Sin partituras, ¿no?
Sí, o sea, podemos tener una interacción que es básicamente noise también, que viene desde una perspectiva sonora, que ya es independiente a la idea arcaica para mí también de solo juzgar a la música por tres patrones, rítmico, melódico y armónico, ¿sabes? Hay más, hay más en eso. Y el más hay que también desarrollarlo. Hay cosas que, eso no forma parte de la naturaleza cultural de la que vengo. Hay gente verdaderamente original en mi país, increíble, pero este contexto musical que abordo mucho con en este grupo no está necesariamente en las formaciones de nosotros y en los principios musicales de lo que manejamos, ¿ok? Hay que estudiarlo, hay que vivirlo, hay que identificarse con él y hay que conocer diferentes escuelas y el historial que tiene también. Creo que eso es muy importante. Para poder crear hay que conocer y para poder verdaderamente… Nada pasa tampoco en un vacuum, nada pasa en la nada, nada sale de la nada, todo tiene un origen. Ya sea de forma consciente o inconsciente, tenemos cosas, estamos hechos por pisos, o sea, estamos hechos de una manera en que hay una base, hay elementos que se van formando y elementos que de una forma u otra van dándote información y ángulos diferentes de cómo ver las cosas y cómo abordar o aprender de algo. Y para mí, tengo más de un ángulo en el cual puedo tratar de avanzar las tropas. Yo creo que, por lo general, o sea, nunca he creído en esta idea singular de… Yo creo que esto es una conversación ya que más pertenece a mi abuelo materno, que era la persona más original que he conocido en mi vida. Era un inventor y era un genio, verdaderamente. Con sexto grado, hacía amplificadores de tubo, hacía de todo. Y esa historia creó en mí. Mi padre es mi influencia musical y plástica, porque mi padre es pintor y es paisajista. Pero mi abuelo era un inventor y mi abuelo era un improvisador. Él no era músico, pero era un improvisador. Su forma de ver la vida, su forma de… Y esto es un estilo de vida, es una forma de ser. Es una forma de tomar riesgo, es una forma de cuando las cosas están cómodas, ponerte la piedra en el zapato para también llegar a otro sitio. Vivir con ese tipo de inquietudes y con ese tipo de curiosidad. Y la curiosidad sola no llega a ningún lugar. Hay que tener la tenacidad para seguir e ir al próximo paso de eso. Mi abuelo me dijo, yo tenía probablemente 13 años, y yo me pasaba mucho tiempo con él en el taller, en su tallercito. Y me dijo un día, dice, “vivimos en un tiempo donde la sociedad se ha encargado de pensar en el especialista”. Y el especialista es la persona, supuestamente, bueno, que si las 10.000 horas que te toman ser un profesional de algo, que eso al final yo no necesariamente lo creo, pero que te dediques a una cosa, que estudies una cosa, que tengas una carrera y que tengas un oficio que viene de esa carrera. Y es verdad que el mundo funciona en base a eso, de cierta forma. En los Estados Unidos también, desde un punto de vista de carrera, hay una forma donde la gente tiene las orejeras del caballo y solo ven hacia delante de una forma. Y se han perdido los seres estos del renacimiento, se ha perdido la gente que se embarraba en las manos de muchas formas, no de una sola. Y el que es especialista de una cosa, es ignorante de todas otras. Y en el caso mío, obviamente, las artes se convirtieron en algo que formaron parte de mi niñez por mi padre. Mi padre pintaba en casa. Mi padre tocaba guitarra. Yo aprendí a tocar guitarra desde los cuatro o cinco años. No funcionó nuestra relación de maestro, pero lo hice de forma autodidacta y yo tenía mi forma propia. De hecho, no funcionó porque mi papá tenía su método y yo le rompí el método. Porque yo quería hacer cosas ya fuera de lo que él me trataba de enseñar y ahí me dijo, mira, o hay que buscarte un maestro o nos las vamos arreglando en el camino de alguna forma. Entonces mi padre creó un ambiente propicio en casa