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Pier Bruera Entrevista – Traces

Pier Bruera Entrevista – Traces

PIER BRUERA ENTREVISTA

TRACES

29

Julio, 2025

Texto y entrevista : José Cabello

Fotos B&N: Carmen Regueiro 

Fotos a color: Daniel García y Violeta Savior

 

Os dejamos con la entrevista a Pier Bruera. Compositor, músico y baterista reconocido, afincado en Madrid pero con mucho movimiento debido a la cantidad de proyectos en los que está involucrado. Su trayectoria destacada ha alcanzado una cota muy alta con la reciente publicación de su primer disco, Traces. En él aparecen como protagonistas Román Filiu y Juanma Trujillo, completando así un trío inusual y del todo interesante.

Respecto de la música, las composiciones, los conceptos e ideas que se respiran y muchas más cosas, os dejamos que leáis directamente al maestro Bruera. ¡Disfrutad mucho! Y, como siempre, ¡tenéis el podcast completo disponible!

AQUÍ DEBAJO TENÉIS EL PODCAST

In&OutJazz: Pier Bruera, ¡qué alegría! Nos has acogido, no solo en tu agenda, sino en tu modo chef. Nos has preparado aquí una comida de puta madre, de verdad, muchas gracias.

Pier Bruera: Unas milanesitas, me alegro de que te gusten.

Como revista estamos contentísimos de poder charlar contigo ahora mismo y digamos que el objeto de la entrevista es conocer bien los entresijos de tu último trabajo publicado. Personalmente te puedo decir que para mí es el mayor de los placeres siempre que te veo y hoy no es menos, o sea que muchas gracias.

¡Qué maravilla, gracias a ti!

Pondremos en la publicación tus redes para que la gente que no haya podido chequearte aún lo pueda hacer. Tío ¿cómo vas? ¿Qué tal? ¿Qué onda? ¿En qué andas ahora mismo? Muchas cosas, ¿no? Acabas de parir prácticamente un hijo, ahora vamos a eso con más detalle, pero así de primeras ¿tú cómo estás anímicamente? ¿Mucho lío, poco lío? ¿Cómo vas?

Pues bien, estoy ahora en una etapa de cambios. Me acabo de mudar a una casita más cerca del río, más tranquila. Llevaba seis años viviendo en el centro, en Plaza de España, en el epicentro y eso ha sido muy increíble, en cuanto que ha supuesto mucho aprendizaje y compartir con mucha gente muy increíble. Pero también, ya venía sintiendo demasiado la energía del centro y me estaba desgastando el no poder desconectar. En este sentido ahora estoy contento y bien.

¡Qué guapo, tío! Yo creo que ese es el corazón de tu personalidad, más allá de ser un batería genial.

Sí, me parece importante. Yo trato de estar bien anímicamente con las cosas que me rodean e intento que todo sea fluido y tenga sentido y que también esto englobe la profesión de la música, sin separarlo.

Y ¿ves que este cambio ha repercutido en una mayor salud para con la música? ¿Ves frutos en tu relación con la música gracias a este cambio de aires?

Sí, 100%. Es algo que siempre va a ser así. Hay etapas mejores y peores pero se trata de ir aprendiendo e ir mejorando en cómo te relacionas con la vida en general y con el resto de personas…, con todo.

Traces, tu último trabajo publicado que ha salido en múltiples formatos. Estoy enamorado de tu casetito, ahora si quieres lo comentas. ¿Por qué Traces? ¿Cuál es la idea detrás de ese título que le has brindado? Se trata de una música que es una apuesta total,  claramente fresca, improvisada con brotes de muchas músicas juntas a la vez. ¿Por qué Traces? ¿Por qué la llamas así? ¿Qué te ha evocado esta palabra?

En realidad, viene de algo incompleto, sería como trazos o huellas. Algo incompleto en el buen sentido, por ser algo orgánico. Esto hace referencia a lo que a mí más me interesa que es el proceso de las cosas y no el fin último o el resultado en sí. Supongo que hay muchas maneras de ver las cosas, yo soy un amante del proceso, de la investigación, de nutrirme de las cosas, de aprender, de conocer cosas nuevas y poder expresarme por medio de ellas…etc. Además, este carácter incompleto refleja lo que es el disco, porque considero que es un comienzo de algo, pero no es como una obra definitiva y es el principio de algo que me gustaría que pudiera tener su desarrollo y pueda tomar diferentes formas. Una de las cosas que más me interesan en la música son las que exploran el factor humano, lo que no se puede “cuantizar”. No es que no esté interesado en lo contrario. También me encantan las cosas súper definidas, la búsqueda de la exactitud y como baterista me encanta la sensación del tempo metronómico… en medio de todo esto está el concepto del disco.

Pues para ser un proyecto incipiente se trata de un plato fuerte porque has congregado a una bandaza. Tres musicazos cada cual más impresionante. ¿Cómo ha sido la relación con el trío y con cada uno de ellos? ¿Qué es lo que más valoras de cada uno de tus músicos?

Sí, para mí estos dos músicos que graban en el disco que son Juanma Trujillo a la guitarra eléctrica y Román Filiu al saxo alto son dos personas que admiro profundamente en muchos aspectos. Primero, en cómo están en la vida y cómo se relacionan y cómo transitan la vida. Son un ejemplo de gente que busca la belleza en sus días, en sus relaciones, en su forma de ver la vida y esto lo traducen a la música. Para mí es increíble poder contar con ellos porque son gente que tienen muy desarrollada esta parte que, como digo, se traduce en lo musical. Son dos grandes maestros, cada uno con una carrera más impresionante, que han vivido muchísimas cosas y experiencias… Y para mí es una suerte que ellos hayan querido implicarse en esto, no siendo un proyecto que les fuera a reportar un dineral o lo que sea. Es increíble que ellos aceptaran el formar parte de esto y se hayan unido cuando no había tampoco muchos medios. Porque el disco lo grabamos después de hacer tres conciertos en días consecutivos y después la grabación. Los conciertos fueron en clubes y no había muchísimo presupuesto, pero ellos dos se prendieron, consideraron que la propuesta era interesante y para mí también fue una maravilla total que ellos aceptaran. Sobre todo por eso, no solo por lo musical, sino por poder compartir con ellos la convivencia. Es decir, el poder comer juntos, viajar juntos y todo lo que esto significa, hablando y generando una cosa personal a la vez que musical. Yo, en los viajes iba con el bloc de notas del móvil apuntándome todos los discos que iban mencionando Juanma y Román que no conocía. Considero que tengo mucho que aprender y para mí es absolutamente increíble poder tener esta oportunidad.

