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Álvaro del Valle Interview

Álvaro del Valle Interview

ÁLVARO DEL VALLE

Interview

 

4

Noviembre, 2025

Interview: Álvaro del Valle, one of the great young artists and composers in the Avant-garde of Spain

Text: José Cabello

Photos: Artist’s Concession

Hemos tenido el inmenso de placer de quedar con Álvaro del Valle a comer, charlar y conocernos mejor por nuestra querida ciudad de Madrid. En esta breve entrevista, el compositor polifacético nos comparte cuestiones valiosísimas, desde las relacionadas con su último trabajo publicado bajo el título Agua, hasta su cosmovisión, sus ideas sobre composición e improvisación…etc.

¡Os invitamos a leerla con calma para aprender de este artistazo, así como a escuchar directamente su voz en el podcast!

Listen to the PODCAST below

In&OutJazz: Álvaro del Valle.

Álvaro del Valle: ¿Qué tal, José?

Qué gusto estar juntos en un día tan bonito en Madrid, y con una persona tan bonita, curiosa e interesante. Tu trayectoria es larga, con una formación bastante completa en universidades de renombre tanto en Europa como en el extranjero. Has tenido una estancia también en Nueva York. Eres docente, productor, compositor, músico, guitarrista…etc. Tocas todos los palos, muchos instrumentos, incluso los modulares, la española, la eléctrica… Digamos que eres un músico súper completo. La lista de colaboraciones con otros artistas es inmensa también. Y no solo músicos, sino también gente del mundo audiovisual y de las artes dramáticas. Por todo esto y más, eres un perfil que a In&OutJazz siempre le ha hecho sentir orgullo, al ser de cuna española. En este ratito nos encantaría conocer más tu último trabajo publicado, titulado Agua.

Cuéntanos por qué lo has titulado Agua, cuál es la idea general del disco, si hay algún concepto detrás del disco y de los nombres de los temas, porque son muy curiosos.

Sí, claro. He querido plasmar una serie de influencias que he tenido en términos generales y que engloban mi trayectoria dentro del jazz que  me acercó a la música improvisada desde el principio. Desde que empecé a tocar jazz más tradicional hasta ahora que estoy metido dentro del entorno del jazz contemporáneo. Y todo ello he querido mezclarlo con otra de mis grandes influencias, la electrónica, que es algo que yo he ido acogiendo cada vez más en mis propias carnes. La vida me ha ido llevando por ahí y me he ido juntando con una serie de artistas que están relacionados también con la electroacústica y con los nuevos medios, la programación y todo este mundillo. Así que he querido juntar todas las herramientas que tengo a mi disposición, tanto el lado de la improvisación con el instrumento y la estética compositiva del jazz contemporáneo, que me gusta mucho, como algunos timbres y sonoridades de la electrónica. Esta ha sido la premisa: mezclar una de mis formas preferidas de hacer música, la improvisación y la comunicación en el jazz, con otra de mis formas preferidas también, el diseño sonoro de la electrónica.

Y el disco toma el nombre de la primera composición, que me parecía muy representativa de la sonoridad que quería alcanzar, Agua. Tal y como el agua es un fluido, la estructura de la canción que abre el disco da pie a poder hacer muchas cosas a nivel rítmico y fluir si también como un río. La forma en que los músicos improvisan en el tema se acerca mucho a la sensación que me provoca a mí el elemento de la naturaleza que es el agua. Los músicos captaron el título del tema y a la hora de tocar, tocan de esa forma también, como un poco pensando en una cierta paleta rítmica.

Es un término y un elemento de la naturaleza que evoca muchas cosas, desde luego. En cambio ¿de Silence, Clouds o The Waiting?

Pues todo eso viene de mi gusto por estar en contacto con la naturaleza que me inspira mucho al hacer música. Se trata de captar ciertos paisajes en los que he ido viviendo últimamente y convertirlos en música.

¡Qué interesante! ¡Hablemos un poco del elenco, vaya musicazos! Te diré que yo, hablando desde el lado de los que amamos la música de nuestro país y estamos al tanto de lo que venís haciendo los diferentes músicos, y artistas, que sois unos cracks, cuando yo vi el elenco me sorprendió. Dije, ¡qué manera de cocinar! ¡Qué mezcla más interesante. Naíma Acuña en la batería, Reinier Elizarde al contrabajo, Íñigo Ruiz de Gordejuela al piano y luego las colaboraciones del grandísimo Román Filiu y de Zoe Celeste, que la verdad que me ha sorprendido muchísimo la voz de esta cantante. Cuéntanos un poco por qué ellos.

Pues cuando estaba imaginando la estética de la música que quería transmitir, pensé en ellos en primera instancia.

¿Directamente? ¿Te vinieron ellos a la cabeza? 

Sí, sí, sí.

Entiendo que has tocado con ellos en muchos contextos y les conoces, claro.

Sí, sí. Bueno, con Naíma vengo tocando muchísimos años. Con Reinier también. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y hemos coincidido alguna vez, pero es verdad que él suele estar con mucho lío. Pero en Madrid hemos coincidido algunas poquitas veces, y es un contrabajista que admiro por el sonido que tiene y también la claridad que tiene tocando. Por otro lado también Ínigo, que me parece una pasada también, porque toca con una claridad y un sonido tremendo y maravilloso. Además, yo la música la compongo en el piano, entonces tener un pianista que tenga ese sonido con tanta presencia es algo que valoro mucho.

Fíjate, no sabía que componías al piano. ¿Siempre es así?

Sí, porque yo me inspiro mucho en artistas del jazz contemporáneo, como pueden ser ahora mismo Ambrose, o Immanuel Wilkins, o pianistas como Aaron Parks o Robert Glasper que llevo escuchando durante mucho tiempo.