y yo tenía un ambiente muy fértil en casa en cuanto a las artes. Entonces me desarrollé desde temprano en eso. No tengo un oído absoluto, pero tenía un relative pitch muy bueno, cantaba en tono antes de poder hablar. Y ahora veo que mi hijo viene por el mismo camino de cierta forma. Por lo menos hay indicios de eso. Pero mi viejo creó una situación propicia y mi relación con mi abuelo y mudarnos a vivir con mis abuelos a mis cinco años, creó que yo compartiera mucho con este individuo, Emilio Pírez Rivera, mi abuelo materno que me cambió la vida. El culto a la idea esta del profesional de una cosa le quita las posibilidades a los seres humanos de poder ver…, hay veces cosas desde un ángulo completamente diferente que van a ser propicias para tú entender algo. La verdadera inteligencia práctica, es poder, ¿qué pasa si rompemos el vaso? Bueno, se rompe el vaso, pero después, ¿qué podemos hacer con lo que hay ahí? Con lo que queda. Un vaso no puedes hacer de nuevo, pero tienes una serie de ingredientes. Entonces la mente empieza a trabajar. Y por una cuestión cultural y de necesidades que vivíamos en Cuba, nosotros teníamos que hacer eso todo el tiempo. Eso es algo que sí compartimos todos los músicos cubanos. La ingenuidad de la necesidad, que viene a través de la necesidad. Con poca información tienes que hacer maravillas. Y ahí es donde está la cosa. Mi abuelo me dice que es mejor conocer y hacer todo lo que haces en esta vida con seriedad. O sea, lo que estés haciendo, todo forma parte de tu práctica, de tu forma de practicar, de tu forma de desarrollarte como ser humano, y si lo haces de forma consciente, estás aprendiendo, estás utilizando información y estás buscando la manera de engranarla, hay veces de diferentes formas. Y para mí… por mucho tiempo la música como carrera absorbió mucho de mi tiempo. Yo llevé dos carreras clásicas. Yo llevé carrera clásica de flauta y clarinete al mismo tiempo. Y siempre me he complicado la vida un poco más. En cuanto a una cuestión de estudio. Dejé de pintar por un tiempo, porque solo me estaba dedicando a la música. Y por una promesa de mi padre, que me dijo “tienes que pintar, hay que pintar, hay que pintar”. Le dije “mira, voy a comprar un cuaderno, lo voy a tener conmigo para poder hacerlo en el tren, donde quiera que me encuentre”, porque tiempo no tengo. Y el tiempo se hace. Y hice el tiempo para eso. Y ahí coincidió con que yo estaba… yo ya me había cansado de escribir música en el software de la computadora, porque hay algo que crean estos programas que te quitan ciertas libertades. Hay veces desde un punto de vista armónico, por el catálogo armónico que tiene, o hay veces simplemente organizarlo de una forma que…tenga sentido visualmente. Hay veces es hasta muy difícil por la manera en que opera ese software. Y no hay nada mejor que la mano. Y yo tengo buenas manos. Porque pinto, tengo buena caligrafía también. Y hubo un tiempo donde me fascinó entonces empezar a estudiar caligrafías de compositores. Desde Stravinsky hasta Leo Brouwer. Ver la mano, de dónde, qué había ahí. Porque en la mano hay mucho personal que se pierde en un programa, porque todo en el programa luce igual. Desde un punto de vista musical puedes notar las diferencias, pero no desde un punto de vista gráfico. Y por naturaleza, todo lo que estaba haciendo en la pintura y en la plástica, que se fue desarrollando y desarrollando, empezó a entrar dentro de mi sistema composicional y mi sistema de práctica. Y tuve una necesidad de reevaluar mi sistema de práctica también. Que de muchas formas había empezado con una educación tradicional jazzística allí. Bueno, empezó de antes en Cuba con una educación clásica. Muy buena y la calle de Cuba también, en cuanto a la música popular. Pero después ya tenía una formación jazzística que fue a lo que le dediqué parte de mi vida allí en los EE. UU. Pero tenía una necesidad de cambio, porque si tú quieres