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Camila Nebbia Interview

Camila Nebbia Interview

CAMILA NEBBIA INTERVIEW

23

Enero, 2025

Texto: Begoña Villalobos

Fotos: Cristina Marx, Juliane Schültz, Aurélie Raidron

Podcast de la entrevista completa + Transcripción de parte de la entrevista a continuación

Desde In&OutJazz hemos tenido el placer de entrevistar a Camila Nebbia, una de las voces de la música improvisada más interesantes de la escena internacional de vanguardia. Camila Nebbia es saxofonista, compositora, improvisadora, artista visual y curadora, nacida en Buenos Aires, radicada en Berlín. La artista multidisciplinaria trabaja en la creación y destrucción de la memoria de archivo, explorando los conceptos de identidad, migración y memoria a través de su trabajo. Ha tocado y grabado con numerosos artistas de la escena internacional como Marilyn Crispell, Michael Formanek, Angélica Sánchez, Randy Peterson, Tom Rainey, Patrick Shiroishi, Vinnie Sperrazza, Katt Hernandez, Kenneth Jimenez, Lesley Mok, Susana Santos Silva, Elsa Bergman, el colectivo Arfi de Lyon, Joanna Mattrey, el regulador Flow de Vincent Dromowski, Kit Downes, Andrew Lisle, John Hughes, entre otros.

 

In&OutJazz: Hola Camila, gracias por la entrevista, es un placer conocerte.

Camila Nebbia: Lo mismo digo, gracias por contactarme.

Yo te conozco ya hace tiempo, ya hace tiempo que te sigo. Por cierto estuve en junio en Madrid con Luis Nacht.

Ay, qué lindo.

Me contó que había sido tu profesor. Estaba muy orgulloso de ti, te admira mucho.

Ay, qué amor, lo amo a Luis, es lo más.

Sí, ¿no?

Sí, sí, sí.

¿Conoces In&OutJazz Magazine?

Sí, cuando me escribiste ya había leído, después me puse a mirar un poco más, es muy interesante.

Claro, es una revista de jazz, somos un equipo de quince. Está enfocada en el jazz vanguardia, noise, free jazz, etc. Estoy en la lista de El Intruso como crítico internacional. Los fundadores viven en Los Ángeles, son argentinos, los conoces, ¿verdad?

Sí, sí, sí, qué bueno que participas en El Intruso.

También In&OutJazz es miembro Europe Jazz Media.

Casualmente hace unos días Alfred Vogel me envió tu disco Eyes to the Sun con Luis Genovese y Alfred. Lo acabo de escuchar. Eres una artista completísima, polifacética total. He visto tus películas, increíbles. La primera pregunta hace referencia a eso. ¿Qué es antes, saxofonista, compositora, improvisadora, artista visual?, ¿Cómo empieza todo?

La verdad que todo empezó con el saxo. Toco el saxo desde muy chiquita, desde los nueve años. Así que esa siempre fue como mi conexión al arte. Aunque siempre en mi casa con mi familia, siempre estaba conectada al arte. Porque mi mamá es artesana, entonces todo lo que es manualidades me encanta. Y cuando me puse a estudiar en el conservatorio, estudié a la par cine. Entonces desarrollé las dos cosas a la misma vez. Si bien había empezado saxo desde mucho más temprano, después hice mucho a la par. Y cuando terminé mis estudios en cine decidí sumergirme 100% en la música, porque era lo que más me llamaba y sabía que de alguna manera iba a encontrar la relación con el cine en algún momento. Entonces se fue dando medio espontáneo, como entró lo otro en mi vida.

¿Cómo llegas como al jazz más improvisado?

Yo creo que fue también parte de descubrirlo, ¿no? Desde muy chica tengo mucho interés por diferentes músicas, como me encanta el punk, me encanta música mucho más abierta. Y creo que cuando descubrí…, o sea, yo ya estaba estudiando jazz, tocando jazz. Y cuando empecé a descubrir el mundo más del free me cautivó. Fue como que medio me atrapó. Y dije “bueno, va por acá, esto es lo que más resuena conmigo”. Tenía sentido con cosas que había escuchado de mi adolescencia. Entonces sentía que tenía que ver conmigo. Y creo que el primer artista que escuché fue Ornette Coleman. Y no me lo olvido jamás. La primera vez que escuché un disco de él fue como “¿qué es esto? Necesito saber más”. Así que así empezó.

Claro, es que eso te atrapa y es difícil volver a atrás. Yo soy una melómana atrapada por el free y es algo intenso…

Totalmente. Sí, sí, por mucho tiempo sostuve muchos mundos a la misma vez, pero siento que después, hace unos años, solté un poco más otros caminos y me empecé a…, o sea, sigo tocando un montón de música escrita relacionada con el jazz, pero con formas más abiertas o, no sé, trato de no ponerle mucho nombre para siempre estar abierta a lo que me den ganas de hacer. Pero bueno, sí, eso que decís, ¿no? Cuando te atrapa, te atrapa algo.

Te atrapa, sí, sí, sí. Hoy he escuchado la serie de discos a dúo,  me ha encantado el dúo con  Angélica Sánchez.

Ah, gracias.

En cuanto a la instrumentación, veo que tienes proyectos en solitario, muchos dúos, otros como Aura con ensemble de cuerdas…etc.  ¿Cómo planteas los proyectos?

Depende de qué es lo que estoy buscando. Con respecto a los proyectos colaborativos, como el de música improvisada. Generalmente es más con la gente que quiero tocar, que me encanta su música, que me motiva mucho. El dúo con Angélica u otros grupos que tengo que son colaborativos. Después cuando escribo música pienso no solamente en las personas con las que quiero tocar, sino en una instrumentación que me gustaría y que me motive o que sea en algo nuevo…, algo nuevo para mí, como un desafío y que sienta que tengo algo para decir con esa instrumentación. Y a partir de eso pienso, bueno, con qué personas me encantaría tocar, me importa muchísimo lo humano. Cuando armé Aura en Buenos Aires, para mí era importantísimo que fuera un grupo humano, buena onda, ¿no? Que haya una buena energía. Y eso fue, sinceramente, la grabación entre toma y toma, nos estábamos riendo, estábamos disfrutando y para mí es muy importante eso, cuando armo un proyecto. Así que es un balance entre esas cosas, ¿no? Y mis discos sola, generalmente pienso más en algún concepto o algunas ideas que quiero transmitir o que quiero desarrollar. Entonces lo hago más que nada para eso. Para, bueno, trabajar en algo, me encanta, focalizarme en algunas ideas y desarrollar o tener algún concepto para expresar a través del disco y… Siempre es un desafío grabar sola o hacer algún proyecto sola. Me encanta eso, me encanta el desafío y hacerlo, ¿no?

En cuanto a la instrumentación, utilizas muchas cuerdas.

Sí, me encanta.

Es increíble, sí. Yo conocí a Biliana Voutchkova en el Festival de Eslovenia.

Ah, esa es increíble.