Estos últimos sí son pianistas.

Claro, cuando compongo me inspiro mucho en pianistas, y ya no solo a la hora de componer, sino a la hora de tocar con la guitarra también.

¡Qué pasada! ¡Qué interesante!

Me inspiro mucho en formas que tienen los pianistas de tocar, en los registros que utilizan. Así que contar con Íñigo ha sido una maravilla. Quería un pianista que fuese a sonar ahí bien claro y fue maravilloso. Y bueno, pues Zoe es tremenda, la verdad. También habíamos coincidido alguna vez y era como que tenía la forma de cantar que buscaba y además artísticamente conectamos mucho. Respecto a la música que yo compongo y la música que ella canta también, el cómo lo hace y cómo lo interpreta, justo me pareció la persona idónea, y la verdad es que lo ha clavado. Y bueno, Román Filiú, ya ni te cuento. La verdad es que estoy muy contento con el resultado.

Es una pasada. Yo creo que nos cautiva el sonido del disco a cualquiera desde el principio, con cómo suena. Y si eso es lo que uno encuentra en el agua, ¡que sea eso! ¿Qué dirías que aprendes de ellos en este disco? ¿Qué aprendizaje sacas en concreto de cada uno de ellos?

¿De cada uno de los músicos? Primero, la predisposición que han tenido siempre para hacer música. Eso siempre es algo que me llama mucho.

Siempre intento rodearme de músicos que tienen ese amor y esa pasión por la música que están haciendo. Y que luego cuando tú les transmites tus ideas, siempre están ahí como para hacerlas funcionar y para hacerlas sonar bien.  Esto está por encima de todo.

Y en concreto estos músicos yo creo que también han llegado a hacer música a ese nivel y con esa expresión gracias a que tienen ese interés y esas ganas de querer transmitir y trabajar tu música.

¡Qué bueno! Nos has mencionado alguna de las claves de tu método compositivo cuando comentabas que escribes en el piano, pero… ¿Cómo has compuesto el disco? Porque uno se lanza a escucharlo de arriba a abajo. Son 23 minutos, que a uno podría parecerle algo breve, pero es súper intenso. Y son 23 minutos en donde te encuentras una primera composición, como es Agua, con esas sonoridades, con esas interacciones, con esa forma de improvisar. Y de repente, inmediatamente después, aparece Silence que es un mundo sonoro completamente diferente. Al oyente le llevas de un mundo a otro, mundos preciosos los dos, mundos en los que yo me quedaría viviendo toda mi vida, pero me los das los dos a la vez. Y luego aparecen temas con obligados rítmicos o secciones así más obligadas al final en las codas, como los dos siguientes. Entonces, ¿cómo has compuesto este disco? ¿Ha sido a lo largo de mucho tiempo? ¿Ha sido un producto de un trabajo reducido en el tiempo, en una semana, en meses? ¿Era una idea que tenías de siempre? ¿Han sido motivos? ¿Es pura improvisación tuya que terminas grabando? ¿Cómo es?

Bueno, en realidad hay otra parte del disco que voy a ir sacando poco a poco.

Toma ya, que nos esperan más minutos de gozadera.

Sí, hay unos tres temitas que van a salir para expandir también los 25 minutos, pero he querido sacarlos por separado también porque me parecía que esta primera parte estaba bien así y no quería extenderlo más y quería sacar otra parte. Y bueno, pues con respecto a la composición, pues compuse todos los temas cuando tuve la fecha del estudio como un año antes o algo así, que sirvió para ponerme de objetivo componer el disco y tenerlo para grabar.

Ah, qué bueno. O sea, ¿fijaste la fecha del estudio?

Fijé la fecha y luego compuse. Hay un tema, The Waiting, que sí lo tenía maquetado de antes un poco, pero el resto los hice para el disco, sí. Entonces, al componer he podido concebir el disco entero de principio a fín. Realmente el disco lo puedes escuchar como si fuese un único tema entero. De manera que el segundo tema, por ejemplo, es consecutivo del primero ya que enlaza muy bien la armonía. Además he querido jugar con la tímbrica, para generar diferentes paisajes y crear como una variedad que lleva al oyente por diferentes lugares. Entonces hay algunos temas que los he compuesto en la forma un poco más tradicional de componer, a través de partituras y demás. Y otros temas como, por ejemplo, Silence, que ha sido pura producción. Grabé el piano en el estudio, produje una base con diferentes elementos, distintas percusiones electrónicas y demás. Y luego le pasé la base a Zoe y ella cantó la letra encima. Al utilizar distintos métodos compositivos se han dado diferentes resultados. En el fondo ha consistido en combinar diferentes métodos para conseguir más variedad. Incluso con el último tema, que es la última versión de Silence, con un formato más cercano a la canción, donde simplemente hay un vamp, una letra y el resto tocamos encima.

 

¡Qué interesante! Hay una cosa que también yo creo que nos sorprende a todos cuando te conocemos y es que para este disco en concreto y seguramente para lo que venga después, tú que eres muy polifacético, no solo tocas la guitarra, no solo haces produces bases, sino que además produces el disco entero, lo mezclas… no sé si también lo has masterizado tú.

Sí, sí, lo mastericé yo.

Y suena una bomba, es un cañón. Entonces, ¿cómo haces esto? ¿Cómo es posible que confluyan tantas habilidades en ti y que den un resultado tan bueno? ¿Cómo es este proceso? El proceso de concebir y abarcar todas y cada una de las etapas de un disco, desde su concepción, su composición, hasta su masterización. Todas centralizadas en tu persona. O sea, ¿no te has vuelto loco?