¡Qué bonito que seas líder de un álbum, un proyecto así de arriesgado! ¡Y que a la vez conjugue eso mismo con una humildad enorme y con un deseo de aprender que te honra mucho y creo que es preciso que todos admiremos de ti y deseemos en nosotros mismos y en nuestros queridos alrededor! Porque querer aprender siempre es uno de los ingredientes para una vida chula y molona que no puede faltar. A nivel musical es precioso que la música venga nutrida e informada por toda esta convivencia y tal. A nivel más técnico, ¿cómo se ha compuesto? ¿Qué había compuesto? ¿Qué no? ¿Qué ideas? ¿Qué conceptos se lanzaban? Tú, ¿qué tenías en la cabeza? ¿En qué habías trabajado antes? ¿Cómo ha sido? O, ¿solo ha sido fruto de un encuentro repentino y fresco?

Llevo mucho escuchando y estudiando… sobre todo me rompió la cabeza el trío de Paul Motian con Bill Frisell y Joe Lovano. Esa sonoridad me encantó y el approach hacia la música, la forma de interpretar los temas, algo más abierta, con un espacio diferente. Al menos, diferente respecto de cuando hay un bajo que ancla un poco más. Ese trío es referencia para mí, igual que otros tríos sin bajo como el de Nicholas Payton, Tiny Bell o el trío berlinés Der Rote Bereich, respecto a esta sonoridad, aunque también, por supuesto hay muchas músicas que me han influenciado aparte del jazz como la música argentina de mi infancia, el folklore, la música de brasil, Hermeto, Gismonti, el rock… Todas estas cosas me inspiraron para juntar a estos dos músicos con los que yo había compartido en diferentes ocasiones y por separado, pero nunca habíamos tocado los tres juntos. Conocí a Juanma por un viaje que hice a Nueva York por un tiempo y ahí coincidí con el bajista, Kenneth Jiménez, un amigazo y súper músico que también admiro, y él me habló de Juanma. Después Kenneth se vino a Madrid por un tiempo e hicimos unos conciertos a trío. Y con Román, pues en realidad no recuerdo muy bien cómo fue que nos encontramos o que empezamos a tocar… Sí que recuerdo la sensación de cuando lo escuché tocando por primera vez que fue algo muy fuerte, muy potente y profundo. Y ya cuando le conocí personalmente, también me pareció que era un tipo súper interesante, con muchas cosas que decir y que aportar y con mucho amor y compromiso hacia la música. Por ahí fue fácil conectar con él porque yo también amaba la música, la misma manera de hacer las cosas y así surgió también la amistad, una relación de compromiso a ese nivel.  Entonces también empezamos a tocar juntos. Al tiempo después de colaborar en varios proyectos musicales, Román me llamó para hacer una pequeña gira con el contrabajista Martin Nevin, que también vino de Nueva York y estuvimos tocando. Para mí fue muy importante que Román contara conmigo para esto y que confiara en mi trabajo. Después de aquello seguimos tocando y también le pedí unas clases de composición, porque bueno me interesaba mucho su visión y yo llevaba mucho tiempo pensando en sacar algo a mi nombre, algo mío, una expresión mía digamos. Me iba rondando la idea de hacer un trío sin bajo, porque me encanta ese contexto y me parece muy interesante. Personalmente me da mucho más libertad para tocar y siento que, a pesar de que también me encanta tocar con bajo, con esta formación se pueden generar otras cosas muy interesantes. Entonces, con la excusa de estos tres bolos que saqué, me puse fecha límite para tener un cierto material compuesto. Y creo que realmente funcionó, porque ellos dos, a nivel musical, se entendieron muy bien y  fue todo muy fácil. Incluso la grabación en el estudio fue como la seda. Todos los temas fueron grabados a una toma o dos a lo sumo. El ambiente fue muy positivo. Casi siempre me pasa que soy muy autocrítico con mi con mi forma de tocar y en esta ocasión me parecía que todo estaba siendo tan orgánico…, desde el primer concierto hasta el hecho de que antes de la grabación fuimos a comer y nos echamos unas risas ahí comiendo los tres. Cuando se genera eso uno es libre, no está encorsetado y casi que es difícil que las cosas salgan mal.

¡Qué bonito, tío!

Porque cuando esto pasa, el respeto y la comunicación están ahí, se entiende todo, se puede dialogar libremente…, es que claro en la música, pues todo esto se refleja directamente.

Tal cual. No es que salga bien o mal, de repente te has liberado de esas categorías. Se escala hacia otra dimensión donde la cuestión es que salga algo verdadero o no, que estemos de manera verdadera entre nosotros o no.

También es cierto que te cuento esto ahora como súper bonito y tal, para mí también fue una presión bastante importante. Verme liderando una banda con estos dos músicos que tienen unas carreras tan inmensas y han tocado y grabado con un montón de gente que yo admiro también. Y el hecho de estar yo de último responsable y que tuviera que dar las directrices del proyecto era algo muy bonito, pero también me ponía mucha presión, muchas ganas de hacerlo bien y muchas ganas también de no limitar las cosas. Lo único que no quiero que pase con mis composiciones o con mi manera de tocar es limitar su expresión artística. Esto fue bastante clave para hacer el disco y lo tuve bastante en cuenta a la hora de interpretar o de sentir la música. Claro que me expresaba y decía lo que tenía que decir, porque considero que una expresión artística tiene que ser algo fuerte, algo decidido y sólido y consistente para que tenga sentido. Tenía que hacer esto pero a la vez sabía que no tenía que limitar el discurso de los demás.