Increíble, y a Joanna Mattrey también, con el cuarteto de una violonchelista chilena…, Edwards.

Sí, con Joanna he tocado mucho y sigo tocando. Tenemos diferentes proyectos, nos conocimos ya hace varios años. Así que siempre intentando encontrar formas. Porque a veces, ¿viste? No vivimos en el mismo lugar que algunos músicos, entonces hay que encontrar formas. De poder estar en el mismo lugar haciendo música. Y eso es divertido.

Los proyectos que tú haces, ¿responden a una evolución musical tuya o no? ¿O cada uno es independiente?

Puede ser… Yo creo que siempre estamos, como seres humanos estamos siempre cambiando, ¿no? Y estamos…, sí, no sé…, ojalá evolucionando. Así que sin duda siento que cada cosa que hago es diferente de la anterior, pero obviamente hay algún hilo conector que…, como un lenguaje que intento desarrollar personal o conceptos que me gusta seguir profundizando, pero trato de que la música siempre sea diferente para también poder crecer.

¿Cuál es ese hilo conductor o esos conceptos? ¿Cuáles son los patrones recurrentes?

Bueno, muchos conceptos que estuve profundizando o quizás inspirándome con ellos, son: primero, la memoria es algo que tuve muy presente en mis discos, en mi trabajo. También el hecho de haber migrado, eso me afectó bastante en lo que hice. Porque cada lugar donde…, o sea, no es lo mismo para mí vivir en Buenos Aires que vivir acá. Todo mi entorno cambió. Entonces cambia también la forma de hacer música. Creo que mucho…, siempre digo que mucho de lo que me influenció y me sigue influenciando es de donde vengo. Porque ya los ruidos de la ciudad de Buenos Aires me inspiran un montón y me han inspirado, sin saberlo, quizá me di cuenta de eso cuando me fui de ahí y de repente escuchaba otra ciudad y me daba cuenta que mucho del caos que busco en mi música viene también de ahí, del caos, de donde vengo.

Claro, muy interesante, además has vivido en muchísimos sitios. Ahora vives en Berlín, ¿sí?

Ahora vivo en Berlín. Sí, no estoy ahora en Berlín, pero vivo en Berlín. Y, sí, los últimos años viví en muchos lugares, en varias ciudades. Y también estuve un tiempo, como unos seis meses, sin estar en ningún lugar. Como simplemente, viajar y donde sea que tocaba, estaba ahí. Fue bastante interesante. Y ahora tengo…, estoy viviendo en Berlín, pero, bueno, viajo bastante. Trato de estar en movimiento. Me encanta. Aprendo muchísimo de este movimiento.

Claro, porque ¿qué cambio provoca este movimiento? ¿Qué aprendizaje genera en ti?

Yo creo que bastante flexibilidad es una. Y es algo que me encanta siempre trabajar, ¿no? Sí, trabajar en una misma. En no solo nuestra flexibilidad, pero también en nuestras expectativas, en cómo vemos… ¿Viste? Cada sociedad es diferente. Entonces, cada músico que conoces de cada lugar es diferente, y eso me interesa mucho, ¿no? Como la experiencia sociológica de esta música y de estar yendo de lado a lado. Hace poco me pasó que, en un concierto, un tipo que vino a escuchar me preguntó con qué grupo me sentía yo más cómoda tocando, porque cada vez que me veía, me veía con un grupo nuevo. Entonces, él no estaba seguro de si en lo que escuchaba había química o no. Él quería saber, ¿viste? Y yo le dije que a mí realmente me encanta conocer gente nueva. O sea, tengo grupos y me encanta tocar y desarrollar proyectos con grupos estables, pero también disfruto mucho de esta experiencia que es lo desconocido, ¿no? Es como… Sí, es una manera de ver y de sentir la música que es diferente a estas estructuras de tener un lugar estable, un grupo estable. A mí me gusta más estar siempre en movimiento e ir desarrollando con grupos a lo largo del tiempo, pero también tener esta oportunidad de crecer constantemente y de cambiar constantemente.

¡Qué interesante! ¡Qué interesante, Camila! Todo esto de lo desconocido, la apertura a lo nuevo, al cambio…, es un desafío a nivel personal y a nivel musical, ¿no?

Sí, sí, totalmente.

Yo te escucho y te veo y tienes mucho peso. Estoy deseando sacar más tiempo para escucharte más. Escuchar y re-escuchar, porque captas absolutamente toda mi atención. La narrativa que tienes, la estructura dentro del caos…etc. ¿Cómo estructuras todo esto? ¿Cuánto hay de composición y cuánto de improvisación?

Con respecto a esto último, yo creo que cuando escribo música, obviamente depende siempre de qué es lo que estoy escribiendo, pero generalmente me gusta hacer un balance entre las dos cosas, como el material escrito y los momentos de improvisación. Pero me gusta hacerlo de una manera que quizás cuando lo escuchas no sabes exactamente cuándo se terminó lo escrito. Y me encanta también poder escribir para un grupo de improvisadores que sé que van a hacer de la música algo propio. Y me interesa un montón.

¿A qué te refieres? ¿Sería como no saber cuándo acaba la composición y empieza la improvisación?

Como a veces mi forma de componer es, bueno, escribo un montón de cosas, y después digo “bueno, ahora me gustaría que como ensemble trabajemos cierta textura o cierta improvisación, o el material escrito lo destruimos y vamos hacia la improvisación”, o no sé, depende qué es lo que estoy escribiendo. Realmente ahora no sé exactamente cómo describirlo, pero sí trato de que no es que sea algo… Viste que en el jazz es bastante claro cuando se escucha la melodía y que después empieza la improvisación. Y a mí me gusta que quizás sea algo un poco más abierto que eso y que los momentos compositivos aparezcan en diferentes partes, no necesariamente comienzo y final o comienzo e intermedio y final, y sea más algo que esté pensado en esto que acabas de decir, como una narrativa, y pienso más en eso. Trato de pensar, cuando viene la improvisación, por ejemplo, en un ensemble grande, ¿qué es lo que quiero?, ¿qué es lo que me gustaría lograr con el ensemble? Que haya momentos donde estemos todos tocando y que trabajemos como ensemble, eso, por ejemplo, en Aura lo hemos trabajado. Hemos trabajado el cómo existir en grupo tocando nueve personas al mismo tiempo. Y también momentos de dúos, tríos, y cómo se van dando esos cambios naturalmente. Y la verdad que eso es también pura magia del grupo, porque todo eso no está escrito en el papel, ¿viste? Es algo que vamos viendo en el momento, vamos viendo qué cosas surgen. A mí me gusta mucho estar abierta a lo que la gente quiere proponer. No lo quiero determinar todo.

¿Propones un motivo, o cómo lo haces?

No. Proponer lo que puede llegar a pasar después del material compositivo, o cómo vamos a tocar el material compositivo. Me gusta más generar espacios horizontales donde cada persona que integra la banda puede proponer cosas si quiere. Y si no quiere, yo también traigo mis ideas y las hacemos, pero estoy abierta a eso, siempre.

