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Marcus Miller

Marcus Miller

15

JUNIO, 2022

Texto: Ricky Lavado

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Marcus Miller

Compositor, arreglista, productor, multi instrumentalista, cantante y, por encima de todo, bajista. Marcus Miller es una figura capital en el desarrollo de la música negra en la segunda mitad del siglo XX, y por lo que parece aún mantiene la energía y la inquietud artística necesarias para seguir haciendo valer su voz en lo que llevamos del XXI. Natural de Brooklyn e hijo de un organista de góspel, Miller ha sido testigo de excepción, y parte activa, de gran parte de los movimientos evolutivos de ese árbol genealógico en el que jazz, blues, funk, soul y R&B se entrelazan como hiedras para poner banda sonora al devenir de la cultura afroamericana en las últimas cuatro décadas. 

 

 

“Creo que el jazz es una música hermosa y democrática. Alienta a los músicos con puntos de vista muy fuertes, y muchas veces muy diferentes, a trabajar juntos como un equipo y, al mismo tiempo, les da el espacio para expresar su individualidad”

Músico superdotado desde la infancia, Marcus Miller se convirtió, siendo apenas un chaval, en habitual de los clubs de jazz neoyorquinos de los setenta. Recogiendo el testigo de la tradición de bajistas míticos del funk y el soul como James Jamerson, Larry Graham o Bootsy Collins, Miller pasó a ser escudero imprescindible (como sesionista, arreglista, compositor y/o productor) para figuras mayúsculas como Bobbi Humphrey, Lenny White, Lonnie Liston Smith, Chaka Khan, Don Cherry o Dizzy Gillespie, entre muchos otros; ganando un prestigio que le llevó a formar parte de la banda de Saturday Night Live. Y entonces, de repente, llegaron los ochenta; y con ellos, Miles Davis; y con él, el estrellato para Marcus Miller. Recién estrenada la década de los sintetizadores, la pasión por la fusión y las decisiones estéticas cuestionables; Miller se integró en la banda de Miles Davis como músico para las giras, en un principio, pero rápidamente la conexión entre ambos llevó a Marcus Miller a convertirse en pieza fundamental del sonido de Miles Davis a lo largo de la década. El papel de Miller es decisivo en discos como The Man With The Horn (1981), Tutu (1986), Music From Siesta (1987) o Amandia (1989); y su impronta es indisociable de la última encarnación de Miles Davis antes de su muerte en 1991. 

Pese a no ser un nombre excesivamente conocido para el gran público, Marcus Miller se convierte rápidamente, en paralelo a su trabajo con Miles Davis, en una figura cotizadísima dentro de la industria y el terreno de la composición y la producción musical en las siguientes décadas. Los noventa marcan la consolidación de su carrera en solitario, con una sucesión (que llega hasta nuestros días) de discos híbridos donde el funk, el jazz y el R&B coquetean sin complejos con el pop, la electrónica o la música de raíces africanas; y además de haber formado parte de la superbanda Legends (junto a Eric Clapton, Steve Gadd, David Sanborn y Joe Sample), su nombre se puede rastrear en los créditos de una lista de discos que parece de cuento de hadas; de Aretha Franklin, George Benson o Frank Sinatra a Michael Jackson, Elton John o Bill Withers; de Herbie Hancock, McCoy Tyner o Wayne Shorter a Jean-Michelle Jarre, LL Cool J, Mariah Carey o Beyoncé.

El nuevo milenio no trajo consigo una disminución de la actividad febril con la que Marcus Miller había cerrado el siglo XX: en 2001 ganó un Grammy a Mejor Álbum de Jazz Contemporáneo por su celebrado M2 (su séptimo disco en solitario), en 2009 unió fuerzas con Christian Scott para homenajear a Miles Davis (de esa colaboración salió el disco Tutu Revisited), en 2012 contó con las colaboraciones de Dr. John y Rubén Blades en su disco Renaissance, y en 2015 fue nuevamente nominado a los Grammy por su disco Afrodeezia (el estreno por todo lo alto de Marcus Miller en Blue Note, un disco inspirado por el trabajo de Miller como embajador de la UNESCO que contaba con la presencia de Chuck D, Lalah Hathaway, Ambrose Akinmusire, Robert Glasper o Etienne Charles, entre muchos otros). Todo esto sin bajar el ritmo de su trayectoria como compositor de bandas sonoras, que a día de hoy le ha llevado a musicar más de veinte películas. 

 

Testigo y protagonista de los vaivenes que han ido dando forma a una parte importantísima de la cultura afroamericana en los últimos cuarenta años, es del todo merecido el estatus de leyenda viva de la música del que Marcus Miller goza en la actualidad. Que dure.

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Written by Ricky Lavado

Junio 15, 2022

Omar Sosa: “Crear es atreverse a ver qué hay al otro lado”

Omar Sosa: “Crear es atreverse a ver qué hay al otro lado”

Omar Sosa

“Crear es atreverse a ver qué hay al otro lado”

18

ABRIL, 2022

Publicada también en la revista dedicada a música contemporánea africana (Afribuku)

 

Texto: Sarah Ardite 

Dedicada a la filosofía, es DJ, radio instigator y editora de Músicas Sospechosas: un proyecto multifórmico desde donde investiga la música como herramienta epistemológica y como instrumento de producción de conocimiento y comunidad.

Fotos, en el SFJAZZ (incl. portada), de Richard Swig. El resto, de Scott Price

Agradecimientos para Freddy Ramos, Mû Mbana, Joan Ardite, Toni Polo & Ana Navío

todos los derechos reservados a los creadores

Esta entrevista es el resultado de la colaboración con https://www.afribuku.com y http://inandout-jazz.es

Referencias:

1Amiri Baraka: Jazz and the White Critic

2Tiganá Santana about the invention of colour

3Carlos Moore: Pichón, a Memoir (Race and Revolution in Castro´s Cuba)

“On the issues of race, gender, and sexual orientation that became dominant in the latter part of the twentieth century, the options of Fidel Castro and his colleagues -shaped essentially by the universalistic and republican ideas of the French Revolution- were crude, prejudiced, and frankly reactionary”(p.327-2008)

 

An East African Journey 

Telerama France

Rialta Magazine

Panafrican Music Magazine

Chimurenga Chronic

Don Cherry

A finales del pasado año Omar Sosa presentaba su último trabajo en el San Francisco JAZZ Center. Una obra llamada Motherland Journey creada junto con el escultor Githinji Wa´mbire y el baterista Amaury Acosta y que también incluye visuales. En la siguiente entrevista hablamos sobre esta propuesta y también sobre el poder de la música con uno de los referentes del jazz contemporáneo, un músico en continuo movimiento, incansable y prolífero.

 

Sarah Ardite: En el SFJAZZ Center te presentaron recientemente como “one of the most creative working artists in the world”. Pudimos ver que en Motherland Journey hay creación no solo musical, también hay artes plásticas y proyecciones envolventes. ¿En qué consistió esta propuesta?