Esto es muy bonito, porque querías generar el espacio en el que el ser de los otros dos se pudiera expresar con total libertad y sin restricciones.

Justo. Porque de esa manera yo sabía que saldría algo natural y orgánico y algo verdadero sí o sí, y de hecho se dio. Yo hice unas composiciones en principio bastante sencillas entre comillas: hay una melodía rubato que es la que abre el disco; está la canción que da nombre al disco está compuesta a partir de dos células que se van desarrollando y hay otra idea corta “Vamp” que sirve de material para desarrollar una improvisación libre; en algunos momentos del disco hay tempo, en otros no… La idea era plantear cosas sencillas y que sirvieran como catapulta para otras cosas que pudieran surgir en el momento de tocar. De hecho en cada concierto salieron cosas nuevas. Esta apertura generaba que de repente una vez algo puede ser súper activo y denso y con muchas ideas y volumen y no sé cuánto y otro día esta misma cosa podía tener un carácter totalmente distinto o incluso opuesto… La misma idea llevada a sitios diferentes. Los tres conciertos sirvieron para poner a prueba el material y ver a dónde podían llegar estas ideas. Probamos cosas y en el estudio salieron otras cosas también.

Además de mis composiciones, hay un tema del pianista Andrew Hill, “No Doubt”, una canción de Félix Luna, “Dorotea la Cautiva” que yo había escuchado por Mercedes Sosa, un tema de Juanma Trujillo, “Circulate” y un interludio totalmente improvisado.

Es increíble que se dé regla que tú estás buscando que es la de la libertad sin perder la consistencia y que todas las veces que os habéis reunido la onda haya cobrado nueva vida. Esto es una pasada, porque no sería la primera vez que uno se encuentre estancado y haciendo lo mismo que el día anterior. Sin embargo, que esto se haya dado, creo que es lo que le da también un vigor interesante a tu proyecto y a tu trabajo. ¿Qué claves, qué indicaciones, qué tips, qué consejos le darías al espectador, al que escucha tu disco, para escucharlo con predisposición? Conociéndote dirás “que lo escuché como le salga de…”

Jajajajaja, si la hay es esa, justo, que lo escuche como le dé la gana. Creo que es bueno escucharlo siempre sin prejuicios. Es una música que no pretende ser súper comercial o súper definida. A todo aquel que lo escuche le invito a que sea en un momento en el que pueda liberarse un poco de algunas etiquetas estilísticas. Al final en la música ya está todo inventado pero por eso pediría el esfuerzo de no tener muchas pretensiones y de predisponerse a una cierta apertura. Porque en el disco hay cosas con tempo, pero también en cosas rubato, hay cosas con armonía más funcional pero hay cosas también más abstractas o que tienen más que ver con lo textural o lo tímbrico…etc. Se trata de jugar con esos elementos y que cada uno pueda interpretar como desee, como cuando uno contempla un cuadro, cada uno se fija y le genera una cosa…

Lo que más se exige es una cierta atención y una predisposición a la contemplación, cada uno en su grado.

Es un disco relativamente corto, que dura un poco más de media hora y una recomendación podría ser escucharlo de arriba abajo porque también la curva del disco está pensada así. Probablemente si lo escuchas más veces, te generará otras cosas.

Invitamos a la gente que así lo haga para no perderse el jugo, esto es como si te parto una comida y un menú increíble, te doy primero el entrante tres horas después te doy el primer plato y te acabo matando. Esto hay que tomárselo todo de una tacada, pero que seguramente nos invite a la contemplación, que no va a ser así una gula, tío, ¡qué bonito, qué bonito! Por último, ¿dónde podemos escuchar esto? Porque sabemos que tienes incluso diferentes formatos en los que ha salido el disco.

Sí, al principio salió en bandcamp, salió en formato cassette, que era algo que yo quería para darle un formato físico y me hizo mucha ilusión que lo diseñara la gran fotógrafa, Carmen Regueiro, que hizo un trabajo increíble. Entonces, en el bandcamp se puede escuchar y apoyar el proyecto comprando el cassette o la música en digital pero también se puede encontrar en todas las plataformas spotify, tidal, apple music…etc.

Que la gente no pierda la oportunidad de, aunque lo escuche la primera vez en cualquier plataforma de estas, de poder adquirir el cassette, que es precioso, de verdad yo lo tengo, lo he visto y me parece una obra de arte. Es una manera de contemplar algo en tus manos, sin querer poseerlo del todo porque de hecho es una música para no ser poseída, porque cada vez se expresa de una manera diferente. Adquirir el casette, no como acto consumista sino más bien como recordatorio de que eso está ahí y que es algo grande y siempre tener un símbolo físico delante nos ayuda a entrar en contacto con esa realidad.

Sí, sí, sí.

Oye, mil gracias por todo, por acogernos, por el hueco en la agenda, por estas milanesas. No solo haces música sino también buena comida que es fundamental para hacer buena música.

Muchas gracias a ti, José, la verdad.

A gozar, tío te deseamos lo mejor, ya lo sabes.

Muchas gracias por la entrevista, por todo, por venirte hasta aquí. Es un placer enorme.

Grande Pier, tío, grandioso.

Julio 29, 2025

Aaron Parks Interview

Aaron Parks Interview

AARON PARKS INTERVIEW

28

Julio, 2025

Interview and Photographs: Daniel Glückmann

Interview with Aaron Parks, American jazz pianist and composer.

Making music is for me like making origami in a house that’s on fire”

It’s 5 p.m. and the sun is beating down on Madrid. Inside the Sala Villanos, where the meeting with Aaron Parks will take place before the sound check for his concert, the air conditioning is comforting, and the musician (Seattle, WA; 42 years old) shows up to meet the journalist with a smile and an idea: “Shall we have a coffee outside?” “Glop, yes, of course,” I said, and we venture through the streets in search of a place that best suits Parks’s particular taste for the beverage. Luckily, specialty coffee shops abound in the city, and just two blocks away, we find one with a deliciously cool air where we can begin our conversation, initially centred on heat and coffee. The best will come after crossing those blocks again, in the cool of Sala Villanos.