Me imagino que…, o sea, ¿qué papel juega la intuición en todo esto?

Un montón. Un gran papel, porque yo creo que sí, la intuición en la improvisación es todo, pero también lo que va surgiendo en el ensayo. A veces voy con material escrito y digo, bueno, no tengo ni idea cómo lo vamos a resolver, lo veremos ahí en el ensayo, y va surgiendo, ¿viste? Vamos en el momento tomando decisiones, y veo cómo también me llega lo que el resto propone y lo vamos decidiendo en el momento.

¡Claro, qué interesante!

Y a veces que voy escuchando el ensayo, digo “wow, todo esto que ni se me hubiera imaginado, ¡me encanta!” Entonces queda ahí y es parte del arreglo, quizás.

Vale. El último álbum que has grabado La Permanencia de los Ecos con 577 Records, con Joanna Mattrey…, ¿es el último, verdad?

Con un ensemble, sí. Así con un grupo con mi música, sí, es el último disco.

Es una pieza de 34 minutos, ¿no?

Sí.

¿Y eso cómo lo grabáis? ¿Lo grabáis en Nueva York?

Sí, yo había ido a tocar allá gracias a Mutual Mentorship, que es un programa que crearon Jen Shyu y Sara Serpa. Y fui, creo que fui en el 2021… Ahora no me acuerdo si fui en el 2021 o el 2022. Pero, no, 2022, porque creo que por la pandemia no pude ir en el 2021. Y la idea, la proposición, ellas armaron un festival, entonces podía armar una banda y a mí se me ocurrió armar esta banda con este grupo, con Maya Keren, Cecilia López, Lesley Mok y Joanna Mattrey. Y escribí esta composición que es una composición larga, pero que tiene un montón de partes de improvisación y como que la idea para mí era un poco jugar con el material, destruir el material, no necesariamente tocarlo tal cual, ¿no? Como crear algo nuevo con este mapa que había creado. Y después de esa experiencia, en ese viaje no llegamos a grabar porque fui por menos de una semana y no lo logré. Todas estaban bastante complicadas de tiempo. Así que volví por una residencia unos meses más tarde y ahí logré grabarlo. Estaban todas en Nueva York y encajamos y fuimos al estudio y le hicimos así dos tomas. Así que bueno, una de ellas es la toma.

O sea, dos tomas de 34 minutos seguidas, ¡wow! Me encantaría estar en una grabación así hahaha.

Sí, fue divertido, también muy arriesgado ahora que lo pienso. Pero bueno, ellas son todas increíbles y aprendo mucho de estas situaciones porque me surgen después ideas de cómo haber podido preparar la música de otra manera para que sea más sencillo grabar. Pero bueno, vamos aprendiendo en el camino.

Por ejemplo, ¿cómo?

Quizás, dividirlo en secciones hubiera estado interesante para que…, quizás la música hubiera sido más larga, pero a veces, estando en un estudio de repente haces todo de corrido y, no prestas atención a cuánto tiempo fue. Pero bueno, fue muy interesante hacerlo y me encanta el resultado.

Es increíble ese disco. Todo lo que he escuchado es increíble.

Gracias.

Podrías profundizar cómo escribes y cómo improvisas. O sea, ¿qué haces? ¿Deconstruyes una idea? ¿Técnicamente cómo haces?

Mi forma de componer y de improvisar creo que son bastante diferentes, aunque tienen mucha relación quizás, respecto a que busco muchas sonoridades que van por el lado de lo atonal quizás. Y eso sería como la conexión entre mis mundos ahí. Pero la verdad que cuando improviso siempre estoy tratando de escuchar. Incluso cuando estoy tocando sola, ¿no? Como escuchar el espacio, sentir el instrumento en el espacio y crear desde ahí. Hay veces que conecto mucho con la idea de destruir el sonido y es algo que también conecto mucho entre todas mis formas de creación, como en el cine o cuando compongo. Y me gusta mucho también profundizar en eso. Como, ¿cuál es el límite del sonido? ¿Hacia dónde y qué puedo jugar con el sonido para que sea como diferente, o para lograr diferentes estados? También siento que viene mucho de algo interno, como de desarrollar y de experimentar diferentes estados al tocar. No digo estados mentales, digo estados físicos de qué pasa si soplo demasiado fuerte, cómo me siento y qué hace mi cuerpo cuando pasa eso. Conectar con esas pequeñas cosas que vas sintiendo con el cuerpo, es otra conexión con el instrumento. Y trato de ir por ahí explorando cuando toco sola. También hay muchos recursos técnicos que trato de implementar o que desarrollo. Entonces después, cuando estoy practicando, los uso, pero bueno, cuando estoy improvisando realmente trato de olvidarme de todo y simplemente como estar escuchando y estar viendo hacia dónde me lleva la música.

Hablemos de tus referencias estilísticas. ¿Cómo defines tu música? ¿Free jazz, libre improvisación o qué? ¿Cómo?

La verdad que no, o sea, no le pongo mucha…, no pienso muchas palabras para definir mi música, porque eso que te decía, me gusta estar abierta a lo que quiera llegar a ser mañana u hoy, que puede llegar a no ir con esas etiquetas. Pero bueno, siempre, para mí está siempre bien si la gente quiere ponerle etiquetas, porque entiendo que es más fácil algunas cosas. Pero bueno, sí, en general, sí, creo que lo que hago más es música improvisada, también música escrita, que puede ir más por, no sé si llamarlo jazz, la verdad, pero, o música nueva. También a veces música electroacústica, a veces estoy ahí por el mundo de lo electroacústico, y así que ando un poco ahí abierta.

Claro, entiendo. Hace dos o tres meses me invitaron a la muestra de jazz de Netherlands, InJazz . Escuché un grupo con la teclista  Warelis, he visto que tú has trabajado con ella.

Ah, Marta, sí, qué linda, me encanta Marta.

Sí, sí, sí, o sea que estás experimentando con lo electroacústico, ¿no?

Sí, la verdad que me interesa un montón, y aparte siento que Berlín es una ciudad que te inspira mucho a eso, a sumergirte en eso, pero bueno, también lleva muchísimo tiempo, así que voy como puedo.

Sí, porque además he visto que la lista de festivales que tienes cada mes es brutal. La lista de viajes y de actuaciones es enorme.

Sí, estoy feliz, la verdad, me muevo bastante.

He visto que, bueno, que has tocado con todo el mundo que está la línea de la música improvisada.

Sí, un poco, sí.

Con Formanek que además vive en Lisboa, también con Devin Gray.

Ah, Devin Gray, sí, sí, sí, él vive en Berlín también.

Eso es. Ya para acabar, en cuanto a sellos discográficos, ¿Cómo decides? ¿Cuál es la decisión de grabar con un sello o con otro? ¿Cómo organizas eso?