Omar Sosa: Para mi el SFJAZZ Center es el templo del jazz en el mundo, donde se experimenta y se avanza en este tipo de arte, que es lo que me interesa. El concepto de la música de este proyecto en concreto es un poco de mi historia, que es un poco de todo: contiene trap, hip-hop y avant-garde jazz a lo Ornette Coleman. Es un híbrido, donde tratamos de romper con los esquemas de melodía conocidos. Y también contiene marimba tradicional afro-esmeraldeña de Ecuador, que es parte de mi trayectoria. Este trabajo es una travesía por África desde nuestra perspectiva. En el escenario, mientras Amaury y yo vamos creando la música, Githinji construye el continente africano con lo que va sacando de una maleta. Es una metáfora de lo fundamental. En Occidente tenemos demasiado de todo y al final nada de lo fundamental simplemente porque estamos con una venda en los ojos, en el corazón y en el cerebro. Falta despertar. Para eso sirve el arte y la música. La rat-race y la comodidad nos tienen atrapados. Esto hay que cambiarlo de raíz, pero nuestra inteligencia y amor propio llegan hasta un límite, y seguimos pensando en cada momento solo en nuestras zonas de confort. Y como base el tan preciado y enfermo dinero. Esa es la pandemia universal. O el sueño eterno, llámalo como quieras.

Omar Sosa, Amaury Acosta y Githinji Wa´mbire en el estreno de Motherland Journey, en el SFJAZZ Center

“Jazz is freedom, you think about that” 

 Thelonious Monk

SA: Como parte de tu labor pedagógica es habitual verte impartiendo masterclasses en el Berklee Performance Centre, y también participas como miembro jurado, entre otros, en el ZKB Jazzpreis de Zürich. Una de tus últimas aventuras en este campo ha sido la vivida en el Taller de Músics, donde empezaste dando clase y acabasteis creando una ensemble de jazz con los alumnos, girando por Europa y colgando el cartel de sold-out en los conciertos. Los estudiantes todavía hoy hablan de lo positiva que fue la experiencia para su crecimiento. Se les ilumina el rostro al recordarlo. Estás pasando el testigo del jazz a las nuevas generaciones. ¿Cómo ha sido compartir ese viaje desde el lugar del maestro?

OS: Este proyecto ha hecho que me sienta más útil de lo que yo pensé que podía ser para la música. Hemos aprendido mutuamente; el conocimiento está repartido, lo que pasa aquí es que me ha tocado ser el que tiene más años, eso es todo. Hemos hecho música para compartir y disfrutar. Que los alumnos vean que sí se puede, ese era mi objetivo. Que se puede hacer música, la que quieren, la que aman. Han vivido la reacción de la gente ante su música. Desde el primer día de la gira en Madrid hasta el último concierto en Évora (Portugal), así lo sintieron. El mundo lo necesita. Necesitamos ver que los que no están en el pop, que están en otras corrientes, me refiero a los músicos que componen y tocan instrumentos, también pueden. Han de creer en ello, han de creer que es posible. El jazz es una manera de transmitir eso que quieren decir. También se puede para los músicos que no eligen el camino de la música de fácil escucha, ese es mi mensaje. Ten en cuenta que lo que se oye actualmente en los mass media suena más o menos igual en todo el planeta. El jazz, sin embargo, como filosofía de creación es libertad. Esa idea la aprendí del genial Thelonious Monk, y yo la suscribo. El jazz habla de la condición humana, por eso es tan importante y necesario. Lo que quizás a veces me desequilibra un poco del jazz actual es que se siguen usando los mismos códigos de conducta y sonoros a la hora de tocar. Es como si todos hablásemos con las mismas palabras. 

El Taller de Músics Ensemble & Omar Sosa

Omar Sosa en el Festival Esauira de Marruecos

En mi opinión, muchos de los pianistas y músicos jóvenes que escucho, pero también músicos de jazz de cualquier instrumento, muchas veces suenan como clones de los que han sido los maestros en este campo. Hay que seguir explorando, arriesgar, jugar, investigar y estudiar para poder innovar. El jazz se ha convertido en una música elitista porque se ha dejado de ver su esencia de música popular y de acercarla a los jóvenes.

Sobre todo esto ya dejó mucho dicho Amiri Baraka1 en 1960, en su obra Jazz and the White Critic, (la cual empieza con un clarividente “most jazz critics have been white Americans, but most important jazz musicians have not been” N.d.l.A). Recordemos que lo último que hizo Miles fue tocar con raperos, para ver como reaccionaba la juventud. Los jamaicanos pioneros del hip-hop en el Bronx de Nueva York de los 70 escuchaban jazz, era una de sus escuelas. Sin conocimiento musical no hay jazz. Sin embargo, los sistemas educativos actuales entendidos como normales, no tienen en cuenta la música en la formación intelectual ni espiritual de las personas. Eso es un error, y el resultado lo estamos viendo. De hecho lo que creo que ocurre es que Occidente carece de proyecto espiritual desde hace ya bastante tiempo. Personalmente, creo que la música tendría mucho que aportar en ese campo.

A regímenes globalitarios, músicas globalitarias

SA: Los algoritmos de las plataformas de música no son neutros ni accidentales. Esa es la razón por la cual nunca nos sugieren música hecha en Turquía, en Malasia, en Zimbabwe, o en Bolivia. A menos de que suene parecido al trap-reguetón-rosaliastyle del momento. De esta forma, las epistemologías en forma de música de los otros, quedan fuera de nuestros oídos. Siendo los otros el ochenta por ciento del planeta. Además, las plataformas de streaming no están disponibles en muchos lugares del sur global, incluyo África, donde sin tarjeta bancaria a la que poder vincular una cuenta, no hay subscripción posible. Sabemos que vender música como datos es un modelo de negocio en el que los que menos ganan son los músicos. Por último, en esto que Z.Bauman llamaba la trampa de las redes (o la cacofonía y exhibición de egos superpuestos), lo que importa no es escuchar, ni ser escuchado. ¿Qué piensas tú sobre estas cuestiones?