 

The pianist, with a career spanning 15 albums as a leader and countless collaborations, performed in Madrid alongside his inseparable guitarist Greg Tuohey, electric bassist Morgan Guerin and drummer Jongkuk Kim, presenting songs with his band “Little Big”, the flagship of his recent creations with which he has already released 3 albums, the latest, once again, with legendary Blue Note Records label, after having been with others for several years.

In&OutJazz:  You were born in Seattle, then lived in New York and have recently settled with your family in Lisbon. How is the change going?

Aaron Parks: No matter where you go on this planet, there’s always going to be uncertainty because we’re living in an uncertain kind of time on the planet as a whole. But it was once I moved out of the United States that I realized how much anxiety I always had living in America and not only since this sort of most recent round of authoritarianism has begun, but just in general. Being out of the culture of fear, the most noticeable thing, is the feeling of, oh, I can actually breathe. I didn’t realize how much I was holding.

My wife, who is from Colombia, and she moved from Colombia to Paris, and then from Paris to Italy, and then to the United States, welcomes me to her world as I’ve never been an immigrant before.

And what about the music? There is a strong local jazz culture and with fado, together with other African influences, Portugal has its own jazz somehow.

For sure. That was one of the things that I was drawn to when I firstly visited the city in 2022. When I got there, I felt the energy of the city. I went to some of the jam sessions, and I was really struck by the dedication of the musicians, not with a flamboyant performative style, not saying hey, look at me, I’m the jazz, I’m doing it right, I’m the jazz star. Just doing it with a lot of dedication and love for the music when they’re playing standards and calling tunes.

Foreign musicians living in Spain are always impressed by the strength of local music like flamenco. What impact is Portuguese music having on you?

There’s a certain type of melancholy that I find in fado but also with the city and the people that is within me as well. There’s a sense of closeness to sadness as well they call it “saudade”, something which was already very important to me in music. I feel some sense of kinship there.

Aaron Parks has vivid eyes that scan his surroundings in search of the best way to express his ideas, which always flow heartfelt and sincere. It’s clear he enjoys talking and letting his feelings out. Recently, he also began publishing them in writing on a blog called “Always Beginning” (https://aparksmusic.substack.com/), a special space to discover Parks’s more philosophical side.

One of his posts is about the origin of his band’s name, “Little Big,” which takes its name from a book he found himself strongly inspired by, written by John Crowley, also called “Little, Big,” in this case with a comma in the middle. “The further in you go, the bigger it gets” became a kind of profound principle he shares with the writer, and which also reflects his path in music and life. In his post, he elaborates on this link, which he had barely spoken about before, “not because it’s secret, just because I’ve never quite known how to articulate the connection.”

Little big is concentrating lot of your production in the last years. Tell us a bit about the connection you have with the band, now you are in the middle of a new tour?

Basically, there is no Little Big without Greg Tuohey, the guitar player in the band. Greg is my co-pilot. It struck me one day that it almost feels like we’re cosmically predestined. He’s my other half in some kind of way. That’s grown over 11 or 12 years now.

The electric bass for this particular tour is Morgan Guerin, an incredible musician. It’s his first-time touring with the band. He’s also an incredible drummer a saxophone player and a keyboard player. He’s one of those kinds of guys who plays everything. I played with Morgan quite a bit in the band of Terry Lynn Carrington.

And then the drummer, who joined the band on our most recent album, is Jongkuk Kim. He is from South Korea and plays tons of gigs with all sorts of people, very adaptable within the New York scene. And at the same time, he also is a kind of… “secret sauce” as he also played on a bunch of the K-pop records. He has the ability to understand how to really make a song come together, like that sort of pop music aesthetic. And it’s important for all of us, for me, for Greg and for Morgan. All of us, we deeply love all types of different music.

These guys are just really, really wildly imaginative, creative musicians, very focused and producer oriented as well.

I’ve been always very curious about the dynamics that take place during a tour, both inter-personally and musically. What is your experience?

Yes, there’s no substitute for a bunch of gigs in a row and every tour is different. To sort of help a band start to understand things about themselves.

And so, some of the things happen in the music. Others happen just as much sort of in interpersonal things. I noticed that most tours you get little inside jokes that somehow start somewhere in the beginning of the tour and find their way, keep on going as the tour progresses helping us stay sane during the crazy travels. Nevertheless, most of the time it’s okay. I mean, it is a gig every day, basically.

¿Is the music the same after 20 concerts?

Of course not. And it’s not as simple as that one side is better than the other. There is something very exciting about the first few gigs of a tour and something really interesting often happening about the very last ones as well, because it’s been cooking for the longest. But every tour has its own thing. There are moments where there’s a wave that things start to make the most sense and others where we feel like we start to repeat ourselves or beat our head against the wall or we’re just always doing the same shit.

¿How do you handle those moments?

I record almost every show and I listen back. With greater experience, I neither am beating myself up, like, “oh, I’m playing like shit”, nor am I like, “yeah, that was great, I’m the man”. I’m doing neither of those things but trying just to be objective, like looking at, okay, how did that go? What were the things that pulled me out of the listening experience? Where did I notice that as a listener that I’m like, oh man, that was really feeling good, but then my comping got to be a little bit too rambunctious or maybe the piano solo felt like it had an energy of striving, like trying to make something happen rather than letting something happen? You watch the tape. Just to fix a few things. See what it actually sounds like.

If you’re tying your whole sense of identity to the music, overall, it can be therapeutic but depending how you take it could also be torturous.

Following with your live experiences, you are one of the “in rotation” artists of the Village Vanguard, the legendary New York’s jazz club, where you performed already for four whole weeks. Is it the same for you playing at the Vanguard than in any other club?