No, no. Porque lo tenía claro y ha sido sencillo y fácil. Todo esto al final viene como resultado de estar durante mucho tiempo interesado por muchas cosas, por diferentes campos que no solo implican el tocar, sino producir música también, o la mezcla, el mastering, todo lo que tiene que ver con la producción en sí. Me encuentro en un punto en el que todo lo que sé confluye de manera que me ayuda a poder hacer sonar el disco como yo quiero y a aportar una serie de texturas, timbres, paisajes sonoros, cambiar de uno a otro y que yo sea el que toma las decisiones y responsable de lo que sucede. Porque hay veces también que uno crea la música y compone y demás, y luego graba y esa música pasa por manos de otro ingeniero, y luego otro  y después otro y eso cambia la música a veces. Son eslabones que pueden hacer que el resultado cambie y quizás puede que no se adecue a lo que tú quieres o a lo que tú estás buscando como compositor. Entonces, en este caso, he decidido hacerlo yo para conseguir el sonido que buscaba.

Es un don grande, que puede ser fruto de la formación y tal, pero yo diría que es un don y un talento grande tener en la cabeza y en el corazón la panorámica general de lo que uno quiere. Porque muchas veces uno se encuentra con las cosas y las descubre de manera diferente como las había pensado, ¿no? Pero es curioso como cuentas que desde un principio tú tienes esa familiaridad con lo que resultará ser luego tu hijo, ¿sabes lo que te digo? Sin ver la primera ecografía, ¿me entiendes? 

Jajajaja. Sí, sí, son muchos años de prueba y error también. O sea, con el tiempo, a base de crear, crear, crear y crear, uno practica esa creación o lleva esa creación a cabo para conseguir, cada vez más, parecerse a lo que uno tiene en mente en un principio.

En diferentes ocasiones cuando hemos hablado me has contado cómo concibes la improvisación. Ya has empezado desde el principio contándonos que es una cuestión clave para ti. ¿Cómo la concibes? Porque muchas veces nos has dicho que piensas en ritmos. Muchas veces nos has dicho que piensas en el espacio que te dejan los otros músicos y en la interacción que puedas generar. Muchas veces dices “no, no, yo lo que toco es lo que he escuchado de otro que ha tocado antes que yo”. Y tantas veces nos cuentas que en todo caso si hay algo que pienses o que cantes dentro es, más que otra cosa, ritmo. Entonces, melodía, armonía…, o sea, ¿cómo es Álvaro del Valle improvisando? ¿Cómo lo viven tus dedos? ¿Cómo lo vive tu cabeza?

Pues, mucha melodía también. Durante mi formación, y me refiero a todo el tiempo que he dedicado con el instrumento, me han ido llamando la atención diferentes cosas en cada momento. Fíjate que al principio me llamaba más la atención lo complejo y cada vez me ha ido llamando menos la atención y ha pasado a ser lo sencillo lo que más me atrae. He pasado por diferentes etapas, pero bueno, al final, habiendo dedicado mucho tiempo a explorar música más compleja, y es algo que sigo haciendo evidentemente dentro de los proyectos en los que estoy donde la música bebe más de la estética contemporánea… también ésta informa mi acercamiento al instrumento, a la improvisación y a mi lenguaje. Al final es cómo conseguir que esa complejidad forme parte de un discurso para crear como una estética.

Y sí, ha habido una etapa de mi vida en la que me he fijado más en melodías muy sencillas y eso ha influido en mi tocata, de hecho, si tú pones lo que yo toco a un tempo lento te vas a dar cuenta de que son consecuciones de melodías muy sencillas y que no estoy tampoco inventando nada. A la hora de improvisar intento cantar lo que estoy haciendo y escuchar a los demás para luego poder contestar a eso que están haciendo ellos. Y esto es importante, la improvisación la entiendo como si fuese todo un global donde mi instrumento es una parte de toda la música que está sonando y yo lo que estoy aplicando es un timbre y unas texturas a toda esa composición que es todo este paisaje. Entonces puede no haber guitarra también y eso está bien, y de hecho cuando un instrumento suena durante un tiempo y de repente se calla pues se crea otra cosa totalmente diferente. Como que incluso dejando de tocar o tocando también lo entiendo como si fuese parte de la orquestación, que no es tanto pensar la improvisación como “mi momento”, sino que lo pienso como un todo, como capas. Entonces cuando dejo espacios y demás también lo entiendo como parte de esa orquestación.

¡Qué pasada! En lugar de decir “ahora toca mi plato, ahora yo soy el plato principal”, piensas que siempre eres un ingrediente.

Eso es.

¡Qué guapo!

Digamos que tu instrumento tiene diferentes roles…

No, metodológicamente esto lo cambia todo y es súper interesante. 

Son conceptos que yo he ido aprendiendo de la producción, por ejemplo.

Sí, porque ahí estás obligado a tratar el global de alguna manera.

Sí, sí. Y la gente que toca que tengo como referencia y que me gusta, pues veo que tienen estas cosas en cuenta.

¡Qué interesante! Te voy a preguntar ahí ya la última cuestión que me interesaría saber. ¿Hay en tu música, en tu arte, en tu búsqueda artística, en tu pulsión por componer, en todo tu ente artístico (que entiendo que coincide con tu persona también, porque son siempre cosas muy complejas) una búsqueda espiritual, conceptual, una intencionalidad, algún deseo de cambio de algo? Si lo hay, nos lo cuentas. Y si no, claro, en el fondo, ¿qué le querrías decir tú al oyente cuando sacas tu música, cuando haces las cosas? ¿Qué relación desearías establecer con el oyente? Porque entiendo que al oyente le interesaría también saber qué tiene Álvaro del Valle dentro, qué busca Álvaro del Valle con estas cosas.

