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Vision Festival NYC 2023

Vision Festival NYC 2023

Vision Festival – NYC 2023

03

AGOSTO, 2023

Inaugurado en 1996, el Vision Festival es conocido por ser, cada año, un evento icónico en Nueva York. Desde sus inicios, ha dado voz tanto a artistas consagrados como a nuevos talentos dedicados a la interpretación de la música más allá de los límites establecidos. Después de 27 años, este festival continúa en su máximo esplendor, manteniéndose fiel a su misión original. En la edición de este año, que tuvo lugar a mediados de junio en el teatro Roulette de Brooklyn, se rindió homenaje a dos destacados bajistas: Joëlle Léandre, de Francia y Reggie Workman, de Estados Unidos; por sus notables contribuciones a la música a lo largo de las décadas. A lo largo de los seis días que duró esta edición del festival, se presentaron un total de 28 actuaciones, donde músicos, bailarines, poetas, vocalistas y artistas visuales deleitaron a una audiencia entusiasta y dedicada.

El Vision Festival destacó en esta ocasión por su enfoque en la improvisación libre dentro de un contexto compositivo, presentando una amplia variedad de proyectos que dejaron una profunda impresión en los asistentes. A lo largo de la semana, el festival ofreció una diversidad de propuestas musicales, que abarcaron desde proyectos enraizados en el jazz hasta exploraciones en la improvisación libre.

Entre las propuestas destacadas, el Vision Festival rindió un especial homenaje a Joëlle Léandre, reconocida bajista, por su destacada vida y carrera musical. El Judson Trio, compuesto por Léandre en el contrabajo, Craig Taborn en el piano y Mat Maneri en la viola, cautivó con su profundidad, sutileza y cuidado sonoro inigualables. 

Por otro lado, el Black Host, liderado por el baterista Gerald Cleaver y conformado por Darius Jones en el saxofón alto, Cooper-Moore en el piano, Brandon Seabrook en la guitarra, Dezron Douglas y Brandon López en el contrabajo presentó un enfoque más agresivo, con Cooper-Moore sumido en un estado de éxtasis total y Seabrook tocando su Telecaster con entusiasmo.

Durante el transcurso de la semana, el mítico baterista Hamid Drake -también conocido como Turiya– lideró un proyecto tributo a Alice Coltrane, interpretando cuatro de sus composiciones junto a un vibrante James Brandon Lewis en el saxofón tenor, Jamie Saft en el órgano, Patricia Brennan en el vibráfono, Joshua Abrams en el bajo, y Patricia Nicholson-Parker aportando su palabra hablada y danza. Drake compartió una emotiva historia sobre cómo, cuando era joven, al verla en un directo, Alice Coltrane lo inspiró, influyó y se convirtió en una de las referentes que moldearon su música.

Asimismo, el proyecto More Touch de Patricia Brennan, con la propia Brennan en el vibráfono y la marimba, Kim Cass en el bajo, Marcus Gilmore en la batería y Mauricio Herrera en la percusión, destacó por su belleza y la conexión espiritual que transmitió al público. El arte visual a cargo de Mincho Vega complementó de manera magistral la experiencia sonora.

Otro momento destacado fue la presentación del increíble Matthew Shipp Quartet, liderado por el consagrado Matthew Shipp en el piano, acompañado por Mat Walerian en los instrumentos de viento, Michael Bisio en el bajo y Whit Dickey en la batería. El arte visual a cargo de Dawn Bisio agregó otra dimensión a la enérgica actuación.

El festival también contó con la presencia de artistas visuales y propuestas más audaces, como Mayan Space Station Flight 66. El magistral e icónico William Parker se encargó del bajo, la composición y el arte, mientras que Ava Mendoza brilló en la guitarra, Gerald Cleaver en la batería, Lee Mixashawn Rozie en la mandolina y flauta, Jason Kao Hwang en el violín y Gabby Fluke-Mogul aportó su talento en el violín, creando entre todos, un conjunto verdaderamente único.

Desde proyectos a dúo hasta propuestas grupales en el ámbito de la improvisación libre, el festival ofreció una amplia gama de experiencias musicales. Dave Burrell y Joe McPhee cautivaron al público con su emotiva conversación musical entre piano y saxofón tenor. Al mismo tiempo Brandon Lopez presentó «The Gospel of Sans», un proyecto con estética propia de la improvisación libre, en el que participaron Zeena Parkins en el arpa, Cecilia López en la electrónica, Mat Maneri en la viola, DoYeon Kim en el gayageum, Gerald Cleaver y Tom Rainey en la batería, y Brandon López en el bajo. Gill Arno contribuyó con una manipulación en vivo de imágenes que complementaron la atmósfera creada por el grupo.

Hear in now Extended ofreció una experiencia auditiva única con Tomeka Reid en el violonchelo, Silvia Bolognesi en el bajo, Angélica Sánchez en el piano y Selina Trepp en videolah crearon un paisaje sonoro que desafió las convenciones y amplió los límites de la música.

A través de la danza, Yasmine Lee, acompañada por Michael Wimberly a la batería, nos transportó a una profunda conexión con África, sumergiéndonos en un viaje musical y cultural profundamente impactante.