un resultado diferente, si tú estás buscando algo diferente, tú no puedes mantener el mismo sistema de práctica. Porque no hay ajuste de ningún tipo y te vas a quedar en la misma rueda. La pintura me ayudó mucho. La pintura era liberante porque yo no tuve ningún tipo de formación académica y me sentía verdaderamente libre. Yo desecho probablemente un 30% de lo que hago. Lo quemo o lo boto, que mi esposa siempre, siempre me cae atrás. “No, por favor, no”. Y digo, “si no me habla, pinto encima o lo rompo”. Y después empecé a, después el cubano sale. Y lo que pasa con el cubano es que, a nosotros no nos gusta botar, no nos gusta desechar. Y lo que empecé fue a cortarlo y coleccionarlo como materia prima para hacer obras plásticas después, donde lo puedo incluir como collages también. Entonces ahora desperdicio menos. Pero yo creo que el ratio mío por lo general, o sea, es, mantengo un 70% por lo general, que es un ratio bastante bueno. No me puedo quejar. Mi ratio musical como compositor probablemente sea mucho más estricto. Y eso quizás habla de mis prejuicios también, en el proceso. Entonces el hecho de pintar me ayudó a ver las cosas de diferentes ángulos. Lo que hablaba de las tropas ahorita es una analogía que yo tengo de siempre para eso y es como, si tú tienes un solo oficio y una sola manera quizás de encarar la vida, es como que tienes un frente y solo te enfocas en eso, y te pierdes muchas cosas. A parte, cuando abordas diferentes frentes, ves la unidad que hay detrás de todas las cosas. En lugar de concebir todo de forma separada, ves que hay un mismo destino. Yo no los veo como oficios separados porque forman parte de mi identidad y aparte esto de tener diferentes frentes, ¿sabes? Si avanzamos las tropas solo en el medio tenemos un ángulo de cómo atacarlo y al final todos estamos simplemente tratando de llegar a un lugar que nunca vamos a llegar tan bien. Es simplemente empujar hasta tratar de llegar ahí y vivir el proceso. Pero si tienes diferentes ángulos en los cuales puedes mirarlo, puedes hacerle emboscadas por un lado que por lo general no podías por otro, ¿no? Entonces la pintura me ayuda con eso, la poesía me ayuda con eso. Yo he entendido la cultura cubana, yo he sanado muchas heridas culturales a través de la poesía y no de la poesía del canon de los tres poetas que la revolución se encargó de que nosotros leyéramos, sino los que empecé a conocer hace poco. Hay una poeta que se llama Reina María Rodríguez, esa mujer me cambió a mí la vida. Y es una artista cubana increíble, ella fue, en los años 90 fue el Pablo Neruda a la poesía internacional hispanoamericana y así se dio a conocer y hay una editora, tengo un libro de ella conmigo. Hay una editora de Alabama, de la Universidad de Alabama que empezó a publicar su obra y ella se encargó de que muchos poetas de los 70 y de los 80 que nunca fueron publicados por diversas razones, algunos de ellos también eran poetas que eran homosexuales y vivían un sistema de represión en la isla que no es secreto para nadie, o sea la película “Fresa y Chocolate” no pasó por gusto. Habían situaciones reales pasando que llevaron a que eso fuera la voz de lo que estaba pasando y hay toda una serie de poetas que nunca se publicaron, que ellos tuvieron que entre sí mismos, gente verdaderamente creativa y de vanguardia dentro de nuestro país. Nunca tuvieron oportunidad de publicar su obra y esta mujer se ha encargado de rescatar eso de muchas formas y ha hecho que incluso a muchos de ellos que ya fallecieron, esta universidad y esta editora le publique su poesía y es difícil para un muchacho crecer en un lugar, para un niño, para un adolescente crecer en un lugar y solo tener ciertos pilares de ejemplo. Y los pilares que tienes de ejemplo son geniales, pero el nivel de posibilidades de lo que puedes hacer está limitado porque solo tienes lo que es público, solo tienes a tu acceso lo que alguien decida que