No, it’s not the same, of course. No, there’s nowhere like the Vanguard. It’s my favourite place to play music. And the way I put it is that it feels like there’s ghosts there, but they’re rooting for you. The ghosts, they want you to succeed as long as you’re showing up with the right intention. As long as you’re showing up and you’re after the music rather than glory, then they will help.

One day after the other?

One day after the other. Every time I play a full week at the Vanguard, I come out of there a different musician than I started the week with. Every single time I go through that experience, it’s a transmutation, a transmogrification.

You have recorded quite a big number of albums as a leader. But you also participate in a lot of collaborations. How those two different facets play with you musically but also personally?

All of it’s really important. And what I’ve learned from being a side person or a collaborator is integral to how I want to lead a band as well. It’s very important to know what it’s like to be a band member. It also helps me because being a band leader is ultimately also about being a band member in your own band and knowing how to serve the music itself.

What are the things that feel important as a side man that make you feel valued and seen? And that I wish that I experienced. Or sometimes knowing about the things I didn’t love that much. All those are things that I learn and can take away for my own projects.

But then musically, I’ve gotten to a point where I don’t particularly make a distinction between the projects that I’m a side man in and a project that I’m the leader of.

Maybe the difference could be that you are not the composer of the music…

That’s a huge difference, of course. But I guess the thing that’s surprisingly similar is that with my music or somebody else’s music, I’m doing the same job, which is trying to understand what the music is. Just because I wrote the song doesn’t mean that I fully understand what it is yet. I wrote the song and then it’s like, OK, well, here’s this thing. How can I bring it to life? You can sort of do radically different ways of imagining it. One of the things that “Little Big” is about, is subtle reimagining, where we’re actually sticking to the idea, but we’re always changing small little things.

Are you a kind of leader who defines one hundred per cent how the music has to sound or are you giving more freedom?

Yes, and yes. Both. It depends on the song as well, but there are many songs that have very, very clear ideas. What my approach has been, is let’s try my idea. And often we’ll just play it first. And then, what do we think? Have you got any other ideas?

Recently, there’s a new song that I wrote for the band, but I’ve never found the right way to do it. We practiced it a few days ago and Greg told me this morning that he woke up from a dream. And that he woke up and he had this song in his head that he was like “what a beautiful song”. It took him a while and he realized that it was my song. But it was a totally different rhythmic context. He was imagining a totally different way of approaching the song than I had conceived of it. That was this morning, and we haven’t had a chance to explore what “Revolve” actually might sound like yet.

And what about the other musicians of your bands? Do they always like this type of leadership?

I normally call musicians who don’t mind getting specific direction. There are some people who are open to that but there are some people who don’t like that. In some of my other projects, like my next album that’ll be coming out which is an acoustic quartet album, that’s a project where I say much less, hardly anything at all to the musicians.

But it’s still your music….

Exactly. And for them to find what the part is that feels correct. It’s a very different approach I take depending on the project and musicians I’m playing with.

In 2023, Aaron Parks suffered a serious personal crisis which obliged him to cancel a tour. He was very brave sharing his mental health issue with the community and from there on, he started a recovery path which brought him to the creative and positive moment he’s currently living. Not a long time ago, speaking about this kind of problems wasn’t common at all but fortunately it’s becoming normal, not only in the art world but also in sports and in general, in our normal lives.

I’ve known about bipolar disorder for myself for years. But I essentially denied it within myself because I wasn’t speaking publicly about it. When I decided to do it, I didn’t do it for anyone but just because it was what I needed to do for me. Then I was really happy to hear from folks who talked about how much it meant to them. To have someone speaking openly about this.

It’s the same thing in music. You have to play the music that you need to play, that you want to play with honesty, not focused on how the audience is going to receive it. You’re not trying to tell them what they want to hear, but you’re preparing it in a form that makes it possible for them to hear what you’re after. So, you’re arranging your words, you’re arranging the music into a way which creates the possibility of reception. You’re aware of that relationship between reader and writer, between listener and musician.

And how does this relationship work when confronting music with the challenging times we are living at the social and political levels?

You know, actually, it’s one of the things I wrote about on my Substack blog. The metaphor I used, is like sometimes making music, especially music which isn’t explicitly reckoning with the times, can feel a little bit like making origami in a house that’s on fire.

On the other hand, I’m very glad that there is art that’s being made directly in response and in commentary and talking about what’s happening in the world.

Whether or not all art being made right now needs to directly reckon with that? No, I don’t think that that needs to be the case. I think that there needs to be room for just dreaming rather than rebelling against what’s here, like proposing, what are you for and even, just reminding of what beauty can be. We need protest singers now, but I don’t know that we need everybody to be a protest singer.

Elasticity, gravity, gesture, adventure, contrast, a sense of space, a sense of place, gardening… are all concepts you have highlighted in some previous interviews when speaking about what defines your sound and your way to see life and music. In what sense are these things so important to you?

Yes, you’ve zeroed in on the stuff that I care about more than anything.

It’s not an easy question. I normally talk about this in a 90-minute masterclass, so it’s hard to get boil it in short but let’s try. First of all, your sound will find you. You don’t need to find your own sound. The sound finds you if you make yourself available to it, if you are a dedicated listener, if you surround yourself with music that inspires you and listen to it deeply, not in an extractive way, not like, okay, what can I get from this to use in my playing?

Let’s take “gardening” for example. Gardening is often planting seeds, planting seeds to get something. In music, what you’re doing in the practice room is planting seeds. And then when the time is right, they’ll grow. But only when the time is right and not being in a hurry to make them grow. You don’t plant a seed and then go out the next day and be like, hey, are you a potato yet?

Another thing that is valuable about gardening is how you think about your musicianship and your creative process. You should think you are taking care of a garden but not confusing yourself to be the garden. The music I make is not me, my job is to take care of it. And what that means is to observe it. That’s why I listen back to the recordings, that’s why I try to see what it actually sounds like. I say to myself, I’m not the garden, but I am the gardener.