El festival culminó con la celebración de Reggie Workman, un bajista legendario que ha dejado una huella indeleble en la música. Acompañado por Odean Pope en el saxofón tenor, Jason Moran en el piano, Jen Shyu en las voces, Elijah Thomas en la flauta, Elizabeth Panzer en el arpa, Tapan Modak en las tablas y Gerry Hemingway en la batería, la Reggie Workman Celebration Band cerró el festival con una actuación magistral llena de energía y virtuosismo.

Podemos gratamente concluir que el Vision Festival de este año fue una celebración de la música y el arte más allá de los límites establecidos, presentando a artistas de renombre internacional y talentos emergentes que dejaron una impresión duradera en el público. Con una combinación única de propuestas musicales, visuales y de danza, el festival demostró una vez más su compromiso con la exploración y la innovación en el mundo de la música.

Written by  Manuel Borraz

Ago 03, 2023

JazzEñe / Jazzaldia 2023

JazzEñe / Jazzaldia 2023

02

AGOSTO, 2023

 JazzEñe / Jazzaldia 2023

Hay quien dice que son las piedras las que mejor cuentan la historia, los fósiles que consolidan sentimientos, emociones y vidas a lo largo del tiempo. El Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián, inagurado en el año 1912, fue el escenario del Festival Internacional de Cine de San Sebastián hasta 1999 y, en una nueva forma de acumular tiempo y experiencias, es por tercer año consecutivo el espacio elegido por el Festival JazzEñe, el programa propio de la Fundación SGAE, para registrar las tendencias de mayor calado en los cocederos del jazz español. Que los cimientos del Teatro Victoria Eugenia fueran construidos con piedra del Monte Igueldo es una prueba más de que lo material atesora vida cuando hay un espíritu que late al compás, como aquí viene ocurriendo desde la inaugración de la nueva década por parte de un festival autónomo dentro de la programación de Jazzaldia.

JazzEñe es el proyecto formulado por la Fundación SGAE en colaboración con el Ayuntamiento de Donostia y el Festival Internacional de Jazz de San Sebastián, con la idea de dar visibilidad internacional al jazz hecho con acento español. En esta ocasión, ocho son los proyectos seleccionados para esta IX edición, donde se insiste en mostrar el interés por esa tríada obligada para leer bien las señales de los caminos del nuevo jazz que son: los programadores internacionales invitados, los críticos y el público. Con una programación diversa en lo estético, JazzEñe muestra lo que venía a enseñar; esto es, que el nivel creativo del jazz hecho en España no palidece ante otras propuestas geográficas, y que hay un público fiel al festival de Jazzaldia y a encuentros como éste que, con un mimo decente –el precio de la entradas era módico-, persiste en el empeño de empaparse de propuestas de música improvisada.

NGBM Cuarteto son las siglas de Nani García y Baldo Martínez, líderes de uno de los proyectos presentados, que transita la línea más libre de la muestra; con una larga trayectoria juntos como miembros fundadores de Clunia (en un principio a trío junto a Fernando Llorca), uno de los grupos más importantes de la historia del jazz en España, galardonado con el primer premio en el Festival de San Sebastián de1985. Baldo Martínez es un maestro de importante relevancia internacional y uno de los principales líderes del jazz más abierto y vanguardista que se hace en España. Para la muestra en JazzeÑe NGBM Cuarteto lidera el proyecto junto a talentos gallegos como el saxo alto Lois Rivera, y el baterista José Miguel Cabana, con temas compuestos por Nani García y Baldo Martínez comoIsla de Piedra”, “La Travesía”, “Serendipia”, entre otros.

Uno de los momentos más esperados por mí fue el concierto de Gonzalo del Val, uno de los bateristas representantes de la escena contemporánea española, esta vez en formato cuarteto, con nombres de la escena de jazz catalán de larga e importante trayectoria como Raynald ColomManel Fortià, y Romain Pilon a la guitarra eléctrica, presentaron el último trabajo discográfico Tornaviaje (Errabal Jazz, 2022), composiciones originales de escritura inspirada en el viaje de los marinos de los siglos XVI y XVII, reconocido como uno de los mejores discos del año 2022, de incursiones libres como “Big Nick”.

Escuchamos proyectos de jazz flamenco, como el cuarteto del percusionista José Manuel Ruiz “Bandolero”, con composiciones de Enrique Rodríguez “Enriquito” a la trompeta, Miquel Álvarez al contrabajo y Alex Conde, al piano; clásicos del jazz, adaptados de manera magistral a su lenguaje, en un encuentro entre flamenco y jazz. Queda en la memoria una versión de “Naima” por bulerías, y lecturas de Duke Ellington y otros, que hicieron las delicias del respetable.

Juan José “Niño Josele” Heredia, maestro indiscutible de la guitarra flamenca presento Galaxias junto a José Heredia al piano y sintetizador, Dany Noel al bajo eléctrico, Miguel Lamas a la batería y Kike Terrón a la percusión. Otra muestra de eclecticismo bien entendido.