tengas a tu acceso. Esta mujer, Reina María, hizo una clínica en Tufts University hace mucho tiempo y yo creo que estaba o no sé si está todavía en YouTube y después de conocer su obra un poco la escuché hablar y habló mucho de poetas, de gente de su generación que nadie conoce y había uno que era un poeta, que era un baterista, ahora el nombre es de cierta forma irrelevante porque considero que esta persona le da voz probablemente a mucha gente en Cuba. El tipo se iba a los cañaverales y llevaba la batería a los cañaverales para tocar con los trabajadores mientras trabajaban. Yo pienso en eso y yo digo, ¿por qué razón la gente o un joven no sabe que hay alguien así dentro de su propia tierra?, que lo puede inspirar, que le da una oportunidad de analizar la vida de una forma diferente. Y la poesía fue sanador para mí y toda esta serie de escritores y poetas mediante esta mujer hermosa, o sea, diciendo y hablando de ellos y en una clínica o masterclass donde le están preguntando de ella, exponiendo a todos sus peers y gente que nunca nadie habló de ellos. Para mí eso fue genial y me dio esperanzas. También como cubano, como artista cubano, me dio esperanza en un futuro también y eso también me mueve a hacer más, me mueve a hacer más y crea cierto tipo de responsabilidades en lo que hago y cierto tipo de seriedad también en lo que hago en cuanto a empujar y alguien, alguien tiene que tomar riesgo también. Y he tenido la oportunidad también que muchos músicos jóvenes cubanos por cuestiones de las redes conocí a muchachos que son fascinantes, que son muy buenos. Uno de ellos es Israel Figueredo, que está ahora en Madrid. Israel me sigue a mí desde que estaba en Cuba y tienes a muchachos que se gastan lo que en Cuba en realidad es un dineral por pagar una hora de wifi para bajar un video tuyo. Y claro, me vienen y me dicen, la primera vez que se pusieron en contacto conmigo muchos de estos muchachos, yo les decía, pero hay todo un mundo. Yo lo que te puedo decir es lo que yo estoy escuchando, como lo mío era, no me escuches a mí, escucha a la gente que yo escucho, que es el origen de esto. Y después empecé a entender que empiezan las partes sentimentales, porque ellos se ven en mí, así de simple. Ellos ven que yo tengo una oportunidad de hacer lo que yo quiero, como yo quiero y de poner de cierta manera, exponer mi cultura de una manera compleja y de otra forma y se inspiran por eso. Hay otro muchacho, un tercero que está en Berkeley también, que vale mencionar, que se llama Marcos…el nombre, el apellido se me escapa porque soy terrible para los nombres, pero ese muchacho también es un tipo genial que está buscando con mucho interés y chequeando los vídeos de YouTube. Y a mí se me hacía un concepto demasiado abstracto, porque cuando yo me fui de Cuba, el internet no existía. Pero a mí me hubiese gustado tener esas cosas. Y ese tipo de tener, ese tipo de inspiración, tener este concepto de un cubano también que puede ser diferente y puede tener otros gustos, me hubiera hecho sentir más en casa, creciendo. Y yo los encontré en mi casa, que era mi padre y era mi abuelo. Y ellos se convirtieron en los pilares de mi filosofía y de cómo yo abordo las cosas. Entonces, para mí yo crecí con todo al mismo tiempo. Crecí con la música, crecí con la poesía. Mi papá escribe algo de poesía, también escribe canciones. Y todos esos elementos se han convertido en una forma de avanzar las tropas. Se ha convertido en una forma de, desde diferentes ángulos, tratar de ponerme algo entre manos que sea, o sea, incómodo, difícil también para poder aprender algo nuevo. Lo de ayer que se grabó fue libre. Pero yo llevo rato, tengo como diez poemas escritos que son ideas, entre poemas e ideas gráficas, porque están, lo manipulé de una forma, las palabras de una forma donde se ve algo gráfico que puedes apreciar, ¿no? Y yo pensé por un instante traer esos poemas y buscar alguna manera, de