Sí, entiendo. Claro, podemos entenderlo de muchas formas. Cada uno interpreta a su manera y cada artista tiene también sus motivaciones. Hay motivaciones políticas por ejemplo, que al final también son artísticas que entran dentro de la política impepinablemente, porque el arte también es una forma de hacer política. En mi caso, yo lo que quiero y busco, de alguna forma, es reivindicar el hecho de tener una intencionalidad, de hacer las cosas con una intención particular, como que las cosas sean hechas con autenticidad. Revindico las cosas hechas con fundamento, con un conocimiento de causa y de dónde vienen las cosas.

Sí, con rigor, con criterio.

Mira que me falta mucho por aprender, como a todo el mundo, pero yo siempre me quiero informar del cómo y del dónde vienen las cosas. La música es un ejemplo, porque solo es técnica, armonía, escalas y todo esto, sino que también implica una historia, porque la música viene de largo, es decir. Y no me refiero a la clásica, insisto en que viene de siglos y siglos atrás. Hay músicas que son ancestrales de las cuales seguimos bebiendo hoy en día. La base a través de la cual nos estamos comunicando, que es el ritmo, viene de una tradición que es ancestral. Con todo esto en el corazón y echando mano de los medios que tenemos hoy en día y los timbres que representan más específicamente la actualidad y por tanto a mi persona, ya que me siento representado por la etapa en la que vivo, he querido también conservar eso, ese vínculo con la música a nivel más profundo. Es algo que me ha interesado durante mucho tiempo; esa comunicación a través del ritmo, que es lo que hay en común entre muchas músicas folclóricas, como por ejemplo el flamenco o las músicas espirituales africanas o la música de la India. Siempre tienen ese común denominador, que es la comunicación a través del ritmo. Entonces yo he querido preservar eso y he querido reivindicarlo y decir “oye, que cuando hacemos música también hay que ver de dónde vienen las cosas y hacer un esfuerzo por conocer esa tradición”.

¡Qué bueno, tío! ¡Qué lección! Totalmente, qué interesante. Yo creo que esto corrige, en el sentido más fraternal de la palabra, a todos los que te escuchen, porque es importante.

Sí, claro, porque también es preservar cultura.

No, y que luego uno se siente mucho más realizado. O sea, uno se siente más realizado cuando se acerca al objeto y lo conoce más que cuando lo conoce de manera superficial. Totalmente de acuerdo.

Sí, sí.

¡Qué bueno, Álvaro! Pues muchísimas gracias por esta conversación breve. Le invitamos a todo el mundo a ir a escuchar Agua, el último proyecto publicado de Álvaro. Tienes muchísima música que la gente chequee. Lo pondremos ahí, tus redes, tu web, todas las colaboraciones que has hecho. Y tenemos que estar atentos porque vendrá música nueva, porque hay que estar atentos para pillarte en los conciertos en directo, en los festivales en los que puedas estar programado. Te apoyamos de manera íntima y agradecida, la verdad, desde In&OutJazz y yo personalmente también, ya lo sabes. Y, tío, enhorabuena, porque has hecho un trabajazo increíble e impecable con tus compis músicos y la verdad es que da gusto. Es bellísimo, así que gracias.

Genial, muchas gracias. Muchas gracias a vosotros también por la ayuda, también la difusión que estáis haciendo de los artistas. Y nada, que esperemos vernos prontito en la presentación.

A gozar, a gozar. Grande, Álvaro, gracias. 

Gracias, chao Jose.

2 de noviembre de 2025

Rodrigo Amado, The Bridge – Further Beyond – Review

Rodrigo Amado, The Bridge – Further Beyond – Review

RODRIGO AMADO

THE BRIDGE

Further Beyond

Review

28

October, 2025

By: Khagan Aslanov

Photos: Laurien Godfroid

Review: Rodrigo Amado. The Bridge. Further Beyond (Trost Records, 2025). Rodrigo Amado, tenor saxophone/ Alexandre Von Schlippenbach, piano/ Ingebrigt Håker Flaten, double bass/ Gerry Hemingway, drums, voice.

Masterful Portuguese saxophonist Rodrigo Amado doesn’t make free music, but music that is free. His international collective The Bridge are back with their second effort and, as would be expected from fans of either of the maestros assembled, the pyrotechnics and solidarity showcased by the quartet are truly something to behold. Further Beyond feels like a continuous forceful exhale, and Amado’s peerless playing on the tenor presents a refracted image of tone, texture and harmony. Coiled and endlessly inventive, the pieces that make up the album always sound like they’re collapsing to fractal parts, before fusing back into a pulsing whole, then back, again and again.

There are aspects to these pieces that function as warped trilobites of jazz in the late 1950’s, just as it began leaving its established modalities, and subverting traditional binaries of structure and rhythm, while holding onto a scrap of its symphonic core. That indelible tension is felt throughout Further Beyond, in the atonal insurrections that are seamlessly grafted into otherwise-melodic passages of “A Change is Gonna Come”, in the ostinato variations that open the title piece, in the concentric lung-work that gives shuddering shapes to “That’s How Strong This Love Is”. Amado’s playing, both in its compositional and improvised modes, is a compressed display of jazz’ endless morphology – gritty, anarchic, spiritual, self-referential, virtuosic, equally tuneful and utterly untethered from any scaffold.