La pianista Lucia Rey al frente del trío con Ander García y Alberto Brenes llegaron para poner en pie algunos de los temas del próximo álbum Nómadas; es música de mestizaje con sonoridades del Sur en clave de colombianas gaditanas. Y es que, a veces, la Ñ que asiste en el reconocimiento gráfico de quiénes somos mira indefectiblemente a lo que se fragua en las latitudes más septentrionales de la Península.

El grupo MOVE acaba de grabar el primer álbum de nombre homónimo, a pesar de llevar un tiempo juntos. Se trata de un conjunto de composiciones propias de Íñigo Ruiz de Gordejuela (piano) y de Alberto Arteta (saxo) que, sin un folclore específico al que adherirse, comparten influencias de la tradición jazzística, clásica y folclórica a ritmo de swing. Les acompañan con solvencia contrastada en el empeño Javier Callén (contrabajo) y Miguel Benito (batería).

Alto For Two es el quinteto liderado por la saxofonista alto Irene Reig y Kika Sprangers, nuevos talentos emergentes de la escena de jazz internacional; proyecto de composiciones propias con Joan Monné al piano, Giuseppe Campisi y Marc Ayza.

Carles Margarit Quinteto venía a dar cuenta de No se pierde la señalRecordando a Joan Margarit. El quinteto catalán en un proyecto en clave de jazz clásico, homenaje al fallecido poeta catalán de verso libre Joan Margarit, Premio Cervantes 2019 y maestro de arquitecturas que trascienden lo material (algo habría podido decir de esas piedras del Monte Igueldo con las que se puso en pie la sede actual del JazzEñe). Con un texto recitado y cantado por Laura Ximó, la apuesta contó con Xavier Algans (piano), Carles Margarit (saxo, dirección musical), Raimon Ferrer (contrabajo), y David Xirgu (batería). 

Decía Joan Margarit que le interesaba la cultura, que lo demás no tenía solución. Tal vez tuviera razón el recordado poeta catalán, pero seguro que hubiese mirado con buenos ojos las propuestas de jazz emergente que descubre en cada edición el festival JazzEñe. Margarit, arquitecto de formación, entendía de empresas sublimes, pues no en vano participó en la construcción de la Sagrada Familia de Barcelona. Por eso habría visto necesaria la apuesta por esta música sin fronteras que es el jazz. Reivindicar la latitud hispánica de las creaciones en este escaparate internacional que es el Jazzaldia es sólo un fragmento del mapa mundial de este idioma por nosotros tan querido, además de una idea valiosa que pide continuidad anual. Desde luego, lo contemplado en esta pasada edición supera con creces esos 181 metros sobre el nivel del mar de la cima del Monte Igueldo. Todavía reververan sus elocuentes piedras en el Teatro Victoria Eugenia.

Written by  Begoña Villalobos

Ago 02, 2023

JAZZALDIA 2023 Donostia/San Sebastián

JAZZALDIA 2023 Donostia/San Sebastián

31

JULIO, 2023

Bill Frisell – Four

Bill Frisell (guitarra eléctrica), Greg Tardy (saxo tenor, clarinete, clarinete bajo), Gerald Clayton (piano, órgano), Johnathan Blake (batería)

Hablar de Bill Frisell es hablar de una de las personalidades más escurridizas, creativas e influyentes en el universo de la guitarra del siglo XX y lo que llevamos del XXI. Convertido desde hace décadas en una auténtica figura de culto, la sombra de Frisell sobrepasa con mucho el ámbito del jazz, convirtiendo al de Baltimore en uno de los guitarristas más reconocidos y versátiles de nuestros tiempos. Admirador a partes iguales de Jimi Hendrix, Bob Dylan o Thelonious Monk, la extensísima y brillante trayectoria de Bill Frisell le ha llevado a acompañar a gente tan dispar y prestigiosa como Elvis Costello, Lucinda Williams, Paul Simon o Marianne Faithful, entre muchos otros; y su personal estilo a las seis cuerdas (cálido, elegante, melódico) ha ido convirtiéndose con los años en un universo propio en el que cohabitan jazz, rock, country, pop, bluegrass o electrónica ambiental. 

Para su tercera visita a Jazzaldia (la primera fue en 1995, como acompañante de Paul Motian, y la segunda en 2021), Frisell se ha rodeado de una banda de auténtico lujo para presentar Four, su más reciente aventura discográfica (tercer trabajo para Blue Note). Formado por reinterpretaciones de composiciones antiguas y por algunas piezas nuevas también, Four destaca a priori por la ausencia de bajo, y por una sensación de calma general en la que el jazz se tiñe de blues y de americana para generar otro gran trabajo en la carrera de un creador imprescindible e inclasificable.