La verdad que es un desafío siempre lo de los sellos discográficos porque tiene su propio tiempo, su demora hasta en recibir los mails, entonces es un, lleva un tiempo decidir. Pero los últimos años estuve mucho en contacto con, Kevin de Relative Pitch Records, la verdad que él ha sido un gran apoyo para mí, así que estoy eternamente agradecida con él, y ya saqué dos discos con él, mis discos sola. El último y mi disco con Angélica Sánchez fue por ahí. Así que muy agradecida, la verdad. Pero bueno, siempre con respecto a los sellos, es un poco ir viendo cada proyecto, a dónde se puede enviar y ver si hay alguna respuesta positiva.

Bueno, pues muy bien. ¿Y cuándo vas a venir a España?

Ay, me encantaría. No sé, por ahora no tengo planes para allá, lamentablemente.

A ver si puedo ir yo a verte. Tengo previsto en algún momento ir a Berlín al festival de jazz, a ver si coincidimos, que seguro.

Está el Festival de Berlín en noviembre, no sé si vas a venir.

Ahí voy a tocar con un trío, con Kit Downes y Andrew Lisle. Pero bueno, si llego a ir a España, te aviso.

Claro, claro, claro, por favor.

Sí. ¿Y en dónde vivís? ¿En España, en Barcelona?

Madrid.

Fui una vez a Madrid, me encanta. Me hace recordar a Buenos Aires.

Claro, sí. Pues esperemos que vengas en breve.

Sí, me encantaría.

Genial, pues vamos hablando, ha sido un absoluto placer.

Genial, muchas gracias.

Gracias a ti por la entrevista, y espero verte pronto, en 2025 en directo. Con muchas ganas. De momento te voy siguiendo en grabado.

Hablamos pronto.

Un besazo, chao.

Chao!

By: Begoña Villalobos

Enero 23, 2025

Roberto Nieva Interview – JazzEñe Festival 2024

Roberto Nieva Interview – JazzEñe Festival 2024

ROBERTO NIEVA INTERVIEW

JazzEñe Festival 2024

21

Enero, 2025

Texto y entrevista: Begoña Villalobos

Fotos: José Luis Luna Rocafort

Roberto Nieva es saxofonista alto y compositor español. Desde In&OutJazz hemos tenido la suerte de poder entrevistarlo en JazzEñe 2024 (Jazzaldia) Donosti, programa propio de la SGAE. Nieva es un instrumentista muy potente, un ‘blower’ con todos los fuegos del bebop y composiciones contemporáneas.

 

In&OutJazz: Hola Roberto, es un placer encontrarnos en Donosti, en el Festival de JazzEñe. Gracias por la entrevista. Quiero hacerte tres preguntas, la primera es sobre tu experiencia y repercusión que ha tenido para ti, artísticamente, el último álbum: Empirical Sound (Underpool, 2024). Otra pregunta sobre tu opinión y experiencia en el festival JazzEñe aquí en Jazzaldia. La última pregunta es específica sobre tu disco, a nivel de composiciones, música.

Roberto Nieva: Gracias Begoña, un placer para mí también. Pues respondiendo a la primera pregunta, en cuanto a qué ha supuesto mi estancia durante el año que estuve haciendo la residencia artística del Focus Year, pues te puedo decir que en un gran porcentaje el resultado ha sido el disco. Porque la idea conceptual de este disco, ya enlazando las dos preguntas, es un poco, bueno…, en su totalidad, es plasmar la música a través de las experiencias y viajes, encuentros y personas que he conocido. En cuanto a, cómo puede transformar y moldear a una persona el conocimiento al vivir esas experiencias. Entonces, está claro que tiene una relación directa, causa-efecto. O sea, para mí fue muy importante, fue muy trascendente, fue algo que era inimaginable, impensable, poder compartir y trabajar codo con codo con músicos tan reconocidos como Miguel Zenón, Kris Davis, Sullivan Fortner, Larry Grenadier, cada uno de los coaches que han formado parte del año en el que yo estuve allí. Aparte de eso, los compañeros con los que compartí ese año en el Ensemble, como Thiago, que finalmente, pues también es fruto de eso, ¿no?, que haya grabado en mi disco es porque nos conocimos allí. Entonces la trascendencia que ha tenido para mí ha sido muy grande. Como te decía, no es en su totalidad el resultado del disco, pero sí tiene un porcentaje muy grande en cuanto a mucho conocimiento que adquirí y sobre todo eso, tuve la suerte de viajar, de tocar y de compartir con mucha gente que, como te decía, era impensable para mí.

¿Grabas el disco en Basel?

No, grabamos el disco en Madrid.

Las composiciones, esa era la segunda pregunta, ¿no?

Sí. Eso es. El concepto compositivo.

Sí. Está basado un poco en dos vertientes, una de ellas siempre está fundamentada, las canciones tienen un fundamento y un sostén bastante sólido. Bien sea por una profunda investigación compositiva de algunas técnicas o bien por fruto de una inspiración o fruto del momento de la creatividad. Pero siempre está muy balanceado, cuando hay mucho de lo uno hay que también poner un poco de lo otro, o sea, siempre está balanceado, lo que está siempre es fundamentado en algo. Tiene una razón de ser, tiene una justificación. Entonces, eso también es que va todo muy relacionado, muchas de las cosas que aprendí, que tuve la suerte de tomar clases con Mark Turner, con Miguel Zenón, me dieron mucho desarrollo para poder aplicarlo a la composición, con Kurt también. Entonces, no es, como te decía, en su totalidad, el disco por esta residencia, pero tiene un porcentaje muy grande de en cuanto a lo que a supuesto al final, la trascendencia que ha tenido para mí este tiempo, vaya. Y la última pregunta era sobre el Focus, sobre la composición…

Y sobre Jazzeñe.

Eso es. Bueno, como he dicho en el concierto, para mí y creo que para todos los proyectos que se presentan en este ciclo, es un impulso tremendo. Al menos así lo veo. Te pone en el mapa. Es uno de los festivales más importantes a nivel nacional de este país, y aparte sirve como un impulso ya que, recuerdo que este fue el primer concierto que yo agendé. Alrededor de este concierto monté una gira que ha sido mucho más fácil teniendo como cartel el festival. Entonces, obviamente que eso, ha sido un impulso tremendo para proyectos como el mío. Para proyectos como el mío y como los del resto de compañeros supone una ayuda muy importante la verdad. Y esperemos que también, a los programadores que vienen de los diferentes festivales europeos les guste las propuestas. Que creo que España debería exportar un poco más de jazz del que exporta. Hay proyectos de gran calidad y músicos de un nivel increíble. Entonces, creo que se merece un poco más de presencia por parte de algunos festivales, no solo a nivel nacional, sino también a nivel europeo.

¿Por qué accedes al programa Focus Year en Basel?

