el sello Clean Feed.

También asistimos al concierto del pianista de Nueva Orleans Sullivan Fortner, habitual colaborador de Cécile McLorin Salvant. Como cierre del Kursal, el trío clásico presentó un homenaje a Oscar Peterson Centennial Concert. John Clayton al contrabajo y Jeff Hamilton a la batería ofrecieron un sonido equilibrado, íntimo, elegante y refinado. El evento abrió con una delicada versión de Satin Doll, interpretada con suavidad y mucho swing. El blues marcó el pulso del set, con momentos destacados como una emotiva interpretación de Hymn to Freedom y el clásico All of Me, tradición jazzística en estado puro.

Roberto Nieva 4tet – AIEnRutaJazz 2025

Roberto Nieva 4tet – AIEnRutaJazz 2025

ROBERTO NIEVA QUARTET

AIEnRutaJazz 2025

17

Julio, 2025

Por: Ricky Lavado

Fotos: Marisa Casalengua

Roberto Nieva. Artista dentro del ciclo AIEnRuta Jazz 2025. Organizado por la AIE (Sociedad de Artistas Intérpretres o Ejecutantes de España) 

Roberto Nieva, reconocido saxofonista alto y compositor español, nos ha brindado un excelente concierto junto a su cuarteto galáctico compuesto de musicazos tales como Xan Campos al piano, Naíma Acuña a la batería y el jóven —que todo lo toca— Camil Arcarazo al contrabajo. Un cuarteto que reúne talento por doquier, venido de todas las partes de la península —con cierta predominancia de sabor gallego, todo sea dicho—. Desde In&OutJazz hemos tenido el privilegio de presenciar el arte de este cuarteto tan prometedor. La casa que nos acogía en esta ocasión, Universijazz de la Universidad de Alcalá ha estado a la altura de semejante banda y nos ha abierto las puertas en una velada maravillosa.

 

Tendiendo puentes entre lo viejo y lo nuevo, transitando el hilo conductor que une lo clásico y lo contemporáneo en el universo actual del jazz, brilla por derecho propio desde hace bastantes años ya el saxofonista y compositor Roberto Nieva, natural de Ávila y uno de los nombres patrios con mayor proyección internacional en los tiempos presentes.

Alumno del Conservatorio Profesional de Música de Ávila, Nieva se trasladó posteriormente a San Sebastián para completar sus estudios en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene. Su interés continuo por ampliar su formación académica le llevó a cursar el Máster en Investigación Musical en la Universidad Internacional de Valencia, y a recibir clases magistrales de nombres consagrados como Branford Marsalis, Loren Stillman, Roman Filiu, Bob Mintzer o Immanuel Wilkins.

El carácter y personalidad de Roberto Nieva como excepcional instrumentista, así como su impulso compositor, que le permite moverse con soltura por todo tipo de tesituras con una base de bebop académico y un empuje contemporáneo fresco y renovador, le llevaron a la publicación, en 2019, de su primer álbum Process de mano del prestigioso sello Fresh Sound Records. Para su primera aventura discográfica como líder Nieva se rodeó de una banda de lujo: el trompetista cubano Jorge Vistel, el pianista norteamericano Richard Sears, el contrabajista cubano Reiner Elizalde “Negrón” y el batería francés Guilhem Flouzat.

A lo largo de su carrera, Roberto Nieva ha trabajado y compartido escenario con Kirk MacDonald, Josh Ginsburg, Perico Sambeat, Martin Nevin, Marta Sánchez, Javier Colina, Alain Pérez o Silvia Pérez Cruz, y es habitual en la escena musical de Madrid, donde ha trabajado con músicos como Bob Sands, Bobby Martínez, Miguel Blanco, Juanma Barroso, Luis Guerra, Ap Big Band, CMQ Big Band o La Resistencia Jazz Ensemble.