OS: El poder de Occidente en la música mundial es tal que no logramos desprendernos de las sonoridades impuestas durante siglos por Europa y EUA (epicentro de la industria musical anglosajona), y ahora también por la onda pop-latina comercial de turno. Es por eso que los ritmos africanos muchas veces son imposibles para algunas tradiciones occidentales que no saben de polirrítmia o de síncopa. El mainstream tiende a homogeneizar, suena todo parecido porque hay que estar en y con lo que se vende. Es uno de los efectos de la globalización en la música. Y los algoritmos trabajan en esa misma dirección. Además, las plataformas como Spotify, Tidal, Apple Music o Youtube, pagan entre 4,5 eur y 12 eur por cada 1.000 escuchas. Lo cual me incomoda bastante. ¿Sabes quiénes son los músicos que tocan cada instrumento de los que oyes? ¿Quién produce el trabajo? ¿Quién hace los arreglos o el diseño de la portada del disco? La música no se hace sola. La música sin esos detalles no sería posible. ¿Por qué no se especifica toda esa información en esas plataformas? Los promotores ahora descubren artistas según los likes que tengan en redes. Hay muchos músicos geniales que no quieren ser esclavos de estar arriba de las social media cada día ni ser influencers de nadie, con lo que quiera que eso signifique. ¿Por qué no se valora la música en nuestra sociedad, a caso puede alguien vivir sin música?. Lo hemos podido comprobar durante la pandemia. Ese es el lugar en que ponemos al arte, a los músicos y a la música. Ahora con la inteligencia artificial, podemos prescindir de los músicos, no los necesitamos, componen las máquinas. Aunque el resultado sea música sin conciencia y sin alma porque los robots y las machine learning de eso todavía no tienen. Respecto a las redes qué puedo decirte, son el fast-everything: la creación de muchas cosas que se evaporan, obras de doce segundos hechas para levantar un WOW!. Desafortunadamente, el punto está en hacerse notar. Todo el mundo quiere reconocimiento al precio que sea. Estamos todos enfermos buscando como ser objeto de observación. Y el jazz no va de eso, ni la filosofía, ni tantas otras cosas importantes para el desarrollo humano. Sin embargo, las redes son la educación del momento. Se publican cosas oscuras y fuera de toda ética de respeto al ser humano y no pasa nada. Las redes posibilitan exponer y vender el producto o tu propia imagen que es de lo que va, pero no estoy convencido de si son una manera efectiva de crear o expandir conocimiento, ni de que tipo de conocimiento o criterio generan. Las redes cazan peces en el mar, y las redes sociales son la voz masiva a veces de la mentira donde todo el mundo es periodista y libre de escribir lo que le apetezca en época de post-verdad. Donde pocos son capaces de pensar fuera de los -ismos y anti-ismos tan en boca de todos desde hace ya demasiado tiempo. Necesitamos una espiritualidad sensible a la justicia social, que nos traiga esperanza superando la inmediatez y las divisiones de los bandos que se han formado, y eso lo puede aportar la música. El glutamato es lo que hace que todos consumamos la misma cosa porque sabe bien. Las redes sociales son eso: la masa. Estamos tan embelesados frente a las pantallas que muchas veces no somos capaces de apreciar la magia de lo único que tenemos, que es la vida. La única e irrepetible. Sigamos pues con nuestro amor al arte y a la música que eso cura y nunca divide, siempre une. Y ya se hará la luz en algún momento.

En concierto junto a Yilian Cañizares en el Blue Note de Tokyo

Omar Sosa en el festival de jazz de Sète, en el sur de Francia

Nuevo disco: instrumentos de cuerda sin sulfitos añadidos

SA: A finales del pasado junio lanzabas en Le Bal Blomet de París el álbum An East African Journey. Es una travesía musical por ocho territorios africanos, donde continúas explorando el mapa genealógico de la música. Ese viaje a la cuna de la humanidad lo han venido haciendo muchos músicos de todos los estilos desde siempre, y en particular muchos de los padres y madres del jazz. Entre ellos Yusef Lateef, quien estuvo en Nigeria a principios de los ochenta como Senior Research Fellow para estudiar, escribir y enseñar en el Centre for Nigerian Cultural Studies, en Ife. Algo que le marcó profundamente de por vida. ¿Qué enseñanzas te trajiste tú de la que calificas como la tierra madre de todas las músicas?

OS: Diría que este disco es un pasaporte hacia el mundo que llevo dentro, que es África. De hecho siempre he pensado que Cuba es una provincia africana. Creo que lo más importante en el proceso de creación de este trabajo fue la escucha mutua, y el respeto por el otro y su trabajo. Buscamos siempre la consideración de la voz personal de cada elemento. En este álbum, lo que se consigue es que cada músico brille con luz propia. Encontramos músicos de instrumentos de cuerda en cada lugar al que fuimos, que es lo quería. Músicos especiales, que vienen de las músicas de raíz. África es más que percusión, este disco va de eso. Descubrimos instrumentos de cuerda melódicos que suenan bien chévere, y grabamos juntos. El viaje fue hace ya unos años, empezó en Antananarivo y acabó en Isla Mauricio. En Madagascar grabamos con Rajery, que toca la valiha y con Monja Mahafay, intérprete de marovany y de lokonga. Fue un sueño poder tocar con él. Dejó este mundo a principios de año, D. E. P. En Etiopía tocamos con Seleshe Damessae el tema más jazzero del álbum, él toca la lira krar. En Sudán compuso Dafaalla Elhag Ali. En Zambia colaboró Abel Ntalasha que también nos dejó el pasado año (tocaba el kalumbu), en Burundi Steven Sogo (umuduri) y en Kenya Olith Ratego (nyatiti). En isla Mauricio, Menwar grabó tocando el ravanne. Y no olvidemos a Steve Argüelles, que vuelve a ser coproductor de este trabajo, como ya lo fue en el disco Mulatos. En este viaje fuimos en busca de la esencia, la cultura, la comida tradicional, porque allí está la historia de todos los pueblos, y ella conecta directamente con la música. Siempre necesito una filosofía detrás de cada creación. No creo por y para puro entretenimiento, necesito que los sonidos representen o expliquen y transporten a un estado o realidad que está claro que cada uno lo traduce según la suya propia. Pienso que el punto de este trabajo está en haber logrado que todas esas voces digan lo que sienten y al mismo tiempo haya consenso, paz, equilibrio, y sobre todo, groove! Algo que los políticos no logran hacer. El resultado es una música orgánica y natural sin sulfitos añadidos, directmente de nuestros ancestros, eso es este disco. Es música que ríe y se mueve constantemente (como la de Cuba), eso que tanta falta nos hace. Lo cierto es que los músicos lo dieron todo. Nos dimos cuenta de que no había nada que añadir al trabajo cuando llegamos al estudio en París. La verdad es que esta música está más allá de mi conocimiento. En realidad esta música solo necesitaba respirar: el plato estaba listo, no le hacían falta muchos condimentos.