Julian Lage Trio

Julian Lage (guitarra), Jorge Roeder (bajo), Joey Baron (batería)

Inspiración, creatividad, frescura, riesgo y elegancia; Julian Lage reune, a pesar de su casi insultante juventud, un compendio de cualidades que le han coronado como uno de los mejores guitarristas de su generación. Así de bueno es. Poseedor de una carrera tan meteórica como brillante, Lage es responsable de 14 discos como solista, y de más de 30 como acompañante de nombres mayúsculos como Nels Cline, Dave Douglas o John Zorn. El estilo de Lage, de sonido brillante y luminoso, se aleja conscientemente del virtuosismo gratuito para poner el foco de atención en la expresión de emociones y texturas; la guitarra de Julian Lage se dedica a dibujar paisajes para hacernos viajar a lugares abstractos llenos de belleza. 

La presentación de View With a Room (Blue Note, 2022), su flamante y aplaudido último disco, sirve de excusa perfecta para poder disfrutar de la propuesta del californiano en Jazzaldia 2023. Acompañado de dos gigantes como Jorge Roeder al bajo y el mismísimo Joey Baron a la batería, Julian Lage reduce a trío el formato completado en su versión grabada por Bill Frisell, para desplegar sobre el escenario un repertorio centrado en explorar las posibilidades orquestales de la guitarra. Ambición, talento y buen gusto; Julian Lage lo tiene todo.

Enrico Rava

Enrico Rava (fliscorno), Mateo Paggi (trombón), Francesco Diodati (guitarra), Francesco Ponticelli (contrabajo), Evita Polidoro (batería)

Dice Enrico Rava que no puede evitar el vértigo del escenario, ni la capacidad para sorprenderse “con aquellos músicos con los que tengo una misma visión, ya tengan 12 o 90 años”. Esto, dicho por una persona de 83 años, ya sería motivo suficiente para el aplauso y el agradecimiento por la lección de pasión por la vida, pero si además se trata de una pieza indispensable para entender el jazz europeo de las últimas décadas, ese aplauso se convierte, de forma justa y merecida, en un galardón; ni más ni menos que el Donostiako Jazzaldia, la máxima distinción del festival donostiarra. El veterano trompetista de Trieste comparte distinción este año con otras dos leyendas de larguísima trayectoria e influencia; el sudafricano Abdullah Ibrahim (88 años) y el japonés Yosuke Yamashita (81). Dando otra lección de vitalidad, y demostrando que su espíritu creativo sigue inquieto y en una buena forma más que envidiable, Enrico Rava se presenta en el festival armado con un fliscorno y rodeado de una flamante muestra de jóvenes talentos del jazz italiano actual que, bajo el nombre de The Fearless Five (banda bautizada como una de las composiciones más relevantes de Rava), brillan por derecho propio en un ejercicio de homenaje a una figura única e irrepetible de la historia del jazz en Europa.

Fotos: Lolo Vasco

Written by  Ricky Lavado

Jul 31, 2023

Boomslang Records / Bezau Beatz Festival

Boomslang Records / Bezau Beatz Festival

Boomslang Records /
Bezau Beatz Festival

Los Alpes austriacos. Alrededores del lago Constanza, tan cerca del estado del Tirol como de las fronteras con la Baviera alemana, Liechtenstein o Suiza. Ahí se encuentra Bezau, una pequeña localidad volcada en los deportes de montaña, la agricultura sostenible y la gastronomía, enmarcada en paisajes de belleza sobrecogedora; unos paisajes que a priori nos harían pensar más en La montaña mágica, de Thomas Mann, que en un festival de música. Sin embargo, entre picos nevados y rutas de senderismo, acontece cada verano, desde hace dieciséis años ya, un acontecimiento tan inusual como encantador: el festival Bezau Beatz. Concebido como una muestra de música creativa, Bezau Beatz es un festival de carácter íntimo y entusiasta, que cada año acoge un sinfín de propuestas vanguardistas situadas en los límites más experimentales del jazz contemporáneo y la música improvisada en su definición más amplia.

Como no podía ser de otra manera, los escenarios en los que se desarrolla el festival tampoco son los que imaginaríamos; el taller de una antigua locomotora de vapor, la capilla local, un granero, un aserradero y una plataforma a 1650 metros sobre el nivel del mar. Del 10 al 13 de agosto, los afortunados asistentes a la edición de 2023 podrán disfrutar de Billy Martin (el batería de Medeski, Martin & Wood dirigirá para la ocasión a la Bezau Beatz Workshop Orchestra); el guitarrista noruego Stian Westerhus; la música tradicional tanzana de Sinaubi Zawose, la experimentación folk de Hinde o a Miko Innanen y Juhani Aaltonen presentando el proyecto Plop + Junnu, premiado como mejor disco de jazz finlandés en 2023; entre muchas otras propuestas.

Detrás de una propuesta tan sorprendente y valiente está Alfred Vogel, un personaje de energía y creatividad desbordantes, que no teniendo suficiente con ser uno de los baterías más creativos y distintivos del panorama del jazz contemporáneo, además de organizar Bezau Beatz, encuentra tiempo en su día a día para dirigir Boomslang Records, un sello discográfico en funcionamiento desde hace dos décadas. No es baladí resaltar los veinte años en activo de Boomslang; según Alfred Vogel, “el único concepto en Boomslang Records es la buena música, entendamos lo que entendamos bajo ese término”, y en este caso ese término significa un maremágnum de propuestas artísticas concebidas para transitar las lindes entre el jazz moderno más experimental, la electrónica, el mestizaje, la improvisación rupturista y, básicamente, los terrenos menos explorados de la música de vanguardia. 