Julio 17, 2025

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo V

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo V

48º FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE GETXO V

08

Julio, 2025

6 julio 2025, Muxikebarri

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Pedro Urresti

L.A.B. TRIO / DAVE DOUGLAS QUARTET

Fresca todavía en la memoria la edición del Festival de 2024, el cierre del Getxo Jazz prometía ofrecer una velada de muchos octanos. Si el trío de Bill Frisell obró maravillas con aquel colofón pleno de asombros, no parecía que fuera a ser menos la propuesta del cuarteto de Dave Douglas, un intrépido en cualquier distancia, un músico abierto a la sorpresa y a seguir creciendo en cualquier contexto. A menudo, esos contextos los propicia la propia voluntad del trompetista de Montclair (Nueva Jersey, 1963), que mantiene con alimento suficiente su ingobernable capacidad para la investigación, la experimentación y el disfrute, barajados en cualquier orden, como se guste.

Con los ecos formidables de la Plaza de la Estación de Algorta, donde se pudo disfrutar del proyecto “Voices for The Duke”, un homenaje a Duke Ellington y Billy Strayhorn, dos grandes del jazz clásico que no dejarán de infundir pasión en las nuevas generaciones de artistas, como clásicos que son. Les dio vida un trío de cantantes de primer nivel integrado por Itxaso González, Nerea Arrieta y Carla Sevilla, junto con el pianista Marcos Salcines, haciendo entre todos que el swing se enseñoreara a escasos metros del Muxikebarri.

Con la alegría de haber conseguido el galardón del Concurso de Grupos, los miembros de L.A.B. Trio volvieron a hacer de las suyas, apuntando alto en la ambición y obligando a recordar al público las justas razones por las que han conquistado el premio de esta edición: frescura, electricidad medida, dosis inapelables de buen groove y un entendimiento soberbio entre sus componentes, preparando la pista para la esperada actuación del nuevo cuarteto de Dave Douglas.

Todos recordamos que la razón de ser del primer cuarteto de Dave Douglas, con él a la trompeta, Chris Potter al saxo tenor, James Genus al contrabajo y Ben Perowsky a la batería, trató en sus inicios de explorar el repertorio contemporáneo del jazz sobre la base de las composiciones de músicos como Steve Coleman, Henry Threadgill, Bill Frisell o Don Byron, pero pronto notaron que en la dificultad de congeniar todos aquellos elementos dispares iba a surgir la necesidad de componer material totalmente original, a fin de dar voz a la creatividad que emanaba del grupo. Para ello, Douglas renovó el repertorio con piezas propias y la banda terminó por convertirse en una de las más creativas e impredecibles del trompetista, mostrando una gran flexibilidad estilística y un enorme potencial para la improvisación, como astestiguan las grabaciones de Magic Triangle (1997) y Leap of Faith (1998), ambos firmados para el sello Arabesque. Aquello fue la muestra de que el líder y sus acompañantes llevaban en su código musical la capacidad para fusionar innovación y tradición, haciendo de la creación espontánea un espacio único en el mundo del jazz, y hasta hoy desde los tiempos del Masada de John Zorn. La presentación del grupo no iba desencaminada: “su música, que oscila entre la composición meticulosa y la improvisación espontánea, refleja una profunda comprensión del legado del jazz y una visión de futuro. El Cuarteto Douglas, con su íntima interacción musical, ofrece una experiencia auditiva a la vez personal y expansiva, que muestra la versatilidad y la profundidad emocional del jazz.” Para la ocasión, había montado un grupo del que dará fe la grabación que iban a realizar al día siguiente, aprovechando las bonanzas sonoras del entorno acústico del Auditorio Muxikebarri. Con Dave Douglas a los mandos, le acompañaban el elegante Nick Dunston al contrabajo, el fogoso y enciclopédico Joey Baron a la batería y la sorprendente y aguerrida Marta Warelis al piano. No olviden este nombre, que promete muchas alegrías, algunas ya las dejó entrever con su actuación, meticulosa, febril y en plenitud imaginativa. Fogueada en mil y una propuestas donde el free campa por sus respetos, Warelis lanzó un ancla que fondeó en el escenario para satisfacción de todos. La intro del bis así lo atestiguaba, un canto final al que se unió la sordina de Dave Douglas para tratar de hacerse escuchar en estos tiempos convulsos. A más sutilezas, más atención. El asunto era celebrar la humanidad en época inhumana, plagado el mundo de conflictos y desencuentros con la esencia de lo que somos. Y es que, es verdad, somos violentos, pero también somos relato, y mucho más que todo ello, cultura, progreso, deseo y vivacidad. La violencia y la ambición desmedida se nos supone, como el valor en el campo de batalla; pero en ese ser algo más cifra sus esperanzas la música del Dave Douglas Quartet.