crear un contexto donde ellos pudieran, donde pudiéramos tocar eso. Y eso va a pasar. No sé cuándo, no sé cómo, o con quién tampoco, porque le estoy buscando un lugar, pero prácticamente estaremos tocando poesía. Y una manera de relacionar la poesía con los sonidos de una forma u otra. Pero sí, el nombre del grupo parte de un poema. La composición que nombra el grupo, que es la última composición del disco, fue la que nombró el disco. O sea, la poesía estuvo antes del gráfico, de la música, y por último el grupo y el disco. Y se convirtió en esto. Se amplificó a esa idea y partió de un lugar donde nunca hubiera llegado si no parto de la poesía. Entonces, eso me reafirma el hecho de que, sí, hay que buscar diferentes ángulos y tengo la facilidad y nací con ello, así que hay que utilizarlo. Forman parte de mi identidad, por eso no me gusta cuando la gente dice, “eres versátil”. No, o sea, somos individuos complejos y tenemos diferentes cosas para expresar. En el disco de “Jardineros” hay un poema mío y hay un poema de Román. Hay un poema en el medio, El Real de las Palmas, es un poema que me dedica a mí, Román. Y habla de mi pueblo, habla de mi región, habla de su visión de quién soy yo y de otras cosas místicas también. Pero es su filosofía y es, para mí, es probablemente uno de los mayores exponentes de la poesía. Para mí, es probablemente uno de los mayores exponentes de la poesía afrocubana que existe en todas las épocas. Es decir, conociendo la obra de Virelles, lo has escuchado y sabes lo que hay también, porque esa es su identidad. Y Román es una identidad cultural. Entonces, el último poema es un poema mío. Y ese sí es un poema con rima que le hago a mi tierra como un canto. Y es un canto a mi familia. O sea, es mi historia. Y es el último tema del disco. El último tema del disco que se llama “Barrio del Hobo”, que es el barrio donde crecí. Es una historia de mis ancestros. El poema te lo puedo facilitar de forma escrita también para que lo tengas. Los dos, el de River Creatures y el del “Barrio del Hobo”, te los puedo dar. Yo no puedo hacer justicia. Hay veces necesito más leerlo que decirlo. Aunque hace poco se lo canté a Román de nuevo y se lo canté a la gente con la que estaba en el teatro, que son de mi tierra. Pero esa es la forma en que yo vivo mi vida. Vivo mi vida de una forma donde cualquier ángulo que yo pueda tener para crear pequeños sistemas que me ayuden a trascender algunas cosas, a resolver estos problemas prácticos que encontramos en la música o que encontramos como improvisadores, para avanzar en áreas donde tenemos intereses. Sabemos identificar que forman parte de nuestra identidad, pero no conocemos tan a fondo y bueno, me gustaría crear un contexto donde yo pueda explorar estas cosas verdaderamente para ganar más conocimiento sobre ellas, poder desarrollarlas, poder que eso siga formando una parte de mí y poder llevar eso a una complejidad y una profundidad donde verdaderamente me pueda expresar. Ahí es donde está. Y si es la poesía, venga poesía. Puedo trabajar carpintería también y considero que me va a hacer lo mismo probablemente. Pero mi abuelo era así. Mi padre era florero, cortador de cañas, guitarrista, trompetista también, y compositor y poeta, en cierta forma. Para mí, forma parte de un elemento, ese elemento soy yo. Independientes no son diferentes oficios para mí. Todos, los abordo con la misma seriedad, y todos me enseñan a ser un poco más libre, me enseñan a… el cubano no puede ser serio del todo, es parte de la naturaleza caribeña. Tenemos que tener eso, tiene que haber ese sabor, tiene que haber ese azúcar, por algún lado tiene que estar. Y eso forma también parte de nuestra identidad, la parte de la picardía, partes que vienen de la chispa que tenemos por naturaleza, por esos ingredientes que se juntaron ahí. Eso ayuda a tirar las cosas a veces a jarana, y a verdaderamente poder liberarte y salir de un contexto. Aunque