An East African Journey

Sobre aprendizaje y referentes

OS: Soy practicamente un autodidacta. Empecé con Debussy y Bach, que por cierto fue el primer jazzista. Hice la escuela de música clásica en La Habana, de corte ruso, o sea solidez. Realmente le debo la poca técnica pianística que tengo a mi querida maestra Carmen Enciso, que en paz descanse, y a un tiempo de mi vida donde estudiaba muchas horas diariamente. Eso fue en los setenta, cuando estaba haciendo el servicio militar en el Conjunto Artístico de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba. Con ellos estuve en Angola, en el Congo y en Etiopía, en la época en la que los cubanos luchamos en las guerras anticoloniales de África. Un periodo glorioso en lo que a creación musical con sabor cubano en el continente africano se refiere: es el sonido del alma del mundo, por eso siempre regreso a esas músicas, de Mali, del Kongo, de Angola… Un poco más tarde descubrí ya viviendo en Estados Unidos a Don Cherry, quien fuera el pionero de todo esto que alguien etiquetó como world music, un término que en realidad no dice ni significa nada. Sin duda fue el creador de lo que él llamó música multicultural. Su música y su filosofía me abrieron el camino hacia lo que hago, he hecho, y haré. Mi aprendizaje continuó con las enseñanzas de Sun Ra, The Last Poets, Gil Scott-Heron, y The Art Ensemble de Chicago. Y por su puesto con todos los padres y madres del jazz norteamericano en cualquiera de sus formas y momentos. Hay mucho que aprender en la música de McCoy Tyner, Ahmad Jamal o Nina Simone por poner solo algunos ejemplos. También llevo conmigo el rock de Frank Zappa y de Patti Smith a quien admiro. El trabajo de Weather Report, y especialmente el de Andrew Hill, Chick Corea,  Harbie Hancock y Keith Jarret, a quienes considero maestros y guías, ha sido fundamental para mí. Referentes tengo muchos: Joe Zawinul, pionero en el mundo de los teclados electrónicos, por ejemplo, y la luz de Lonnie Smith, quien nos acaba de dejar. En la órbita latina considero a Pancho Quinto un padre junto a los fundadores del jazz latino y del jazz afrocubano: los maestros Bebo Valdés, Arturo Sandoval y Gonzalo Rubalcaba, y por supuesto “Papá” Jesús-Chucho Valdés. Luego llegó el momento en que descubrí las músicas de raíz del mediterráneo, del mundo árabe, de Persia, de la India, de Japón…. Estamos hablando de tradiciones musicales milenarias. Esto de la música es un viaje sin fin y sin retorno, y una escuela contínua. Por supuesto voy a incluir a Hugh Massekela que siempre ha estado y estará en mi lista de referentes, junto con Miriam Makeba, y el resto de artistas africanos: Cheikha Rimitti, Abdhullá Ibrahim, Fela, el maliense Ali Farka Touré, Bonga, Salif Keita, Uhm Khul Thum, Franco Luambo… son tantos, y tan enormes. Humildemente, me considero alumno y huérfano de todos ellos. En esta playlist podemos escucharlos:

Colaborar(e)

SA: En tu trabajo le das mucha importancia a la pluralidad de voces y a la colaboración con otros artistas. Has grabado más de cuarenta discos y llevas tres décadas subido a escenarios de los cinco continentes, así que aquí he de abrir un paréntesis un tanto largo para poder introducir la última pregunta, que es la referente a las colaboraciones. Comentaba Ntone Edjabe en una reciente entrevista que ni Fela ni Miles (dos grandes solistas) tocaron nunca solos, y habla de la necesidad de colaborar en época de hiperindividualismo ”to stay human, to feel beautiful and to bigger things”. En tu caso la colaboración es el camino: has trabajado con músicos de referencia como David Murray, Manu Dibango y John Santos. El disco con Adam Rudolph (Pictures of Soul), es para recordarlo. Perteneces a la generación de músicos que ha hecho de París lo que es hoy París: una de las capitales musicales de las múltiples diásporas que proliferan en el mundo, algo que has hecho junto a otros talentos como Richard Bona, Ray Lema, Tony Allen o Natascha Atlas, con quien trabajaste en MySoul MySpirit. Eres parte del Cuarteto Afrocubano. Has tocado con Marialy Pacheco, y con la violinista Yilian Cañizares con quien grabaste no hace mucho el proyecto Aguas. En La Reunión trabajaste con Danyèl Waro, el maestro de kayamb, y en Guadalupe con Jacques Schwarz-Bart.  Has hecho música con tus admirados Miguel “Angá” Díaz y Jerry González, con el que leíste a Miles en clave afrocubana. También has trabajado con Christina Pato y con Jorge Pardo. Y en Sudáfrica te uniste a Indwe y a Asah. Colaboraciones memorables son las que tienes con los maestros Mino Cinelu, Jaques Morelembaum y Trilok Gurtu, reconocido como uno de los mejores percusionistas de nuestro tiempo. Has tocado con la bahiana Graça Onasile y con el maestro de gnawa Mahmoud Guinia. Montaste un trío innovador junto a Dhafer Youssef y Marc Gilmord, y una banda sorprendente llamada Habana-Detroit con Chris Collin. En Sainte-Máxime te uniste a Creole Spirit, y el resultado fue la unión del vodoo haitiano y la santería cubana. Has puesto a hablar música y enología, y música y gastronomía en un proyecto sobre aromas, sabores y música junto con Josep Roca y Recaredo. Trabajaste a fondo la electrónica con Vj Nahj en tu época en Londres, y siempre mencionas con mucho cariño a los fundadores del jazz latino con quien has grabado: Paquito de Rivera, Carlos “Patato” Valdés, Walfredo de los Reyes y Orestes Vilató. No es de extrañar lo que se oye decir de tí: te llaman el alquimista de la música. ¿Por qué le das tanta importancia al encuentro de identidades musicales diferentes? Cuéntanos para terminar qué proyectos tienes entre manos y con quien sueñas hacer música un día. 

SUBA, con Seckou Keita y Gustavo Ovalles

OS: En esa lista de colaboraciones que mencionas hay que incluir a Alejandra Fierro, que es a quien debo agradecer el haberme abierto las puertas en Barcelona a poder tocar, ya hace más de veinte años. El proyecto de Alejandra (Radio Gladys Palmera y la colección de vinilos), es vital para poder conocer el legado cultural de la región Caribe y de América Latina, y fundamental para poder comprender la conexión musical y cultural del Atlántico negro. Volviendo a tu pregunta, te respondo que es tan importante colaborar porque en la diversidad está el desarrollo. Crear es atreverse a ver qué hay al otro lado. Se trata de lo que cada uno podemos aportar, solo no es lo mismo, cada encuentro deja una huella diferente, ese es el enriquecimiento. Hemos de buscar la luz y dar lo mejor de nosotros. Crear, jugar, hacer música y cocinar con otros es lo que me interesa. Ser innovador es muy difícil, hay que intentar buscar la originalidad básicamente para tu propio crecimiento. Efectivamente, me paso la mayor parte del año girando, subido a escenarios, en aviones, en estudios de grabación, en festivales, en la carretera, en habitaciones de hotel y en aeropuertos. Tocar me pone en talla, me despierta los sentidos. Y moverme de un lugar a otro siempre es una 

experiencia enriquecedora, que me da la oportunidad de conocer culturas y sabores diferentes, que luego se reflejan en mi proceso creativo. Voy buscando la manera de crear siempre con modestia, honestidad, autenticidad, raíz y libertad.

Respecto a proyectos actuales, te cuento que estos días estamos lanzando el disco SUBA en Francia, en UK, y en EUA. Es mi última aventura junto al maestro de kora Seckou Keita, un disco lleno de paz y de música para el alma pospandémica. Con Seckou ya trabajamos en Transparent Water, y este nuevo trabajo suena a segunda parte, en la que también colabora el percusionista venezolano Gustavo Ovalles

Vengo recientemente de ponerle música a una película en Italia, algo que ya había hecho para una obra de Mía Couto que se llevó al cine y me encanta, se llama El último vuelo del flamenco. También estamos tramando algo con el bahíano Tiganá Santana2  que saldrá en Noviembre, y vuelvo a trabajar con Paolo Fresu grabando sonidos para el Progetto Food, en el restaurante Artegusto (en la Lombardía italiana), con la Chef Ambra y el caro Giovanni.