Ese programa tiene un proceso de selección en el cual tú aplicas y presentas los documentos que te requieren. Tienes que pasar una preadmisión, por así decir, y después realizas una audición allí de manera presencial, donde algunos de los miembros del jurado son los coaches que van a estar el año próximo. Recuerdo que en mi tribunal estaba Lionel Louke, Guillermo Klein, Wolfgang Muthspiel y Jorge Rossi. Entonces, una vez que pasas el primer corte, realizas estas audiciones. Son 25 músicos los que quedan en las últimas audiciones y finalmente escogen a 8 o 9 para conformar el ensemble. Músicos de todo el mundo. De Estados Unidos, de Brasil como Thiago, de España también estaba Fernando Brox, súper flautista. Entonces es un ensemble internacional. Que eso, tiene que pasar un proceso de selección donde el tribunal valora un poco tu capacidad no solo interpretativa y musical sino también compositiva, para poder desarrollar esas composiciones que vas a escribir para el ensemble.

Vale, ¿es una residencia para componer?

Es una residencia artística no exclusivamente para componer, pero sí que tiene como meta principal la grabación de un disco por parte de un ensemble. El cometido del ensemble principalmente es que durante una semana ensayes con un determinado coach y el jueves de esa misma semana hagas un concierto con él. Este es el mecanismo de funcionamiento del ensemble y después tienes una semana libre. Esto es así durante todo el año. Después nosotros tuvimos la suerte de viajar a Holanda, estuvimos diez días, estuvimos en el Global Jazz Institute en Boston y después conectamos tres días en Nueva York. Aparte hicimos un tour ese mismo año por Austria, Francia y España. Y bueno, como todo se relaciona, todo eso, ha moldeado mi persona, ha moldeado mi conocimiento para después transformarlo en música, claro.

¿Es tu segundo disco?

Sí, este es el segundo disco. Sale con Underpool, que es un sello de Barcelona.

Ah, claro, sí, sí, sí, lo conozco.

Y bueno, es como que se cierra el círculo. Todo lo que ha llevado durante los dos últimos años está todo muy relacionado con lo que he plasmado en las canciones. Sí, sí, obviamente. No sé, ¿qué más?

¿Quién soporta el coste de la residencia en Basilea? ¿Es público, o es privado?

Claro, en concreto el programa tiene un fuerte apoyo económico por parte de Levedo, que es una institución de allí, que soporta todo ese proyecto, ¿no? Es como la joya de la corona del Jazz Campus, este proyecto de… esta residencia de Focus Year. Sí, sí, sí, sí.

Basilea, súper potente.

Sí, sí, sí, sí.

Vale. ¿Algo más sobre tu disco?

Bueno, creo que he explicado bastante eso. La idea conceptual, sobre todo, es eso, de cómo las experiencias, los viajes, los encuentros, las personas…

Y a nivel musical, a nivel compositivo, ¿cómo…?

Respecto, si comparamos el primer disco con este, creo que hay una evolución, bajo mi punto de vista, sobre todo, a nivel compositivo, y hay un enfoque bastante, bastante…

¿Contemporáneo o de vanguardia?

Sí, enfoque contemporáneo, de vanguardia, y además bastante, bastante centrado, ya. Es como que he encontrado un poco, realmente, mi camino en cuanto a lo que quiero escribir y lo que quiero tocar, sí. Pero es lo que te decía, que todo está relacionado porque sin los años, sin el año previo en Basel…

Bueno, y el bagaje anterior…

Y el bagaje anterior, también, claro, todo, todo. Pero es como que eso moldea, moldea al músico, moldea a las personas. En todos los ámbitos, creo que las personas, eso, cambian y se moldean respecto de las experiencias que viven y de lo que les marcan y de las influencias.

¿Y a partir de ahora? ¿Qué proyectos tienes este año?

Ahora estoy en plena vorágine de conciertos con este proyecto, obviamente, y vendrán más en noviembre y vendrán más en el primer trimestre de 2025. Entonces, por el momento…, me voy a quedar un rato aquí y después ya a otra cosa. Porque sí que es cierto que es mucho trabajo y mucho tiempo el que inviertes para luego, en muchos de los casos, sacar poco rédito en cuanto a mostrar el trabajo que has hecho, ¿no? Entonces, otra cosa más que se enlaza, el impulso que da JazzEñe a este tipo de situaciones y de proyectos es de agradecer porque es que te ponen el mapa y es como que te da así un empujoncito.

Sí, sí, sí.

Es necesario.

Finalista en JazzEñe

Sí, bueno, llámalo como quieras, pero es un impulso, te empuja un poquito y te anima, ¿sabes? Viene bien, vaya, sí, sí.

Vale, muchas gracias Roberto.

Enero 21, 2025

Joana Sá – A Body as Listening (Clean Feed)

Joana Sá – A Body as Listening (Clean Feed)

JOANA SÁ

A Body as Listening (Clean Feed)

28

Diciembe, 2024

El retorno en solitario de la consagrada pianista portuguesa Joana Sá ha tardado once años en llegar (desde el ya lejano Elogio da Desordem, de 2013), y no sólo cierra una trilogía comenzada con Through this Looking Glass (2010); sino que se trata, además, del proyecto más ambicioso y personal dentro de la extensísima y polifacética carrera de la siempre sorprendente creadora lusa.

Artista escurridiza e inquieta donde las haya, Joana Sá lleva ya muchos años transitando terrenos creativos alejados de lo convencional, con espíritu multidisciplinar y embarcada en una búsqueda continua de interacciones entre disciplinas estéticas que abarcan la experimentación audiovisual y la sinergia entre diferentes artistas del terreno del arte contemporáneo y la música de vanguardia. Pianista de formación, el trabajo de Joana Sà se desarrolla en el plano de las ideas y los conceptos; su búsqueda le lleva a investigar las texturas, los ambientes abstractos y las reacciones sensoriales al sonido, más allá de conceptos como forma o armonía. Redoblando ese componente intelectual y teórico tan presente en su trabajo, el nuevo disco de la portuguesa es una parte (la musical) de un proyecto fragmentado y amplio compuesto por diferentes elementos independientes pero relacionados, que incluyen un libro, una instalación virtual y diversas performances de lectura. En palabras de Joana Sá, su nuevo trabajo es una “cartografía resonante de (in)materialidades musicales”, y es de suponer que para abarcar el pleno significado y la intención final de un proyecto así de ambicioso habría que sumergirse en las diferentes dimensiones multidisciplinares que lo forman, pero aquí vamos a centrarnos en su dimensión musical; un disco que lleva por título A Body as Listening, publicado (como no) por el incombustible sello Clean Feed.

A Body as Listening es un trabajo que sumerge al oyente en un mar de quietud y calma, abstracto en todo momento y formado por composiciones que parecen suspendidas en el tiempo, huyendo de estructuras concretas y centradas en una búsqueda constante de lo sensorial.