Sometimes it seems like maybe those flowers are a little bit ostentatious, that they are a bit too much, too flowery. Right over here, there’s a patch, which is kind of dead and there’s nothing growing there. What could I plant here? Over here, there’s a bunch of weeds, some bad habits. What of those are actually weeds?

It’s useful asking these types of questions because that changes the relationship being always alive and shifting environment. And then when you’re making music, you’re going out into the garden and seeing what’s growing like the chef that sees what’s in season. That’s good and it’s a nonstop process.

In the last minutes of our conversation, I saw how Aaron’s eyes flying all the time to the stage where the band was starting the sound check. He felt impatient to jump with them, so I decided to leave it there and follow up with the unique experience of seeing the band working together. Many of the leads he shared in our talk were then happening live on stage, something you reader could hopefully see in the photographs we publish in this article: complicity, passion, leadership, commitment. Lots of skills that make Little Big a really exciting project the audience enjoyed a few hours later.

July 28, 2025

Roberto Nieva 4tet – AIEnRutaJazz 2025

Roberto Nieva 4tet – AIEnRutaJazz 2025

ROBERTO NIEVA QUARTET

AIEnRutaJazz 2025

17

Julio, 2025

Por: Ricky Lavado

Fotos: Marisa Casalengua

Roberto Nieva. Artista dentro del ciclo AIEnRuta Jazz 2025. Organizado por la AIE (Sociedad de Artistas Intérpretres o Ejecutantes de España) 

Roberto Nieva, reconocido saxofonista alto y compositor español, nos ha brindado un excelente concierto junto a su cuarteto galáctico compuesto de musicazos tales como Xan Campos al piano, Naíma Acuña a la batería y el jóven —que todo lo toca— Camil Arcarazo al contrabajo. Un cuarteto que reúne talento por doquier, venido de todas las partes de la península —con cierta predominancia de sabor gallego, todo sea dicho—. Desde In&OutJazz hemos tenido el privilegio de presenciar el arte de este cuarteto tan prometedor. La casa que nos acogía en esta ocasión, Universijazz de la Universidad de Alcalá ha estado a la altura de semejante banda y nos ha abierto las puertas en una velada maravillosa.

 

Tendiendo puentes entre lo viejo y lo nuevo, transitando el hilo conductor que une lo clásico y lo contemporáneo en el universo actual del jazz, brilla por derecho propio desde hace bastantes años ya el saxofonista y compositor Roberto Nieva, natural de Ávila y uno de los nombres patrios con mayor proyección internacional en los tiempos presentes.

Alumno del Conservatorio Profesional de Música de Ávila, Nieva se trasladó posteriormente a San Sebastián para completar sus estudios en el Centro Superior de Música del País Vasco, Musikene. Su interés continuo por ampliar su formación académica le llevó a cursar el Máster en Investigación Musical en la Universidad Internacional de Valencia, y a recibir clases magistrales de nombres consagrados como Branford Marsalis, Loren Stillman, Roman Filiu, Bob Mintzer o Immanuel Wilkins.

El carácter y personalidad de Roberto Nieva como excepcional instrumentista, así como su impulso compositor, que le permite moverse con soltura por todo tipo de tesituras con una base de bebop académico y un empuje contemporáneo fresco y renovador, le llevaron a la publicación, en 2019, de su primer álbum Process de mano del prestigioso sello Fresh Sound Records. Para su primera aventura discográfica como líder Nieva se rodeó de una banda de lujo: el trompetista cubano Jorge Vistel, el pianista norteamericano Richard Sears, el contrabajista cubano Reiner Elizalde “Negrón” y el batería francés Guilhem Flouzat.

A lo largo de su carrera, Roberto Nieva ha trabajado y compartido escenario con Kirk MacDonald, Josh Ginsburg, Perico Sambeat, Martin Nevin, Marta Sánchez, Javier Colina, Alain Pérez o Silvia Pérez Cruz, y es habitual en la escena musical de Madrid, donde ha trabajado con músicos como Bob Sands, Bobby Martínez, Miguel Blanco, Juanma Barroso, Luis Guerra, Ap Big Band, CMQ Big Band o La Resistencia Jazz Ensemble.

Julio 17, 2025

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo V

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo V

48º FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE GETXO V

08

Julio, 2025

6 julio 2025, Muxikebarri

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Pedro Urresti

L.A.B. TRIO / DAVE DOUGLAS QUARTET

Fresca todavía en la memoria la edición del Festival de 2024, el cierre del Getxo Jazz prometía ofrecer una velada de muchos octanos. Si el trío de Bill Frisell obró maravillas con aquel colofón pleno de asombros, no parecía que fuera a ser menos la propuesta del cuarteto de Dave Douglas, un intrépido en cualquier distancia, un músico abierto a la sorpresa y a seguir creciendo en cualquier contexto. A menudo, esos contextos los propicia la propia voluntad del trompetista de Montclair (Nueva Jersey, 1963), que mantiene con alimento suficiente su ingobernable capacidad para la investigación, la experimentación y el disfrute, barajados en cualquier orden, como se guste.

Con los ecos formidables de la Plaza de la Estación de Algorta, donde se pudo disfrutar del proyecto “Voices for The Duke”, un homenaje a Duke Ellington y Billy Strayhorn, dos grandes del jazz clásico que no dejarán de infundir pasión en las nuevas generaciones de artistas, como clásicos que son. Les dio vida un trío de cantantes de primer nivel integrado por Itxaso González, Nerea Arrieta y Carla Sevilla, junto con el pianista Marcos Salcines, haciendo entre todos que el swing se enseñoreara a escasos metros del Muxikebarri.

Con la alegría de haber conseguido el galardón del Concurso de Grupos, los miembros de L.A.B. Trio volvieron a hacer de las suyas, apuntando alto en la ambición y obligando a recordar al público las justas razones por las que han conquistado el premio de esta edición: frescura, electricidad medida, dosis inapelables de buen groove y un entendimiento soberbio entre sus componentes, preparando la pista para la esperada actuación del nuevo cuarteto de Dave Douglas.