Tengo unos proyectos en el tintero pendientes de que vean la luz con Los Gaiteros de San Jacinto en Colombia, otro con la peruana Susana Baca,  con el son jarocho de México y con stambelis de Túnez, que en algún momento florecerán. Aunque ultimamente a lo que le he puesto más energía es a un disco en solitario para este año que llamaré Sendas, y un posible proyecto con Oum en el que también participaría Kamilya Jubran. Si me preguntas por mis sueños te digo que me gustaría trabajar con Wole Soyinka con quien coincidí recientemente en La Milanesiana, en un encuentro entre música y literatura. Y con Carlos Moore3, uno de los pilares del panafricanismo (actualmente viviendo en Brasil), estoy en contacto con él, pensando en qué vamos a cocinar juntos. Él es el padre de nuestra negrada, o como quieras decirle. El panafricanismo es una forma de humanismo, y yo quiero agradecerles eso. Otras leyendas vivas con las que me gustaría trabajar son Archie Shepp, Pharoah Sanders y Gary Bartz y por supuesto me hubiese gustado tocar con Sonny Rollins. En mi opinión, lo que han creado esos músicos es sagrado. A Jordi Savall también lo tengo en mi agenda de maestros con los que me gustaría trabajar, y al vietnamita Nguyên Lê, un artista genial con el que un día compondré algo. Yo desde mi lugar de músico solo aspiro a poder ayudar de la mejor manera que sé: llevando la música que es paz y amor a la gente. Está claro que la carencia está ahí, y debemos intentar cambiar eso. Puede que el lenguaje no sea la única forma de acceder a la realidad y conocer el mundo. Probemos con la música.

Me gustaría terminar esta entrevista dando las gracias a mi padre por haberme puesto cada domingo discos de jazz sin saber que eso era jazz. Y a Cuba, por haberme enseñado el pulso de la clave. 

 

A mis hijos, Lonious e Iyade.
París diciembre 2021.

Con Paolo Fresu en el Seoul Arts Center de Corea

Written by Sarah Ardite

Abril 18, 2022

Chano Domínguez Trío – Jazz en el Auditorio (CNDM)

Chano Domínguez Trío – Jazz en el Auditorio (CNDM)

Chano Domínguez Trío

Jazz en el Auditorio (CNDM)

10

MARZO, 2022

Chano Domínguez, piano/ Horacio Fumero, contrabajo/ Michael Olivera, batería

Texto: Begoña Villalobos 

Fotografía: Valentín Suárez

Pocos pianistas son más adecuados para presentar un concierto a trío acústico en la sala de cámara del Auditorio Nacional, sosteniendo en todo momento la seguridad de que lo que están transmitiendo es de alta calidad (nutrido poder armónico, líneas melódicas sutiles, conexión grupal y sonido inmejorable). Chano Domínguez se ha convertido en uno de los más importantes e influyentes pianistas y compositores de nuestro tiempo. Figura de referencia para generaciones actuales de músicos por llevar al escenario con maestría la interpretación (formulación madurada del jazz-flamenco) de sus composiciones; esta vez dentro del ciclo Jazz en el Auditorio CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical) del INAEM.

Hace tiempo tuve el privilegio de entrevistarlo (una conversación larga e improvisada), siempre es un grato placer volver a hablar de un maestro de la talla de Chano Domínguez. El enfoque personal de sus construcciones compositivas (de líneas melódicas de gran sensibilidad) y ese toque delicado en sus interpretaciones (cargadas de improvisaciones polirrítmicas) conducidas con el lirismo sereno y vital que le caracteriza, le han valido el concepto de “chanear: una nueva manera de hacer música”. como dice Adolfo Montejo.

Todos los temas que se escucharon son originales de Chano Domínguez (del nuevo proyecto: Chumbulum, expresión colombiana “del tirón”), algunas, sus composiciones más queridas y otras compuestas durante el lockdown.

El primer tema, Marcel (grabado a piano solo, recogido en el álbum Over de Rainbow), es elevado (como el resto de los temas) a la atmósfera mágica del diálogo a trío de formación clásica. Junto al consagrado Horacio Fumero (contrabajista de Tete Montoliu) y el pulso cada vez más firme y creativo del baterista cubano (“adoptado” como dice Chano) Michael Olivera, en esta ocasión sustituyendo al catalán David Xirgu a la batería.

Flotamos con la energía de una presentación en vivo, en lenguaje de jazz, cargada de diálogos interpares (rompiendo el concepto solista/acompañante) de una claridad aplastante.

Por construir una reseña al uso y nombrar el set list a quien le pueda interesar: Marcel; I Love Evans, tema compuesto homenaje a Bill Evans; Limbo, composición dedicada a Martirio (junto con Chano en el proyecto conjunto sobre Bola de Nieve); On the Road; Habanera de la Alameda; A mi Padre; Chumbulum; Conga Blues. Para acabar con el bis catártico para audiencia y músicos del tema Black and White de Michael Jackson.

 

Un concierto de calidez interpretativa sobresaliente de principio a fin y de notable sonido a trío acústico.

Escrito por Begoña Villalobos

10 de Marzo de 2022

Simon Moullier Trío  Luca Alemanno – Jongkuk Kim Countdown -Fresh Sound New Talent-

Simon Moullier Trío Luca Alemanno – Jongkuk Kim Countdown -Fresh Sound New Talent-

Simon Moullier Trío 
Luca Alemanno, Jongkuk Kim

Countdown -Fresh Sound New Talent-

31

DICIEMBRE, 2021

Simon Moullier, vibráfono/ Luca Alemanno, contrabajo/ Jongkuk Kim, batería (Fresh Sound New Talent, 2021)

Texto: Ricky Lavado


El parisino Simon Moullier, percusionista de formación clásica y vibrafonista consagrado, sorprendió a propios y extraños con la publicación de su disco debut Spirit Song (Outside In Music, 2020). Alumno de Herbie Hancock, apadrinado por Quincy Jones, y colaborador habitual de nombres tan dispares como Bob Sheppard, João Barradas o Gabriele Poso; el veinteañero Moullier ha conseguido en pocos años convertirse en una voz refrescante e innovadora llamada a repensar las posibilidades sonoras y creativas del vibráfono, rompiendo corsés estilísticos y fórmulas ya transitadas hasta la saciedad.

Simon Moullier – Vibraphone Mats Sandahl – Bass Francesco Ciniglio – Drums 06/23/21

Grabado en diferentes sesiones repartidas entre 2017 y 2020 en Los Ángeles y Nueva York, Spirit Song mostraba a un creador inquieto y talentoso sin miedo al riesgo, que dejaba libre un espíritu expansivo, ecléctico y colorido para dar forma a un caleidoscopio fresco y sorprendente en el que el virtuosismo estaba al servicio de la exploración y la búsqueda de nuevos terrenos expresivos.  Moullier abría nuevas sendas de investigación compositiva y armónica con un disco debut en el que el vibráfono se enriquecía con pianos, metales, sintetizadores e instrumentos tradicionales de percusión africana como el balafón, para crear un universo propio de sonoridades e influencias que sonaba tan moderno y arriesgado como respetuoso con la tradición. Esa búsqueda de puentes entre lo viejo y lo nuevo, hilo conductor de la música de Moullier en Spirit Song, es de nuevo el planteamiento inicial con el que el francés presenta ahora su nuevo trabajo Countdown, aunque desde lugares muy diferentes a su disco debut, y con intenciones y resultados muy alejados de este.