Concebido en principio como plataforma para la publicación de los muy numerosos proyectos de Vogel, tanto en solitario como en múltiples interacciones con el percusionista ghanés Kofi Quarshie (ambos miembros también de Kilimandscharo Dub & Riddim Society), el batería norteamericano Kevin Shea, la violinista suiza Laura Schuller o el vibrafonista inglés Jim Hart, entre muchos, muchos, otros; poco a poco Boomslang se ha ido estableciendo como hogar de las más inclasificables y poco complacientes propuestas creativas del panorama contemporáneo, como KDRSociety (una alineación estelar de jazz moderno, drum & bass y músicas del África occidental formada por artistas de Senegal, Estados Unidos, Ghana, Austria o Inglaterra), AMOK AMOR (con Christian Lillinger y Peter Evans en sus filas), Iseul Kim (pianista coreana que fusiona jazz, música clásica e instrumentación tradicional coreana) o inEvitable (proyecto del percusionista griego Evi Fillippou).

Al margen de estrategias comerciales y planes de negocios, desde una villa alpina de 2000 habitantes, Alfred Vogel vive consagrado a la heroica misión de dar voz a artistas que de otra forma no tendrían cabida en el mercado musical. Una labor que encaja poco con el ritmo de vida acelerado en el que andamos todos sumidos en esta época que nos ha tocado vivir, y que el propio Vogel resume de esta manera:

“Siento que todos nosotros, las discográficas de jazz, las agencias, los medios de comunicación, los artistas y el público estamos sentados en el mismo barco, y tenemos que luchar contra las principales fuerzas disruptivas de nuestra cultura y sociedad. La música es un vehículo fuerte y positivo para avanzar y conectarnos como seres humanos. Boomslang funciona como una plataforma para atraer la atención de artistas con una actitud similar. Un lobo solitario no llama mucho la atención en un bosque, pero si todos aullamos juntos, alguien podría escucharnos por ahí”.

Written by  Ricky Lavado

Jul 27, 2023

Conversation #9: Targeted – Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

Conversation #9: Targeted – Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

Conversation #9: Targeted

Greg Osby – Arno Krijger – Florian Arbenz

29

JUNIO, 2023

Conversation #9: Targeted. Hammer Records, 7 de abril de 2023

Greg Osby (saxofón alto, saxofón soprano), Arno Krijger (Órgano Hammond), Florian Arbenz (batería y percusión). Grabado el 1 de mayo de 2022 en HammerStudios (Basilea).

Texto: Enrique Turpin

LA DOMA DE LA QUIMERA 

Corren tiempos para audaces. Aquella premisa que reza que cuando hay sangre en las calles deben comprarse propiedades puede trasmutarse sin demasiado esfuerzo a otra que diga algo así como un hágaselo usted mismo cuando el mundo se muestre severo y desorientado. Son estos tiempos líquidos, donde todo se disuelve y nada resiste la solidez de antaño. Tal vez no haga ni falta, aunque uno siempre echa la vista atrás y recuerda que en la cronología vivida hubo momentos de dicha por las cosas bien pensadas y mejor hechas. No todo lo pasado fue un error. Ya sabemos que en esto del arte la evolución no siempre cumple la lógica de la ciencia, donde cada progreso adelanta al anterior. Y es el arte lo que ahora nos ocupa.

 

Arbenz X Krijger / Osby «Truth» (G. Osby)

Viene esto al caso de la apuesta valiente y firme del percusionista suizo Florian Arbenz (Basilea, 1975) de llevar a cabo un proyecto que salta de lo insensato a lo extravagante, pero que es la mirada de un visionario, esa que ve que el empeño merece la pena y, además, traerá réditos importantes para el resto de las vivencias que habrán de acompañar al artista en un futuro que ya está aquí. Begoña Villalobos y Ricky Lavado lo han explicado mejor en estas mismas páginas, pero el empeño es de una ambición que roza lo insolente. Las estrategias son de guerrilla, aunque las armas siguen siendo las del enemigo, donde enemigo es un mercado que ha renunciado a mostrarse permeable a proyectos de largo y hondo calado si no van acompañados de réditos inmediatos. Que les expliquen a Van Gogh, a Vermeer o a Ayler qué es eso de la fama póstuma y los royaltis.