Todos recordamos que la razón de ser del primer cuarteto de Dave Douglas, con él a la trompeta, Chris Potter al saxo tenor, James Genus al contrabajo y Ben Perowsky a la batería, trató en sus inicios de explorar el repertorio contemporáneo del jazz sobre la base de las composiciones de músicos como Steve Coleman, Henry Threadgill, Bill Frisell o Don Byron, pero pronto notaron que en la dificultad de congeniar todos aquellos elementos dispares iba a surgir la necesidad de componer material totalmente original, a fin de dar voz a la creatividad que emanaba del grupo. Para ello, Douglas renovó el repertorio con piezas propias y la banda terminó por convertirse en una de las más creativas e impredecibles del trompetista, mostrando una gran flexibilidad estilística y un enorme potencial para la improvisación, como astestiguan las grabaciones de Magic Triangle (1997) y Leap of Faith (1998), ambos firmados para el sello Arabesque. Aquello fue la muestra de que el líder y sus acompañantes llevaban en su código musical la capacidad para fusionar innovación y tradición, haciendo de la creación espontánea un espacio único en el mundo del jazz, y hasta hoy desde los tiempos del Masada de John Zorn. La presentación del grupo no iba desencaminada: “su música, que oscila entre la composición meticulosa y la improvisación espontánea, refleja una profunda comprensión del legado del jazz y una visión de futuro. El Cuarteto Douglas, con su íntima interacción musical, ofrece una experiencia auditiva a la vez personal y expansiva, que muestra la versatilidad y la profundidad emocional del jazz.” Para la ocasión, había montado un grupo del que dará fe la grabación que iban a realizar al día siguiente, aprovechando las bonanzas sonoras del entorno acústico del Auditorio Muxikebarri. Con Dave Douglas a los mandos, le acompañaban el elegante Nick Dunston al contrabajo, el fogoso y enciclopédico Joey Baron a la batería y la sorprendente y aguerrida Marta Warelis al piano. No olviden este nombre, que promete muchas alegrías, algunas ya las dejó entrever con su actuación, meticulosa, febril y en plenitud imaginativa. Fogueada en mil y una propuestas donde el free campa por sus respetos, Warelis lanzó un ancla que fondeó en el escenario para satisfacción de todos. La intro del bis así lo atestiguaba, un canto final al que se unió la sordina de Dave Douglas para tratar de hacerse escuchar en estos tiempos convulsos. A más sutilezas, más atención. El asunto era celebrar la humanidad en época inhumana, plagado el mundo de conflictos y desencuentros con la esencia de lo que somos. Y es que, es verdad, somos violentos, pero también somos relato, y mucho más que todo ello, cultura, progreso, deseo y vivacidad. La violencia y la ambición desmedida se nos supone, como el valor en el campo de batalla; pero en ese ser algo más cifra sus esperanzas la música del Dave Douglas Quartet.

Lo que hace de Douglas un trompetista tan versátil es su capacidad para conectar con nuevos músicos y nuevas audiencias. Conoce la fuerza que emana de la juventud y ha decidido apropiarse de esa energía para su nuevo proyecto a cuarteto, tal y como Miles Davis hiciera con su segundo gran cuarteto en los sesenta. La expansión armónica de su nuevo modalismo se enlaza con los aires renovados del equipo, logrando momentos de improvisación libre con meditaciones trabadas desde la escritura en pentagrama. La agilidad, elocuencia y dinamismo de Warelis —casi siempre desde la mitad alta del piano, como si le bastasen las cuarenta y cuatro teclas de la derecha para contar lo que precisa— se corresponde con la pericia de Dunston manteniendo la pulsión —a veces alcanzando pasajes narcotizantes— y estructurando las piezas; mientras, Joey Baron a lo suyo, que no es otra cosa que aprehender el espíritu de las composiciones y ofrecerles una lectura entre íntima y fiera, según requiera la ocasión, sin olvidar los maravillosos medios tiempos en los que nos cuenta verdaderamente con quién nos las tenemos. Nunca falla. Lo suyo sigue siendo trasvasar cualquier frontera genérica, lo mismo que su líder, sin inmutarse. Y lo mismo toca sin baquetas que aporreándolas como loco a las puertas de un castillo.

Curioso resulta, después de tantos años, reconocer ciertas debilidades de la edad en Douglas. Siempre compuso su figura con gestos que delataban su sensibilidad, pero en esta ocasión pudo apreciarse que lo que delataba su silueta era que los años no pasan en balde. Se nota en cómo baja el eje de gravedad del cuerpo y el contorno de sus piernas dibuja un arco de ciento sesenta grados desde la cadera a sus pies. Inevitable. Lo bueno, que lo que surge de su trompeta permanece intacto, si acaso más afinado y con la sabiduría acumulada de los años de ruta y magisterio compartido. La edad también se hace notar en el calzado, y uno ya no sabe si las zapatillas deportivas son moda o el recurso estético que enmascara la edad de los metatarsos. Sea como fuere, el asunto no trabaja en detrimento de las músicas que ofrecen, sino que es apunte nostálgico por la época en la que lo cool era más que una actitud de vestimenta y apuntaba a reivindicaciones sociopolíticas evidentes (olviden echarle la culpa al hippismo, la cosa tiene muchas aristas…).

Los cierres de tema los iba marcando Douglas, y el cuarteto se mostraba maduro para encarar la grabación al día siguiente de las composiciones que presentaron en el mismo escenario que acogería a los músicos y a los ingenieros de sonido (habrá que seguirle los pasos al resultado, que seguramente verá la luz en Greenleaf Music, la discográfica que Douglas montara en honor a su padre Damon Greenleaf Douglas allá por 2005). LA cúspide del concierto llegó con la séptima de las composiciones, una suerte de réquiem rebosante de emoción, delicadeza y sentimiento. No hubieron ni fotos ni apenas aplausos de rigor. Por estos lares, a eso se le llama torear. De haber sido torero de verdad, Douglas habría salido con dos orejas y el rabo por la puerta grande del ruedo-auditorio. Así de brava fue la actuación. Ahora queda esperar los frutos del todo ello en el consiguiente disco, con la marca de Getxo ya indeleble en su génesis.