Live at Blue Whale (Los Angeles) – 05/16/17 Simon Moullier 

Abrazando el sonido acústico y austero del formato de trío (en esta ocasión Moullier se hace acompañar únicamente de su inseparable base rítmica, formada por el batería Jongkuk Kim y el contrabajista Luca Alemanno), Countdown es un trabajo sobrio, intimista y elegante que, en muchos sentidos, funciona como reverso de Spirit Song. El estreno de Simon Moullier en la prestigiosa serie New Talent del sello Fresh Sound (plataforma de lanzamiento de Brad Mehldau, Seamus Blake, The Bad Plus o Ambrose Akinmusire, entre muchos otros) suena cálido, natural, lleno de oxígeno y luz; la compenetración entre Moullier y su más que eficaz y solvente base rítmica da como resultado un nivel altísimo en la ejecución, y el trío funciona como un mecanismo de precisión en el que técnica y estética se imponen a la emoción o la sorpresa. 

El repertorio elegido para dar forma a Countdown se sumerge en el cancionero clásico tradicional del Jazz para, a modo de homenaje a la tradición, revisitar piezas de pesos pesados como John Coltrane, Thelonious Monk, Charles Mingus, Cole Porter o Bill Evans; y ahí es donde entran en juego las expectativas del oyente para valorar de manera justa (signifique eso lo que signifique) un disco que, si bien sirve como tributo a una serie de nombres totémicos grabados a fuego en la historia de la música del siglo pasado, también despierta dudas respecto a la necesidad o el interés que a estas alturas de curso pueda tener una versión de «Goodbye Pork Pie Hat». o la enésima relectura de composiciones de Evans o Coltrane.

Countdown es, en definitiva, un trabajo amable y correcto que destila clase y virtuosismo y que funciona a la perfección como entretenimiento mientras esperamos el siguiente paso en la prometedora carrera de un artista que resulta mucho más interesante cuando mira al futuro que cuando se regodea en el pasado.

Countdown · Simon Moullier · Luca Alemanno · Jongkuk Kim

Escrito por Ricky Lavado

31 de Diciembre de 2021

Fred Hersch Interview  JAZZMADRID21

Fred Hersch Interview JAZZMADRID21

Fred Hersch Interview
JAZZMADRID21

Madrid International Jazz Festival

13

DICIEMBRE, 2021

Entrevista: Manuel Borraz

Fotos: Rafa Martín/CNDM

On November second, I had the pleasure of interviewing one of the greatest jazz piano players of all time. After his last duo concert in Hamburg with trumpeter Dave Douglas, Fred Hersch came to Madrid, where he played with Avishai Cohen an intimate acoustic performance at Auditorio Nacional de Música (JAZZMADRID21), playing jazz standards and his own compositions in his unique, buoyant masterful way. 

Well known for his long jazz career, sideman in the past of jazz legends like Joe Henderson, Stan Getz, Bill Frisell… composer and piano bandleader, Fred has contributed to jazz music with an extended creative artistic work with many formations and formats. Despite his complicated life situation due to contracting AIDS in 1984 and coming back from death after a two months coma in 2008, Hersch is still touring the world, creating amazing music and leaving a legacy that will last long. The morning before the concert, in the living room of a hotel, Fred Hersch shared with us some aspects of his approach to music nowadays, his feelings and how is he living the current moment.

In&Out JAZZ – Welcome to Madrid, we are delighted to have you here. How are you feeling?

Fred Hersch – I am good, thanks. I don’t remember now, but I think that the last time I was in Madrid it was with the trio. Something I can tell you is that lately I remember good halls and good pianos around the world, how they work or the difference between them, specific ranges that sound better depending on the model. 

In&Out – You have had a close relationship with the piano for more than 40 years and you are still touring, most of the time in small formations like this concert with Avishai Cohen or by solo performances. What is your relationship with the piano now?

F. H. – I love it and I feel really loose. Since the pandemic, fortunately, all of the concerts where I have played have been with musicians that are in the flow of the music, not much is predetermined. I have played with Enrico Rava, Dave Douglas, now with Avishai Cohen all of them are different but great. I find it hard to play with musicians that are too much inside their heads. I always say to people I love my work. I make stuff up and I get paid for it. It’s a great job.

In&Out – Then… was playing piano solo concerts a natural consequence of your life, due to your needs and loves, or was it a conscious decision?

F. H. In 1977 in New York I was hanging out a lot at Cork Bradley’s, where all the piano players were hanging out. There were lots of piano players and bass-piano duos there, with Tommy Flanagan, Hank Jones, Jimmy Roles, Kenny Barron… I remember Rolland Hanna said to me: «you would be a very good solo player, you should really develop that», and he was a very good solo player, so I did it. In 1980 I gave my first solo concert and my first solo album came out in 2001. I have equal solo albums and trio albums. Playing solo… is very challenging, you can´t take a break for the drums solo! (laughs)

In&Out – You have used many different approaches, textures and creative skills in your performances, we could say that your piano playing has a very sensitive and refined touch, where do you think that this art of playing comes from?

F. H. I played classical music, not so much in public but for me, but I grew up listening to it. I did not listen so much to popular music. When you listen to a lot of great piano players and piano music you can hear the possibilities of the piano, so I never transcribed solos but I got ideas and tried to incorporate all these elements, for example: the piano can be a drum set, an orchestra, a singer, a horn, it can go in opposite directions, multiple directions or play different voices. This is a feature of my playing and I find it interesting to do… You don´t read into the piano but different piano players have their own particular sound, not the notes but the way they engage with the instrument. 

In&Out – The pandemic has greatly affected a lot the sector of music and culture, how did you deal with the Pandemic from the beginning of it until now?

F. H. I actually did not even touch the piano for months during the pandemic but, among many other things, I did meditation -but not Zen. What I do is, I sit everyday for 35 minutes, although is difficult to do it when being on the road.

When I started meditating, I realised that I had been meditating for my whole life with the piano, so instead of the breath as the encore, it was the sound the anchor, how you actually make the sound and how you put this sound in rhythm, this is active meditation. It is not about what you play -a hype chord or something fast-, it is about the feeling. 

In&Out – Also, during the Pandemic, you did one album, Songs From Home, right?

F. H. Yes. That album, Songs From Home, was simply me playing songs I like just to make people happy. So, people could be with me relaxing in my living room while I play songs that I Iike and, in that way, we all have some nice moments together.

In&Out – Talking about the Pandemic and the difficult moment of global health, we know you have been dealing with health issues for years, how did your health situation affect your playing?

F. H. – I was very sick I almost died twice, and when I came back things changed, so there is kind of a pre period and post period. It was 13 years ago, since then I know my playing has changed but I cannot tell you how.