 

El asunto se explica rápido: la pandemia y el confinamiento ofrecieron espacios de reflexión insólitos hasta entonces. En el caso de Arbenz, el resultado fue la imposición personal de reconocer su trayectoria y desandar los pasos que lo han conducido a ser uno de los percusionistas más intrépidos y diplomáticos —en el sentido aglutinador y negociador del término— de la escena europea. Se impuso la grabación y publicación de una docena de discos salidos de ese estado de cosas. Lo de guerrilla viene por la actitud, lo de la capacitación viene de la comprensión del mercado, lo que conduce inexorablemente a la autoproducción y a la autoedición. Si además se cuenta con un estudio como los HammerStudios de Basilea, un auténtico centro creativo donde la improvisación campa por sus respetos, como se le ha de suponer a un buen jazzman, la batalla está servida. Habrá que decir que las incursiones de Arbenz y los suyos van ganando la partida sin atisbo de duda. La eternidad siempre tiene la última palabra, desde luego, pero la intuición, la experiencia y algo de suerte trabajada vienen a confirmar una previsión que no parece errada. Y si no que se lo pregunten a cada uno de los invitados a estas Conversation Series, a punto de echar el cierre tras nueve entregas con los más diversos invitados, venidos de todos los rincones del planeta para propiciar una diálogo que encuentra la trascendencia en lo colaborativo. Por Basilea han pasado viejos amigos y héroes de la infancia de Arbenz, de la talla de François Moutin, los hermanos Vistel, Hermon Mehari, Heiri Känzig, Nelson Veras, Tineke Postma, João Barradas, Jim Hart, Rafael Jerjen, Wolfgang Puschnig, Oren Marshall, Michael Arbenz, Kirk Lightsey, Domenic Landolf, Tibor Elekes y la Conversation #9, que es la que nos ocupa, con la aparición Arno Krijger al órgano y la esperadísima presencia del ubicuo y siempre sorprendente Greg Osby a los saxos, a la espera de la última tríada discográfica que ponga cierre al proyecto.

 

La estrella, en cualquier caso, es Greg Osby (St. Louis, 1960), “uno de los modernistas punteros del post-bop de la escena jazzística”, a juicio de Nate Chinen. Florian Arbenz confiesa que Greg Osby “tiene un lugar especial en mi vida musical. Él fue el primer ‘real cat’ que creyó en mí como músico y nuestra historia de tocar juntos se remonta a 1998. Además, nuestros aniversarios coinciden el mismo día, compartimos el mismo sentido del humor, lo que probablemente sea también una razón por la que todavía giramos regularmente”, como señala el líder del trío en los créditos del disco. Greg Osby, de hecho, ha ejercido durante mucho tiempo como ‘ojeador’ para JMT Records (antes de que pasara a ser Winter & Winter) desde los años en los que frecuentaba el M-Base junto a Steve Coleman y Gary Thomas, hasta que se convirtió en pieza fundamental para el avance hacia la contemporaneidad de Blue Note. El disco que todos recordamos es New Directions (Blue Note, 1999), una grabación llevada a cabo para celebrar los sesenta años de la discográfica, que sentaba las bases de lo que empezaba a ser el resurgir de un jazz que reinventaba el pasado desde una perspectiva integradora, un vehículo de largo alcance para la expresión personal de jóvenes músicos dotados a la par en virtuosismo instrumental y en concepción artística —Mark Shim, Stefon Harris, Jason Moran, Tarus Mateen, Nasheet Waits y el propio Greg Osby— a partir de los estándares de la casa de la nota azul. Un disco que marca el devenir de esta novena conversación musical propuesta por Arbenz.

 

Como en New Directions, en Conversation #9: Targeted se da una integración natural entre la tradición y la vanguardia, que es el secreto para que una creación perviva en el tiempo y aspire a convertirse en clásico, si además le ampara la suerte que suele socorrer a los audaces, como reza el adagio virgiliano. Casi cuarenta minutos de verdadera efervescencia creativa, resuelta desde la comprensión mutua entre cada pieza del trío y su avance orgánico propiciado por el motor de la fluidez de ideas compartidas y nutrido y engrasado con la experiencia personal atesorada por Osby, Arbenz y el sorprendente Arno Krijger (Terneuze, Países Bajos, 1972). El organista, más cercano a Kit Downes que a Jimmy Smith, más a Larry Young que a Don Patterson, más a Larry Goldings que a Charles Earland, más cercano al fin a John Medeski que a Delvon Lamarr, llega el último a la fiesta y se hace indispensable para entender en toda su complejidad el monumento sonoro que ha creado este grupo heterodoxo, al que el mismo Florian Arbenz califica de inusual. Así lo demuestra en “Seven Steps to Heaven”, una pieza a dúo entre él y el baterista que se convierte en uno de los momentos cumbre del disco, en un alarde de confluencias e intersecciones entre los ritmos rotos y la melodía universal puesta en pie por Víctor Feldman para Miles Davis en su largo homónimo de 1963.

Arbenz X Krijger / Osby «Old Shaman»

El disco se abre con “Freedom Jazz Dance”, la composición de Eddie Harris que sirve de motivo para captar el devenir de cada uno de los volúmenes —una elección que se repite en todos ellos—, pieza convertida en piedra de toque para mostrar en múltiples variantes un estándar de esos que Ted Gioia olvidó en su libro sobre El Canon del jazz (Turner, 2013), lo mismo que ocurre con la hermosa y etérea lectura de “I Loves You, Porgy”, otro olvido del bueno de Gioia, ambas con Osby al soprano y los tres en estado de gracia, desde la mirada cósmica del órgano de Krijger, a las mazas sublimadas de Arbenz, sin olvidar la impregnación poética del saxofonista al revisar la melodía universal de Gershwin. Curiosamente, las tres piezas apuntadas hasta ahora han formado de uno u otro modo parte del universo davisiano, por lo que Targeted, noveno volumen de la serie, bien pudiera ser un homenaje encubierto al genio de Miles Davis, que siempre tiene algo que decir, como todo clásico que se precie.