Lo que hace de Douglas un trompetista tan versátil es su capacidad para conectar con nuevos músicos y nuevas audiencias. Conoce la fuerza que emana de la juventud y ha decidido apropiarse de esa energía para su nuevo proyecto a cuarteto, tal y como Miles Davis hiciera con su segundo gran cuarteto en los sesenta. La expansión armónica de su nuevo modalismo se enlaza con los aires renovados del equipo, logrando momentos de improvisación libre con meditaciones trabadas desde la escritura en pentagrama. La agilidad, elocuencia y dinamismo de Warelis —casi siempre desde la mitad alta del piano, como si le bastasen las cuarenta y cuatro teclas de la derecha para contar lo que precisa— se corresponde con la pericia de Dunston manteniendo la pulsión —a veces alcanzando pasajes narcotizantes— y estructurando las piezas; mientras, Joey Baron a lo suyo, que no es otra cosa que aprehender el espíritu de las composiciones y ofrecerles una lectura entre íntima y fiera, según requiera la ocasión, sin olvidar los maravillosos medios tiempos en los que nos cuenta verdaderamente con quién nos las tenemos. Nunca falla. Lo suyo sigue siendo trasvasar cualquier frontera genérica, lo mismo que su líder, sin inmutarse. Y lo mismo toca sin baquetas que aporreándolas como loco a las puertas de un castillo.

Curioso resulta, después de tantos años, reconocer ciertas debilidades de la edad en Douglas. Siempre compuso su figura con gestos que delataban su sensibilidad, pero en esta ocasión pudo apreciarse que lo que delataba su silueta era que los años no pasan en balde. Se nota en cómo baja el eje de gravedad del cuerpo y el contorno de sus piernas dibuja un arco de ciento sesenta grados desde la cadera a sus pies. Inevitable. Lo bueno, que lo que surge de su trompeta permanece intacto, si acaso más afinado y con la sabiduría acumulada de los años de ruta y magisterio compartido. La edad también se hace notar en el calzado, y uno ya no sabe si las zapatillas deportivas son moda o el recurso estético que enmascara la edad de los metatarsos. Sea como fuere, el asunto no trabaja en detrimento de las músicas que ofrecen, sino que es apunte nostálgico por la época en la que lo cool era más que una actitud de vestimenta y apuntaba a reivindicaciones sociopolíticas evidentes (olviden echarle la culpa al hippismo, la cosa tiene muchas aristas…).

Los cierres de tema los iba marcando Douglas, y el cuarteto se mostraba maduro para encarar la grabación al día siguiente de las composiciones que presentaron en el mismo escenario que acogería a los músicos y a los ingenieros de sonido (habrá que seguirle los pasos al resultado, que seguramente verá la luz en Greenleaf Music, la discográfica que Douglas montara en honor a su padre Damon Greenleaf Douglas allá por 2005). LA cúspide del concierto llegó con la séptima de las composiciones, una suerte de réquiem rebosante de emoción, delicadeza y sentimiento. No hubieron ni fotos ni apenas aplausos de rigor. Por estos lares, a eso se le llama torear. De haber sido torero de verdad, Douglas habría salido con dos orejas y el rabo por la puerta grande del ruedo-auditorio. Así de brava fue la actuación. Ahora queda esperar los frutos del todo ello en el consiguiente disco, con la marca de Getxo ya indeleble en su génesis.

Julio 08, 2025

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