empieces algo con un contexto serio, siempre es bueno relajarlo para que salga de forma natural. Aunque sean cuestiones profundas las que hablemos, aunque sean cuestiones profundas las que toquemos. Y de eso todo el mundo puede aprender de los brasileños. Los brasileños viven una vida ejemplar desde un punto de vista musical, y la vibra que hay, lo que se respira, la música tiene un tono de felicidad. Por otro lado, soy enfermo del flamenco. Y para mí, mi mayor influencia sonora en el saxofón probablemente va a ser siempre el tono de voz de Camarón de la Isla. Y conozco el flamenco a fondo, conozco otros cantadores, pero hay algo ahí que me mueve la fibra. O sea, yo tengo pendiente, yo tengo pendiente ir a Cádiz y besar ese lugar. Y tengo pendiente llorar a los pies de él. Porque mi padre fue el que me lo presentó desde un punto de vista musical. Y cuando yo encontré eso, forma parte casi de mi identidad esa entrega de que hay que cantar, hay que tocar como si fuera el último día de la vida. No se puede, no hay otro, no hay otro momento. Nadie sabe qué es lo que pasa mañana y a nadie nos importa. Es vivir ese momento. Entonces, mi referencia sonora. Muchas veces… de hecho yo tuve una conversación con Liebman interesante porque él me dice “yo escucho mucho Albert Ayler dentro de tu forma de tocar”. Y yo le dije, “¿sabes qué?, entiendo desde qué ángulo lo estás viendo, pero parte de la relación pasional que yo tengo con el sonido y cómo me relaciono con el grito, viene de otro lugar”. Y viene del flamenco. Viene de ahí. Con Javier pude explorar ciertas cosas. Javier Moreno le escribió un tema en su disco a su amigo Ricardo Moreno. Y yo canté eso. Yo no lo toqué, yo lo canté. Mi relación estaba ahí siempre con eso. Y mi relación para con el sonido desde ese punto de vista. Tengo más cosas que influencia en el sonido que tengo, pero esa es una de las principales. Y yo, si no estoy escuchando nada, lo que yo escucho es Camarón. La mayor parte del tiempo lo que estoy escuchando es eso. Mucho de mi… ahora, por ejemplo, empecé a escuchar un poco más de música cubana, como nos involucramos en esto del Off-Broadway del Buena Vista. Pero igual fue de forma oral, porque estábamos entre músicos y era… las sesiones de la cocina eran geniales, porque lo mismo se armaba una rumba que una sesión de trova. Y era aprendiendo, absorbiendo estas cosas que estos veteranos también tienen. Y esta originalidad y flexibilidad que tienen, ¿no? Pero eso pasa de forma oral. Y eso forma parte de mi identidad rica. Forma parte de mi identidad rítmica. Forma parte de otras cosas. Pero el sonido del saxofón, como también no toqué saxofón en Cuba. Lo aprendí fuera de la isla. No estuvo influenciado por nada de la isla, mi visión sonora. Claro, mi identidad siempre va a estar detrás de tocar el instrumento. Pero, Camarón… Si yo sé el día en que yo me voy a morir, así de simple. Yo sé que voy a escuchar. Si yo supiera… cuando me voy… yo me voy con Camarón. De una me voy.
¿Qué tema suyo sería el tema con el que te irías?
Me es difícil, pero pudiera decir hasta con qué me quisiera ir, hay veces. “Nana niño, nana”, está ahí, ahí está. Hay mucho, hay mucho que me encanta, pero eso me mueve las fibras de una forma en que… y yo creo que hay una relación cubana con eso muy fuerte también. O sea, tenemos, todos lo respiramos de una forma u otra y…, yo creo que no hay cubano que escuche eso y no se le mueva una fibra. Mientras que hay otras culturas que son quizás un poco menos melodramáticas que la nuestra, que no tienen el corazón así a flor de piel, que quizás para ellos es, bueno, es un poco operático. Y viene de alguien que me empezó a gustar la ópera hace poco. Pero el flamenco me gusta de siempre, desde que mi viejo me lo presentó. Y mi concepto sonoro en el saxofón, parte del concepto más oral de tocar el saxofón, viene mucho. Y ahí.
Muchísimas gracias por este momento y tus palabras.