A Body as Listening suena fantasmal, lejano de lo cerebral y teñido en todo momento por una sensación de libertad y de improvisación libre por terrenos creativos donde las resonancias, las vibraciones y las ambientaciones feéricas toman el protagonismo. No hay elementos disruptivos ni cambios de rumbo a lo largo de los 35 minutos de duración de A Body as Listening; Joana Sá está dotada de una habilidad sutil y precisa para que su música avance de forma orgánica y natural, como una neblina llena de misterio cuya densidad se construye con un número mínimo de elementos, y esa es una de las características más interesantes y envolventes del disco. El vacío, los silencios y el sonido limpio de un piano cristalino de carácter clásico y minimalista conviven con un uso sutil e inteligente de elementos electrónicos centrados en la creación de texturas. En un juego delicado de tensiones continuas, el carácter casi industrial y paisajístico de los ambientes oscuros y extraños creados a partir de la manipulación del sonido se contraponen con la belleza frágil y emocional del piano de la portuguesa, otorgando al disco un matiz experimental que podría llegar a emparentarlo con los ejercicios de investigación ambient de Loscil o incluso a los míticos Disintegration Loops de William Basinski.

La reverberación, la superposición sutil de texturas, el uso puntual de voces de fondo con aires pesadillescos y la elegancia constante del piano convierten este trabajo de Joana Sá en un viaje tan extraño como adictivo, que resulta más enriquecedor con cada nueva escucha. No es música para cualquier momento, y requiere de un estado de ánimo y una predisposición especial por parte del oyente para ser disfrutada de forma profunda, pero desde luego es un ejercicio que vale la pena experimentar.

Texto: Ricky Lavado

Diciembre 28, 2024

Luís Vicente Trio – Come Down Here (Clean Feed)

Luís Vicente Trio – Come Down Here (Clean Feed)

LUÍS VICENTE TRIO

Come Down Here (Clean Feed)

27

Diciembre, 2024

Three years after Chanting In The Name Of, trumpeter Luís Vicente’s trio, featuring Gonçalo Almeida and Pedro Melo Alves, returns with the superb Come Down Here, once again released under the Clean Feed label.

By: António Branco jazz.pt

Titling the result of creative work is rarely free of challenges. Some titles are solemn, verbose, cryptic, even pretentious; others are straightforward and unassuming, referencing a special moment, a time, or a place, sometimes bordering on the ineffable. Trumpeter, composer, and improviser Luís Vicente hit the mark with the name of his latest album, freshly released on Clean Feed: Come Down Here. It’s the second release from a stellar trio that joins him with bassist Gonçalo Almeida and drummer Pedro Melo Alves. We’ve long known that communication and dialogue—with others, oneself, and the surroundings, a crucial element in musical discourse—are central to Vicente’s approach, developed expansively across multiple contexts and instrumental configurations. This “come here” carries significant weight.

“We could say it refers to the ‘vibe’ of the room, the moment we’re playing and feel a presence of something or someone conveying a memory, a feeling, ideally a good one,” Luís Vicente explains to jazz.pt. “It’s as if we’re taken by something that gives us an emotion and guides part of the process.”

Hyperactive both nationally and, especially, internationally, and embracing creative freedom, Luís Vicente occupies a front-row seat in the realm of adventurous jazz and its related improvised music. Beyond leading this trio and a quartet, he’s part of formations like Chamber 4, Frame Trio, Clocks and Clouds, Deux Maisons, Twenty One 4tet, In Layers, and Fail Better!; a quartet with John Dikeman, William Parker, and Hamid Drake (Goes Without Saying, But It’s Got to Be Said is a must-listen); trios with Seppe Gebruers and Onno Govaert or Olie Brice and Mark Sanders; and duos with Vasco Trilla, Marcelo dos Reis (the album (Un)Prepared Pieces for Guitar and Trumpet is worth revisiting), and Jari Marjamaki. Come Down Here arrives at a time when the trio’s other members, Almeida and Melo Alves, also have new releases, both under the Clean Feed label. Almeida’s States of Restraint was recorded in a trio with trumpeter Susana Santos Silva and percussionist Gustavo Costa, while Melo Alves’s Conundrum Vol. 1 is a compilation of duo recordings from a concert series of the same name.

“There’s a genuine, unique spirit within the group, built on trust and friendship that has grown over time,” says Vicente. “Communication flows naturally, and there’s a clear sense of synergy where each other’s movements are anticipated. This depth of creation is something that can only emerge when you’re working with certain individuals, allowing things to unfold and reach extraordinary, even magical, moments.”

Three years after the trio’s debut album Chanting In The Name Of, the new Come Down Here builds on composed and structured ideas drawn from a vast vocabulary amassed through years of experience and refinement. “We’re all improvisers and composers,” Vicente emphasizes. “The compositions are very specific but at the same time extremely open—they’re never played the same way, as it all depends on the day, location, mood, and how we interact with the written material.” This approach, revealing both individual and collective aesthetic growth, maintains the organic, free, and elastic character of their shared musical language. The result is open, pure music, fueled by shared ideas and values without the need for additional elements. A foundational motif is developed in various directions, thanks to the exceptional talent of the three musicians. While Come Down Here retains the style, dynamics, and phrasing of its predecessor, it moves forward. “The idea was for each of us to express ourselves without preconceptions, fully leveraging our abilities and showcasing our individuality, reaching a sonic state where the music itself takes on a central role—a drive where we are merely a conduit connecting to the universe,” Vicente explains. After introducing the composition to his bandmates, the trio develops the potential of each piece, “always keeping the approach open, allowing the music itself to suggest directions and new ways of engaging with its content.”

The album’s title track, which opens the record, begins with a trumpet motif that sparks a vibrant interplay between the three musicians, pushing energy levels to their peak (Melo Alves delivers a remarkable solo here). Hope II then cools the intensity, introducing a chamber-like atmosphere, with Vicente bringing a serene solemnity; Almeida employs the bow, and Melo Alves adds delicate nuances, creating a more abstract piece that explores contrasts reminiscent of certain contemporary classical music styles. A standout track is their rendition of an Afro-Brazilian song by an unknown composer, traditionally played in capoeira circles or Candomblé ceremonies: Mandei Caiar o Meu Sobrado (“I Had My Loft Whitewashed”). This song carries profound gravity (its sounds evoke a dense forest), with the trumpet delivering a clear, hymn-like melody around which the bass and drums orbit. The interaction builds to a climax, culminating in an intense solo by Almeida, complemented by intricate percussion. The double bass briefly returns to the bow to end the piece with an air of mystery.

As the title suggests, Why No Is No is focused and assertive (Vicente describes it as “a manifesto of nonconformity, questioning, non-acceptance, and refusal”), amplifying the intensity of the trio’s interactions with call-and-response exchanges, stimuli, and counter-stimuli. Its whirlwind ending is thought-provoking. The bass sets the tone at the start of Nascente, joined by the trumpet—here in a more textural mode, using extended techniques—and drums that enrich the soundscape. This collective improvisation seems to reflect the flow of a river, tranquil at times, turbulent at others. Closing the album, Penumbra, the longest track and one of its highlights, is a sonic gem richly detailed, demanding repeated listens to fully appreciate its depth. Here, Vicente (also using the mbira) masterfully alternates between melodic ideas and abstract explorations, occasionally performing unaccompanied. Almeida and Melo Alves add density, culminating in another remarkable bass solo that drives the piece to its climax.

At once complex and familiar, Come Down Here is an album that comforts and beckons—a special place to revisit time and time again.