 

Para que todo salga redondo, Arbenz se asocia con Osby, que tiene en su haber conexiones fructíferas junto a Herbie Hancock, Dizzy Gillespie, Jack DeJohnette, Freddie Hubbard, Woody Shaw, Jim Hall, Chick Corea o The Grateful Dead, por nombrar algunos luminarias exquisitas. “Recuerdo exactamente cuando escuché tocar a Greg Osby por primera vez”, ha declarado Arbenz. “Fue allá por mayo de 1991 cuando, a los 15 años, mientras escuchaba un programa de jazz de la radio suiza y lo grababa en una cinta debido a la falta de dinero para poder comprar el disco… La reproducción fue muy emocionante e inmediatamente supe que éste era el tipo de música que quería tocar.” Con un disco a dúo ya en su haber, Arbenz y Osby buscaron una tercera voz para unirse a su conjunto, y qué mejor instrumento para complementar sus estilos de interpretación que el sonido del órgano Hammond con el que Osby se crió en St. Louis. Un esfuerzo por trasladar a nuestro tiempo la tradición del trío de órgano que tantas alegrías ha dado al género.

 

A las tres composiciones canónicas se les han de sumar otras tres muestras más del ingenio con el que el grupo afronta el reto. “Sleeping Mountain” y “Old Shaman” son los temas que firma Arbenz, cinemáticos, emocionantes de principio a fin y de largo aliento, con Osby haciendo gala de sus dotes contrastadas con el saxofón alto, mientras que el resto de la banda se dedica a pespuntear con garbo superpuesto la propuesta del invitado de lujo. El resto del programa se lo lleva “Vertical Hold”, una revisión de uno de los temas centrales del ornettiano Channel Three, la despedida de Blue Note de Grego Osby en 2005, tanto o más imponente que la que abrazó el trío formado por Ellery Eskelin, Andrea Parkins y Jim  Black en 1997, o la juguetona a dúo que fraguaron en 2019 Michele Franzini y el mismo Greg Osby. De la fiereza controlada entendida como una de las bellas artes, así ha de catalogarse la incursión como trío que da forma a Targeted. Lo saben los mejores, y lo recordaba Dizzy Gillespie cuando aventuraba que es tarea vana imaginar la posibilidad de lograr un magisterio completo del instrumento al que se ha consagrado la vida. Eso mismo también vale para las letras, desde luego. Lo demás no es más que pura charlatanería, de la misma estirpe de la que hace caer a alguno en la soberbia hasta empantanarlo y hacerlo desaparecer plegado en su desventura e ignominia vergonzosa “como desaparece un puño cuando se abre la mano”, en palabras del descreidísimo Dashiell Hammett.

Como obra total, estas conversaciones buscan hacer justicia a la memoria del justo medio aristotélico, con lo que forma y fondo se conjugan para preservar el equilibrio que hace del mundo un lugar donde siga prosperando la belleza. Así, a la excelencia de los encuentros musicales se le une un diseño gráfico en manos de Gabriel Heuberger y Daniel Roth, una pareja de diseñadores que ha aprendido con solvencia de los hallazgos que Arai Yasunori —luego relevado con honores por Heung-Heung Chin, alias Chippy— propuso para la serie Masada del cuarteto de John Zorn, con aquellos lomos unidos que representaban desde el fragmento de cada disco el perfil de la fortaleza monumental del desierto de Judea que da nombre al insigne grupo del compositor, saxofonista y activista del Downtown neoyorquino. También en los lomos de estos discos podrá leerse como una feliz aparición la palabra de doce letras que motiva estos encuentros multigeneracionales e internacionalísimos auspiciados por la inquietud del percusionista de Basilea.

 

El esfuerzo cooperativo de la banda itinerante que Florian Arbenz ha ido montando según necesidades estéticas y vitales (¿acaso no son lo mismo?) hacen del conjunto Conversation una de las aventuras más felizmente logradas del panorama jazzístico mundial, ahora que está a punto de ponerse el colofón a la serie con los tres últimos volúmenes que completan la docena. Una vez más, el encuentro de personalidades abiertas a la innovación con los egos domados propicia resultados del calibre de Targeted. La precisión poética de la interacción comunitaria del trío logra sin apenas vislumbre de dificultad el equilibrio clásico entre la épica de lo insignificante y el retrato de lo grandilocuente. Lo logrado no es una quimera; pero de serlo, acaso sea una quimera domada, una realidad contrastada, nunca un espejismo ilusorio. Eso ha de tener premio. Uno mismo, que no desea esperar el juicio de la eternidad, ha colocado la Conversation #9 de la serie al lado de los grandes discos de su humilde discoteca. Es lo que se dice una suerte de justicia poética avant la lettre.