What Amado avoids in fine style is over-cluttering, which speaks all the more to his adeptness. No part of Further Beyond feels overly dense or needlessly obtuse. Even as its identifying masks keep falling to the floor, the album flows with ease and grace, and in the midst of Amado’s horn workouts, the musicians that make up The Bridge are all given room to stretch and show off:

Alex Von Shippenbach is in typically fine chameleonic form, layering profoundly lyrical tonality into a supremely angular style. He splices in a dizzying amount of combustibility into the record, full of spiky dissonance and motivic phrasing.

Bassist Ingebrigt Håker Flaten lets loose his diverse palette that has, over the years, spanned everything from funk to art rock. His propulsive playing forms the foundation of the record, by turns communing directly with the piano, the tenor sax, or falling back onto the drums, to form nervy percussive interplay.

Gerry Hemingway brings forth everything that had made him such a crucial piece of Anthony Braxton’s ensembles in the 80’s and 90’s – effortlessly shifting between being a grounding foil to the mutiny on display, and a willing participant in its most unhinged moments. His squalling, pitched vocal improvisations add another feral element to the middle passage of the title piece, as the instruments collide into a collective frenzied descent.

On Further Beyond, The Bridge sculpt their second masterpiece, a demonstration of skill and rapport, agile, thunderous and free, showing once again everything there is to love about improvisational music.

 

 

October 28th, 2025

Canarias Jazz Showroom 2025

Canarias Jazz Showroom 2025

CANARIAS JAZZ SHOWROOM 2025

Ana Ayala Sextet Interview

Enrique Thomspon & Revirado Project

Lilu/Tristao/Lobo – Filippo Dall’Asta

 

27

Octubre, 2025

El Canarias Jazz Showroom, fundado en 2009 con el propósito de impulsar la cultura musical insular, se ha consolidado como una de las citas anuales imprescindibles del jazz en las islas. A lo largo de sus ediciones, el festival se ha convertido en un escaparate para los nuevos talentos del archipiélago. Este año celebró su XVII edición, con una programación que se extendió por distintas islas. La muestra, comisariada por el saxofonista, compositor y productor Kike Perdomo, referente en la difusión del jazz canario, reafirma la vitalidad del panorama local. El emblemático Auditorio de Tenerife Adán Martín acogió las actuaciones los días 10 y 11 de octubre, en su imponente edificio de hormigón de estilo neo-futurista, al borde del Océano Atlántico.

 

El festival abrió con el sexteto de Ana Ayala, artista galardonada con el Premio Archipiélago a Mejor Artista Revelación. El sexteto se formó en el Conservatorio Superior Liceu, y reúne a Daniel Pimenta en la batería, Guillaume Coulbois, al piano, Ot Granados al contrabajo, Claudia Bosch al clarinete, Itziar Mendívil al saxofón y Ana Ayala en flauta y voz. La joven Ana Ayala debuta como líder y compositora con esta formación, dando forma a una propuesta personal, colorista y emocional. El grupo desarrolla un lenguaje con elementos de la música clásica, el jazz, la improvisación y el bebop. El proyecto se articula en torno a composiciones originales en una búsqueda de nuevas sonoridades, explorando las posibilidades tímbricas de los vientos madera, las dinámicas y las texturas, utilizando recursos más habituales de la música clásica, pero combinados con la espontaneidad del jazz, con influencias que van desde Stravinski, Ravel, al barroco y al impresionismo de Debussy. Es una música compleja con muchas secciones casi como pequeños viajes musicales, que explora el diálogo entre la música clásica y el jazz. Temas como Nuestra Señora de la Paloma muestra un elegante swing, mientras que Maldita Burocracia estalla como tema protesta enérgico e intenso. También sobresalen piezas como Diáfano o Al Otro Lado, de carácter más lírico, que alternan momentos de tensión y de calma, evitando caer en la monotonía. Asistimos a un debut brillante, fresco y honesto.

Tras la actuación del sexteto, la noche continuó en el Café Teatro Rayuela con el trío de Sara Lilu, cantante canaria ganadora en la tercera edición de los premios canarios Jazz Showroom como Mejor Artista Solista, acompañada por los portugueses Romeu Tristão al contrabajo y Hugo Lobo al piano, forman un trio de notable sensibilidad y complicidad sonora. El grupo ofreció un concierto delicado y emocional, moviéndose con naturalidad entre estándares de jazz clásico como It’s Easy to Remember o My One and Only Love y composiciones propias de los tres integrantes, donde el diálogo instrumental se convierte en un territorio de pura complicidad. Temas como, Con los Años que Me Quedan, Where Are You?, y piezas marcadas por un tono íntimo y nostálgico. El trío alcanzó momentos de intensa expresividad, una elegancia melódica natural, lirismo y una complicidad que atraviesa todo el discurso musical. Sara Lilu, Romeu Tristão y Hugo Lobo se conocieron en Olimpo, un pequeño local en Lisboa, y esa conexión emocional se percibe en cada gesto, en la respiración compartida y en la forma de sostener el silencio. Su interpretación de It’s Easy to Remember fue una suerte de despedida luminosa.