By: António Branco

Diciembre 27, 2024

The Attic & Eve Risser – La Grande Crue

The Attic & Eve Risser – La Grande Crue

THE ATTIC & EVE RISSER

La Grande Crue

20

Diciembre, 2024

The Attic trio, composed of saxophonist Rodrigo Amado, double bassist Gonçalo Almeida, and drummer Onno Govaert, is joined by French pianist Eve Risser for La Grande Crue, a superlative album.

Texto: António Branco jazz.pt

 

 

 

 

 

 

There are moments—and instruments—that change everything. If the saxophone-double bass-drums trio is an institution in the history of jazz, a fertile ground for exploration and freedom, a spark can ignite a process of expanding the spectrum of sonic possibilities and elevating the music to another level. The inclusion of the piano makes “La Grande Crue,” the fourth album by The Attic trio, a necessarily different record from its predecessors, bringing an entirely new dimension to the group’s music in harmonic and melodic terms. Eve Risser, a French pianist and an absolutely essential figure in the creative music of our time, commands a richly nuanced lexicon and exceptional versatility in any context—from solo to orchestra, including trio and quartet.

“The mere fact of incorporating a piano into the equations of improvisation completely changes the kind of energy released by the music, for us and for the listeners,” saxophonist Rodrigo Amado explains to jazz.pt. That was precisely the goal. “We went into the studio without any prior discussion about what we were going to do. The musical communication, as we imagined, was immediate. And Eve’s music acted as a true ‘flood’ of the trio’s music,” he emphasizes. Nothing would ever be the same again, to the point of astonishing the saxophonist himself with how, from then on, he began constructing his own discourse. “I was quite surprised by my language, with a certain harmonic sophistication I had not previously identified in my phrasing.”

This album is also where the group achieves a very particular level of maturity: “I feel this work as our point of maturity, in the sense that we have reached a certain creative coherence and stability, and now we can experiment even more, musically and in organizing alternative formations,” he states. In The Attic trio, the saxophonist—an inescapable name in the most stimulating jazz being made in Portugal and the most internationally recognized national musician in these realms today, constantly in motion—is joined by Gonçalo Almeida, a double bassist and sonic strategist based in the Netherlands, dividing his time among projects like Albatre, The Selva, Ritual Habitual, Spinifex, and Lama, and Dutch drummer Onno Govaert, who also has strong ties to the Portuguese scene through collaborations with Hugo Costa, Luís Vicente, and Marcelo dos Reis. The trio’s self-titled debut in 2017, still with Marco Franco on drums, was an auroral record, yet no less interesting or consistent. It was followed by Summer Bummer in 2019, featuring the current lineup in a live recording at the festival of the same name held in Antwerp, Belgium, and Love Ghosts, recorded in January 2020, just before the pandemic turned our world upside down.

After two magnificent albums—the 2023 debut of The Bridge quartet with Alexander Von Schlippenbach, Ingebrigt Håker Flaten, and Gerry Hemingway in Beyond the Margins, and The Invisible in 2024 alongside Dirk Serries and Andrew Lisle—La Grande Crue, recorded by André Fernandes at Timbuktu studios at the end of July 2023 and mixed by Joaquim Monte and Amado himself, features four improvisations lasting between 10 and 21 minutes, credited to the quartet.

A special mention goes to the wonderful painting by Manuel Amado, the saxophonist’s father and a major figure in 20th-century Portuguese visual arts. The painting is part of A Grande Cheia (The Great Flood), a series of 13 works painted in 1996 and first exhibited at the Calouste Gulbenkian Cultural Center in Paris in 2001. That same year, poet Nuno Júdice wrote a book of poems in dialogue with this series, titled Jogo de Reflexos (Game of Reflections), published in a bilingual edition by Éditions Chandeigne (Paris, 2001). One of these poems, Ângulo (Angle), is reproduced in the liner notes of La Grande Crue:

A reflection of light dies in the summer waters. The algae proliferate in its texture, drinking the window’s last glow. The room encloses me in a white architecture. I breathe a rhythm of drowned sheets. An inner voice announces oval metrics, which I repeat in the monotonous flow of the verse. This light, however, has the structure of melancholy.

The collaboration with the pianist—someone who had long been on the trio’s radar—introduced, as already noted, a myriad of new solutions to the group’s sound, elevating it to a different level. “Eve is an extraordinary pianist,” emphasizes Rodrigo Amado, citing the trio album she recorded with bassist Benjamin Duboc and drummer Edward Perraud, En Corps – Generation (2017), as well as the Red Desert Orchestra’s Eurythmia, released by Portuguese label Clean Feed in 2022. “She can uniquely incorporate completely abstract, purely sonic cells into a more conventional improvisational discourse, but no less interesting for it,” the saxophonist explains. When they learned that Eve Risser would be performing at Jazz em Agosto at the Calouste Gulbenkian Foundation, the idea of initiating a collaboration immediately began to take shape. “Gonçalo already knew her reasonably well, and Eve agreed right away.”

The trio’s creative modus operandi remained the same—total improvisation. “We all entered a state of total immersion and maximum concentration,” says Amado, who appears here in a state of grace: powerful yet sensitive, shuffling the deck and dealing again, never imposing himself but always seeking to discover more about himself and his relationships with the musicians he judiciously selects for his groups. Gonçalo Almeida and Onno Govaert are monumental musicians who continuously add ideas and propose new paths in an organic, safety-net-free creative interplay nurtured by long-standing complicity.

In the opening track, Corps, the first sounds come from Almeida’s double bass, which, using the bow, immediately creates a solemn atmosphere; the hyper-delicate drums join in, Risser delves into her instrument’s innermost workings, and Amado plays with clarity and a remarkable sense of space. The piece evolves in a gradual crescendo of intensity, with the four musicians interweaving their lines. There’s a section where the saxophone-double bass-drums trio showcases telepathic interaction; at one point, the piano takes on a pivotal role, with very physical notes, and the intensity levels rise considerably. The saxophonist responds with high-octane sound bursts, which progressively allow silence to seep in, leading to a peaceful conclusion.

Peau brings a somewhat more jazz-like ambiance, largely driven by the way Amado conducts the proceedings—breathing and interactive, proacting and reacting; the piano contributes sparse yet decisive chords, and the rhythm section continues to astonish with its intricate clockwork. Risser once again takes center stage, showcasing her angular pianism. Rodrigo Amado resumes with short phrases, which the pianist contrasts with crystalline notes. The piece ends on a lamenting and unsettling note.

Phrase begins as a tour de force for Risser to thoroughly explore her instrument; the other musicians join in—featuring a superb solo by Govaert—and the meters approach the red. The saxophonist introduces a melodic line to which the piano responds sensitively. The piece takes on a somewhat more chamber-like character, with all four instruments engaging in multilayered games of restraint, respecting spaces yet not hesitating to challenge one another. Double bass and drums once again demonstrate their tight-knit tandem. Amado delivers focused, precise phrasing, skillfully playing with intensity levels. The quartet simmers in different geometries until reaching a climax.