 

 

Written by  Enrique Turpin

Jun 29, 2021

Fresh Sound Ensemble: Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

Fresh Sound Ensemble: Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

Fresh Sound Ensemble:
Common Treads o cuando el hilo se hace madeja.

22

JUNIO, 2023

Alex Merritt (saxo tenor), Steve Fishwick (trompeta), Sam Braysher (saxo alto), Adele Sauros (saxo tenor), Ronan Perrett (saxo alto y clarinete), Michael Chillingworth (saxo tenor y clarinete bajo), John Turville (piano), Tom Ollendorff (guitarra), Conor Chaplin (contrabajo), Jay Davis (batería).

Jamboree (BCN), 27 de mayo de 2023

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Joel Codina

Se dice pronto. Cuarenta años. Cuarenta. Cuatro décadas. Ocho lustros. Quince mil días, semana arriba, semana abajo (1983-2023). Y todo con un propósito, el que sirve de lema al logo de la trompeta que mira a la derecha y contiene en sus filigranas arquitectónicas la palabra Jazz. Cuarenta años manteniendo vivo el género, decíamos, y treinta desde que apareciera la primera referencia de su sección contemporánea, esto es, Fresh Sound New Talent. Todos sabemos que por el sello han ido dejando su saber grandes figuras de la escena actual, fagocitadas muchas de ellas por las discográficas de referencia señera en la historia del jazz, con Blue Note a la cabeza, de Robert Glasper a Ambrose Akinmusire, de Brad Mehldau a Nasheet Waits, y tantos y tantos que tan felices nos han hecho y nos siguen haciendo.

Pensando en celebrar la efeméride, Jordi Pujol propuso a jóvenes músicos emergentes de la escena londinense que se embarcaran en un proyecto cooperativo que diera cuenta del estado de la cuestión al tiempo que sirviera de homenaje a estos años de alegrías compartidas. El resultado ha sido Common Threads (FSNT-645), de un espléndido Fresh Sound Ensemble dirigido por Alex Merritt, que produjo y coordinó el programa. Involucró asimismo a Steve Fishwick (tp), Sam Braysher (as), Ronan Perrett (as, cl), Alex Hitchcock (ts, ss), Michael Chillingworth (ts, b-cl), John Turville (p), Tom Ollendorff (g), Conor Chaplin (b), Jay Davis (d), además de invitar a la saxofonista finlandesa Adele Sauros (ts) para que dejara huella de su talento en la grabación, destinada a mostrar al mundo el alcance de la nueva generación de refrescantes músicos británicos, con los que Pujol había colaborado estrechamente en los últimos tiempos.

La puesta de largo llegó con su concierto barcelonés. Los programadores del mítico local de la Plaza Real, en complicidad con el disquero, propusieron una jornada inicial en la que el Ensemble se escindió en pequeños combos donde apresar el talento de los miembros de un modo más directo y nítido, en aras de una comprensión cabal de lo que se había armado para el doble aniversario de la discográfica madre y su filial. Tras una rueda por la flor y nata inglesa, más una jam que iba a dejar volar a cada uno de los participantes en el evento, la jornada de cierre suponía la confirmación de que los estímulos bien marcados y los entusiasmos definidos y engrasados dan como resultado conciertos redondos como el que pudo verse en Jamboree. Así fue. Desde un buen principio, Merritt hizo de maestro de ceremonias, presentando, espoleando, recreando in situ las piezas originales que se escribieron para la ocasión, orquestadas para dejar constancia de las mejores armas de los componentes, todos ellos unidos por una suerte de ‘hilos comunes’, de trabazón generacional que pide nuevos encuentros en lo sucesivo. Pequeños apuntes de genio llegaron de la mano de Adele Sauros, la convidada de Helsinki, lo mismo que Michael Chillingworth, Alex Hitchcock y el propio Merrit, todos ellos al tenor, mientras que los altos corrían a cargo de Ronan Perrett y Sam Braysher. Entraban, salían, se reordenaban y ejecutaban sin demasiadas fanfarrias mentales. Lo simple, si bueno, dos veces bueno (lo breve lo imponían cada uno de los pases de la tarde). La trompeta de Steve Fishwick se compaginaba a la perfección con la guitarra de Tom Ollendorff, y todo casaba sin pugna ni desengaño con la rítmica que formaban el contrabajo de Conor Chaplin y la batería de Jay Davis. Sabemos que hubo piano, honesto, prístino, en las teclas de John Turville, pero su presencia fue testimonial, dado que en la formación juegan un papel muy destacado los vientos…, también los que traían ciertos aires distintos a los colectivos que últimamente andan dando lo suyo los de la Union Jack de tendencias afrocentristas. Aquí todos eran caucásicos, lo que en estos tiempos es una forma como otra de estar marcado, o de significarse frente a tantos colectivos fractalizados.

Lo dicho, un concierto redondo de un disco redondo para una causa redonda. Enrique Vila-Matas hablaba de acabar de una vez por todas con los números redondos. Si la redondez sirve para montar espectáculos agraciados como el de Common Threads, bienvenida sea. El caso es que supo a poco.

Written by Enrique Turpin

Junio 22, 2023

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