El día siguiente abre en el Auditorio con el quinteto de Enrique Thompson & Revirado Project, una formación que respira tango, jazz y raíces sudamericanas con una libertad que desarma etiquetas. Enrique Thompson, saxofonista, compositor argentino consagrado afincado en Fuerteventura, lidera el grupo desde los saxos y el EWI, entre la tradición y la exploración contemporánea, entre el jazz acústico y las texturas del sonido electrónico. Le acompañan Daniel Schwazwald al piano, Kevin Barreto trompetista cubano-canadiense, David Muñoz al contrabajo y Áncor Miranda a la batería. Revirado Project nació en 2012 con el deseo de reinventar el diálogo entre el tango y el jazz, incorporando armonías modernas, improvisaciones de vértigo e intensidad rítmica. Su música ha recorrido escenarios internacionales. El universo sonoro de Thompson hunde sus raíces en el folklore y el tango argentino, pero se abre también a los aires brasileños y a la experimentación electrónica. En su repertorio conviven composiciones propias, relecturas de Aníbal Troilo, piezas como Zamba de la Incertidumbre, del compositor Carlos Aguirre, arreglada para quinteto con saxofón electrónico y grabada en 2021 o Ciberadictos, un tema enérgico y moderno que subraya su vertiente más experimental, un estallido de ritmo y contemporaneidad. El concierto culmina con Canción para Alguien, de Astor Piazzola. La propuesta de Thompson mantiene un profundo arraigo en las músicas de Sudamérica, especialmente en el folklore y el tango, pero con una mirada abierta al jazz contemporáneo y al color brasileño.

Continuamos en el hall del Auditorio con el guitarrista, compositor y arreglista italiano Filippo Dall’ Asta, lidera una formación compuesta por Carlos Pérez en la batería, Agustín Buenafuente al contrabajo, Kike Perdomo en los saxos y Yeray Herreraa la guitarra rítmica. El grupo presenta su más reciente trabajo, The Hot Club of Tenerife, un álbum que rinde homenaje al padre del jazz gitano, Django Reinhardt. El proyecto se inscribe en la tradición del jazz manouche, también conocido como gypsy jazz, un estilo nacido en la Francia de los años treinta que entrelaza el swing estadounidense con la música gitana centroeuropea, dando lugar a una de las joyas del jazz europeo. Filippo Dall’Asta despliega un equilibrio entre una técnica impecable y una musicalidad natural, con un toque elegante, fino y melodioso. El repertorio combina composiciones propias con versiones exquisitamente arregladas de estándares como Mona Lee, The Man I Love o Night and Day. El resultado es una música viva, luminosa y festiva, donde la libertad, la improvisación y el pulso rítmico se unen en un lenguaje de energía contagiosa y musicalidad extrema.

 

Entrevista a la flautista, vocalista y compositora Ana Ayala (Santa Cruz de Tenerife 09/12/1997) ganadora de Premio Mejor Artista Revelación, de Canarias Jazz Showroom 2025.

ENTREVISTA A ANA AYALA

 

In&Out Jazz Magazine: Enhorabuena por el premio Mejor Artista Revelación.

Ana Ayala: Estoy muy agradecida porque he crecido aquí, aquí es donde he aprendido música, Kike (Perdomo) nos ha enseñado mucho y me hace mucha ilusión que en casa me den reconocimiento.

Sí, sí, además en el Auditorio de Tenerife.

Sí, la sala es increíble. Es un sitio emblemático, musicalmente es lo más importante. Poder tocar aquí es un honor. Estoy súper agradecida.

Cuéntanos cómo arranca el proyecto y quienes componen la banda.

Pues Mira, mi proyecto lo inicié este año. Es un sexteto formado por contrabajo, piano, batería, clarinete bajo, clarinete en si bemol, saxo tenor, flauta y voz, lo forman Daniel Pimenta, Guillaume Coulbois, Aude Granados, Claudia Bosch y Mendivil. Lo formé en el Liceu, que acabé el año pasado la carrera para justamente eso, el recital. Y dije bueno, es una oportunidad para componer mis temas e indagar en las sonoridades como este sexteto.

En primera persona, ¿cómo definirías tu proyecto?

Hay un par de artistas que me gustan mucho, como Kika Sprangers, que es una saxofonista que me encanta. Y inspirada por muchas cosas me apetecía indagar en el mundo de la composición. Y justo Ernesto Aurignac abrió unas plazas de composición y solicite la plaza. Él me ayudó a entender y a iniciarme en la composición, porque es un mundo muy profundo. Me estuvo ayudando con las composiciones, a entender por dónde quería ir y sobre todo a plasmar los sonidos también de la música clásica, porque hice el Superior de clásico y me han influido Stravinsky, Ravel, el impresionismo de Debussy, el romanticismo también, el barroco. Entonces todo eso está plasmado en los temas de alguna manera. Es un proyecto que mezcla bastantes estilos, pero sobre todo la música clásica y el jazz, destaca el uso de las maderas y de la música bastante arreglada, con una estructura amplia. Son temas complejos, por así decir, que tiene muchas secciones.

Una suite.

Sí, son secciones. Creo que estoy en un momento de mi vida de querer componer de esta manera, utilizando los vientos madera, los timbres, las dinámicas, las texturas, de una manera diferente, que lo he visto más en la música clásica, y también mezclada con la improvisación y la espontaneidad que tiene el jazz y el lenguaje bebop.

Es un proyecto muy fresco y colorista.

Creo que sí, porque al final desde dentro una no lo sabe. Yo solo sé que me gusta, lo hago con amor y toco con mis amigos que son músicos a los que admiro. Al final yo creo que si eso está ahí y el trabajo, en la música se refleja.

¿Lo vas a grabar?

Me gustaría grabarlo, es que acabo de empezar. El año pasado acabé en el Liceu y gané el Premio Extraordinario de Conservatorio Superior de Música Liceu, y el premio es tocar en el Festival de Jazz de Barcelona y toco ahora en noviembre. Quiero mezclar el proyecto con una coral que se llama La Corrala, que es una compañía de canto solo formado por mujeres, también voy a componer cosas nuevas para hacer un concierto diferente, con mucha voz. Y eso es que acabo de empezar. Este ha sido de nuestros primeros conciertos fuera del marco académico.