Also, when you get older, your memory is not so great, your repertoire gets smaller and now, after a year without practicing or playing music in the pandemic, I appreciate music more. I have got to the place I always wanted to get to, where on the one hand I care deeply about the music but on the other I just do not care about whatever it happens. 

In&Out – You said tonight, with Avishai Cohen, the main focus will be on improvisation, but also, you have been using composition for a long time. Which area takes precedence in your life?

F. H. Nine of the last twelve albums were live because I do not like the studio so much. I feel that is real jazz, my best stuff is live. But as an artist I’m conscious of my career, and I know you cannot just do always the same thing, otherwise no one would pay attention. 

In&Out – You have been teaching for many years in institutions, and also influenced big musicians like Brad Mehldau, Ethan and Sullivan Fortner… what do you think about the institutionalization of jazz?

F. H. Well, in order to set things to students or to make a model for jazz education, it has to be driven by information, not by theory and transcriptions… In a way I was lucky because I did not have a teacher before I went to New York, and I was an apprentice, that was what everybody did at my time: I played with Joe Henderson, Stan Getz…

I composed my own pieces very late. Now everybody has the goal of having their own band with their own music and I think is equally creative to play something somebody else wrote. Not everybody is a great composer, something great for me is something that sticks, like a Sonny Rollins solo that I can almost sing… I would never write it down, for example, but I sing it. 

In&Out – Did you enjoy being a sideman? As I see you do not do it anymore.

F. H. Lately I do not tour with other people as a sideman, people do not think of me as a sideman anymore, they think I am busy or that it would be too much expensive, aso. There was a time that I was a sideman, when I was thirty, and I learnt from that. But now it is different.

In&Out – How is jazz education now?

F. H. Jazz education consists now of students who do it like a duty, they learn and can play but nothing is personal, it is more craft than art, and then there are musicians who have big influences and take it personally. They take music from other countries or from hip hop or classical contemporary music wherever, so there is not much swing inside so maybe it’s jazz but not jazz, although there are very accomplished musicians who have found a way to speak to their generations and to themselves.

When you suggest playing or writing down what Herbie wrote in 1963 it makes people develop a lot of fear but if it is something new you cannot be afraid of, you just have to embrace it. Also, now we have a group of people who have doctorates but never tried to make a living out of music, so it is very academic, and that fact can make people competent but it does not make them creative artists.

In&Out – How was jazz life back then for you?

F. H. When I went to New York I was 22 years old and it was very simple, you had to be able to know how to swing, how to compose, to read music, have the tools and be prepared to return phone calls… Now everybody is expected to be a bandleader, composer, social media expert… what is expected nowadays is different than before.

In&Out – What would you say is missing nowadays?

F. H. One thing that is missing is listening not only to what happened in the 70s but to the whole history of jazz. Throughout these times there have been and there are amazing pianists.

Man has to understand the different trees of jazz piano. Like, for example, Duke Ellington, Monk, Herbie Nichols, Andrew Hill. That would be one tree, or James P. Johnson, Art Tatum, Fats Waller, Oscar Peterson… that is another. 

Unfortunately, people don’t listen to albums anymore.  We read to the note, aso. Our attention has got shorter due to new technologies, and this is affecting a lot the education we are having.  

In&Out – Is jazz nowadays more skills centered than an artistic expression?

F. H. Most of jazz students want to know: «how can I do this?» but you just have to try things and commit mistakes until you learn… it is not I am going to do this and this and I am going to be a good jazz musician, it is a language and you have to speak it, and so, it takes time.

In&Out – The history of jazz has a very concrete, determined character, geographic origin… but the different paths that it has taken are creating a very thick and lush forest. Jazz is now being played around the world. Do you see a difference for example between European jazz and jazz in the U.S.?

F. H. Before, Europeans and Japanese wanted to know the authentic way to play this music, but now, there are a lot of European players who do their own thing: Enrico Rava, Bollani, John Taylor, Jan Garbarek, aso. You can put a lot of jazz music in ECM category or Avant Garde category, there is some in the middle but most of it is this. There is not so much swing anymore, but more straight 8ths odd meters, aso.

In&Out – I suppose that man learns a lot also playing with great characters of the history like you did in the past. What did you learn from playing with true legends at that time?

F. H. Playing with Joe Henderson for 10 years I learnt a lot. Sometimes he played great but sometimes not so well, or he started okay and at the end got amazing, so I learnt not to panic at a moment of the concert because it is a long trip. The trap I got into once was worrying about what I was not able to play, like young pianists who can do amazing technical things, but they cannot do what I do, so you have to know who you are.

There is no law saying «you have to do that«. So, you just play one phrase, then another, then another, loving them, like meditation… every breath is a little different from each other, some days you are focused and some days you are not. I like to think that I normally do good performances but sometimes I am more inspired. For example, in Village Vanguard, which is my home, I feel like I am in my living room, I do not have to worry about a thing. 

In&Out – It seems that your meditation practice has affected a lot the way you express and conceive your playing, did it influence you as well in the way you listen to jazz? 

F. H. When you listen, you cannot see what are people doing, you can just hear it. In a lot of shows I close my eyes, even in my own concerts, I do not look, I pay attention, it gives me a center. I like to take one track that I like, close my eyes and I listen to it seven times in a row, and each time I listen differently, how do people phrase or deal with harmony, if the drums are ahead of the beat, how do they deal with it…

In&Out – How would you qualify good art then?

F. H. – I always say good playing is like pizza. Basically you have sauce, cheese, dough and when you are playing solo you have rhythm, sound and the way you connect with what you play, these are the three most important elements. We all have had terrible pizza but when you get good pizza it is so great, bad pizza can fill you up, but good pizza…what a difference… wow! You can feel it was made with care and the best ingredients and skills… 

In&Out – So, do you influence yourself from other forms of art?

F. H. – I go to art museums, enjoy visual arts, theatre, other kinds of music, all kind of classical music. I like to explore everything, I like to learn stuff from different artists or periods or cultures and connect with them. You cannot only do jazz, maybe when you are young… but at this point I cannot just practice jazz, the closest I get is taking one tune and playing it for twenty minutes. I search for new stuff if it gets boring, I go to a different thing.

In&Out – How free do you think jazz music actually is?

F. H. – A tune is like a picture frame. It gives you a limit, that is the basic form, harmony, melody, or words… To me, the three great revolutions of jazz were Louis Armstrong, who invented scat, stepping up front of the band and being a really great soloist. Bebop era is the second, this is basically said: jazz is not dance music, it is more complex, virtuosic, people were writing their own things… and then Ornette Coleman, who was like: «I am just going to play on the feeling of the tune or I am not going to play any tune at all«. Of course, there are a lot of amazing great musicians but for me this is where the real innovation lies.

In&Out – How do you see the evolution of the jazz industry? 

F. H. – In the past years classical music and jazz albums sold were rated about 2%. And within jazz there were always singers and guitarists who sold more records than instrumentals, but it has always been a very small percentage of the music industry.

In&Out – In your opinion, why is this percentage so small?