Julio 08, 2025

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo IV

48º Festival Internacional de Jazz de Getxo IV

48º FESTIVAL INTERNACIONAL DE JAZZ DE GETXO IV

07

Julio, 2025

5 julio 2025, Muxikebarri

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Pedro Urresti

L.A.B. TRIO / JOE LOVANO & MARCIN WASILEWSKI TRIO

“Lo bueno no es tan bueno hasta que muchos dan fe de su bondad”, ha dejado escrito Luis Alberto de Cuenca (último Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana) en su reciente poemario Ala de Cisne (2025). Él habla allí de unos barcos a los que hace alusión el clásico John Donne, y de algo más que el pudor me obliga a obviar, pero no le falta razón cuando advierte que las bondades teóricas son sólo eso, teorías, hasta que no se las confronta con la realidad y las confirma la mayoría aleccionada de mortales. Y lo bueno, lo es en cualquier disciplina. Luego queda el sometimiento al filtraje de los adiestrados, los que algo saben de la materia, pero lo bueno se hace mejor en su tránsito por el mundo. Si además es breve, ya saben.

Los asuntos musicales también pueden observarse bajo esa perspectiva. Bueno fue, qué duda cabe, el reencuentro de Joe Lovano con Marcin Wasilewski Trio, tras los largos Arctic Riff (ECM, 2020) y Homage (ECM, 2025), paralelos a los encuentros que el saxofonista viene propiciando junto a Marilyn Crispell y Carmen Castaldi, o lo que es lo mismo, el Trio Tapestry, con tres trabajos hasta la fecha. Música atmosférica plagada de matices en los que el maestro de Cleveland (1952) ha logrado una aproximación simbiótica desde nuevos territorios donde prosperar, tras la huella de sus pasos en Blue Note. Con los de Wasilewski se atreve hasta con los gongs provenientes del suroeste asiático. Una ristra de ellos emplazados junto al piano apuntan los nuevos aires espirituales y meditativos de piezas como “Love in the Garden” (un original del violinista polaco Zbigniew Seifert, convertido en preciosa balada) y “Golden Horn”, pero el asunto cobra vuelo con “Homage” y “Projection”, convirtiéndose en el ajuste de cuentas del saxofonista norteamericano con el Festival de Gexto, tras una primera visita del bueno de Joseph Salvatore Lovano un tanto accidentada que dejó sabores más agrios que dulces, allá por 2015. Esta vez le dio la vuelta al calcetín y, desde la perspectiva de los años y el relax propiciado por las bonanzas vizcaínas, convirtió el escenario en su patio de recreo al que, con algunas deserciones, el auditorio acabó dando el visto bueno.

Hay un gesto de generosidad mutua en esta relación que han establecido el trío de Wasilewski y Lovano, pues ninguno de ellos necesita del otro para demostrar su valía, pero juntos entienden que aumentan sus enteros. Unidos suman. Lo saben y hacen por encontrarse en la medida de lo posible. El Muxikebarri fue testigo de los progresos del grupo como un organismo tentacular de un solo corazón. Ya con el clarinete, ya con el saxo tenor, la parte madura del liderazgo trabó una conversión diáfana y fluida con el resto de los miembros y se atisbó un intercambio de ideas altamente fructífero. Piensan al unísono, y eso se nota. Tanto da si el contrabajo de Slawomir Kurkiewicz persigue quimeras o la batería de Michal Miskiewicz busca dragones, porque el caso es que todos apuntan alto, firme y compactados, congeniados. Así no hay monstruo que se resista. Masilewski, mientras, a lo suyo, dueño como pocos de su instrumento, evita lo sentencioso y alardea de lirismo desde la humildad de un proyecto común. Thelonious is alive!, parece decir el teclado, pero los gestos à la Jarrett lo delatan: se levanta, se sienta, salta o tatarea… Casi se le oía recordar que con el nombre de Simple Acoustic Trio, los tres ganaron el concurso de grupos del 20º Getxo Jazz, alzándose el mismo Wasilewski con el premio al mejor instrumentista. Han pasado muchos años, pero ellos siguen persiguiendo ese imposible que es la perfección. La rozaron por momentos. De eso se trata, de aspirar a ella y caminar hacia ese horizonte inaprensible —para eso sirve precisamente el horizonte—, reconociendo que en la senda recorrida pueden darse momentos de epifanía que valgan como un todo.

El cuarteto, ya con su propia cosmogonía bien delimitada, puso el cierre a los casi cien minutos de improvisaciones con un “gracias por la inspiración” en boca de Lovano. Nueve piezas, con algún tema inédito como el “Glimmer of Hope” firmado por Wasilewski, la extemporánea “The Dawn of Time”, “Evolution”, “L’Amour fou” firmado por el pianista y, como bis, una lectura redundante de espiritualidad del “Spiritual” de John Coltrane, faro y espejo de Joe Lovano desde sus años mozos.

En la madrugada del domingo ya se supo que el trío fusión de los LAB había ganado el concurso europeo de grupos, y así se lo hicieron saber a los acólitos que recalaron en The Pipers Irish Pub para las jams, a la espera de la confirmación oficial en el concierto que talonearían al Dave Douglas Quartet. La banda, con miembros provenientes de Francia, Alemania y Hungría interpretaron composiciones propias con gran soltura y comprenetración. Llenaron el escenario de groove y estructuras progresivas bien trazadas y mejor ensambladas. El público llegó al intermedio tarareando alguna de las piezas. Ya se olfateaba en el ambiente que no había sido un grupo más. Tampoco lo fue la presencia en el emplazamiento de la Plaza de Algorta de la pianista navarra Kontxi Lorente, líder de un trío integrado también por el contrabajista Ales Cesarini y el baterista Miguel Asensio, que recalaban en la sección “Tercer Milenio”  para presentar su quinto trabajo, de tintes autobiográficos (¿y qué no lo es?), Más de mí.

Julio 07, 2025

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