Enhorabuena, tienes un camino brillante. Muchas gracias. 

Gracias por hacerme esta entrevista, espero que salgan muchas cosas de esto y que pueda seguir desarrollándome como artista y como músico, eso espero, para sobre compartir con la gente y aprender cada vez más sobre la música, que es mi pasión, lo que más quiero.

27 de octubre de 2025

Fred Hersch & Sullivan Fortner – CNDM Jazz en el Auditorio – Concert Chronicle

Fred Hersch & Sullivan Fortner – CNDM Jazz en el Auditorio – Concert Chronicle

FRED HERSCH & SULLIVAN FORTNER

CNDM Jazz en el Auditorio

17

October, 2025

Texto: Pedro Andrade

Fotos: Rafa Martín. CNDM.

CONCERT REVIEW. In&OutJazz Magazine

CNDM. Jazz en el Auditorio. Fred Hersch, piano/ Sullivan Fortner, piano. Madrid, 30 de septiembre 202

DOS PIANISTAS, UN SOLO LATIDO

El ciclo Jazz en el Auditorio del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM) abrió su temporada con un toque de magia: dos pianos frente a frente, dos generaciones y una sola respiración compartida. Fred Hersch (Cincinnati, 1955) y Sullivan Fortner (Nueva Orleans, 1986) ofrecieron algo más que un concierto: un diálogo entre el tiempo y la intuición, entre la sabiduría del maestro y la curiosidad luminosa del discípulo.

Desde el primer acorde se percibió que aquello no iba de virtuosismo, sino de escucha. Los dos pianos parecían conversar a media voz, como viejos amigos que se entienden con una mirada. Hersch, sereno, construía paisajes de aire y resonancia; Fortner respondía con destellos rítmicos y sonrisas armónicas. A veces uno proponía un camino y el otro lo desviaba con elegancia, como si el jazz fuera un juego de espejos donde nadie quiere ganar, sólo seguir descubriendo.

Hubo momentos de dueto, de pura comunión, en los que las líneas de ambos se entrelazaban hasta confundirse en un mismo pulso; y otros instantes en solo, donde cada pianista reveló su universo personal. Hersch, en sus intervenciones solitarias, mostró esa mezcla de introspección y claridad que lo cobija bajo el halo de Thelonious Monk, no tanto por las disonancias como por la lógica interior del silencio, por esa manera de hacer que cada pausa pese tanto como una nota. Su toque, claro y contenido, tiene algo de oración y de geometría: cada acorde parece buscar la belleza sin imponerla, cada pausa dice tanto como la nota. Es un músico que ha hecho del silencio una forma de resistencia, y en el escenario del Auditorio demostró que su legado no está hecho de grandilocuencia, sino de verdad.

Fortner, por su parte, trajo la alegría del sur, el pulso de Nueva Orleans, la herencia del ragtime y de los desfiles callejeros donde el ritmo y la improvisación se confunden con la vida misma. Su piano suena a calle, a iglesia, a baile y a contemplación. Donde Hersch dibuja con tinta fina, Fortner salpica color. Pero entre ambos no hay contraste, sino una complicidad natural: cuando uno lanza una idea, el otro la recoge con picardía, y de pronto todo se convierte en conversación alegre, en una celebración compartida.

No hubo repertorio cerrado ni artificio escénico. Lo que se escuchó fue una construcción en tiempo real, un diálogo que osciló entre la introspección y el juego, entre la memoria y la sorpresa. Dos pianistas escuchándose a fondo, respirando al mismo compás, inventando una belleza sin pretensión.

El público —atento, en todo momento— comprendió que asistía a algo irrepetible. En una época en la que todo parece acelerado, Hersch y Fortner recordaron que escuchar sigue siendo un acto de calma, de respeto y de amor.

17 de octubre de 2025

Luís Vicente, John Dikeman, William Parker, Hamid Drake – No Kings! – Review

Luís Vicente, John Dikeman, William Parker, Hamid Drake – No Kings! – Review

LUÍS VICENTE, JOHN DIKEMAN, WILLIAM PARKER, HAMID DRAKE

No Kings!

Review

15

Octubre, 2025

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Nuno Martins

REVIEW. In&OutJazz Magazine

No Kings! (JACC Records, 2025). Luís Vicente – trumpet, bamboo flute, bells/ John Dikeman – tenor saxophone/ William Parker – double bass, gimbri, gralla, wooden flutes/ Hamid Drake – drums, percussion, voice

CUATRO HOMBRES SIN PIEDAD

Hay un momento en El hombre elefante (David Lynch, 1980) en que el protagonista desafía su condición y, lo más importante, se rebela contra su destino al clamar: “¡No soy un elefante! ¡No soy un animal! ¡Soy un ser humano! ¡Soy un hombre!” Es el mismo grito que décadas antes proclamaron los trabajadores sanitarios de Memphis, cuando en 1968 entraron en huelga y se convirtieron en punta de lanza del Movimiento por los Derechos Civiles al exigir igualdad y respeto para los trabajadores afroamericanos que eran tratados con indignidad y mal pagados. “I Am A Man” también se ha utilizado histórica y contemporáneamente de diversas maneras para reivindicar los derechos y la humanidad de las personas, un clamor que ya venía desde los abolicionistas del siglo XVIII, pasando por la decisión Dred Scott de la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1857 —la que anulaba la ciudadanía a los descendientes de esclavos—, hasta llegar al lema por el que el Dr. Martin Luther King Jr. fue asesinado mientras se encontraba en Memphis para ayudar la huelga de sanitarios que se convirtió en un punto focal del movimiento. Aquella poderosa declaración de dignidad la recogió el tempranamente desaparecido trompetista Ron Miles en I Am A Man (Yellowbird Records, 2017), donde colaboraban Jason Moran, Bill Frisell, Brian Blade y Thomas Morgan.