F. H. – In both of those genres, the more you know, the better you feel when you listen, and more satisfaction you get, and you can at least have an opinion about it. In pop, big famous artists and their projects are driven by personality and sometimes it is more entertainment than art. Jazz and classical music, without any willing to be pretentious, is another kind of artistry, but it has always been a tiny part of in the industry…

Some people would say: «I like smooth jazz«, which is not actually jazz of big bands or whatever… and that can be great, or not. You know, there is nothing wrong with entertainment: sometimes you just want to have some fun. But in terms of artistry, not so much. It is another layer… just a deeper one.

In&Out – I guess society has also changed a lot. How do you see the acceptance of the LGTBI movement in jazz nowadays?

F. H. – Let’s say you have 5% of population of gays in the world, just to say a number, and not all of them belong to jazz or are jazz fans. I was one of the first ones to really come out and I like to think that it gives people confidence to say it too. When you play with other musicians it’s very intimate and you don’t want to bring sex into it.

Specially in the U.S. now they are tending towards women instrumentalists and people of color. Honestly, I don’t care what race or sex anybody is when I play with them, I just play with musicians that are compatible with me. When the music starts and I close my eyes, the music is what matters. I went to a multiracial school with no ethnic majorities so I did not think about it much, and then I played with lots of musicians…

A lot of people, for example, would wonder why would Joe Henderson  have a Jewish white gay piano player in his band… but if you are gay and in the closet, it is harder to express yourself also in life and in music. Now we have people who don’t know which sex they are, aso. That’s the next frontier.

In&Out – Now before we end, we would love to know if you have any upcoming projects.

F. H. – I am doing a string quartet plus a trio project. Nowadays this seems fashionable but I just did it in my own way… it will come out in January. It contains 8 movements of a suite and the different movements go together as a unit. They are based in my meditation practice.

Also, with Enrico Rava we will record an ECM album in a couple of weeks. They have a particular way of working and it will be interesting to make it. After Songs from home I realized that meditation could be an interesting subject, maybe I will do something about it or maybe my next project is a live I recorded with Julian Lage, who knows! We are just listening to it, you never know… or a jazz trio album, who knows.

Written by Manuel Borraz

13 de Diciembre de 2021

Cécile McLorin Salvant  JAZZMADRID21

Cécile McLorin Salvant JAZZMADRID21

Cécile McLorin Salvant
JAZZMADRID21

Festival Internacional de Jazz de Madrid

10

DICIEMBRE, 2021

Cécile Mclorin Salvant, voz/ Marvin Sewell, guitarra/ Alexa Tarantino, saxo alto y flauta/ Yasushi Nakamura, contrabajo/ Glenn Zaleski, piano/ Keito Ogawa, batería y percusión.

 

 

Texto: Manuel Borraz

Fotos: Elvira Megías/ CNDM

Con tan solo treinta y dos años, tres Grammys a sus espaldas y primeros premios en competiciones de gran prestigio internacional, como el Thelonious Monk Competition, Cécile Mclorin Salvant actuó el pasado 14 de noviembre en el Festival de Jazz de Madrid donde ofreció un recital a sexteto en el Auditorio Nacional junto a Marvin Sewell (guitarra), Alexa Tarantino (saxo alto y flauta), Yasushi Nakamura (contrabajo), Glenn Zaleski (piano) y Keita Ogawa (batería y percusión).

 

Cécile McLorin Salvant & Sullivan Fortner – Ma Plus Belle Histoire d’Amour (Live)

Cécile McLorin Salvant representa a día de hoy toda una referencia y un punto de inflexión en la historia del jazz vocal. Su recitación está cargada de un componente hipnótico y emocional, su vasto arsenal de habilidades y destrezas técnicas le brindan una gran libertad de posibilidades y su conexión con la tradición del género enraiza el espectáculo generando un clima de calidez, fluidez y exuberancia. 

Cécile McLorin ya era carismática y tenía una gran presencia desde sus inicios, tras su aclamado WomanChild y la continuación de sus proyectos como For One to Love, Dreams and Daggers, etc. Aun así, esta presencia y visión creativa se ha intensificado. Cécile McLorin es dueña del escenario, su voz es un juguete que moldea y adapta con dominio; se podría decir que su habilidad vocal ha evolucionado para adaptarse a las necesidades de una autora y personalidad musical que trasciende el género para darle un componente identitario de gran valor.

Salvant es un prodigio y no hay duda alguna de ello. Ha encontrado conexiones entre las tradiciones populares de todo el mundo, el teatro, el blues, el vodevil, los musicales, el jazz y la música barroca. Ya estudiaba música barroca y jazz en el Conservatorio de Música Darius Milhaud en Aix-en-Provence, Francia; todo esto mientras realizaba una licenciatura en derecho francés en la Université Pierre-Mendes France de Grenoble. 

En esta propuesta a sexteto, Cécile McLorin refleja en su directo una gran pasión narrativa y la diversidad estética de su pasado, con giros inesperados y sorpresas musicales, además de un humor y un saber estar que atrapan y que se transmiten con facilidad a un público que queda anonadado y entregado ante una personalidad con estas características.

LIVE 56 JAZZALDIA: CECILE MCLORIN SALVANT / July 21, 2021

Cécile McLorin renueva el género en cada paso que acomete, desde un imperativo de creación personal, bajo una mirada única y creativa y una rica combinación de componentes. Sabe elegir muy bien a sus aliados y esto se notó en su concierto en el Auditorio Nacional a través de una propuesta contemporánea, llena de matices, donde el jazz de vanguardia afloró con una identidad clara, mostrando y dejando entrever su próximo proyecto discográfico Ghost Song: pudimos escuchar canciones como Ghost Song, Thunderclouds, Optimistic Voices, No Love Dying, Obligation y The World is Mean, pertenecientes a su próximo álbum que saldrá a la luz en 2022 bajo el sello discográfico Nonesuch Records.

En el concierto incluyó un repertorio en el que no faltó la variedad estética con temas como Fog (de su álbum For One to Love), The Obsession (de su álbum a dúo The Window) versiones de temas como Pirate Jenny, o los ya clásicos Over the RainbowOptimistic Voice. Además, sus dos bises Le Temps est Assassin y Alfonsina y el Mar, dejaron al repleto auditorio en un mar de aplausos.

Cécile, nacida y criada en Miami, Florida, de madre francesa y padre haitiano, ya nos ha dejado boquiabiertos en diversas ocasiones y en diversos formatos, desde su propuesta a dúo junto al maravilloso pianista Sullivan Fortner hasta sus programas junto a Aaron Diehl trio. Sin embargo, en esta ocasión parece que Cécile McLorin ha apostado por una vía más suya si cabe, más contemporánea, propia e innovadora. Ella misma ha afirmado que “no se parece a nada que haya hecho antes, se está acercando a reflejar mi personalidad como curadora ecléctica, ¡Estoy abrazando mi rareza!

Quedamos agradecidos por poder contar con una talentosa personalidad de esta magnitud en el Festival de Jazz de Madrid y esperamos la salida de su álbum Ghost Song.

Cécile McLorin Salvant au Detroit Jazz Festival

Escrito por Manuel Borraz

10 de Diciembre de 2021

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