Finally, Pierre begins with a nocturnal and mysterious tone (who is Pierre?). The saxophonist whispers, summoning diverse sounds; Almeida returns to the bow with surprising effects, and Govaert plays with astonishing sensitivity. Risser explores various techniques, bringing a palette of harmonic elements that establish multiple levels of articulation with the other instruments. The saxophonist flares up and exits, leaving the piano-double bass-drums trio to boil over; upon reentering, he delivers a soberly majestic discourse, stretching the energy levels to their limit before everything dissolves into silence.

La Grande Crue has the rare ability to genuinely challenge us, to shift our understanding of what music should be, and to change the way we relate to the other side—the creative side of what we hear. It makes us, on this side, active participants in the creative process. And thus, flooded by beauty, it reconciles us with the world.

Texto: António Branco

Diciembre 20, 2024

Álvaro Torres Quartet – Live in Barcelona (Fresh Sound New Talent)

Álvaro Torres Quartet – Live in Barcelona (Fresh Sound New Talent)

ÁLVARO TORRES QUARTET

Live in Barcelona

06

Diciembre, 2024

Texto: Enrique Turpin

Fotos: Hal Masonberg & Fernando Tribiño

Álvaro Torres (piano), Tony Malaby (saxofón tenor), Masa Kamaguchi (contrabajo) y Kresten Osgood (batería).

Jamboree (Barcelona), 23 de agosto de 2024

Fresh Sound New Talent (2024)

 

LO LOCAL SIN FRONTERAS

Los sueños son como el horizonte. Están ahí para andar hacia ellos. Perseguirlos es el sino del inconformista, aquel para quien el mundo siempre está a un paso de convertirse en algo mejor, más digno y, de paso, cercano al propósito al que aspira el legado del libertario, que no es otro que dejar una pequeña huella de sus pasos por el mundo. La consecución de las aspiraciones de cada cual tiene mucho que ver con el empeño que se le ponga al asunto. Y Álvaro Torres (Madrid, 1993) le ha puesto mucho al suyo, que no era otro que reunirse en un escenario con tres de sus músicos soñados, Tony Malaby, Kresten Osgood y Masa Kamaguchi, tres grandes, digámoslo todo. Huelga señalar los logros personales de cada uno de ellos, pero no habrá que dejar de advertir que los escogidos por Torres para montar su efímero Quartet —cinco conciertos concentrados en agosto de 2023, uno de ellos configura este Live in Barcelona— ya forman parte en vida del panteón que acoge a los mejores entre los excelsos.

Que sea la batería danesa del veterano Kresten Osgood la que abra el set ya es toda una declaración de intenciones, con los tom, las cajas y el bombo haciéndolos bajar a tierra tras un minuto de reloj y empezar a volar con la rítmica del plato hasta que entra el grupo a marcar el camino a seguir, muy cerca de la sensibilidad de Malaby y con la sombra de las construcciones del infravalorado Chris Cheek planeando en “The Good Life”, un tema que viene del anterior largo Heart Is The Most Important Ingredient (Sunnyside, 2022) y se retoma en Iris (Sunnyside, 2024), en el que la escritura del líder genera un optimismo controlado —el coro cuenta una cosa, mientras el desarrollo se aferra más a la realidad sin caer en el cinismo— y donde tienen cabida todas las estrategias sónicas que hacen tan singular el cuarteto. En “Siresimi” siguen bebiendo de las procelosas aguas que brotan de ese manantial inagotable que es el legado de Ornette Coleman, más moderno que nunca, lo mismo que el toque monkiano que trae consigo el piano de Torres, siempre envuelto por la rítmica de Masa Kamaguchi (eficiente e impecable cuando se trata de vestir proyectos indelebles), que se convierte en protagonista en los diez minutos siguientes. “Calabosito” son esos diez minutos, una pieza que improvisa sobre el folclore español (inevitable pensar en Chano Domínguez) y, en particular, con la mirada puesta en algunos cantaores que le son queridos a Torres, quien ha querido rendirles homenaje en esta composición, plena de hondura y tronío como los cantes que la propician. Es otra forma de hacer justicia a sus raíces, sin caer jamás en estúpidos provincianismos que nada aportan y pudieran llegar a sonrojar en el futuro.

Otro modo de reconciliación con el devenir de su aprendizaje lo representa “Echoes”, concomitante con una forma de aproximarse al mundo de la música clásica desde el entorno jazzístico más elegante e impresionista. Sabido es que a los maestros hay que hacerlos bajar del pedestal en el que a menudo suelen auparlos los alumnos aventajados que vieron en ellos un espejo en el que proyectar sus esperanzas, de igual modo que lo hicieron los docentes que tuvieron el poder de prospección para imaginar a sus discípulos en el mejor de los escenarios. Eso fue para Brad Mehldau la figura de Loren Schoenberg y eso mismo ha sido para Álvaro Torres el acompañamiento de su profesora de tantos años Fe del Campo, a quien le dedica el corte. Otros diez minutos en los que el grupo rueda al unísono, bien engrasado para llevar tan pocos conciertos juntos. Tony Malaby, de quien ya sabíamos las dotes melódicas que gastaba —Tamarindo (2007) y Paloma Recio (2009) son momentos de inflexión a este respecto—, hace lo que mejor sabe hacer: lograr que los sobretonos que extrae de su saxo se conviertan en baladas de alto calibre, en las que la intensidad es directamente proporcional a su capacidad inventiva, tanto en las llaves altas como en las bajas. Recupera el legado del primer cuarteto, el que contaba con los brillos de Bill McHenry.

Como el concierto avanzaba de diez en diez, “You Dig?” es la muestra de que cabe mucha música en el cuarteto que lidera Torres, actualmente profesor del Brooklyn Conservatory of Music. Aquí es la improvisación más natural la que se abre paso, haciendo de la pieza un artilugio para que los músicos dejen constancia de su comprensión de la tradición que los ampara y para jugar al corre-que-te-pillo telepático con una sonrisa traviesa escapándoseles a cada uno de ellos. Si quienes asistieron al concierto en el Jamboree barcelonés aquel 25 de agosto, auspiciado por el Festival Mas i Mas, se lo pasaron la mitad de bien de lo que se le intuye al Quartet ya pudieron dar por amortizada la entrada. La composición ya aparecía en formato trío en Iris, como guiño al contrabajista John Hébert, para fundamental del disco que el madrileño ha editado este mismo 2024 con Sunnyside. Como colofón quedaba “Lullaby”, una enorme canción de cuna en la que lo emocional no es óbice para que la fiereza contenida del cuarteto no deje su impronta. Un grupo que con estas credenciales es deseable que tenga continuidad. Lo que ya es imparable es la carrera de Álvaro Torres, toda una sorpresa fraguada a fuego lento de alcance global, como su formación y sus aventuras. Por mucho que lo universal sea lo local sin fronteras, no viene mal alimentarse de nuevos horizontes y osadías a la menor ocasión.

Written by Enrique Turpin

Diciembre 06, 2024

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