Con la misma fiereza e intensidad que proclamaba aquel grito el monstruosamente deformado y elefantiásico John Merrick en el film de Lynch, el cuarteto compuesto por Luís Vicente, John Dikeman, William Parker y Hamid Drake busca alzar la voz en No Kings!, el disco que les grabó en directo Ron Ruiten el 14 de julio de 2022 en The Bimhuis (Amsterdam) para el sello JACC Records. Se trata de una única composición al aire en la que participan los cuatro músicos en un democrático intercambio simbiótico a fin de mostrar el modo en que la música se abre paso en tiempos aciagos. Todo es política o nada lo es. El cuarteto queda lejísimos de caer en el idiotismo que supone renunciar a la intervención civil. El idiotés clásico que decidía libremente renunciar al voto y a los demás derechos políticos, apartándose de la vida pública, se desentendía de su ciudad y se dedicaba exclusivamente a sus negocios privados, lo que esto era considerado como una verdadera rareza, si no una excentricidad en la antigua Grecia. Y de ahí a hoy.

El diseño de Joana Monteiro no deja lugar a dudas, con una tipografía que responde al grito y un tamaño exuberante, acorde con la proclama del grupo. Queda claro que, a pesar de haberse grabado hace algo más de tres años, el discurso no ha perdido vigencia (siempre pasa con las cosas buenas), todo lo contrario. El intercambio a modo de guerrilla que propicia el grupo ha acabado dando forma al título del volumen. Un ¡Sin Reyes! en la traducción española que quiere recordar la serie de manifestaciones en diferentes estados de los Estados Unidos, iniciadas el 14 de junio de 2025 y convocadas por opositores a la segunda administración del presidente Donald Trump. La deriva autoritaria de la última legislatura del autócrata Trump, ya sin tapujos ni ocultaciones, ha debido ser la causa de la elección del título de la composición. El signo de los tiempos genera nuevos sintagmas y alteraciones en las formas de pensarlos. Y si no que se lo digan al sociólogo, asesor político hasta que perdió la fe, y hoy ensayista Giuliano da Empoli, que en La hora de los depredadores (Seix Barral, 2025) analiza con prístina lente el hecho inquietante de que el caos ya no es el arma de los insurgentes, sino el sello del nuevo poder, ese mismo que guiña un ojo al Antiguo Régimen. El asunto provoca escalofríos al más pintado.

Pero ahí está el cuarteto liderado por Luís Vicente (el proyecto es eminentemente portugués, con el soporte de la Fundación GDA) para dejar constancia en una única toma sin cortes, pues el pensamiento nunca descansa, de lo que puede contarse desde el arte a propósito de los cauces por los que se nos obliga a conducirnos en este tiempo donde el hundimiento de la democracia nos obliga a cuestionarnos si vamos hacia delante o hacia atrás. Sesenta y ocho minutos y dos segundos en los que el concepto de comunión cobra verdadero sentido. Con Parker y Drake, viejos amigos curtidos en mil batallas, señores del free con mayúsculas, vertebran un proyecto firmado a cuatro manos en los que los vientos de Vicente y el a menudo acompañante de la sección rítmica, el originario de Wyoming pero afincado en Holanda John Dikeman, cuyo currículo va desde la Metropole Orkest a la Cairo Symphony Orchestra, pasando por la plana mayor del jazz del Mar del Norte. Con apuntes que se mueven con soltura entre las invenciones del Evan Parker más juguetón al John Zorn más fiero, el saxofonista se maneja con inapelable soltura tanto en los registros melódicos como en los rítmicos, dando réplicas o propiciando un diálogo fluido con Luís Vicente. Así, el arco de Parker abre el camino para que ya antes de los tres minutos, el oyente sepa a lo que atenerse: no vienen a ofrecer respuestas, sino a hacer las preguntas necesarias. Amparados por una suerte de atracción  por el abismo, el territorio sonoro que propone el cuarteto logra ser inventivo y testimonial a un tiempo, como si quisieran vertebrar las biografías de cada cual con las respuestas que tratan de dar al mundo que les ha tocado vivir. Saben que los nuevos mandamases vienen de la insurgencia digital infantiloide, esa que no desea límites ni regulaciones, como el neoliberalismo del que nació, pero elevado a las alturas fantasmales de la era del bitcoin. Que la música llegue a convertirse en una declaración de los derechos civiles contra la opresión no es más que el camino natural de estos cuatro instrumentistas siempre insatisfechos. De ahí que la animalización y el jolgorio selvático a mitad de tema, con la mirada puesta en el jazz acunado en África —las variopintas percusiones de Drake, las flautas de madera y el gimbri de Parker, las flautas de bambú y las campanas de Luís Vicente, los aires casi saharianos de los vientos de Dikeman—, esa jungla llena de vida, despegue en la media hora restante hacia el territorio de la insolencia, insolencia desde la perspectiva del poder, orgullo desde la perspectiva del oprimido. Cuando las causas son nobles, la lucha es obligada. Como decía Lorca: “No vamos a llegar, pero vamos a ir.” En ese movimiento hacia delante todo acabará encajando, todo tendrá sentido. La música, con nosotros dentro de ella. Será un modo de acabar con los monarcas infames, hacia los que no cabe piedad alguna. Mientras, nos seguiremos afirmando hombres. Escuchando con detenimiento No Kings! se puede aprender a gritar, y a luchar. No les quepa duda.

15 de octubre de 2025

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